Escepticismo: “Desconfianza o duda de la verdad o eficacia de algo.” Eso nos exige ver bien las cosas, con el suficiente análisis y el conocimiento adecuado, para tratar de entender la situación y, tal vez, así asumir una posición, que siempre será temporal en cuanto surja nueva evidencia y conocimiento que la mejore.

POR QUÉ HASTA LOS ESTATISTAS DEBERÍAN SER “ESCÉPTICOS ACERCA DEL CAMBIO CLIMÁTICO”

Por Tom Mullen

Fundación para la Educación Económica
Martes 1 de octubre del 2019


NOTA DEL TRADUCTOR: Para utilizar los ligámenes de las fuentes del artículo, con letras en rojo, si es de su interés puede verlo en https://fee.org/articles/why-even-li...ange-skeptics/

Dada esa triste realidad y el pobre registro histórico de soluciones drásticas del gobierno adoptadas en una atmósfera de temor, un escepticismo sano hacia las demandas relacionadas con el cambio climático, no sólo debería ser tolerado, sino estimulado.

Cuando usted es varias décadas mayor que Greta Thunberg, su advertencia apasionada (impassioned warning) de un fin inminente le impacta distinto de lo que puede pasar con estudiantes universitario o con veinteañeros. En una palabra, sonaba “familiar.”

No hablo del movimiento del cambio climático (climate change), ni exclusivamente acerca del lado izquierdo del espectro político. En toda mi vida he estado escuchando, tanto desde la izquierda como desde la derecha, acerca de un fin inminente que sólo puede evitarse mediante aumentos masivos en el tamaño y alcance del gobierno.

INFUNDIENDO EL TEMOR POR LA DERECHA

El ejemplo más temprano que recuerde vino desde la derecha. Durante la década de 1980, las ondas radiales se inundaron de reportes acerca de la superioridad militar de la Unión Soviética. No me refiero a sus capacidades de armas nucleares, que fueron y siguen siendo causa válida para estar preocupado, al igual que lo son aquellas de todo gobierno con armas nucleares. No, el público estadounidense fue saturado de reportes acerca de la superioridad de la Unión Soviética para llevar a cabo la guerra convencional, con aviones, tanques, tropas terrestres, etcétera.

La única solución, dijo la administración Reagan, eran incrementos masivos en el gasto militar, que, durante los dos términos de Reagan, no sólo duplicó (doubled) el tamaño del gobierno federal como un todo, sino que, también, empezó una tendencia de gasto militar masivo que continúa hasta la fecha. La sabiduría convencional de la derecha nos dice que fue este gasto el que causó el colapso de la Unión Soviética, debido a que ella trató de mantenerse al día y no podía. No fue así. La Unión Soviética colapsó debido a su sistema económico comunista, como lo admitió en el 2009 el antiguo agente de la KGB, Vladimir Putin, cuando dijo ( said):

“En el siglo XX, la Unión Soviética hizo absoluto el papel del estado. En el largo plazo, eso hizo a la Unión Soviética totalmente no competitiva. Esta lección nos costó muchísimo. Estoy seguro de que nadie quiere ver que se repita.”

La verdad es que los soviéticos nunca fueron una amenaza militar, exceptuando sus misiles nucleares, que el gasto de Reagan no hizo nada por disuadir. Por lo general, los países pobres no ganan las guerras convencionales contra los países ricos. Sabiendo eso ahora, ¿le gustaría a usted que se le devolviera ese gasto militar innecesario de millones de millones?

Los años ochenta vieron un aumento masivo en la llamada “Guerra contra las Drogas.” Capitalizando la muerte trágica del jugador de basquetbol Len Bias, los guerreros de las drogas tuvieron éxito en convencer al público estadounidense de que sólo leyes draconianas sobre drogas y directrices de sentencias, podían salvar a los niños de una muerte segura debido a una inminente epidemia en todo el país de adicción a las drogas. La legislación impulsada con base en infundir el temor resultó en el encarcelamiento masivo desproporcionado de generaciones de gente negra y café, mucha por algo tan pequeño como que poseían demasiada marihuana, la cual hoy está legalizada en más de la mitad de los estados de Estados Unidos.

Sabiendo lo que hoy usted sabe, ¿le gustaría lograr que regresen esos millones de vidas y familias destruidas?

En el 2003, con un público estadounidense todavía en shock por los ataques del 11 de setiembre, la administración de George W. Bush se embarcó en una campaña de miedo similar a la del miedo soviético en la administración Reagan, desplegando una pantalla incluso menos plausible: Sadam Hussein. Hussein era un dictador cruel y generalmente un mal muchacho, pero nunca fue una amenaza para la seguridad nacional de los Estados Unidos. La administración Bush evocó imágenes de ataques con armas químicas e incluso de “una nube en forma de hongo” en una importante ciudad estadounidense. Todo era un cuento.

Sabiendo hoy lo que usted sabe, ¿le gustaría tener de regreso la Guerra de Irak?

INFUNDIENDO EL TEMOR POR LA IZQUIERDA

Así que, ¿qué tiene que ver esto con el cambio climático? Los medioambientalistas están empleando las mismas tácticas, sólo que para fines diferentes. Los del ala derecha a menudo veneran a los militares y a la fuerza militar. Con toda su parla acerca de un “gobierno pequeño,” que no se diera un aumento en ambos sería demasiado para muchos de ellos.

Ellos generalmente han obtenido lo que han querido en esas áreas utilizando, hasta el momento, una táctica a prueba de tontos, que va más o menos como esto: ¡Oh, Dios mío! He descubierto una amenaza terrible para todas nuestras vidas y la civilización, tal como la conocemos. Y, créanlo o no, la única solución para usted, es que me dé todo lo que siempre políticamente he querido.

¿No debería sospechar de esto cualquier ser pensante? ¿No habría beneficiado a los estadounidenses, de izquierda, de derecha o de lo que sea, haber sido más escépticos ante alegatos como este previo a la Guerra contra las Drogas o la Guerra en Irak?

No estoy tratando de convencer a los estatistas de que no hay nada en la teoría antropogénica del cambio climático. Sino que estoy llamando la atención al hecho de que la misma táctica nos dieron la Guerra de Irak, la población en prisión más grande en la historia del mundo y una deuda nacional fuera de control, debido principalmente a un gasto militar innecesario y que ahora está usándose para lograr un resultado político para enfrentar el cambio climático.

No olvidemos que, antes de la caída de la Unión Soviética y el alejamiento dramático de China del comunismo y hacia una economía de mercado, el principal argumento de la izquierda dura contra los mercados libres no tenía nada que ver con el medioambiente. Durante la mayor parte del siglo XX, ellos alegaron que un comunismo o un socialismo pleno era un mejor sistema económico. Fue sólo ante sus fracasos en tantos países, que hizo imposible negar que el enfoque varió hacia el medioambiente. El Marco de la Convención del Cambio Climático de las Naciones Unidas (UNFCCC, por sus siglas en inglés) no se hizo sino hasta 1992, año en que desapareció la Unión Soviética y poco después de que empezaran las reformas de mercado de China.

¿Coincidencia? Tal vez, pero, ¿no debería eso, al menos, haber llamado la atención? ¿Cómo puede alguien ser culpado de escepticismo, cuando la misma gente que quería una economía centralmente planificada descubre, súbitamente, que esa es la única forma de “salvar al planeta”? ¿No debería eso darnos una pausa, incluso para el creyente a pie juntillas, en lo del cambio climático?

Ello hasta antes de hacer la pregunta de si, darle al gobierno esos nuevos poderes aplastantes (sin mencionar los millones de millones más de nuestros dólares), en la realidad resuelve el problema mencionado. También, la experiencia pasada debería hacernos escépticos de eso.¿Resultó la Guerra contra las Drogas en que hubiera menos drogas en las calles? ¿Resultó la Guerra de Irak en menos terrorismo? Creer que súbitamente el gobierno va ser tremendamente exitoso, con base puramente en que cumpla con las órdenes de la otra tribu política, me parece más una fe religiosa que el uso de la razón.

LOS POBRES SUFRIRÁN MÁS

Una cosa en la que el discurso de Greta Thunberg es honesto, indirectamente al menos, es que la adopción de medidas medioambientales drásticas pedidas por la izquierda dura, nos hará más pobres. Ella, burlonamente, pregunta cómo alguien de nosotros puede siquiera hablar de “crecimiento económico.” Para Thunberg y otros primermundistas, eso es fácil decirlo, pues es lo que eso les costará a ellos versus lo que le costará a la gente verdaderamente pobre, de la cual hay muy pocos en los Estados Unidos o en Suecia.

La verdad es que eliminar los combustibles fósiles a la tasa que sugiere la izquierda dura, le podría costarles (cost) sus vidas a miles de millones de pobres, no sólo sus hamburguesas. Dada esa triste realidad y el pobre registro histórico de soluciones drásticas del gobierno adoptadas en una atmósfera de temor, un escepticismo sano hacia las demandas relacionadas con el cambio climático, no sólo debería ser tolerado, sino estimulado.

Tom Mullen es el autor de Where Do Conservatives and Liberals Come From? And What Ever Happened to Life, Liberty and the Pursuit of Happiness? y de A Return to Common Sense: Reawakening Liberty in the Inhabitants of America. Para más información acerca de los escritos de Tom, visitar www.tommullen.net.