LA GENTE REACCIONA ANTE INCENTIVOS

Por Jorge Corrales Quesada


Parece verdad de Perogrullo, pero la gente reacciona ante incentivos. No se trata de pensar si los individuos son malos o algo por el estilo, sino que, si tienen ante sí el incentivo para hacer alguna cosa, lo harán, si eso es lo que les conviene. Así que, nada de rasgarse las vestiduras: sólo expongo que las personas reaccionan ante los incentivos, ya sean estas buenas o malas y que los incentivos sean deseables o no. Enfatizo que, en presencia de incentivos, la gente no se va a quedar así porque así; actuará ante ellos.

Un artículo reciente de La Nación del 18 de agosto, titulado “MEP no hace nada contra los directores que inflan matrícula para ganar más,” simplemente muestra cómo los incentivos perversos, ocasionan que la gente reaccione de una forma que, posiblemente, la sociedad considera como indeseable.

El caso es que los salarios de los directores de escuelas dependen, entre otras cosas, de cuántos alumnos se registran o matriculan para recibir clases en esos entes. A mayor número de matriculados, mayor es el salario del director. El ministerio de Educación Pública clasifica en 17 tipos a los centros educativos en función de la matrícula y eso se refleja en el salario base del director. El medio indica el siguiente ejemplo de ello, en un caso en que “un director de ‘un colegio académico 1,’ que tiene 500 alumnos, recibe de salario base ¢705.400” y si pasa a tener 501 alumnos, “la categoría del centro sería ‘colegio académico 2’ y el salario base del director sería de ¢716.900.” Esta calificación y remuneración también opera en el caso inverso.

Aquí, el incentivo nos diría que el director hará un esfuerzo (deseable) para que haya más alumnos que se matriculan en ese centro. Pero, lamentablemente, al no haber una supervisión estricta del patrono (MEP) sobre la matrícula verdadera, el incentivo es alterar los datos (engañar) para así obtener un sueldo mejor.

El problema es, entonces, que, dada la naturaleza humana, quien debe encargarse de la verdad de las matrículas (reales) de los centros educativo (el MEP) no lo hace, con lo cual el engaño no se castiga, como debería serlo para desestimular la conducta descrita no deseada. Por tanto, el sistema, como un todo, induce los resultados señalados: se infla la matrícula.

Un informe reciente de la Auditoría del MEP indicó que “en visitas realizadas a varios centros educativos, los funcionarios confirmaron que los encargados de algunos lugares tienen un número menor de alumnos que el reportado… encontraron duplicación de boletas de matrículas y desorganización en el proceso.” El mejor aliado de la corrupción es el desorden, a lo que se adhiere la desidia en el control, debido de la corrección de los datos: ¡la tormenta perfecta! Ante aquel incentivo con un fin positivo, la falta de control permite que se traduzca en un objetivo indeseado, corrupto.

Según indica el medio, “desde el 2012, la Auditoría del MEP ha reportado la presencia de ‘alumnos fantasmas’” y, en tal momento, “se había calculado que se pagaban más de ¢6.000 millones demás.” (Este monto me imagino que no es sólo por mayores salarios, sino también porque se nombró personal adicional por existir una matrícula (alterada) mayor, así como otros gastos que dependen de esa matrícula, tales como subsidios a comedores escolares, al transporte de estudiantes, etcétera). En el comentario de marras no se señala una estimación de cuál es el monto equivalente en la actualidad, pero el fenómeno parece subsistir. Así, un informe de la Auditoría del MEP del 2017 indica que se “revisó la veracidad de la matrícula en los colegios nocturnos y determinó que el 20% de los alumnos solo existía(n) en el papel.”

A los supervisores del MEP de los centros educativos les corresponde verificar la veracidad de la matrícula reportada por los directores, pero el medio señala que “la Auditoría visitó 54 centros educativos, entre el 18 de junio y el 17 de agosto del 2019, y solamente se tiene evidencia de la visita a dos.” ¡Con razón hay tanto y costoso desorden, si no hay quien cuide el queso ante ciertos ratones que no sufren consecuencia alguna por hacerlo! El incentivo es claro y los ciudadanos pagamos, como es usual, las consecuencias de un estado que parece hacer aguas por casi todo lado.

La situación amerita una investigación seria del asunto, pues bien puede ser que los directores actúan de la forma descrita, no necesariamente por razones espurias o ilícitas, sino por ignorancia o incapacidad ante el evidente desorden, en mucho ocasionado por la falta de control ejercido por las autoridades del MEP.

Publicado en el sitio de ASOJOD, en los blogs del Instituto Libertad y de PuroPeriodismo, así como en mis sitios en Facebook, jorge corrales quesada y Jcorralesq Libertad, el 17 de setiembre del 2019.