¡Adónde habrá un Antonino Pío en estos momentos en nuestro país! ¡Que haya muchos, cientos, no, miles, de Antoninos Píos, para bien de todos nosotros!

ANTONINO PÍO: EL MÁS GRANDE EMPERADOR ROMANO DE QUIEN NUNCA USTED HA ESCUCHADO ALGO

Por Marc Hyden

Fundación para la Educación Económica
Domingo 8 de setiembre del 2019


NOTA DEL TRADUCTOR: Para utilizar los ligámenes de las fuentes del artículo, con letras en rojo, si es de su interés puede verlo en https://fee.org/articles/antoninus-p...ever-heard-of/

Antonino Pío, si bien imperfecto, en su mayor parte gobernó con prudencia, restricción y moderación.

En el libro del Génesis, Dios estuvo de acuerdo en no destruir a Sodoma (God agreed not to destroy Sodom), si Abraham podía encontrar allí diez personas justas. Abraham fracasó y Dios barrió a la ciudad de la faz de la tierra.

Más recientemente (y de mucha menor importancia), mi amigo y anterior presidente de la Fundación para la Educación Económica, Larry Reed, emitió un desafío similar: Me pidió que identificara a un buen emperador romano ̶ dejando de lado a Marco Aurelio. De inmediato me sentí un poquito como Abraham, en busca frenética de una aguja en un pajar. Por fortuna, Larry no amenazó con destruir a Roma si fallaba en mi búsqueda.

EMPERADORES ROMANOS

No obstante, aun así, era una tarea difícil, pues la mayoría de los emperadores romanos, al menos en ciertos puntos de sus vidas, no eran más que megalomaníacos asesinos, demasiado dispuestos a lanzar guerras para su propio beneficio y a recortar las libertades de los romanos. Esto es cierto, incluso para los emperadores más reverenciados, lo que incluye a Augusto, Adriano y Constantino.

Después de aceptar el desafío de Larry y de darle vueltas al asunto, finalmente un emperador llegó a mi mente: Antonino Pío. Si bien imperfecto, en su mayor parte Antonino gobernó con prudencia, restricción y moderación. Él es conocido como uno de los así llamados “cinco emperadores buenos,” pero su nombre ha sobrevivido en una obscuridad relativa, pues la historia a menudo es más bondadosa con conquistadores ambiciosos y grandes constructores, que con aquellos que respetan la libertad y gobiernan con un corazón de servidor.

Nacido en el año 86 AD, Antonino proviene de una familia influyente y rica (influential, wealthy family). A inicios de su vida, él disfrutó de una carrera exitosa como administrador público. Pero, cuando empezó a faltar la salud del entonces emperador Adriano, nombró como su heredero a Antonino, aun cuando puede ser que Antonino no quería el honor. De hecho, Adriano presuntamente reconoció que Antonino estaba “lejos de desear tal poder,” pero, sin embargo, creía que él “aceptaría el cargo aún contra su voluntad.”

No mucho después de eso, Adriano moriría, y Antonino llegaría a ser emperador. Cuando Antonino asumió el cargo, le dijo a su esposa, “Ahora que hemos ganado un imperio, hemos incluso hemos perdido lo que antes teníamos.” Estas palabras muestran que Antonino entendía que, si el gobernaba justamente, ser emperador sería un enorme sacrificio, no una ganancia inesperada.

EL GOBIERNO DE ANTONINO

Antonino probó ser un gobernante tolerante y escrupuloso. Uno de sus primeros actos como emperador fue anular algunos de los decretos finales de Adriano. El romano enfermo había condenado a un número no citado de senadores, pero Antonino optó por la misericordia, y liberó a los hombres. Según algunos historiadores, esta es la razón por la que el Senado le otorgó el apelativo de “Pio” [Piadoso]. Pero, el nuevo emperador simplemente no perdonó a los enemigos de otros. Al formarse una conspiración en su contra, el Senado, no Antonino, persiguió al usurpador que lo intentó, pero Antonino prohibió que los coconspiradores rebeldes fueran investigados. Más allá de estos actos de misericordia, también, Antonino abolió el empleo de informantes y anunció que, durante su reinado, ningún senador sería ejecutado.

Si bien aceptó algunos honores, incluyendo el cognomen de Pío, rechazó otros. Por ejemplo, el Senado y la gente de Roma adoraba tanto a Antonino, que le ofrecieron volver a nombrar el mes de setiembre, con su nombre, pero él, categóricamente, rechazó el honor. En efecto, a menudo Antonino parecía huir de la grandiosidad de su cargo. Él vendió tierras imperiales, redujo o eliminó salarios superfluos y vivió en sus propias villas en vez de las propiedades estatales. Durante su reinado, nunca viajó más allá de Campania, pues creía que no podría justificar drenar el tesoro público en viajes.

También, Antonino era frugal en otras formas. Conscientemente cuidó la hacienda pública a la vez que, simultáneamente, redujo las confiscaciones y la carga impositiva sobre los súbditos. En más de una ocasión, escogió gastar sus recursos personales en apoyo del imperio. Por ejemplo, contribuyó dinero para reparar los proyectos de construcción de Adriano y, durante una hambruna, les dio gratuitamente a los romanos, de sus propios recursos, vino, aceite y trigo. Él manejó tan prudentemente las finanzas del estado que, cuando murió, dejó a la hacienda pública con un superávit masivo (massive surplus) ̶ una rareza en la vieja Roma.

Parte de este superávit parece estar relacionada con la aversión de Antonino a proyectos de vanidad y a guerras innecesarias. Como muchos emperadores, era un constructor, aunque ni cercano al grado de otros, y sus proyectos de construcción no parecen haber sido diseñados para glorificarse a sí mismo ̶ al menos no abiertamente. Y, si bien ciertos conflictos hicieron erupción durante su largo reinado, muchos eran defensivos en su naturaleza. Es más, Antonino no buscó masivamente aumentar el dominio de Roma. Sólo dos pequeñas invasiones sucedieron durante su gobierno, en Britania y Germania, pero, parece que su razón habría sido, en parte, para ajustar las fronteras, de forma que los romanos pudieran defender más económicamente a la frontera (economically defend the frontier).

UN EMPERADOR VIRTUOSO

A diferencia de muchos de sus predecesores y sucesores, Antonino parecía cuidar verdaderamente de sus súbditos y del estado. Estableció un fondo para apoyar a los golpeados por la pobreza, a muchachas huérfanas; prestó dinero personal a una tasa de cuatro por ciento (una tasa baja en aquella época) a aquellos en necesidad; él no inició ninguna persecución a los cristianos (Christian persecutions) y buscó que retornara el prestigio y respeto por el Senado. De hecho, su único error importante fue que devaluó el denario de plata romano, en alrededor de un cinco por ciento (five percent), para financiar una celebración importante.

Aparte de este mal paso, se podrían escribir volúmenes acerca de las virtudes de Antonino. Su vida es mejor resumida por su sucesor, Marco Aurelio, quien describió a Antonino (who described Antoninus) como un hombre con los pies en la tierra, introspectivo y humilde, que era respetuoso de las libertades de otros. Escribió Marco Aurelio, “Aunque todas sus acciones fueron guiadas por un respeto al antecedente constitucional, nunca se desviaría de su camino para cortejar el reconocimiento público por ello.”

De la misma manera, el biógrafo de Antonino, Julius Capitolinus, señaló vivamente (glowingly recorded) que:

“Casi sólo entre todos los emperadores [Antonino] vivió enteramente inmaculado de sangre, ya fuera la de un ciudadano o la de un enemigo, en el tanto en que eso estuviera en su poder.”

Marc Hyden es un activista político liberal clásico y un aficionado de la historia romana.