EL EFECTO COBRA: LECCIONES ACERCA DE CONSECUENCIAS IMPREVISTAS

Por Antony Davies & James R. Harrigan

Fundación para la Educación Económica
Viernes 6 de setiembre del 2019


NOTA DEL TRADUCTOR: Para utilizar los ligámenes de las fuentes del artículo, con letras en rojo, si es de su interés puede verlo en https://fee.org/articles/the-cobra-e...-consequences/

Los seres humanos actúan ante cada regla, regulación y orden que el gobierno impone, y sus reacciones terminan en resultados que pueden ser muy distintos de aquellos pretendidos por los legisladores.

Toda decisión humana tiene consecuencias imprevistas. A menudo, no se presentan consecuencias e incluso pueden ser divertidas. Por ejemplo, cuando Airbus quiso hacer más quietos a sus aviones, para mejorar la experiencia de volar de los viajeros, hizo su A380 tan quieto que los pasajeros podían oír, con demasiada claridad, lo que pasaba en los baños del avión. Otras veces, las consecuencias no previstas tienen efectos dramáticos, de largo alcance. El sistema de cuido de la salud de los Estados Unidos es ejemplo de ello. Emergió en su forma actual en no pequeña parte debido a dos decisiones gubernamentales.

Primero, los controles de salarios y precios durante la Segunda Guerra Mundial provocaron que los patronos agregaran al seguro de salud como un beneficio del empleado. ¿Por qué? La ley prohibía que los patronos aumentaran los salaries, de forma que, para atraerse trabajadores, les ofrecieron dar un seguro de salud. Luego, en 1951, el Congreso declaró que los beneficios del seguro de salud brindados por el patrono, no contarían como ingreso gravable. Eso hizo que fuera más barato para los empleados recibir aumentos en forma de beneficios de un seguro libre de impuestos, en vez de serlo como salarios gravables aumentados.

En consecuencia, los trabajadores no sólo reciben ahora el seguro de salud por medio de sus patronos (a diferencia de, por ejemplo, su seguro del vehículo y del hogar), pero esos planes de seguros también tienden a ser más lujosos de lo que habrían sido si el Congreso nunca les hubiera otorgado la condición de un trato impositivo especial. Estas dos decisiones políticas ayudaron a crear el sistema de cuido de la salud que hoy tenemos, un sistema que casi todo mundo está de acuerdo en que está quebrado.

Nadie se propuso crear un sistema quebrado, así como nadie jamás se propuso hacer más conspicuos los ruidos de los baños de los aviones. Estas fueron consecuencias imprevistas. Y usted las puede ver en cualquier parte, cuando sabe qué buscar.

Las consecuencias imprevistas suceden tan a menudo que los economistas las llaman “Problemas Cobra” (Cobra Problems), tras uno de los ejemplos más interesantes.

LAS COBRAS

En la India colonial, Delhi sufrió de una proliferación de cobras, lo que claramente era un problema que debería resolverse, dadas las cosas que ocasionan las cobras, como la muerte. Para recortar el número de cobras deslizándose por la ciudad, el gobierno local implantó una recompensa por ellas. Parecí ser una solución razonablemente perfecta. La recompensa era lo suficientemente generosa como para que la gente se dedicara a cazar cobras, lo que condujo al resultado exactamente deseado: Se redujo la población de cobras. Y es aquí donde las cosas empiezan a ponerse interesantes.

Al disminuir la población de cobras y dificultarse más encontrarlas en su estado salvaje, las personas empezaron a ser algo empresariales. Empezaron a criar las cobras en sus hogares, las que luego mataban para recolectar la recompensa tal como antes. Eso condujo a un nuevo problema: Las autoridades locales se dieron cuenta de que había pocas cobras evidentes en la ciudad, pero, sin embargo, continuaban pagando la misma recompensa que antes. Los funcionarios de la ciudad hicieron algo razonable: Cancelaron la recompensa. Como respuesta, las personas que criaban cobras en sus hogares también hicieron algo razonable: Ellos soltaron sus cobras ahora devaluadas en las calles. ¿Quién iba a querer tener una casa llena de cobras?

Al final de la historia, Delhi tenía un problema mayor con las cobras en comparación a cuando empezaron después de que acabaron con las recompensas. La consecuencia no prevista del plan de erradicación de cobras fue un aumento en el número de cobras en las calles. Este caso ha llegado a ser el ejemplo de cuándo un intento por resolver un problema termina exacerbando al propio problema que intentaban arreglar quienes formulan las políticas.

LA CONTAMINACIÓN DEL AIRE

Por supuesto, no hay nada especial acerca de las cobras. El mismo tipo de cosa sucedió a fines de la década de 1980 en la Ciudad de México, que en esa época sufría de una contaminación extrema del aire, ocasionada por los carros manejados por sus 18 millones (18 million) de residentes. El gobierno de la ciudad respondió con el Hoy no Circula, una ley diseñada para reducir la contaminación de vehículos, al disminuir los carros en circulación en un 20 por ciento (definido por los últimos dígitos de las placas de circulación) todos los días durante el invierno, cuando la contaminación del aire es peor. No obstante, extrañamente, la remoción de esos carros de las calles no mejoró la calidad del aire en la Ciudad de México. De hecho, la empeoró (made it worse).

Luego se dieron cuenta de que las necesidades de la gente no cambian como resultado de un simple decreto gubernamental. Los residentes de la Ciudad de México bien pueden haber deseado un aire mejor para su ciudad, pero, también necesitaban ir al trabajo y a la escuela. Reaccionaron a la prohibición en formas que quienes hacían las leyes tampoco previeron.

Algunas personas compartieron el auto o usaron transporte público, lo que era la intención real de la ley. No obstante, otros tomaron taxis y el taxi promedio de la época producía una contaminación mayor que el carro promedio. Otro grupo de gente terminó minando más reveladoramente la intención de la ley. Ese grupo compró otros vehículos, los que, por supuesto, venían con números de placas distintos, y manejaron tales carros un día a la semana en que eran prohibidos sus carros regulares. ¿Qué clase de carros compraron? Los vehículos más baratos que pudieran funcionar, vehículos que contaminaban la ciudad a una tasa mucho mayor que los carros que se les había prohibido manejar. La gente liberó sus cobras en las calles, excepto que, esta vez, las cobras eran carros.

LAS CONSECUENCIAS IMPREVISTAS ESTÁN EN TODAS PARTES

Estos ejemplos de consecuencias no previstas no son aberraciones. Aquellas surgen todo el tiempo que una autoridad impone su voluntad sobre la gente. Las leyes de cinturones de asientos en los carros y las leyes para usar bolsas de aire (Seat belt and airbag laws) hace menos seguro ser un peatón o un ciclista, al hacer menos cautos a los choferes. Las leyes sobre préstamos del día de pago (Payday lending laws), con las que se pretende proteger a los prestatarios de menos ingresos, de las altas tasas de intereses por los préstamos, logran que se encarezcan para quienes tienen ingresos menores y piden prestado, al obligarlos a acudir a alternativas más caras.

Los requisitos para que las empresas hagan de conocimiento público (publicize) cuánto les pagan a sus gerentes, estimulan a los accionistas a reducir la paga a sus gerentes, lo que resulta en que, gerentes que ahora ganan menos, demanden una paga mayor. Las leyes de tres causas legales (Three-strikes laws), con las que se intenta reducir el crimen, aumentan las víctimas en la policía, al darles un incentivo mayor a criminales que han tendido dos causas, para que evadan e incluso luchen contra la policía. La Ley sobre Estadounidenses con Discapacidades (Americans With Disabilities Act) (ADA) da un incentivo a los patronos para discriminar contra los discapacitados al, en primer lugar, no contratarlos para evitar alegatos potenciales de la ADA. Los requisitos del permiso para trabajar de los electricistas (Electrician licensing requirements) pueden aumentar la incidencia de lesiones, debido a un trabajo eléctrico defectuoso al reducir la oferta de electricistas, estimulando a que los dueños de los hogares hagan su propio trabajo eléctrico.

VENEZUELA

Pero, tal vez nada ilustra mejor el alcance de los problemas potenciales que surgen de las consecuencias no previstas, que el terrible juego de dar golpes a ciegas de Venezuela, que empezó con la nacionalización de su industria petrolera en 1976. La intención del gobierno era mantener las ganancias del petróleo en el país. Y así fue ̶ por un rato.

Pero, cuando el gobierno se apodera de lo que en una época fue una industria privada, se pierde el incentivo de las ganancias para dar mantenimiento al capital físico, y el capital físico se deteriora. El deterioro se materializa en una década, más o menos, y eso hizo que eso pareciera -al menos por un tiempo- que el socialismo venezolano estuviera funcionando, a diferencia de lo que sucedido dondequiera que se hubiera intentado el socialismo. Pero, al destruirse el capital físico de la industria petrolera, cayó la producción de petróleo. Coincidentemente, esta vez fue alrededor de esa época en que también cayeron los precios del petróleo ̶ hecho al que los socialistas apuntan como el verdadero culpable. Eso es, sin duda, incorrecto, dado que ninguna otra nación productora de petróleo sufrió lo que Venezuela habría de sufrir.

Al hundirse los ingresos y la producción petrolera, el gobierno venezolano actuó de la forma en que inevitablemente lo hacen los gobiernos al desaparecer sus recursos. Pidió prestado y puso impuestos tanto como pudo y, luego, empezó a imprimir dinero. La impresión condujo a la consecuencia no prevista de la inflación, los precios aumentaron tanto que luego la gente ya no podía pagar por sus alimentos. Como respuesta a esta consecuencia imprevista, el gobierno impuso controles a los precios de los alimentos. Pero, eso creó una nueva consecuencia no prevista, en que los agricultores ya no podían costearse sembrar alimentos. Y, así los agricultores dejaron de sembrar alimentos. Finalmente, el gobierno obligó a la gente a trabajar en las granjas para asegurar la producción de alimentos.

La consecuencia suprema de la nacionalización venezolana de su industria petrolera fue la esclavitud.

LA LECCIÓN

Nada de esto significa que no hay un lugar para leyes. Lo que significa es que los legisladores deberían ser plenamente conscientes de que toda acción humana tiene consecuencias, tanto previstas como imprevistas. Los seres humanos reaccionan a toda ley, regulación y órdenes que el gobierno impone y sus reacciones terminan en resultados que pueden ser muy distintos de aquellos pretendidos por los legisladores. Así que, si bien hay un lugar para la legislación, ese lugar debería ser uno definido por una gran cautela y una tremenda humildad. Tristemente, esos son rasgos de los caracteres que no se encuentran a menudo en aquellos que llegan a ser legisladores, razón por las que los ejemplos del problema de la cobra son tan fáciles de encontrar.

El doctor Antony Davies es el compañero distinguido Milton Friedman de la Fundación para la Educación Económica, profesor asociado de economía en la Univesidad Duquesne y co-anfitrión del podcast Words & Numbers.

James R. Harrigan es director administrativo del Center for Philosophy of Freedom en la Universidad de Arizona, y el profesor distinguido F.A. Hayek de la Fundación para la Educación Económica. Él es también coanfitrión del podcast Words & Numbers.