Una preciosa lección que nos brinda el profesor Brownstein acerca de nuestra ignorancia innata y como avanza, con libertad, nuestra civilización.

LA PRESENTACIÓN DEL IPHONE POR STEVE JOBS CONTIENE UNA LECCIÓN ECONÓMICA IMPERECEDERA

Por Barry Brownstein

Fundación para la Educación Económica
Miércoles 28 de agosto del 2019


NOTA DEL TRADUCTOR: Para utilizar los ligámenes de las fuentes del artículo, entre paréntesis, con letra subrayada, si es de su interés puede verlo en https://fee.org/articles/steve-jobs-...onomic-lesson/

El caso en favor de la libertad se oculta a simple vista en nuestros celulares y en un millón de otras cosas de las que dependen nuestras vidas.

Steve Jobs fue un gran visionario. Pero, ¿qué tan lejos se extendió esa visión? Si usted examina la historia del iPhone, resulta que su visión no se extendió tan lejos como uno podría pensar.

En su libro Digital Minimalism, el profesor de ciencias de la computación Cal Newport revela que la versión original que Jobs tenía del iPhone era un iPod que pudiera hacer llamadas. En ese momento, los iPods eran ubicuos; con el iPhone usted ya no más tendría que usar dos aparatos ̶ un teléfono y un iPod.

En su discurso del 2007 (In his 2007 keynote) en que presentó el iPhone, Jobs empezó diciendo: “De vez en cuando, aparece un producto revolucionario que cambia todo.” Apple se propuso hacer del iPhone algo “mucho más inteligente que cualquier otro aparato lo puede haber sido y estúpidamente fácil de usar.” Escuchando su charla, es claro que Jobs tenía sólo una visión parcial de todo lo que cambiaría.

Como lo indica Newport, Jobs pensó que él había construido un mejor iPod:

“De acuerdo con esto, cuando Jobs hizo la demostración de un iPhone en el escenario durante su discurso de presentación, él se pasó los primeros ocho minutos de la demostración paseando por todas las características mediáticas, concluyendo: ‘es el mejor iPod que alguna vez hayamos hecho.’”

Newport señala que Jobs también estaba “enamorado con la simplicidad con la que usted podía marcar desplazándose entre números telefónicos y por el hecho de que el marcador aparecía en la pantalla, en vez de requerir botones plásticos permanentes.”

“La maldita aplicación está haciendo llamadas,” exclamó Jobs durante su presentación.

Más o menos a los 13 minutos de su charla, Jobs presentó, con un aplauso tibio, una cámara en la parte de atrás. El primer iPhone no tenía capacidad para grabar video y no fue sino hasta el iPhone 4 (until the iPhone 4) cuando se introdujo una cámara frontal. Ese día, nadie en la audiencia se imaginó el papel que los teléfonos inteligentes desempeñarían en la revolución de los medios sociales.

No fue sino hasta casi los 31 minutos de su presentación, cuando Jobs presentó los mensajes de texto. Más o menos a los 36 minutos, destacó, con un aplauso más tibio, al buscador en la red Safari y la integración con Google Maps.

¿No es eso extraordinario? Jobs fue el animador más grande de Apple. Se dijo que él “embrujaba” a las audiencias (“cast spells” on audiences), y, no obstante, apenas había un simple aplauso tibio por lo que era verdaderamente revolucionario ̶ un poderoso microcomputador en un aparato sostenido por la mano, a una fracción del costo de un aparato mucho más grande de una generación atrás.

Dele hacia adelante sólo siete años. Bret Swanson observó (Bret Swanson noted) que “el poder de computación, la capacidad de almacenamiento de datos y la amplitud de banda para las comunicaciones de un iPhone en el 2014, habrían costado al menos $3 millones allá en 1991.”

En breve, ni Jobs ni la audiencia tuvieron la visión para anticipar lo que llegarían a ser los usos dominantes del teléfono. La verdadera revolución vendría. Jobs y la audiencia principalmente podían ver lo que ya era conocido y más visible ̶ un iPod que hacía llamadas.

Newport confirmó la visión limitada de Jobs, cuando habló con uno de los desarrolladores del iPhone:

“Para confirmar que esa versión limitado no era algún capricho en el guion del discurso de Jobs, yo hablé con Andy Grignon, quien fuera uno de los miembros del equipo del iPhone original. ‘Este se suponía que sería un iPod que hacía llamadas telefónicas,’ confirmó él. ‘Nuestra misión esencial era tocar música y hacer llamadas telefónicas.’ Como luego me lo explicó Grignon, Steve Jobs al principio despreciaba la idea de que el iPhone se convertiría más bien en un computador móvil para propósitos generales, el cual corría sobre una variedad de diferentes aplicaciones de terceros. ‘En el segundo en que permitiéramos que algún programador cabeza hueca escribiera algún código que lo bloqueara,’ en una ocasión le dijo Jobs a Grignon, ‘será cuando ellos querrían llamar al 911.’”

APENAS HEMOS COMENZADO

En su trabajo seminal Los Fundamentos de la Libertad (The Constitution of Liberty), el premio Nobel F.A. Hayek desafía nuestros supuestos acerca de cómo se desarrolla la civilización:

“El hombre no impone simplemente sobre el mundo que le rodea un patrón creado por su mente. La mente humana es en sí misma un sistema que cambia constantemente como resultado de sus esfuerzos para adaptarse al ambiente que le rodea. Sería erróneo creer que para conseguir una civilización mejor no hay más que poner en marcha las ideas que ahora nos guían.”

Continuó Hayek, “Para progresar tenemos que permitir una continua revisión de nuestros ideales y concepciones presentes, precisos para experiencias posteriores.”

Jobs probablemente nunca leyó a Hayek, pero, brevemente, después del minuto 21 de la presentación, Jobs sonríe con ironía y dice, “Apenas hemos comenzado.”

Qué iba a imaginarse Jobs.

¿Dirigió Jobs a los consumidores o los consumidores dirigieron a Apple, cuando su uso de mensajes mediante texto y navegación móvil empezaron a eclipsar el uso del iPhone como un mejor iPod? Hayek explicó que la razón humana no puede alejarse de la experiencia:

“La concepción del hombre que construye deliberadamente su civilización brota de un erróneo intelectualismo, para el que la razón humana es independiente de la naturaleza y posee conocimientos y capacidad de razonar independientes de la experiencia.”

“La mente humana no puede nunca prever sus propios progresos” es una de las frases más citadas de Hayek. Agrega Hayek, “Aunque debamos esforzarnos siempre en el logro de nuestros objetivos presentes, también hay que tener en cuenta las nuevas experiencias y los futuros sucesos, a fin de decidir cuál de tales objetivos se conseguirá.”

LOS POLÍTICOS NO SABEN NADA DEL FUTURO

Si Steven Jobs no se podía imaginar cómo mutaría el uso de su iPhone, era inteligente en cuanto a aprender lo que los usuarios le enseñarían. Y, si alguna vez fue tentado a imponer su voluntad, la introducción en el 2008 de Android con un sistema operativo de fuente abierta le habría hecho ver lo errado de esa tontería. El sistema operativo Android de fuente abierta permitía una innovación rápida.

Todos los días, la evidencia de cómo la sociedad avanza es pasada por alto por los votantes y los políticos. Mucha gente, tanto votantes como políticos, se imagina que la mente puede prever su propio avance. Los votantes se colocan detrás de políticos al alegar que conocen exactamente lo que la sociedad necesita para avanzar y prometen guiarnos paso a paso hacia el futuro que ellos vislumbran. Qué tan poco entienden los votantes acerca de qué tan poco los políticos pueden “prever”.

El futuro es esencialmente imprevisible. Por esta razón, explica Hayek, la libertad es esencial para que la civilización avance:

“La libertad es esencial para dar cabida a lo imprevisible e impronosticable: la necesitamos, porque hemos aprendido a esperar de ella la oportunidad de llevar a cabo muchos de nuestros objetivos. Puesto que cada individuo conoce tan poco y, en particular, dado que rara vez sabemos quién de nosotros conoce lo mejor, confiamos en los esfuerzos independientes y competitivos de muchos para hacer frente a las necesidades que nos salen al paso.”

“Rara vez sabemos quién de nosotros conoce lo mejor,” así que ¿por qué querríamos votar por políticos que proclaman que ellos sí lo saben?

No es una limitación de Steve Jobs que él no pudiera prever los avances hechos posibles por el iPhone. Los políticos ni siquiera podrían concebir un iPhone.

Debido a que cada uno de nosotros tiene una visión limitada del futuro, Hayek nos instruye en que “Los argumentos favorables a la libertad individual descansan principalmente en el reconocimiento de nuestra inevitable ignorancia de muchos de los factores que fundamentan el logro de nuestros fines y bienestar.”

Dee Hock, el legendario director general fundador de Visa, estimuló la innovación para hacer crecer una compañía global de tarjetas de crédito, descentralizando el control alrededor de reglas sencillas. Hock guio a partir de esta creencia (led from this belief): “A partir nada más de sueños, determinación y la libertad para intentar, gente bastante ordinaria consistentemente logra cosas extraordinarias.”

El caso en favor de la libertad se oculta a simple vista en nuestros celulares y en un millón de otras cosas de las que dependen nuestras vidas.

Barry Brownstein es profesor emérito de economía y liderazgo en la Universidad de Baltimore. Es autor de The Inner-Work of Leadership [The Inner-Work of Leadership]. Para recibir los ensayos de Barry, suscríbase en Mindset Shifts.