LOS MERCADOS NEGROS REVELAN EL PODER DE LAS LEYES ECONÓMICAS
Por Allen Gindler
Fundación para la Educación Económica
Viernes 28 de junio del 2019


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Si consideramos que la economía es una ciencia objetiva, sus reglas también deberían tienen significancia y uso universal, a pesar de diferencias en el orden social.

Si consideramos a la economía como una ciencia objetiva, sus reglas también deberían tener significancia y uso universal, a pesar de diferencias en el orden social. Sin embargo, los socialistas del campo materialista están comprometidos con la idea de que la propiedad común de los medios de producción, cambiarían la forma en que se las leyes de la economía se desarrollan bajo el socialismo. Básicamente, rechazan la noción de universalidad y objetividad de las reglas de la economía, al sugerir que las leyes cambiarían junto con un cambio a la formación social.

EL SOCIALISMO EN LA ECONOMÍA DE MERCADO

Así, los comunistas se adhirieron a la idea marxista de que el socialismo rectificaría una ley del “valor excedente,” terminaría con la “explotación” de los trabajadores y regularía los aspectos de producción, distribución y consumo de la economía. Ellos buscaron eliminar el mecanismo regulatorio del mercado y reemplazarlo por directivas de la autoridad de planificación central. Entusiastamente, los bolcheviques hicieron lo que dijeron que harían: erradicaron la propiedad privada, colectivizaron todo y a todos, y pusieron en práctica una economía oficial planificada.

¿Acabó eso efectivamente con las relaciones de mercado, tal como ellos pensaron que sucedería?

No. En contrate con la percepción común, el socialismo no ha sido capar de matar la economía de mercado. El mercado se hizo subterráneo y se convirtió en un mercado negro. También existieron los mercados negros en los países capitalistas, pero funcionaron subterráneamente porque trataron con mercancías y servicios ilegales. El mercado negro sirvió para el mismo propósito bajo el socialismo, pero la lista de bienes y servicios incluía básicamente ítems de consumo cotidiano e inocente, que la gente bajo el capitalismo podía fácilmente comprar en los negocios. Virtualmente, todos los grupos de bienes de consumo personal encontraron su ruta hacia el mercado negro, en algún momento y algunos lugares. Todo, desde tapas de frascos hasta papel higiénico, estuvo sujeto a las relaciones del mercado negro.

A pesar de su proclamada economía planificada, la gente se involucraba en relaciones de mercado en todos los niveles y confiaba más cuando los precios de los bienes y servicios eran establecidos por el mercado y no dictados por el gobierno. El tipo de cambio oficial del rublo con respecto al dólar fue de 0.66 a uno en 1980. Pero, nadie, excepto la nomenclatura del Partido, podía disfrutar de esa tasa de cambio favorable. Al mismo tiempo, el mercado negro ofrecía cuatro rublos por un dólar estadounidense.

En la Unión Soviética no había producción de pantalones jeans, pero, como todos sus coetáneos en el extranjero, los jóvenes soviéticos usaron jeans. El precio oscilaba entre 180 y 250 rublos por un par, dependiendo de la marca, que era casi el doble del salario mensual de un ingeniero al empezar a trabajar. Una enfermera que visitaba enfermos en sus hogares, cobraba un rublo por una inyección si el paciente vivía en un piso inferior al quinto. El precio subía a 1.5 rublos para quienes vivían en el quinto piso o más alto. Un plomero felizmente reparaba una llave de un lavatorio por tan sólo una botella de vodka.

LOS PRECIOS DE TODO

Por tanto, en la Unión Soviética, todos los bienes importantes tenían dos precios distintos: uno verdadero y otro virtual. El estado fijó el primer precio por medio de métodos oscuros; el mecanismo usual de la oferta y la demanda estableció el segundo precio en el mercado. Si usted era afortunado, después de varias horas de estar de pie en una fila, podría comprar los bienes al precio estatal. No obstante, por la carencia crónica de casi todo para todos, el mismo producto podía ser comprado en el mercado negro a un precio mucho mayor.

El precio virtual se hizo verdadero en el mercado negro y reflejó el verdadero valor de los bienes para el comprador. La presencia de dos precios distintos es confirmación de la tesis de Ludwig von Mises relacionada con la imposibilidad del cálculo económico en el socialismo. Al mismo tiempo, es prueba de la inmortalidad e inmutabilidad de las leyes económicos de libre mercado, incluso bajo un régimen totalitario. Por tanto, En el socialismo coexisten dos sistemas económicos y dos conjuntos de precios.

La gente fue obligada a usar los servicios del mercado negro, incluso bajo el peso de una penalización severa, inclusive la pena de muerte. Casi toda la sociedad estaba involucrada en diversos esquemas de corrupción, a fin de dar sostén a cierto estándar de vida. Hubo una situación paradójica cuando los anaqueles de los supermercados estaban vacíos, pero los refrigeradores en los hogares estaban más o menos llenos. El mercado negro estaba lleno de bienes contrabandeados desde el exterior, así como de artículos producidos en las fábricas subterráneos. Pero, más a menudo, los productos cotidianos eran específicamente mantenidos lejos de los negocios, para crear escasez y venderlos en el mercado negro a un precio especulativo. El socialismo había subvertido los flujos normales de producción, distribución y consumo, al ignorar las leyes objetivas de la economía. Sin embargo, una economía subterránea y el espíritu empresarial intrínseco de la gente, les ayudaron a sobrevivir la locura socialista.

Independientemente de los éxitos económicos de la Unión Soviética proclamados por los líderes del partido comunista, la economía socialista no fue capaz de competir con sus contrapartes capitalistas. Los comunistas decidieron crear un sistema que, de alguna forma, simulara el trabajo que una economía de mercado había desempeñado exitosa y automáticamente por siglos. Así, introdujeron la competencia socialista que, se suponía reemplazaría la competencia del libre mercado. En verdad, fue un reemplazo inadecuado y desafortunado. Las recompensas para los ganadores en la competencia capitalista fueron mucho mayores que para los ganadores bajo el socialismo. Por ejemplo, el ganador capitalista disfrutó de un incremento mayor en bienestar.

Es más, el principal ganador de la competencia de libre mercado fue la sociedad como un todo. Esta es una característica natural de una economía de libre mercado y la razón principal por la que la evolución de las sociedades humanas ha seleccionado a este modo de producción. La competencia en el socialismo les dio a los ganadores alguna publicidad, un certificado de honor, tal vez un viaje a un “sanatorio” (esto es, a un spa de salud), y otras bagatelas que la gente usualmente no apreció. Pero, más importante, esa sociedad como un todo no disfrutó de una mejora significativa en su bienestar.

EL SOCIALISMO DISRUPCIONA AL PROGRESO

La gente no era estimulada lo suficiente y estaba mal pagada, lo que explicó la menor productividad de la mano de obra comparada con los países capitalistas. Aún más, ello a pesar de la noción de que los medios de producción, al fin, pertenecían a los propios trabajadores. La gente tenía un dicho famoso, que puede considerarse como la quintaesencia del socialismo al estilo soviético: “Ellos [el gobierno] fingen que nos paga, y nosotros fingimos que trabajamos.”

El socialismo es un conjunto de sistemas que trata de inhibir artificialmente el libre flujo de las leyes económicas objetivas, al crear barreras subjetivas en forma de legislación específica y políticas punitivas. Los socialistas erradamente piensan que, si ellos asaltan la propiedad privada y las relaciones de mercado, asimismo cambiarán las leyes económicas. Ellos han asumido la tarea, que, en principio, no tiene una solución racional. Nada surge a partir de la idea de ignorar o violar las leyes fundamentales de la economía. Esas leyes todavía existen, independientemente de opiniones y negativas para reconocer su carácter real y la imposibilidad de cambiarlas.

El socialismo disrupciona el proceso evolutivo y conduce a la sociedad por un camino sin salida. La situación económica desesperada de las personas comunes y corrientes en Venezuela, Cuba y Corea del Norte -los rescoldos de los empeños socialistas- son resultado directo de edificar una sociedad desafiando la acción natural de la ley fundamental de las economías. Como regla, los regímenes socialistas estaban comprando tiempo al emplear mano de obra esclava, el saqueo, la coerción y todo lo demás que un régimen totalitario agresivo podía ofrecer. Sin embargo, al final del día, los medios que daban soporte vital del socialismo se terminaron y, luego, regresaron a las relaciones de mercado naturales y saludables, en donde las leyes de la economía trabajan para beneficio de la raza humana.

Las mismas leyes de la economía de mercado han funcionado en sociedades humanas diferentes: desde la prehistoria hasta el período postindustrial, pero, aun así, los socialistas continúan albergando la idea de manipular esas fuerzas de la naturaleza.

Este artículo se reimprime con el permiso del Mises Institute.

Allen Gindler escribe para el Mises Institute.