LAS HEROÍNAS DE LA ABOLICIÓN BRITÁNICA

Por Lawrence W. Reed

Fundación para la Educación Económica
Miércoles 7 de agosto del 2019

NOTA DEL TRADUCTOR: Para utilizar los ligámenes de las fuentes del artículo, entre paréntesis, con letra subrayada, si es de su interés puede verlo en https://fee.org/articles/the-heroine...ish-abolition/

Las más prominente de estas heroínas -entre ellas, Mary Wollstonecraft, Hannah More, Mary Morris Knowles, Elizabeth Heyrick y Lucy Townsend- merecen recordarse por sus trabajos y audacia.

Cuando la Ley de Abolición de la Esclavitud (Slavery Abolition Act) de Gran Bretaña tuvo su lugar en agosto de 1834, un año pleno después de su aprobación, una de las emancipaciones mayores y más pacíficas de la historia de la humanidad se había puesto en movimiento. Como mínimo se liberaron 800.000 esclavos en las posesiones británicas en el Caribe, América del Sur y Canadá. En un mundo que principalmente había conocido al autoritarismo, de una u otra forma, con certeza aquello califica como uno de los mayores hitos en la interminable lucha por la libertad individual.

ACTIVISMO Y ABOLICIONISMO

El movimiento abolicionista en Gran Bretaña empezó en la década de 1780, aseguró el cese del tráfico de esclavos en 1807 y finalmente ganó la liberación para los esclavizados con esa famosa Ley de los años de 1830. Fue un triunfo del poder de las ideas. Activistas cruzados despertaron y transformaron la consciencia de una nación en un tema tan importante, de vida o de muerte. Notoriamente, empresarios ilustrados, activistas cuáqueros y evangélicos anglicanos, suplieron la mayor parte del financiamiento y liderazgo para este notable esfuerzo.

Las figuras masculinas del movimiento son nombres que todavía hoy son familiares para los amantes de la libertad ̶ nombres como el de William Wilberforce, el parlamentario que tenazmente mantuvo una batalla anual en la Cámara de los Comunes, hasta que sus colegas vieron la luz; Thomas Clarkson, quien dedicó 61 años de su vida a la causa, y le brindó a Wilberforce mucha de la evidencia que eventualmente convenció al Parlamento; Olaudah Equiano, antes esclavo, cuya autobiografía convertida en libro exitoso de ventas, hizo que los males de la esclavitud fueran vívidos e inolvidables, y John Newton, antiguo comerciante de esclavos quien escribió el himno “Amazing Grace” (“Gracia Maravillosa”) e inspiró a millones a unirse en la campaña abolicionista de ambos lados del Atlántico.

También las mujeres jugaron un papel crítico, hecho a menudo olvidado. En todas partes, a fines del siglo XVIII y principios del XIX, las reglas legales y las costumbres sociales dictaban que las mujeres se reunieran quietamente, que minimizaran su involucramiento político y que, alternativamente, dejaran que la sociedad fuera conformada por los hombres. Pero, el movimiento abolicionista británico marcó el primer empeño sostenido de cambio político en donde las mujeres, en números grandes y efectivos, hicieron oír su voz.

Como madres, las mujeres abolicionistas a menudo invocaron historias que rompían el corazón ante el maltrato a las mujeres esclavas y por la separación de los niños esclavos de sus familias. En estos asuntos, hablaron con una autoridad moral que ni siquiera los hombres podían musitar. La más prominentes de esas heroínas merecen ser recordadas por su trabajo y osadía.

MARY WOLLSTONECRAFT (1759-1797)

Reconocida como la primera libertaria feminista, Mary Wollstonecraft, nacida en Londres, es apreciada por su defensa persuasiva de derechos iguales a las mujeres en las décadas de 1780 y 1790, antes de su muerte inesperada en 1797, a los 38 años de edad. Menos conocidos, pero igual de elocuentes, son sus llamados antiesclavistas. Refiriéndose al comercio de esclavos como “ese abominable tráfico,” ella luchó por los “derechos naturales” de todos los hombres y mujeres, cualquiera fuera su color, para que “se les permitiera disfrutar de su derecho al nacer ̶ la libertad.”

En una respuesta a las observaciones de Edmund Burke acerca de la Revolución Francesa, Wollstonecraft planteó (raised) el tema de la esclavitud en términos nada inseguros. Afirmó que generaciones previas, no ilustradas, carecían de un entendimiento acerca de “la dignidad nativa del hombre” y que ellos habían “aprobado un tráfico que ultraja toda sugerencia de razón y religión.” Impulsó a las mujeres a romper sus caparazones y enfrentar las injusticias del mundo. Un buen ejemplo sería una de sus muchas amistades, Helen Maria Williams, quien se convirtió en una abolicionista sin pelos en la lengua y una agitadora, tanto en Gran Bretaña, como en la Francia revolucionaria.

Escribiendo para la BBC, Elizabeth Crawford hace ver (notes) que Wollstonecraft “repetidamente comparó la dominación de las mujeres por los hombres, con la dominación de los esclavos por los hacendados.” En su ensayo de 1792, “Vindication of the Rights of Woman” [Vindicación de los Derechos de la Mujer], Wollstonecraft se estaba refiriendo al azúcar producido por esclavos, al preguntar con indignación,
“¿Una mitad de la especie humana, como los esclavos africanos, ha de estar sujeta a los prejuicios que los brutalizan… tan sólo para endulzar la taza de los hombres?”

HANNAH MORE (1745-1833)

Resultado de la pérdida británica de las colonias estadounidenses, la década de 1780 dio luz a muchos grupos formales e informales que tenían la intención de reforma social y política. Una particularmente influyente fue la Secta Clapham, compuesta por anglicanos ricos, quienes vivían en una parte de lo que es hoy el suroeste de Londres. En ese entonces, Wilberforce se convirtió en su figura más reconocida, pero entre su grupo estaba una intelectual muy bien educada, Hannah More. Ella primero se hizo un nombre para sí, como escritora de obras de teatro y poetisa, antes de unirse al movimiento abolicionista.

More hizo buen uso de su pluma con un poema famoso, “Slavery” [“Esclavitud”], que ella intentó fuera usado por Wilberforce en el inicio de su campaña anti esclavitud en el Parlamento en 1788. Él se refirió, en ese entonces, a su trabajo y, de ahí en adelante, lo hizo en diversas ocasiones. He aquí una porción de ese poema [Nota del traductor: Está en inglés, debido a mi incapacidad para traducir bien los poemas y a no poder encontrar una traducción al español], el primero de muchos que ella escribió para la causa abolicionista:

Perish the illiberal thought which would debase
The native genius of the sable race!
Perish the proud philosophy which sought
To rob them of the powers of equal thought!
What? Does the immortal principle within
Change with the casual color of a skin?
Does matter govern spirit? Or is mind
Degraded by the form to which it’s joined?
No. They have heads to think, and hearts to feel,
And souls to act, with firm, though erring zeal;
For they have keen affections, soft desires,
Love strong as death, and active patriot fires.

Como filántropa, More dio generosamente para el esfuerzo emancipador, ayudando a producir la parafernalia -desde panfletos a posters- que lo convirtieron en un movimiento de bases genuino y visible. Elizabeth Crawford señala que una amiga de More, Lady Margaret Middleton, puede haber sido instrumental para convencer al joven Wilberforce y a Clarkson para que asumieran la causa.

MARY MORRIS KNOWLES (1733-1807)

Mary y su esposo Thomas (Mary and her husband Thomas) eran cuáqueros, cuyas consciencias morales nunca toleraron la esclavitud. Thomas murió en 1785, dejando a Mary como una viuda rica. Ella se convirtió en partidaria activa del movimiento abolicionista que nacía. Cuando un amigo le pidió que le pusiera una inscripción en una caja de una marca de cigarros popular, ella escogió a la esclavitud como tema y escribió estas líneas [Nota del traductor: Está en inglés debido a mi incapacidad para traducir bien los poemas y a no poder encontrar una traducción al español]:

Tho various tints the human face adorn
To glorious Liberty Mankind are born;
O, May the hands which rais’d this fav’rite weed
Be loos’d in mercy and the slave be freed!

En la década de 1790, boicotear los productos de la esclavitud se convirtió en instrumento importante del cajón de herramientas del abolicionista. Al estimular que la gente se abstuviera de consumir cosas como tabaco, ron y azúcar, el movimiento buscó golpear a los traficantes de esclavos en sus estados financieros. Mary Knowles fue una de las primeras personas en alimentar esas pasiones, siendo el mejor ejemplo la copla de la caja de tabacos.

En la película del 2007 del director Michael Apted, Amazing Grace, la esposa de Wilberforce, Barbara, -una ávida abolicionista- le dice a su esposo: “Mi pobre padre casi se vuelve loco, cuando le dijo que dejaría de ponerle azúcar a mi té. Yo tenía 14, leyendo tu nombre en los periódicos y deseosa de que ganara. Les dije a mis amigos que, en realidad, había sangre de esclavos en cada terrón de azúcar.” Ella estaba siguiendo el ejemplo de activistas como Mary Morris Knowles.

Las estimaciones son de que, a la larga, varios cientos de mujeres británicas estaban fielmente boicoteando el azúcar y otros bienes relacionados con esclavos. Ellas apoyaron al movimiento comprando cosas como horquillas para el cabello, platos y joyería adornada con imágenes diseñadas para transmitir un mensaje contra la esclavitud.

More y Knowles no fueron las únicas mujeres abolicionistas que emplearon la poesía como instrumento persuasivo. Así lo hizo Mary Birkett Card (1774-1817), una cuáquera irlandesa, quien escribió un influyente poema contra la esclavitud, dirigido directamente a las compañeras mujeres en 1792.

ELIZABETH HEYRICK (1789-1831)

Después de que el Parlamento aboliera el comercio de esclavos en 1807, algunos abolicionistas se retiraron, al menos temporalmente, pues pensaron que la esclavitud, como tal, pronto moriría. Después de dos décadas de agitación, tal vez fue la hora de encontrar otras cosas que hacer y dejar que la naturaleza siguiera su curso.

Cierta radical llamada Elizabeth Heyrick vio las cosas de forma distinta. Fue en mucho debido a ella que, en la década de 1820, la causa abolicionista experimentó un segundo aire. Creyendo que cada momento de servidumbre continuada constituía un pecado odioso, Heyrick demandó la liberación inmediata de todos los esclavos y les reprochó a aquellos que tomaron una posición más “gradualista.” En un panfleto famoso de 1824, ella escribió:

“Perpetuar la esclavitud en nuestras colonias de las Indias Occidentales… es uno en que todos nosotros estamos implicados… El hacendado de las Indias Occidentales y la gente de este país se encuentran en la misma relación moral entre sí, como lo están el ladrón y el receptor de los bienes robados. Los hacendados de las Indias Occidentales han ocupado un lugar muy prominente en la discusión de esta gran pregunta… [y] los abolicionistas han mostrado demasiada cortesía y acomodo hacia esos caballeros.”

La última década previa a la Ley de Abolición de 1833, produjo una explosión de activismo femenino. Heyrick es una gran razón, aunque triste, de por qué triste, ella no vivió para ver el clímax por sí misma.

LUCY TOWNSEND (1781-1847)

Aun cuando la causa abolicionista correctamente reverenció a William Wilberforce, él podría ser un tradicionalista muy singular. Por mucho tiempo, no logró (sino hasta fines de la década de 1820) convencerse de apoyar la idea de la mujer en papeles activistas. En su libro (book) del 2004, Women Against Slavery, la historiadora Clare Midgley le cita objetando la creación de asociaciones de damas contra la esclavitud. “Que las mujeres se reúnan, publiquen, que vayan de casa en casa generando peticiones ̶ esos, me parece que son actos no aptos para el carácter femenino, tal como se delinea en las Escrituras.” Él se echó para atrás al quedarle claro que las mujeres iban a hacer esas cosas, ya fuera que a él le gustaran o no.
Lucy Townsend fue una de ellas. En su hogar, en 1825 y con la ayuda de su amiga Mary Lloyd, fundó la primera organización de mujeres antiesclavistas, la Ladies’ Society for the Relief of Negro Slaves [Sociedad de Damas para el Socorro de los Esclavos Negros], que luego es vuelta a nombrar como la Female Society of Birmingham [Sociedad Femenina de Birmingham]. Midgley lo explica:

“En los acuerdos de su fundación, la sociedad establece que se proponía lograr sus objetivos a través de la difusión de la información, para elevar el aborrecimiento público hacia la esclavitud, mediante el envío de un ‘Llamado de las Damas Británicas a los Hacendados de las Indias Occidentales,’ y usando los fondos excedentes para la ayuda de caridad y el trabajo educativo por medio de misioneros entre la gente de población negra libre de las Indias Occidentales… La fundación de la Sociedad Femenina de Birmingham fue seguida de la formación de una red de otras asociaciones de damas contra la esclavitud. Juntos, esos grupos marcaron el cambio, desde una abolición como compromiso individual de las mujeres contra la esclavitud, hacia una tarea colectiva femenina. Iría a ser un cambio con repercusiones importante no sólo acerca del papel de las mujeres en el movimiento, sino que, también, acerca de la naturaleza de la campaña contra la esclavitud como un todo y del papel de la mujer en la sociedad británica.”

El grupo de Townsend (Townsend’s group) creció rápidamente en influencia, incluso ayudando a formar otras 20 asociaciones de damas, antes de que la emancipación se ganara por un voto del Parlamento en 1833. Midgley reporta que, para 1830, las asociaciones de “damas” estaban recogiendo más fondos para el movimiento abolicionista, que sus correspondientes contrapartes masculinas.” Las mujeres no sólo ayudaron enormemente a financiar el movimiento más amplio, sino que, también, se encargó de casos de esclavos individuales, al comprarlos y, luego, de inmediato, liberarlos.

Antes de 1825, sólo los hombres podían hacer peticiones ante el Parlamento. La costumbre se rompió en ese año, cuando 2.200 miembros de la Sociedad de Mujeres de Birmingham de Townsend, firmaron una petición demandando que la Casa de los Comunes aprobara una ley de emancipación. Fue la primera bola de nieve de una avalancha. Cientos de miles de mujeres firmaron peticiones similares, hasta que, finalmente, la Ley de Abolición fue aprobada en 1833.

AL FIN, LIBERTAD

Un año después, oficialmente ya no más esclavitud dentro del vasto Imperio Británico. El esfuerzo emancipador, medio siglo después de que empezó, pasó a la historia como uno de los temas únicos que fuera jamás antes tan grandioso y tan exitoso.

Los de corazón débil se unieron a los oponentes de la emancipación, anunciando consecuencias calamitosas. Se enviaron tropas al Caribe para desalentar la violencia. Pero, en esa ocasión trascendental del 1 de agosto de 1834, prevalecieron la calma y el júbilo. Acerca de la isla británica típica del Caribe en esa época, escribió el filósofo y ensayista Ralph Waldo Emerson:

“En la noche del 31 de julio, ellos se reunieron en todo lado, en sus iglesias y capillas, y, a la media noche, cuando el reloj tocó las doce, en sus rodillas, la asamblea silenciosa, con lágrimas, se convirtió en hombres; se pusieron de pie y se abrazaron el uno al otro; lloraron cantaron, oraron, enloquecidos de alegría, pero no hubo disturbios… El primero de agosto cayó en un viernes y se proclamó feriado hasta el lunes siguiente. El día se gastó principalmente en las iglesias y capillas por la gran masa de negros. El clero y los misioneros de toda la isla se involucraron activamente, aprovechando las oportunidades para ilustrar a la gente sobre los deberes y obligaciones de su nueva relación, y urgiéndoles al logro de esa libertad superior, con la cual Cristo hizo libres a sus hijos.”

La liberación por la Gran Bretaña de toda una raza de la maldición de la esclavitud, fue un logro de y por, no sólo de hombres, sino de ambos, hombres y mujeres. Deberá siempre ser celebrada como tal.

Lawrence W. Reed es presidente emérito y compañero senior Familia Humphreys de la Foundation for Economic Education y autor de los libros Real Heroes: Incredible True Stories of Courage, Character, and Conviction y Excuse Me, Professor: Challenging the Myths of Progressivism. Follow on Twitter and Like on Facebook.