LA PUBLICIDAD PREVIA A LOS JUICIOS, EL SESGO INCONSCIENTE Y LA CORTE DE LA OPINIÓN PÚBLICA

Por Aaron Pomerantz

Fundación para la Educación Económica
Viernes 26 de julio del 2019


NOTA DEL TRADUCTOR: Para utilizar los ligámenes de las fuentes del artículo, entre paréntesis, con letra subrayada, si es de su interés puede verlo en https://fee.org/articles/pretrial-pu...ublic-opinion/

El hecho es que todos estamos sujetos al pensamiento heurístico [disciplina del descubrimiento] y del sesgo que eso nos ocasiona.

Esta semana hubo otra audiencia en el Congreso de los Estados Unidos, otro testimonio de Robert Mueller y todavía otra serie de veredictos por la corte de la opinión pública acerca de la culpabilidad o inocencia de figuras políticas. En este caso, el “acusado,” el presidente Trump, todavía es ya sea claramente inocente o bien claramente culpable, y, si usted no está de acuerdo con dicha culpa/inocencia, es porque es sólo un adorador de Trump o sufre del Síndrome de Trastorno por Trump.

Esto ayuda a explicar por qué tanta gente, incluyendo escritores exitosos, vieron cosas diferentes durante el testimonio de Mueller.

“Desde mi perspectiva, después de seis horas de testimonio, fue el fiscal de carrera, de 74 años de edad, el que obtuvo la victoria. No fue nada estrecha, escribió (wrote) Renato Mariotti, el columnista de asuntos legales de la revista Politico.

Howard Kurtz, por otra parte, llamó (called) una “debacle” a la audiencia. En el New York Post, un artículo escrito por Nikki Schwab y Ebony Bowden, resumió el testimonio de Mueller como “un enredado balbuceo y tartamudeo.”

“Robert Mueller Trajo los Alimentos,” declaró el Daily Beast. ¿Festejarán con ellos los demócratas?

“Se acabó el juicio político,” dijo (said) Terry Moran de la ABC.

Esta es gente a la que se le paga por escribir opiniones objetivas. Sin embargo, al tratarse de casos como este, impulsados ideológicamente, altamente publicitados, la psicología indica que realmente no hay forma de que los jueces -ya sea en el salón de un tribunal o en la corte de la opinión pública- mantengan fácilmente su neutralidad. En vez de ello, la publicidad previa a los juicios (PPJ) se ha mostrado que afecta la propia forma en que pensamos acerca de casos como estos, imbuyendo a quienes toman decisiones con sesgos latentes e inconscientes, que afectan cómo percibimos, procesamos y respondemos la información que nos encontramos.

PUBLICIDAD PREVIA A LOS JUICIOS Y SUS EFECTOS

A menudo, los humanos hacemos uso de la heurística (heuristics) -atajos cognitivos- en la toma de decisiones. Normalmente, esta heurística es toda bondad y belleza; ¿puede usted imaginarse la exhaustación que usted sentiría si tuviera que deliberar plenamente acerca de cada una de las decisiones sencillas que usted toma? No obstante, cuando se trata de decisiones de culpabilidad e inocencia, la heurística, en especial aquella de quienes usan el PPJ (especially those using PTP), por mucho tiempo ha mostrado que afecta negativamente nuestra habilidad para tomar decisiones objetivas.

La heurística no necesaria “sesga” en el sentido coloquial. Ella no está activa, no nos damos cuenta de ella y no necesariamente es intencional. No obstante, dentro de una corte, e igual en la corte de la opinión pública, descansar en el PPJ para que nos ayude en nuestra toma de decisiones -en vez de ser en los hechos del caso en sí- se ha mostrado que (shown) tiene implicaciones acerca de cómo percibimos al acusado, cómo procesamos la información y cómo tomamos nuestras decisiones.

EL PPJ Y LA PERCEPCIÓN ALTERADA

Se supone que los jueces son objetivos e ideológicamente neutrales cuando se trata de llegar a un veredicto. Desafortunadamente, años de investigación empírica demuestran (demonstrate) que eso no es cierto en los salones de juicios y ciertamente en la corte de la opinión pública. La publicidad previa a los juicios afecta nuestras percepciones acerca de los propios acusados, haciendo que simpaticemos, o lo contrario, con el acusado mucho antes de que encontremos los hechos verdaderos del caso. Peor, esta percepción inicial del imputado permanece siendo una fuerza poderosa (powerful) en la determinación de nuestros veredictos, en especial si la evidencia es relativamente poco clara ̶ como suele suceder con la mayoría de los caos que llegan a juicio o que ocasionan división política.

Cuando el “acusado” en la corte de la opinión pública es una figura política, hay una cantidad insondable de sesgos que serán puestos sobre la mesa: su membresía partidaria, su historia política y su comportamiento del pasado informarán nuestra disposición inicial hacia ellos, incluso antes de que el caso sea “llevado a juicio.”

Todavía peor, cuando se trata del PPJ acerca del cuestionamiento por presuntamente malas actuaciones específicas, no sólo nos veremos inundados de publicidad sobre él desde el ciclo de noticias de 24 horas, pero también es muy posible que hayamos escuchado esas noticias de una fuente ideológica a la cual, de la misma forma, estamos sesgados.

En una era digital en donde podemos elaborar y autoseleccionar nuestras fuentes de noticias para que se alineen con nuestras ideologías, es casi imposible que no estemos firmemente sesgados acerca del imputado antes de que haya alguna audiencia o juicio. Este sesgo, a su vez, nos inclinará fuertemente hacia una posición inicial sobre la culpabilidad o inocencia del individuo y es poco posible que incluso nos demos cuenta de los efectos de ese sesgo inicial sobre nuestra subsecuente toma de decisiones.

LA PPJ Y LA PERCEPCIÓN DE LA EVIDENCIA

Más allá de nuestra disposición inicial hacia el “imputado,” los sesgos relacionados con el PPJ alterarán activamente (y no puedo enfatizar más, inconscientemente) cómo percibimos, ponderamos y ponemos atención a la evidencia que se nos presenta. Los individuos expuestos al PPJ se ha mostrado (shown) que ponen más atención, y así le dan un mayor peso, a la evidencia que se alinea con sus sesgos iniciales relacionados con el PPJ. Aún más, los sesgos que nos provoca el PPJ pueden incluso conducirnos a la ignorancia o a que activamente descartemos evidencia que no se ajusta a esos sesgos.

Cada vez que una figura política pone un pie en la corte de la opinión pública, esos efectos rápidamente se hacen evidentes. Los periodistas e individuos en medios sociales, después de mirar el mismo testimonio o de ver el mismo conjunto de evidencia, alardearán acerca de sus cualidades “dañinas” o “que exoneran,” como si la mano del propio Todopoderoso hubiera bajado para inscribir un veredicto. Incluso eso puede llegar al punto en que casi parece que se discuten casos diferentes, mostrando con claridad el poder de cómo esos sesgos afectan nuestra interpretación de la evidencia.

Todavía más, hay otra camino relacionado con el PPJ que afecta cómo ponderamos la evidencia y eso puede llevarnos a confundir (confuse) lo que en realidad son los hechos del caso. En especial, al “deliberar,” ya sea en una habitación o en sociedad, las fuentes se mezclan, y puede distorsionarse intensamente lo que es y lo que no es “fáctico,” hasta el punto que el PPJ, que en la realidad puede no ser admisible como evidencia, se convierte en un factor clave para determinar la culpa o la inocencia.

Un ejemplo de esto en la esfera pública actual es la acusación (allegation) contra la congresista Ilhan Omar, de que ella presuntamente se casó con su hermano para que eso le permitiera emigrar. Estas acusaciones serias e insultantes han sido refutadas por la congresista Omar y todavía se presentan (levied) en su contra cuando se trata de cualquier decisión o posición política que ella sostenga.

Este rumor infundado se ha llegado a percibir como un hecho y sirve como una especie de “evidencia” cuando se considera su “culpa” por todo, desde ser incapaz para servir en el Congreso de los Estados Unidos a ser una presunta islamista. Para tener ejemplos similares de este fenómeno, usted no necesita mirar más allá de su página local de memes o de espectáculos de comentarios políticos.

EL PPJ Y LA DISTORSIÓN EN LA TOMA DE DECISIONES

El efecto más inquietante de los sesgos derivados del PPJ es que, en la realidad, puede ocasionar un desprecio por las normas establecidas en relación con la culpa o la inocencia. En las salas de los juzgados, la investigación ( research) ha mostrado que, a pesar de instrucciones en contrario, los miembros del jurado activamente consideraron como evidencia “hechos” que no fueron admitidos, incluso suspendiendo supuestos como la presunción de inocencia, para lograr lo que sus sesgos PPJ le dictaron que sería la decisión ”justa.”

Este tipo de comportamiento se ha convertido en un hecho común en la corte de la opinión pública. Fue inexistente la presunción de inocencia de Brett Cavanaugh, quien fuera en ese momento candidato a juez de la Corte Suprema de los Estados Unidos, (aunque técnicamente no fuera legalmente requerida). La representante Ilham Omar es acusada por todo, desde incesto a que apoya a Al-Qaeda. Robert Mueller es acusado por todo, desde colaborar con los demócratas hasta claramente mentir bajo juramento. Se terminaron los supuestos como la presunción de inocencia, la importancia de ponderar cualquier hecho relevante o tratar de mantener la objetividad; la publicidad los ha borrado a todos.

LAS IMPLICACIONES DEL PPJ

Aunque la corte de la opinión pública no tiene poder legal, eso no significa que sus veredictos no tengan implicaciones y consecuencias serias. Aún más, tan sólo porque nosotros, como “jueces” de la corte de la opinión pública, no estamos circunscritos por códigos legales estrictos, eso no significa que estemos libre de una obligación moral, nacida de una simple decencia humana, de tomar decisiones sabias y justas acerca de nuestros “inculpados.”

Es fácil, cuando se trata de confrontar sesgos, tener una actitud de “pero yo no;” ellos son los segados, ellos no pueden ver los hechos claros frente a ellos. No obstante, el hecho es que todos estamos sujetos al pensamiento heurístico y a los sesgos que eso nos puede dar. Esto es especialmente importante al considerar cómo nos relacionamos y reaccionamos ante noticias y otras fuentes de publicidad previa a juicios. Cuando casi todo artículo es una pieza escrita con apuros, con conclusiones “claras,” necesitamos darnos cuenta de nuestros sesgos y utilizar sabiamente nuestros recursos cognitivos y sobreponernos con justicia a aquellos.

No debemos dejar que la publicidad dicte nuestras opiniones; deberíamos buscar examinar la evidencia desde todos los lados. Busque fuentes de noticias alternativas. Trate de entender las opiniones de aquellos que han llegado a conclusiones distintas. En otras palabras, haga lo que los jurados se supone que hagan: deliberar. Nosotros demandamos que nuestros jurados sean objetivos y justos; como jueces en la corte de la opinión pública, debemos adherirnos al mismo estándar.


Aaron Pomerantz es un psicólogo social y candidato al doctorado en la Universidad de Oklahoma, en donde él estudia la cultura, el sistema legal y la psicología de la religión. Él es uno de los anfitriones de Life, Liberty, and the Pursuit of Snarkiness, un podcast interdisciplinario orientado hacia la libertad.