POR QUÉ USTED NUNCA ESCUCHA A ALGUIEN DECIR “ESE NO ERA EL VERDADERO CAPITALISMO”

Por Kristian Niemietz

Fundación para la Educación Económica
Miércoles 31 de julio del 2019


NOTA DEL TRADUCTOR: Para utilizar los ligámenes de las fuentes del artículo, entre paréntesis, con letra subrayada, si es de su interés puede verlo en https://fee.org/articles/why-you-nev...al-capitalism/

Los socialistas andan buscando la novedad. Tienen que hacerlo, pues los experimentos socialistas nunca envejecen bien.

"Der heimliche Aufmarsch" (“El Despliegue Secreto”) es una vieja canción revolucionaria socialista de la República del Weimar. Pide a los trabajadores y campesinos que se armen a sí mismos, que se subleven y que aplasten al sistema.

LA CONSTITUCIÓN SOCIALISTA

Treinta años después, una versión modificada de la canción fue reestrenada en la República Democrática Alemana. Ahora se le llamó "Der offene Aufmarsch" (“El Despliegue Abierto”), para reflejar el hecho de que ya no había más necesidad de secretismo. Los trabajadores y los campesinos ya se habían alzado (con una pequeña ayuda de sus camaradas soviéticos), y la clase trabajadora, como un todo, ahora estaba colectivamente a cargo. Esa era, al menos, la narrativa oficial, codificada en la constitución de Alemania Oriental:

“La República Democrática Alemana es un estado socialista de los trabajadores y de los campesinos. Es la organización política de los trabajadores en la ciudad y el campo, bajo el liderazgo de la clase trabajadora.”

Usted no tiene que ser un socialista para “darse cuenta” del atractivo de canciones como "Der heimliche Aufmarsch" a un nivel visceral. Es apasionante, es emotiva y está llena de furia justa.

A pesar de lo anterior, en el sanitizado reestreno, no sobrevive mucha de esa energía. La versión original es revolucionaria, la más nueva es fundamentalmente conservadora. A los trabajadores y campesinos ya no más se les implora que se levanten, sino que redoblen la apuesta, que cumplan con sus deberes y que defiendan el statu quo.

Donde la versión vieja dice:

Luego, desde las ruinas,
Del viejo orden surgirá
La República Socialista Mundial

La nueva versión dice tan sólo:

Hoy, el socialismo es un poder global.

¿Por qué les estoy contando todo esto?

EXPERIMENTOS DE SOCIALISMO

Esto tiene que ver con algunas de las respuestas a mi libro Socialism: The Failed Idea That Never Dies [El Socialismo: La Idea Fallida que nunca Muere]. El libro muestra cómo, por mucho tiempo, intelectuales occidentales han tenido el hábito de alabar los experimentos socialistas, mientras que ellos estén en sus inicios, para, luego, negarlos, alegando ahora que, para empezar, esos experimentos nunca fueron “realmente” socialistas. Una de las respuestas más comunes que últimamente he estado recibiendo es:

“¡Pero, usted podría decir exactamente lo mismo acera del capitalismo! Su nuevo libro se va a llamar ‘Capitalismo: La Idea Fallida que nunca Muere.’”

Esto me recuerda un poco aquellas riñas en los patios de juegos, en donde niños cuyas habilidades verbales no estaban bien desarrolladas, aun así, respondían a las provocaciones simplemente devolviéndolas: “No, ¡son ustedes!”

Esto, por supuesto, sólo funciona en una situación del comal-le-dice-a-la-olla, en donde, de hecho, su oponente es culpable de la misma cosa de la que ellos le están acusando a usted. Y este, en verdad, no es el caso. Usted no puede decir lo mismo acerca del capitalismo.
Muéstrenme un ejemplo de liberales de libre mercado, actuando de la misma forma como lo hacen los intelectuales socialistas que estoy citando en el libro. Nómbrenme un país que los seguidores del libre mercado solían poner en los cielos y que ahora lo rechazan pues “ese no era el capitalismo VERDADERO.”

Ustedes no pueden. Porque eso no sucede.

LAS HISTORIAS ECONÓMICAS DE LOS PAÍSES

Todo lo contrario. Recientemente volví a leer unos pocos pasajes de Libre para Escoger de Milton Friedman, que fuera publicado por primera vez en 1980. En términos de los lugares que Friedman destaca como ejemplos positivos, me impactó qué tan poco eso ha cambiado. Friedman era muy positivo acerca de la economía de Hong Kong y, en menor grado, de los otros “Tigres Asiáticos,” como Taiwán y Singapur. Él describió a Suiza como “un bastión del capitalismo.”

Él era cautamente optimista acerca de que la entonces nueva primer ministro de Gran Bretaña, Margaret Thatcher, cambiaría para bien del país. Él no mencionó a Chile en su libro, posiblemente porque se daba cuenta de que, cualquier afirmación positiva acerca de la economía chilena, sería malinterpretada como un apoyo a la dictadura de Pinochet. Pero, sabemos, por declaraciones formuladas en otras partes en esa época, que también él era optimista acerca de los prospectos futuros de la economía de Chile.

Eso fue hace cuatro décadas. Si usted le preguntara a algún partidario de los mercados libres que nombrara una economía capitalista exitosa ̶ ¿qué ejemplos pondrían? Más o menos los mismos que Friedman escogió en 1980. Probablemente Suiza aparecería. Casi que, con seguridad, también Hong Kong, y Singapur y Taiwán podrían obtener un premio por aparecer. Ellos pueden señalar el éxito relativo de Chile. Estarían más tibios acerca de la situación actual de Gran Bretaña, pero, sin duda que juzgarían mucho más favorablemente a la Gran Bretaña post-Thatcher que la Gran Bretaña pre-Thatcher. Y también posiblemente mencionarían cómo Nueva Zelandia ha venido poniéndose al día a partir de las reformas promercado de la década de 1980.

En resumen, los creyentes en el mercado libre son consistentes al punto de llegar a ser aburridores. Si existe un modelo económico que ya hemos alabado desde hace cuarenta años, hay una elevada probabilidad de que también lo estemos alabando ahora y, si existe un modelo económico que hoy estamos alabando, hay una elevada probabilidad de que ya estuviéramos alabándolo hace cuarenta años. Es el opuesto exacto de la esperanza en la utopía socialista que describo en el libro.

Los socialistas andan buscando la novedad. Tienen que hacerlo, pues los experimentos socialistas nunca envejecen bien. Es muy fácil llegar a ser un socialista. Pero, su usted quiere permanecer siendo uno por mucho tiempo, usted necesita la habilidad para quietamente abandonarlo, y olvidar selectivamente los experimentos socialistas cuando fracasan, y moverse rápidamente hacia el siguiente. De usted se requiere que sea capaz de deshacerse de sus esperanzas en el último experimento fallido, y, en vez de ello, ponerlas en el siguiente.

CREENCIAS ABSTRACTAS E IMPRECISAS

Los socialistas se encuentran en su mejor momento cuando pueden describir sus proyectos en términos difusos y abstractos. Esta es la razón por la que la mayoría de los movimientos socialistas más populares son siempre aquellos que van en ascenso, pero que todavía no están en el poder, o aquellos que han llegado al poder muy recientemente, pero que todavía no se ha establecido a plenitud, de forma que todo está todavía en un flujo. Los socialistas se encuentran en su peor momento cuando tienen que responder a preguntas mundanas, cuando tienen que enunciar, en términos tangibles, cómo opera en la práctica un sistema basado en sus ideales nobles.

En la realidad, por supuesto, los regímenes socialistas existentes eventualmente tienen que hacer eso y, puesto que eso no puede ser logrado, nunca puede mantener vivo el entusiasmo inicial por mucho tiempo. El contraste arriba expuesto entre “Der heimliche Aufmarsch" y "Der offene Aufmarsch," es una buena ilustración. El régimen de la República Democrática Alemana evidentemente intentó, sin convencer, extraer, embotellar y almacenar la energía contenida en las viejas canciones revolucionarias.

Pero, el socialismo necesita la emoción de lo novedoso, la excitación de destruir todo, el rugir de derrocar un orden establecido y empezar de nuevo desde cero. Eso no funciona una vez que el socialismo es el orden establecido, una vez que se hace evidente que el orden se queda muy corto con respecto a las expectativas iniciales, y una vez que usted se da cuenta de que las cosas no van a ser mejores de aquello que se tiene.

Los liberales no tienen ese problema. Los modelos económicos que mantenemos usualmente cumplen, o, al menos, obtienen un siete de diez. Así que, debemos alabar los mismos modelos que se han seguido durante décadas. Y, en todo caso, no estamos buscando la excitación, la novedad o un chorro de adrenalina proveniente de ideas políticas.

Este artículo se reimprime con el permiso del Institute of Economic Affairs.

El Dr. Kristian Niemietz es el director de Salud y Bienestar del Institute for Economic Affairs de Inglaterra.