Cuando vengan esos políticos ofreciéndoles el oro y el moro y cuando ellos nunca le digan cuánto costarán esos ofrecimientos, tenga en mente lo que este artículo le expresa.

PROMETIENDO LO IMPOSIBLE A LA VEZ QUE SE SACRIFICA LA LIBERTAD

Por Gary M. Galles

Fundación para la Educación Económica
Sábado 29 de junio del 2019


Sin importar cuán sonoramente nobles las promesas de más para usted a expensas de otros, puedan formularse para que suenen a modo de pecados por omisión, ellas violan los valores esenciales de los Estados Unidos.

En un discurso del 13 de junio, Bernie Sanders lanzó el toque de trompeta de su carrera por la presidencia ̶ que, para resolver los problemas que los Estados Unidos enfrentan, se requiere que nosotros

“demos el siguiente paso hacia adelante y garanticemos a cada hombre, mujer y niño en nuestro país, derechos económicos básicos ̶ el derecho al cuido de la salud, el derecho a tanta educación como uno necesita para tener éxito en sociedad, el derecho a un buen empleo que pague un salario que permita vivir, el derecho a una vivienda que pueda ser adquirida, el derecho a una pensión segura y el derecho a vivir en un ambiente limpio.”

Por desdicha, al hacerse eco tanto de las constituciones soviética como de la Unión Europea, Sanders también está prometiendo derechos mutuamente contradictorios, que la lógica demuestra que no pueden posiblemente ser proporcionados.

La Constitución de la Unión Soviética le aseguraba a los ciudadanos diversidad de derechos, incluyendo a la educación, vivienda, protección en el trabajo, empleo, “mantenimiento en la ancianidad,” e incluso “descanso y ocio.” Pero, el ejercicio de esos derechos siempre estuvo sujeto a la condición de que ellos no fueran “en detrimento de la sociedad o del estado.” En otras palabras, los derechos individuales solo existían dónde y cuándo el estado decidiera que ellos no se atravesaban en el camino de lo que él quería lograr. Más brevemente, significaba que los derechos individuales de los ciudadanos no existían, excepto en el papel.

DERECHOS POSITIVOS Y NEGATIVOS

En esas mismas líneas, la Constitución de la Unión Europea es paralela a la nuestra en cuanto asegura derechos individuales, tales como libertad de religión y de expresión. Sin embargo, la Carta de Derechos Fundamentales de la Unión Europea también garantiza derechos a la educación, asistencia para la vivienda, servicios de obtención de empleo, cuidado preventivo de la salud, servicios sociales, beneficios de la seguridad social, permiso por maternidad pagado y más.

Desafortunadamente, la combinación costosa de derechos prometidos en cada uno de estos casos, es inconsistente con el derecho fundamental a ser libre, incluyendo el derecho a tomar decisiones sobre el uso de la propiedad de uno. Esto se debe a que derechos “positivos” a vivienda, educación, cuido de la salud, etcétera, brindados u ordenados por el gobierno, requieren que alguien más deba ser obligado a pagar por ellos. Pero, esa obligación inherente necesariamente viola la libertad de otros, al tomar su ingreso y propiedad sin su consentimiento. En consecuencia, en la práctica no existe la libertad “garantizada” como un derecho fundamental.

La clave es que los derechos positivos para ciertas cosas requieren la violación de los derechos negativos de otros, en contra de que su propiedad pueda ser tomada por el gobierno. En contraste, los derechos negativos son prohibiciones establecidas contra los abusos de otros, en particular por el gobierno, ejemplificado por los poderes estrictamente limitados y enumerados en la Constitución de los Estados Unidos a nuestro gobierno central y a lo que la Carta de Derechos coloque fuera de límites al abuso político.

Pero, los derechos negativos son corroídos por cada expansión de lo que el gobierno promete. Los derechos constitucionales de los estadounidenses reflejan la afirmación básica de la Declaración de la Independencia, de que todos tienen derechos inalienables, incluyendo la libertad, y que el propósito del gobierno es defender esos derechos. Pero, los únicos derechos que son inalienables para todos, deben ser consistentes con los derechos iguales de otros. Cada ciudadano puede disfrutar de derechos negativos contra el abuso del gobierno, sin infringir sobre los mismos derechos iguales de otros, pues sólo imponen sobre otros la obligación de no interferir. Pero, cuando el gobierno crea nuevos derechos positivos, extrayendo los recursos para pagarlos, necesariamente despoja los derechos inalienables y la libertad de otros.

LIBERTAD Y DERECHOS NEGATIVOS INALIENABLES

Libertad significa que las personas se gobiernan a sí mismas y que los acuerdos voluntarios son los medios para resolver el conflicto. Pero, cuando el gobierno asigna derechos positivos a otros, significa que alguien más gobierna sobre las elecciones y los recursos tomados de aquellos obligados a pagar. Sin embargo, dado que nadie tiene el derecho de robar a otros, para que el gobierno permanezca dentro del rango estrecho consistente con derechos iguales, nadie puede delegar ese poder al gobierno.

Los Estados Unidos se fundaron con base en la idea de que tenemos derechos negativos inalienables que no se originan con el gobierno, por lo tanto, no nos los puede quitar. Pero, al haber aprendido la gente a obtener el apoyo público al disfrazar, con lenguaje de derechos, más cosas que ellos desean que otros paguen por ellos, nuestro gobierno crecientemente se ha volteado hacia la violación de los derechos que él había sido instituido para defenderlos.

Sin importar cuán sonoramente nobles las promesas de más para usted a expensas de otros, puedan formularse para que suenen a modos de pecados por omisión, ellas violan los valores esenciales de los Estados Unidos, representados en nuestros documentos fundacionales. Todavía más serio, eso minaría completamente cualquier confianza de que estarían seguros los derechos de los estadounidenses a la libertad, y a la propiedad que le da sostén. Y, en el tanto en que más seriamente se tomen esos programas gubernamentales, habrá menos libertad.

Gary M. Galles es profesor de economía en la Universidad Pepperdine. Sus libros recientes incluyen Faulty Premises, Faulty Policies (2014) y Apostle of Peace (2013). Es miembro de la facultad de la Fundación para la Educación Económica (FEE).