Para que no les cuenten cuentos… Aquí están los datos.

NO, MILLONES DE ESTADOUNIDENSES NO ESTÁ VIVIENDO CON MENOS DE $2 AL DÍA

Por Joe Carter

Fundación para la Educación Económica
Jueves 1 de agosto del 2019


NOTA DEL TRADUCTOR: Para utilizar los ligámenes de las fuentes del artículo, entre paréntesis, con letra subrayada, si es de su interés puede verlo en https://fee.org/articles/no-millions...-than-2-a-day/

Por supuesto que la pobreza extrema todavía existe en los Estados Unidos. Pero incluye mucha menos gente que la que previamente se creyó.

Durante los pasados cinco años, algunos proponentes del asistencialismo han estado promoviendo una queja para que abran los ojos: que más de 3 millones de familias en los Estados Unidos -incluyendo 1.65 millones de hogares con hijos- están viviendo con menos de $2 por persona, por día.

Eso suena horrible, y lo es: horrorosamente falso.

MUÉSTRENME LOS DATOS

Una nueva investigación publicada por el National Bureau of Economic Research (NBER) (published by the National Bureau of Economic Research (NBER)) encuentra que más de un 90 por ciento de los 3.6 millones de personas sin hogar, que previamente habían sido calificadas como viviendo en pobreza extrema, fueron mal calificadas. Asombrosamente, más de la mitad de todos los hogares mal calificados poseen ingresos por encima de la línea de pobreza y varios de los mayores grupos mal calificados parecen ser, como mínimo, de clase media, con base en mediciones de bienestar material.

También, la nueva investigación incluye beneficios a las familias, como el Programa Suplementario de Asistencia de Nutrición (SNAP por sus siglas en inglés) y el Programa Suplementario de Nutrición para Mujeres, Infantes y Niños (WIC por sus siglas en inglés). La razón por la cual eso importa es porque, como podría decir un economista conocedor, usted no come ingreso.

Es consumo lo que damos a entender (o debería entenderse) al decir “vivir de.” En economía, el consumo es el uso de bienes y servicios por los hogares.

En al menos los primeros años de nuestras vidas (esto es, cuando somos niños), la mayoría de nosotros no tiene ingresos del todo. Así que, ¿cómo es que no nos morimos de hambre? Porque de lo que “vivimos” (nuestra porción de consumo), se paga con el ingreso de alguien más, usualmente de nuestros padres. Los estadounidenses en pobreza extrema también pueden consumir usando el ingreso de alguien más: de sus compañeros pagadores de impuestos. Esa es la razón por la que los pobres pueden tener un ingreso cercano a cero y, aún así, tener acceso a muchos de los bienes y servicios requeridos para sobrevivir, tales como vivienda y alimentación.

¿POBREZA EXTREMA?

Por supuesto que la pobreza extrema todavía existe en los Estados Unidos. Pero incluye mucha menos gente que la que previamente se creyó. Como lo hace ver el reporte, “al fin de cuentas, nuestra mejor estimación de la tasa de pobreza extrema es de 0.24% entre las familias y de 0.11% entre los individuos.” Los autores agregan que ellos “sospechan que la verdadera tasa de pobreza es menor, dada la evidencia en las encuestas, de sub reportes de muchas fuentes de ingreso.”

También, que casi ninguno de los hogares incluía familias con niños:

“Entre los 285.000 hogares en situación de extrema pobreza, un 90% están formados de individuos solos. Los hogares con múltiples individuos sin niños forman el otro 10% de pobreza extrema. Sorprende que, después de efectuar todos los ajustes, [ninguna de las familias con hijos encuestadas en el sistema conocido como SIIP (Survey of Income and Program Participation) del Censo de los Estados Unidos], tiene ingresos inferiores a $2 al día por persona.”

Cuando se trata de estándares de vida, lo que a uno le debería interesar es el consumo, en vez del ingreso. Esa es la razón por la que la desigualdad, en última instancia, verdaderamente no importa; lo que importa es la desigualdad en el consumo. Tal como escribió recientemente The Economist en el 2014 (The Economist recently wrote in 2014),

“La desigualdad en el ingreso es la medición más frecuentemente citada, básicamente porque el dato acerca de aquel es el más completo. Sin embargo, para fines de medir cómo la desigualdad afecta a una comunidad, es también, probablemente, el criterio menos interesante de los tres.”

La desigualdad en el consumo, si bien es más difícil de medir, brinda una mejor estimación del bienestar social. Esto porque el estándar de vida de la gente depende en la cantidad de bienes y servicios que consume, en vez del número de dólares en su paquete salarial.

Si nos importan los pobres, deberíamos preocuparnos acerca del consumo de los pobres ̶ no de sus ingresos en comparación con los de Bill Gates. Asegurarse que tienen un ingreso suficiente para llenar sus propias necesidades de consumo, debería ser el objetivo final, Pero, entre tanto, no deberíamos oscurecer la verdad, dando a entender que nuestros vecinos son dejados que se mueran de hambre en las calles, porque sus ingresos son demasiado bajos.

(Por la vía de Reason)

Este artículo se reimprime con el permiso del Acton Institute.

Joe Carter es editor sénior del Acton Institute, También es editor de The Gospel Coalition, un especialista en comunicaciones para la Comisión de Ética y Libertad Religiosa de la Convención Bautista del Sur y es profesor adjunto de periodismo en la Universidad Patrick Henry. Es editor de NIV Lifehacks Bible y co-autor de How to Argue like Jesus: Learning Persuasion from History's Greatest Communicator (Crossway).