Un día de estos al leer un artículo de tanta violencia en las redes, me pregunté si habría algo que ayudara a contenerla. Este brillante artículo de Barry Brownstein, presentándonos a Séneca y otros, sin duda que da consejos muy valiosos a todos a quienes la ira nos ataca. Les aconsejo entusiastamente su lectura.

LA IRA ESTÁ AUMENTANDO EN LOS ESTADOS UNIDOS. LOS ESTOICOS ENSEÑARON COMO CONSERVAR LA CALMA

Por Barry Brownstein

Fundación para la Educación Económica
Martes 9 de julio del 2019


NOTA DEL TRADUCTOR: Para utilizar los ligámenes de las fuentes del artículo, entre paréntesis, con letra subrayada, si es de su interés puede verlo en https://fee.org/articles/anger-is-ri...eep-your-cool/

Los estoicos aconsejaron que usted puede cumplir con su “deber” sin furia. No existe tal cosa como una ira saludable, enseñó Séneca.

Según la última encuesta acerca de la salud NPR-IBM Watson (latest NPR-IBM Watson Health poll), “un 42% de aquellos encuestados dijeron que el año pasado ellos estaban más airados.”

La mayoría de nosotros piensa que somos mejores que el promedio (we are better than average). Creemos que otros se están airando más que como nos encontramos nosotros: “Alrededor de un 84% de la gente encuestada dijo que los estadounidenses hoy están más furiosos comparados con una generación atrás.”

No es extraño que algunos políticos hablen como si estuvieran en una furia perpetua. Joseph Epstein, escribiendo en el Wall Street Journal, señala acerca de Bernie Sanders (observes of Bernie Sanders):

“En su serio fariseísmo y posiciones mantenidas inflexiblemente, el Sr. Sanders me recuerda a uno de los estalinistas de antaño. Cuando le escucho machacar sus puntos de vista con una expresión entrecortada, usando sus manos para las letras cursivas, recuerdo aquella vieja frase de las madres judías de una generación previa, al ser fastidiada por sus hijos: ‘¡Hak mir nisht keyn tshaynik!’ Traducida libremente, equivale a: ¡Deje de traquetear la tetera frente a mi cara!’”

Agrega Epstein, “El Sr. Sanders no es un estalinista, pero, si se le juzga por su temperamento y rigidez, en la época de Stalin podría haberlo sido.”

Sanders no va a dejar su furia en el corto plazo; su éxito depende de atraer votantes furibundos.

Y no es sólo en la política en donde la ira está presente. El profesor de derecho de la Universidad de Harvard, Ronald Sullivan, obligado a renunciar como decano de una facultad, escribió acerca de las ‘demandas furiosas’ (wrote of “angry demands”) en las ciudades universitarias:

“En la ciudad universitaria la emoción desenfrenada ha reemplazado al razonamiento reflexivo. Los sentimientos ya no están más sujetos a la evidencia. Las demandas furibundas, en vez de argumentos rigurosos, parecen ahora guiar la política universitaria.”

En sus Meditations [Pensamientos o Meditaciones], señaló Marco Aurelio, “Son la cortesía y la bondad los que definen a un ser humano, y a un hombre. Es quien posee la fuerza, los nervios y las agallas, no los chillones y los enojados.”

DEJE DE ALIMENTAR SU FURIA

Hace unos meses, mi señora y yo perdimos la salida de nuestra autopista. Cuando salimos para devolvernos en nuestros pasos, nos encontramos con una presa por un semáforo. Cada vez que la luz pasaba al verde, solo cinco carros podían pasar antes de que volviera al rojo. Mi pensamiento divagaba si llegaríamos a tiempo a nuestro destino. Al arremeter contra la realidad y comportarme groseramente, mi esposa se quedó quieta, bueno, estoicamente.

En ese momento, estaba seguro de que mi furia era causada por el semáforo. Yo no me apunté para una intersección pobremente controlada y por un viaje retrasado. Aleje el asunto y pronto, de nuevo, yo estaré calmado. ¡Qué equivocado! La ira empieza con una decisión interna de estar furioso. Si queremos estar iracundos, encontraremos cosas por las cuales estar furiosos.

Mi agitación momentánea fue hecha de la misma cosa con que se logra una furia total al volante. Le había dado al mundo, en forma de una luz de un semáforo, poder sobre mi paz mental. “Usted no debería darles a las circunstancias el poder de despertar la ira, pues eso a ellas del todo lo les interesa,” aconsejó Marco Aurelio.

En el momento en que dejé de alimentar mi ira con más pensamientos, se acabó ella. En su libro The Daily Stoic [Estoicismo Cotidiano: 366 reflexiones sobre la sabiduría, la perseverancia y el arte de vivir], Ryan Holiday y Stephen Hanselman escriben:

“Dice el adagio que la regla más importante de los agujeros es que si ‘te encuentras en uno, deje de excavar.’ Puede ser el ejemplo de sabiduría tradicional que más se infringe en el mundo. Lo que la mayoría hace cuando algo sucede, sale mal o se le impone, es empeorarlo. Primero nos molestamos o angustiamos y, después, perdemos los estribos sin siquiera concebir un plan.”

A menudo la vida no llenará nuestras expectativas. La luz del semáforo sólo dejará pasar a cinco carros cuando usted tiene que ir a algún lado. Pero, ¿Tiene usted que dejar que su mente empeore la situación? Si usted sigue pellizcándose su brazo, no le sorprenda que se magulle.

SÉNECA ACERCA DE LA IRA

James Romm es profesor de literatura clásica en el Bard College. Su libro How to Keep Your Cool: An Ancient Guide to Anger Management es una nueva traducción al inglés de la obra del filósofo estoico Séneca, De la Ira.

En su introducción a su libro, Romm nos pide que recordemos “el último incidente menor que nos lanzó a la ira.” Él nos pide que reflexionemos acerca de estas preguntas: “Usted fue dañado ̶ o ¿lo fue? ¿Está usted notoriamente peor, uno o dos días después, que antes de que ocurriera el incidente? ¿Realmente fue importante que alguien le irrespetara?”

Entonces, Romm brinda este consejo lúcido:

“Cambiando su perspectiva o expandiendo su escala mental, Séneca desafía nuestro sentido acerca de que vale la pena, si es que algo, que usted se enoje. El orgullo, la dignidad, la importancia personal -las fuentes de nuestra ira al sentirnos dañados- terminan como si estuvieran vacías cuando nos alejamos y vemos nuestras vidas desde cierta distancia.”

En palabras de Séneca, “vuestra ir, vuestra locura nace de dar demasiada importancia a cosas muy pequeñas.”

Usando el ejemplo frecuente de furia al volante, Romm explica el precio de nuestra locura:

“En su momentánea furia al volante, en su deseo de pitar, dañar o mater al otro chofer, en su alma yacen amenazas graves a la soberanía de la razón y, por tanto, a su capacidad para elegir correctamente y llevar a cabo la acción virtuosa. El despertar de la ira pone en peligro su condición moral más que cualquier otra emoción, pues la ira es, a los ojos de Séneca, la más intensa, destructiva e irresistible de las pasiones. Es como saltar a un precipicio: una vez que se deja que la ira gane el control, no hay esperanzas de detener la caída.”

Ser conscientes cura la furia. Mire “todos los vicios a que da lugar la ira y los apreciamos en su justo valor.” Séneca fue persistente:

“Si quieres considerar ahora sus efectos y estragos, verás que ninguna calamidad costó más al género humano. Verás los asesinatos, los envenenamientos, las mutuas acusaciones de cómplices, la desolación de las ciudades, las ruinas de naciones enteras, las cabezas de sus jefes vendidas al mejor postor, las antorchas incendiarias aplicadas a las casas, las llamas franqueando los recintos amurallados y en vastas extensiones del país brillando las hogueras enemigas.”

La ira daña al huésped furioso. Séneca enseñó:

“Sorda a los consejos de la razón, agitándose por causas vanas, inhábil para distinguir lo justo y verdadero; [la ira] se parece a esas ruinas que se rompen sobre aquello mismo que aplastan.”

NO DEJE QUE LA IRA LLEGUE A LA PUERTA DE ENTRADA

Los estoicos aconsejaron que usted puede cumplir con su “deber” sin furia. No existe tal cosa como una ira sana, enseñó Séneca.

“Creen algunos que es bueno moderar la ira, pero no extinguirla por completo; cercenar lo que tiene de excesiva, para encerrarla en proporción saludable; retener especialmente la energía, sin la cual toda acción sería lánguida, extinguiéndose todo vigor y toda fuerza de ánimo. Sin embargo, en primer lugar, más fácil es excluir lo pernicioso que gobernarlo, no admitirlo que ordenarlo después de admitido. En cuanto toma posesión, es más fuerte que la templanza y no soporta freno ni restricciones.”

En resumen, “una vez sacudida y derrocada, la mente se convierte en una esclava de aquel que la maneja.” Elija ir en contra de la ira tan pronto como usted la reconozca. Séneca instruye:

“Desde luego, lo mejor es rechazar los primeros impulsos de la ira, sofocarla en su raíz y procurar no caer en su dominio. Porque sí le presentamos el lado débil, es difícil librarse de ella por la retirada, porque es cierto que no queda ya razón cuando damos entrada a la pasión permitiéndole algún derecho por nuestra propia voluntad.”

He aquí la eterna regla de dedo de Séneca: No confíe en sus primeros pensamientos de ira gritando por un consejo malsano. Él lo explica

“Debemos, pues, combatir contra las causas primeras. Causa de la ira es la idea de que se ha recibido una injuria; necesario es no creer en ello fácilmente, ni ceder ni aun a aquellas cosas que nos parecen evidentes, porque con frecuencia lo falso tiene las mismas apariencias que lo verdadero. Indispensable es conceder siempre un plazo: el tiempo descubre la verdad.”

Como los otros estoicos, Séneca aconsejó entrenar la mente. Cada uno de nosotros debe conocer sus primeras advertencias de tormentas personales. Él instruye

“Lo más conveniente es curarse desde los primeros síntomas del mal; para esto es necesario dejar a nuestras palabras la menor libertad posible, y contener los ímpetus. Fácil es sin duda dominar la pasión en el momento en que nace: la enfermedad tiene señales precursoras.”

Séneca preguntó, “¿Conseguiremos no encolerizarnos si nos representamos más de una vez todos los vicios de la ira, si la apreciamos en su justo valor?

NO CONFÍE EN EL AIRADO

Si usted no debería confiar en sí mismo cuando está furioso, con seguridad que usted no debería confiar en otros cuando están iracundos. “No debes fiar en las palabras de los airados, que hacen mucho ruido y amenazas, pero en el fondo son cobardes,” aconsejó Séneca.

Los políticos iracundos creen que ellos son sabios. Estudiantes universitarios creen que ellos son justos. Un chofer invadido por la furia al volante cree que él está en lo correcto. Séneca diría que todos ellos están enfermos.

“Todos aquellos a quienes el ánimo depravado lleva más allá de los pensamientos humanos, imaginan que respiran algo grande y sublime. Pero, en el fondo de esto no hay nada sólido y amenaza constantemente con caer. La ira no descansa en nada, no se alza sobre cosa firme y duradera, solamente es humo y viento.”

Algunos pueden creer que la habilidad para estar furioso con impunidad es una prebenda de su poder. Séneca diría que airarse es una trampa cazabobos.

“¿No quiere usted que le aconseje a esa gente que exhibe la furia desde la altura del poder, que piensa que es testamento de su fuerza, que considera que una venganza rápida es uno de los grandes beneficios de la gran riqueza, que él, quien es un prisionero de la furia, no puede ser llamado poderoso e incluso libre?”

¿Podemos reducir nuestra atracción hacia la ira? ¿Podemos mantener nuestra calma mientras que otros pierden las suyas? Si suficientes de nosotros podemos, habrá una demanda menor de políticos airados.

PERDONAR ES UN BÁLSAMO QUE ALIVIA

Romm coloca a De la Ira en contexto: “Al momento en que llegó a escribir De la Ira, o al menos gran parte de ella, él había sido testigo, desde la atalaya cercana al Senado de Roma, de los cuatro años de reinado sangriento de Calígula.”

La mayoría de nosotros no es ni santos puros ni tampoco almas dementes como Calígula. Séneca escribió, “hasta en los caracteres mejores existen asperezas. La naturaleza humana produce amigos insidiosos, produce ingratos, produce codiciosos, produce impíos.”

Entender la naturaleza humana nos permite ser “más bondadosos el uno con el otro.” Séneca nos aconsejó que perdonáramos las debilidades de otros: “Sólo somos gente malvada que vive entre gente malvada. Sólo una cosa puede darnos la paz, y ese es un pacto de indulgencia mutua.”

Siempre mira tu humanidad en común con otros, aconsejó Séneca.

“La mayoría de la humanidad se enoja no ante los males, sino ante quienes los practican. Una buena mirada hacia nosotros mismos nos hará mucho más moderados, si nos preguntamos: ‘¿No hemos hecho algo parecido? ¿No hemos errado de la misma manera? ¿Ganamos algo con condenar?’”

Séneca señaló nuestra hipocresía.

“Cada uno de nosotros tiene en su interior el espíritu de un rey: Queremos que se nos otorgue libertad plena, pero no para aquellos que actúan en contra nuestra. Ya sea por nuestra ignorancia o por nuestra arrogancia lo que nos hace propensos a la ira. ¿Es por ello acaso sorprendente que la gente malvada hace cosas malvadas?

Y cuando nos olvidamos de nuestra ignorancia y arrogancia, Séneca sugiere que recordemos “cuando nos cueste trabajo perdonar, si nos convendría que fuesen todos inexorables con nosotros ¿Cuántas veces implora perdón el que lo negó?”

Actualmente, como todos los días, el mundo brindará amplia oportunidad para practicar la sabiduría de Séneca. Cómo pasamos nuestros días llega a ser cómo pasamos nuestra vida. ¿Estamos dispuestos a aprender, tal como lo expone Marco Aurelio (Marcus Aurelius puts it), que “tenemos algo dentro de [nosotros] más poderoso y divino que lo que causa las pasiones corporales y que [nos] agita como un muñeco.”?

Barry Brownstein es profesor emérito de economía y liderazgo en la Universidad de Baltimore. Es autor de The Inner-Work of Leadership [The Inner-Work of Leadership]. Para recibir los ensayos de Barry, suscríbase en Mindset Shifts.