Siempre que tengo la oportunidad, le recomiendo la lectura del pequeño ensayo del pensador Leonard E. Read, el cual puede ser encontrado en el sitio HACER o bien en http://www.hacer.org/pdf/Lapiz.pdf. Sin duda que se lograría aprender mucho con su lectura.

CÓMO ES QUE LA CRÍTICA DE LA BBC A “YO, EL LÁPIZ” NO DA EN EL BLANCO

Por Ben Johnson

Fundación para la Educación Económica
Jueves 11 de julio del 2019

NOTA DEL TRADUCTOR: Para utilizar los ligámenes de las fuentes del artículo, entre paréntesis, con letra subrayada, si es de su interés puede verlo en https://fee.org/articles/how-the-bbc...sses-the-mark/

El ensayo de Read no es un escrito en pro de la anarquía. “Yo, el lápiz” es un llamado a la humildad entre planificadores económicos centrales, el cual es desesperadamente necesario para los pensadores utópicos de hoy y de todos los tiempos.

El ensayo inmortal de Leonard Read, “I, Pencil” (Yo, el lápiz) [Nota del traductor: puede encontrarse en español en http://www.hacer.org/pdf/Lapiz.pdf], ha persuadido a mucha gente acerca de las maravillas del libre mercado como, posiblemente, ningún otro trabajo comparable ̶ tanto que la BBC (British Broadcasting Corporation) recientemente puso un artículo atacándolo. Sin embargo, cualquiera que lea ambos artículos concluirá en que el lápiz de Read se muestra luciendo más elegante.

El simple hecho de que el artículo de Read aún puede provocar refutaciones 60 años después de que apareciera en la edición de diciembre de 1958 (December 1958 issue) de la revista The Freeman de la Fundación para la Educación Económica, es testimonio de su significado. Al ser un ensayo tan poderoso y persuasivo, tenía que ser destruido.

LA RESPUESTA DE LA BBC

Introduzca a la BBC, la que ha publicado un artículo de Tim Harford en donde pregunta, “Have we all underrated the humble pencil?” [¿Hemos todos subestimado al humilde lápiz?] A primera vista, parece ser una información al estilo del Readers Digest [Selecciones] acerca de lápices, hasta que se llega al párrafo 14, cuando se voltea hacia el ensayo de Read.

Después de llamar al escrito epónimo de Read un implemento “escandaloso y un toque melodramático,” Harford básicamente ignora el argumento del lápiz. Read muestra la paradoja de cómo ninguna persona en la cadena de producción conoce todo lo que entra en la creación de un lápiz, pero, aun así, la contribución que hace cada persona resulta en un acto creativo.

En vez de eso, Harford gasta la mayor parte del ensayo criticando una frase expresada por Milton Friedman en su serie televisada Free to Choose [Libre para Elegir], quien introdujo el ensayo de Read a una nueva generación. Friedman hace ver que el lápiz fue creado por “la magia del sistema de precios.”

Luego, Harford formula tres argumentos dirigidos al testaferro de que Read o Friedman eran anarquistas ̶ y que el gobierno es el motor principal de la innovación. Así concluye Harford:

“Entonces, en la práctica, el lápiz es el producto de un sistema económico desordenado, en donde el gobierno desempeña un papel y las jerarquías corporativas aíslan a muchos trabajadores de la ‘magia del sistema de precios’ de Friedman.

Read puede estar en lo correcto en cuanto a que un mercado libre puro sería mejor, pero su lápiz no comprueba el caso.”

La réplica de la BBC asciende a tres objeciones, todas ellas siendo presas de errores similares.

¿LA EMPRESA VERSUS EL LIBRE MERCADO?

El argumento más débil de Harford afirma que la existencia de empresa, de alguna forma invalida el concepto de oferta y demanda. “El instrumento locuaz de Leonard Read fue creado por la empresa Eberhard Faber, ahora parte de Newell Rubbermaid ̶ y, como todo conglomerado, sus empleados responden a instrucciones de su jefe, no a los precios del mercado,” escribe él.

La BBC está confundida por las causas inmediata y mediata. En efecto, los trabajadores responden de una manera inmediata a las instrucciones de sus jefes. Esos jefes se reportan ante otros jefes, quienes se reportan el gerente, quien se reporta ante la junta directiva. A pesar de lo anterior, si esos niveles de administración y gestión no responden en última instancia a los precios en el mercado, ellos se reportarán a una línea de trabajo diferente.

Las señales de los precios son información que dirige a los trabajadores hacia la mejor forma de crear, administrar y mercadear sus productos para lograr el mayor éxito. Cierto, alguien tiene que leer los datos y decidir cómo responder ante ellos. La respuesta de Harford podría servir como argumento para aumentar los salarios de los gerentes. Pero, Friedman identifica apropiadamente la magia en la máquina.

EL PUENTE HACIA NINGÚN LADO

Harford manifiesta un segundo argumento, que aparece para enfrentar el texto de Read:

“El economista John Quiggin plantea una objeción distinta (Economist John Quiggin raises a different objection). Mientras que el lápiz de Read destaca su historia de selvas y carros de ferrocarril, tanto las selvas como los ferrocarriles son, a menudo, poseídos y administrados por los gobiernos.”

Cierto, y eso es una lástima. Políticas gubernamentales, influidas por activistas del medio ambiente, han alimentado (fueled) incendios forestales anuales, y la regulación de ferrocarriles fue una de las formas más egregias de amiguismo (cronyism) entre el estado y los “capitalistas sin escrúpulos.” [Nota del traductor: son los llamados en inglés “Robber Barons.”]

Este argumento también es prestidigitación. Harford ignora el argumento de Read acerca de la eficacia del transporte público versos el privado, que inmediatamente precede la sección que Harford cita. Read hizo ver que las empresas privadas llevan el “petróleo desde el Golfo Pérsico hasta nuestra Costa Este -a medio mundo de distancia- ¡por menos dinero que lo que el gobierno carga por entregar una carta de una onza al otro lado de la calle!” Para nuestros propósitos, reconoceremos, aun cuando el gobierno no tiene (need not) por qué llevar a cabo esa función, que construir vías es uno de los poderes enumerados dados (granted) al gobierno federal por la Constitución de los Estados Unidos.

Esa réplica no fue una sorpresa para Friedman, pues, en el mismo segmento de dos minutos (two-minute segment), señaló que los empresarios transportaron (transported) las plantas de hule usado para hacer el borrador del lápiz, desde América del Sur a Malasia, “con la ayuda del gobierno británico.” Friedman tan puede haberlo conocido que él hizo esa afirmación en la televisión pública.

En lo sustantivo, el artículo de la BBC hace eco del famoso discurso (speech) de Barack Obama, de que “usted no construyó eso.” Y sufre de las mismas falacias.

LAS SEÑALES DE LOS PRECIOS

Este argumento confunde las causas necesarias con las suficientes. La habilidad para transportar a un producto desde la fábrica al estante de un comercio es una condición necesaria para su venta -y, con ello, para su producción en masa- pero no suficiente.

Si los caminos crearon a las empresas, entonces, no debería existir extensión de asfalto en el país que no estuviera engalanada con tiendas, comercios u oficinas. Los caminos facilitan el comercio; ellos no necesariamente lo causan. Si el gobierno tuviera la responsabilidad de todo el comercio que fluye por los caminos, entonces, el gobierno federal el año pasado contrabandeó (smuggled) todas las drogas, excepto las 370.000 libras detenidas en los puertos legales de ingreso ̶ y la Oficina de Correos de los Estados Unidos en el 2007 traficó (trafficked) todas las drogas, excepto las 40.000 que incautó en los envíos por correo. Claramente, esta es una reductio ad absurdum al aplicarse a los narcóticos o a los lápices número dos.

El proceso creativo empieza cuando un empresario siente la necesidad subyacente de un producto o servicio, lo cual es confirmado por la voluntad de alguien de pagar por él. Uno puede llamar a esto -para acuñar una frase- la “magia del sistema de precios.”

Todavía más, tal como ningún Zar de los Lápices dirige la construcción de lápices, ningún Zar del Transporte le dice a la empresa si ha de transportar su carga en camiones, tren, barco, dron o por correo privado. La firma elige el método de envío que mejor se adapta a sus necesidades, con base en las señales de los precios.

LAS PATENTES: ¿AMIGAS O ENEMIGAS?

Finalmente, el artículo de la BBC señala el tema de la propiedad intelectual. Cuando la guerra interrumpió la habilidad de Francia para importar grafito británico, Nicolas-Jacques Conté apareció con una nueva composición para la mina del lápiz, por la cual obtuvo una patente.
Esto, arguye Harford, debería hacer que nosotros

“cuestionáramos si el lápiz de Read está en lo correcto para estar fieramente orgulloso de su ancestro de libre mercado. ¿Habría el Señor Conté puesto tanto esfuerzo en sus experimentos, sin el prospecto de una patente respaldada por el estado?”

Por más de un siglo, los libertarios han estado en desacuerdo acerca de la propiedad intelectual. Murray Rothbard se opuso a las patentes (definidas como un monopolio gubernamental por toda una vida), pero apoyó los derechos de autor (los que él creía que podrían ser escritos en la ley de contratos). Pero, Lysander Spooner escribió que “el derecho a la propiedad de la riqueza intelectual” es un brote de los derechos de propiedad y negarlos equivalía a una forma de comunismo. Y Ayn Rand mantuvo que las patentes reconocen “el papel primordial del esfuerzo mental en la producción de valores materiales.” Académicos asociados con el Instituto Acton han llegado a conclusiones divergentes (reached_disparate_conclusions) en torno a la eficacia y la propiedad de los derechos de propiedad intelectual.

En vez de resolver este asunto, las objeciones de la BBC pueden ser resueltas al lidiar con dos argumentos errados que están incorporados en el artículo de Hartford.

El primero es que el papel derivado del gobierno de provisión de caminos o patentes es un motor básico de creatividad. La necesidad, no la infraestructura, es la madre de la invención. La gente ingeniosa siempre inventará y construirá artefactos para mejorar nuestras vidas propias. El respeto del gobierno por los derechos de propiedad sólo determina si ellos los producirán y venderán masivamente, de forma que otros se beneficien a partir de sus descubrimientos.

El segundo supuesto falaz es que todo mundo que apoya los mercados libres es un anarquista. La concepción lockeana de una libertad ordenada le encarga al gobierno la defensa del derecho a la vida, la libertad y la propiedad (life, liberty, and property) ̶ una posición que sucede que Leonard Read y Milton Friedman comparten. Read escribió en su trabajo menos conocido Government—An Ideal Concept, que el Estado debería confinarse a “proteger por igual la vida y la propiedad de todos los ciudadanos, e invocar una justicia en común bajo la ley.” Friedman creía que el gobierno tenía tres funciones primarias (three primary functions): “brindar la defensa militar de la nación,” “hacer cumplir los contratos entre individuos,“ y “proteger a los ciudadanos de crímenes contra ellos o su propiedad.”

El punto de “Yo, el lápiz” es mejor captado por el sucesor de Read en la dirección de la Fundación para la Educación Económica (FEE), Lawrence W. Reed. “Ninguno de los Robespierres de este mundo sabía cómo hacer un lápiz; a la vez, ellos querían rehacer a sociedades enteras,” escribió él. Los burócratas ambiciosos, deseosos de imponer su ignorancia sobre la economía o la política, carecen de la información y la creatividad generada espontáneamente por la gente libre. “Dejad desinhibidas todas las energías creativas,” escribió Leonard Read. “Permitid que esos conocimientos creativos fluyan libremente.”

El ensayo de Read no es un escrito en pro de la anarquía. “Yo, el lápiz” es un llamado a la humildad entre planificadores económicos centrales, el cual es desesperadamente necesario para los pensadores utópicos de hoy y de todos los tiempos.

Todo lo cual deja a Harford sin un punto que plantear.

Afortunadamente, los lápices tienen borradores.

Este artículo se reimprime con el permiso del Acton Institute.

El Reverendo Ben Johnson es editor sénior del Instituto Acton. Su trabajo se enfoca en los principios necesarios para crear una sociedad libre y virtuosa en la esfera transatlántica (los Estados Unidos, Canadá y Europa).