Este libro debe ser leído por todos y, ante todo, interpretarlo correctamente, como lo explica Shawnna Morris.

1984 DE ORWELL: CÓMO LEER MAL A UN CLÁSICO

Por Shawnna Morris
Fundación para la Educación Económica
Sábado 8 de junio del 2019


NOTA DEL TRADUCTOR: Para utilizar los ligámenes de las fuentes del artículo, entre paréntesis, con letra subrayada, si es de su interés puede verlo en https://fee.org/articles/orwell-s-19...ead-a-classic/

En las décadas que han pasado desde su publicación, se ha perdido el contexto de la magnum opus de Orwell.

El 8 de junio del 2019 marca el 70 aniversario de la novela distópica de George Orwell 1984. No escasearán las piezas de pensamiento que malinterpretarán su legado. Ellas se enfocarán en los medios sociales, las cámaras de seguridad, la recolección de datos y en las “noticias falsas.” ¿El problema? La novela no fue un comentario acerca del lado negativo de la tecnología. Tenía la intención de advertir contra la expansión creciente del comunismo.

En las décadas que han pasado desde su publicación, se ha perdido el contexto de la magnum opus de Orwell. Lo que permanece en la memoria son simplemente fragmentos del panorama más amplio: la censura del gobierno, la ubicuidad de las cámaras de vigilancia, y los ingeniosos neologismos de Orwell (Neolengua, doblepensar, crimental [crimen mental], entre otros). Este recuerdo selectivo ha conducido a una malinterpretación extensa de la advertencia original del libro.

1984 ERA ACERCA DE LA UNIÓN SOVIÉTICA

Todos los libros de Orwell fueron escritos con un mensaje y 1984 no es la excepción. Él fue una de las pocas voces literarias de la izquierda que reconoció y habló contra los abusos a los derechos humanos en la Unión Soviética, y su trabajo de ficción se basa en gran medida en el muy real régimen totalitario de José Stalin. Las escaseces de alimentos, el control gubernamental de la prensa, la militarización de la cultura, el espionaje sobre los ciudadanos y los arrestos en masa y la tortura de supuestos “enemigos”, todos esos, fueron parte de la vida en la Rusia Soviética.

La novela anterior de Orwell, Animal Farm [Rebelión en la Granja], escrita en 1943, fue rechazada por editores británicos, temerosos de que su crítica a la Revolución Bolchevique ofendería a los Aliados Soviéticos, en momentos en que ellos eran necesarios para derrotar a la Alemania Nazi. No fue publicada sino hasta que terminó la Guerra, lo que enfureció a Orwell. Él temía que un fracaso de las democracias occidentales para plantarse firmemente contra el comunismo, resultaría en una capitulación rápida, conduciendo al fin de la libertad, tal como aquellas la conocían.

Una búsqueda rápida de 1984 en las noticias de la red no hará mención alguna de la Unión Soviética. No obstante, conducirá a interminables artículos que proclaman el cumplimiento debido de las profecías de George Orwell en Occidente. A diferencia de Rebelión en la Granja, que puede interpretarse sólo de una forma, 1984 ha llegado a ser una prueba de Rorhschach, revelando más acerca del lector, que del texto.

PERSPECTIVAS PARTIDARIAS

Desde la izquierda, la mayoría de los artículos y entradas en blogs actuales, proyectan al carácter “Gran Hermano” en el presidente Donald Trump, como lo hace Eliot Namay en su columna (Eliot Namay's column) del 6 de mayo en la edición del Charleston Gazette-Mail. Típicamente, se enfocan en el ardiente populismo de Trump y su inclinación al discurso impulsivo, los cuales le puede inducir a jugar con los hechos.

Las ventas de 1984 se dispararon dramáticamente después de su toma de posesión en el 2107, cuando (incorrectamente) el secretario de prensa de la Casa Blanca, Sean Spicer, proclamó que era la “audiencia más grande que jamás haya visto una toma de posesión.” La consejera de Trump, Kellyanne Conway, posteriormente defendió el alegato en el programa de televisión Meet the Press, dejando escapar la frase ahora infame de “hechos alternativos.” Muchas historias noticiosas compararon su metida de patas con la “Neolengua” y el “doblepensar.” También es muy común leer comparaciones de las concentraciones de Trump con los “Dos Minutos de Odio” descritos en 1984.

Por otra parte, las comparaciones desde la derecha generalmente tienden a enfocarse en los códigos de expresión políticamente correcta de las universidades y en la recolección masiva de datos de grandes compañías de tecnología, como Facebook y Google, advirtiéndoles a los lectores que “El Gran Hermano te Vigila.” Kalev Leetaru explora ambos aspectos en su columna del 6 de mayo en Forbes (May 6 column in Forbes), en donde compara a la tendencia de los medios sociales de eliminación de plataformas con el estatus de “nopersona” de Orwell. Notoriamente, las ventas de 1984 también se dispararon en el 2013, después de que Edward Snowden filtró detalles de recolección masiva de registros de internet y telefónicos por parte de Agencia Nacional de Seguridad de los Estados Unidos. Una serie de artículos le siguieron, afirmando que 1984 había llegado.

Una cierta cantidad de hipérbole es característica de los reportajes y comentarios de la actualidad, pero, comparaciones con 1984 son inapropiadas. De nuevo, George Orwell estaba escribiendo acerca de un régimen específico. El Gran Hermano era una obvia referencia al “Tío Joe” Stalin, un dictador extraordinariamente malvado. Trump tiene sus limitaciones, pero él no es un Stalin. Un presidente que se inclina a exagerar no iguala a una prensa controlada por el gobierno (que la Unión Soviética tenía). Los “Dos Minutos de Odio” recordaban la demonización pública por Stalin de Trotsky, quien se atrevió a criticar las tácticas de aquel. La recolección de datos constituye una preocupación creciente. Para estar claros, no precede un golpe aterrorizador en la puerta por parte de la KGB (Policía Secreta de la Rusia Soviética].

LA COMPARACIÓN CORRECTA ES CON EL COMUNISMO

Esto no quiere decir que Orwell estaba equivocado. De hecho, él fue sumamente profético. La historia que contó en 1984 se dio en las dictaduras comunistas alrededor del mundo, de formas deprimentemente predecibles. Las raciones de alimentos son escasas y miserables en el mundo futuro de Orwell, y las escaseces de alimentos o hambrunas han sido característica permanente de los países comunistas. Ucrania, China y Camboya experimentaron hambrunas impuestos sobre poblaciones concretas, pero, todo el Bloque Comunista experimentó escaseces periódicas de alimentos, debido a los fracasos de la planificación central. La hambruna de Corea del Norte a fines de la década de los noventas, mató casi un 5 por ciento de su población y Venezuela ha experimentado una escasez continua de alimentos desde el 2010.

El principal carácter del libro, Winston Smith, menciona que sus padres desparecieron durante “las purgas.” La Unión Soviética condujo las primeras purgas masivas de enemigos políticos, pero, otras naciones comunistas le siguieron. China, Vietnam, Camboya y Corea del Norte, todos, han llevado a cabo asesinatos masivos por razones políticas. Orwell recorre página tras página detallando la prisión y tortura de Winston. El sistema soviético del Gulag, la infame prisión de Rumanía Pitesti Prison, y los campamentos de reeducación vietnamitas (Vietnamese re-education camps) vienen a la mente. North Korea y China en la actualidad operan campos de trabajos forzados para los enemigos del estado.

¿Vigilancia masiva? Corea del Norte lidera la manada, con tres organizaciones gubernamentales que emplean a más de 200.000 informantes dedicados a espiar a sus propios ciudadanos. China se está preparándose para convertirse en un pleno 1984, al desplegar el “Sistema de Crédito Social,” apoyado en la tecnología de reconocimiento facial.

Como autor y periodista, Orwell estaba particularmente interesado en la supresión de la expresión y en la reescritura de la historia, ambos perfeccionados por la Unión Soviética. Corea del Norte censura a toda la prensa externa, tal como lo trataron de hacer la mayoría de los satélites soviéticos. El 31 de mayo, CBS News reportó (reported) que el gobierno chino estaba arrestando a cualquiera que hubiera estado asociado con las protestas de 1989 de la Plaza de Tienanmén, anticipando el 30 aniversario de la masacre. Las referencias en la red fueron rápidamente eliminadas por funcionarios gubernamentales, y se prohibió la mención pública de los acontecimientos. Ahora bien, esa sí es una memoria elástica.

La libertad debe ser resguardada con vigilancia, y los ciudadanos están en lo correcto al quejarse de la recolección de datos que elude límites de la privacidad o de un presidente que es descuidado con la verdad. No obstante, comparar nuestra sociedad abierta con el estado policíaco visualizado en 1984, es un acto de pereza e imprudencia. Minimiza el sufrimiento de aquellos quienes han vivido -y de aquellos que continúan viviendo- la pesadilla totalitaria que imaginó Orwell.

Shawnna Morris es una ama de casa y madre de dos hijos. Se dedica a entrega urgente de correos y es autora en Cold War History blog.