Guardar silencio es alentar el olvido. Debemos recordar a los tiranos y sus actos, para impedir que algún día lleguen a someternos y reducir nuestras libertades.

RECORDANDO 30 AÑOS DESPUÉS A LA PLAZA TIENANMÉN

Por Aaron Tao

Fundación para la Educación Económica
Miércoles 5 de junio del 2019

NOTA DEL TRADUCTOR: Para utilizar los ligámenes de las fuentes del artículo, entre paréntesis, con letra subrayada, si es de su interés puede verlo en https://fee.org/articles/remembering...0-years-later/

A la fecha, la censura, la ofuscación y la negación del gobierno han hecho que los detalles de la cantidad de muertos resultado de la masacre, sean difíciles de verificar.

“Un hombre libre dirá con verdad lo que él piensa y siente entre miles de hombres que, por sus acciones y palabras, afirman exactamente lo opuesto. Parecería como si él, quien sinceramente expresó su pensamiento, deba permanecer sólo, a la vez que generalmente sucede que todos los demás, o al menos la mayoría, ha estado pensando y sintiendo las mismas cosas, pero sin expresarlas. Y eso, que ayer era la opinión novedosa de un hombre, hoy se convierte en la opinión general de la mayoría. Y, tan pronto como esa opinión se establece, inmediatamente en grados imperceptibles, pero que van más allá del poder de la frustración, la conducta de la humanidad empieza a cambiar.” ̶ León Tolstoi.

EL 30 ANIVERSARIO DE LA PLAZA TIENANMÉN

Esta semana, hace treinta años, el 4 de junio de 1989, el gobierno chino lanzó una brutal represión militar contra demostraciones dirigidas por estudiantes reunidos en la Plaza Tienanmén en Beijing. Durante las siete semanas previas, los manifestantes crecieron hasta llegar a ser cientos de miles (más de un millón en el momento culminante de las protestas, según algunos reportes (reports)) y pidieron libertad de expresión, libertad de prensa, rendición de cuentas por el gobierno y un final al amiguismo y la corrupción. Aunque el incipiente Movimiento Chino por la Democracia (Chinese Democracy Movement) estaba compuesto por diversas facciones con muchas agendas diferentes, en términos generales, iba orientado hacia reformas liberales.

La disensión permeó al Ejército de Liberación del Pueblo (the People’s Liberation Army) (ELP) e incluso algunos en las altas esferas del Partido Comunista Chino simpatizaron con los que protestaban (sympathized with protestors), pero, al final de cuentas, la línea dura imperó. Se dieron órdenes de usar la fuerza militar para limpiar la plaza. A la fecha, la censura, la ofuscación y la negación del gobierno han hecho que los detalles de la cantidad de muertos (death toll) resultado de la masacre, sean difíciles de verificar, con algunas estimaciones siendo tan bajas como 200 y otras de más de 10.000 (10,000) (de acuerdo con un cable del gobierno británico (British government cable) que fue desclasificado en el 2017).

Una de las fotografías más icónicas del siglo XX, el “Hombre del Tanque de Guerra,” (Tank Man) fue tomada durante la represión militar y, desde ese entonces, se ha convertido en un símbolo duradero del individuo versus la opresión estatal.

CENSURA Y LAVADO DE CEREBRO

Tristemente, parece que la famosa imagen y los acontecimientos del 4 de junio de 1989, se han desvanecido en gran medida del consciente colectivo del pueblo chino, debido a una campaña orwelliana (Orwellian campaign) de represión oficial y de una censura autoimpuesta (self-imposed censorship.)

Muchos observadores internacionales han dado a conocer temas de ignorancia y apatía masivas (noticed themes of mass ignorance and apathy): “Los estudiantes chinos son tan apolíticos, tan enfocados en trabajos y riqueza, que ni siquiera tienen conocimiento de su propia historia poderosa.” Otra historia (Another story) reporta un mensaje similar:

“Después de años de un silencio impuesto, muchos jóvenes tienen poca idea, si es que alguna, de los [detalles rumorados acerca de la masacre] que tuvo lugar. Otros han llegado a creer que la represión era inevitable e incluso necesaria, en aras de la estabilidad.”

Un periodista chino en Beijing se lamenta (Beijing laments) de que “incluso aquellos que se dan buena cuenta de la intervención del estado, hacen pocos esfuerzos por buscar la verdad e impulsar el cambio.”

UN LEGADO DE DEMOCRACIA

No obstante, es imposible reescribir totalmente la historia e imponer el silencio ideológico en un país con más de mil millones de personas. Mucha gente que vivió los acontecimientos de 1989 hoy todavía está viva en China, y disidentes en Hong Kong, Taiwan, y en otros lados allende los mares, no los han olvidado.

Wang Dan, uno de los principales líderes estudiantiles durante las protestas de estudiantes en 1989, mantiene su decisión (stands by his decision) y cree firmemente que él lo volvería a hacer si confrontara hoy las mismas opciones:

“A pesar de nuestro fracaso, creo que nosotros, los manifestantes, hicimos una diferencia. CNN reportó en vivo lo que sucedió en la Plaza Tienanmén, y el gobierno chino se dio cuenta de que ya no podía más masacrar a sus ciudadanos cuando todo el mundo lo observaba. Elevamos la consciencia ciudadana sobre la democracia; muchos de los abogados y de los activistas de derechos humanos que han desafiado la legitimidad del Partido Comunista en los años posteriores a la masacre, participaron o apoyaron al movimiento de 1989. Y, hoy en día, Occidente finalmente ha reconocido los peligros del régimen totalitario de China.”

Muchos intelectuales (intellectuals), empresarios internacionales (international businessmen) y sus contrapartes chinas (Chinese counterparts) que trabajan y viven en el continente, reconocen que China se ha hecho menos libre (less free) de lo que era hace cinco e incluso 10 años, desde que Xi Jinping consolidó el poder (Xi Jinping consolidated power). En todo el continente, e incluso en lugares anteriormente libres como Hong Kong, la libertad de expresión (free speech), el disentimiento (dissent) y la sociedad civil (civil society) han sido incansablemente reprimidas por el nuevo gobierno envalentonado. Tal vez no sorprende que el gobierno chino lanzó su mayor campaña de censura a la fecha (strongest censorship campaign to date), en el 30 aniversario de la masacre de la Plaza Tienanmén.
Tan triste como es reconocer la recaída de China en el autoritarismo (relapse into authoritarianism), eso sólo debería envalentonar a los amantes de la libertad en todos lados a buscar y diseminar la verdad: El 4 de junio de 1989, jóvenes de todas los orígenes y condiciones de vida, estuvieron dispuestos a poner sus vidas en riesgo (y muchos de ellos, en efecto, pagaron el precio final) con la esperanza de un mundo más libre. La justicia sigue siendo elusiva mientras que sus asesinos todavía siguen sueltos y activos en una pandilla llamada Partido Comunista Chino, que a la fecha gobierna al país.
Borrar los sacrificios de esos hombres y mujeres valientes, que derramaron su sangre en la Plaza Tienanmén y permitir que aquellos responsables se salgan con su crimen, no es nada menos que moralmente reprensible.
Jiang Lin, una periodista del Ejército de Liberación del Pueblo (ELP), con conexiones al interior del liderazgo del partido, fue testigo de la masacre y vivió durante treinta años con recuerdos reprimidos. En una entrevista (interview) con el The New York Times, finalmente quebró su silencio cuando su cargo de consciencia era demasiado como para soportarlo:
“El dolor me ha carcomido durante 30 años. Todos los que tomaron parte deben hablar acerca de qué saben de lo que pasó. Ese es nuestro deber con los muertos, los sobrevivientes y los niños del futuro.”

En su conclusión advierte que “La aparente estabilidad y prosperidad de China sería frágil en tanto que el partido no expíe por el derramamiento de sangre.” Esa apariencia no puede durar. “Todo esto está construido sobre arena. No hay una base sólida. Si usted puede negar que gente fue asesinada, cualquier mentira es posible,” advierte ella.

Jiang Lin está absolutamente en lo correcto. No olvidemos los acontecimientos de 1989 en Tienanmén y unámonos a los esfuerzos en conjunto de gente alrededor del mundo en conmemoración. Como lo advirtió Tolstoi, se requiere tan sólo de un acto único de coraje proveniente de un individuo que piensa libremente, para crear una ola que llegará a convertirse en un tsunami. Incluso mientras lamentamos la disminución de las libertades económicas (economic) y personales (personal freedoms) en los Estados Unidos, debemos tener en mente que mucha gente en todo el mundo la pasa peor. El mensaje de libertad es universal y deberíamos estar siempre juntos contra los intentos de opresión del gobierno, sin importar en dónde es que puedan darse.

[Este artículo se basa en una pieza del autor en el 2014 acerca del 25 aniversario (25th anniversary piece) para el Independent Institute.]

Aaron Tao es un empresario y joven profesional que trabaja en Austin, Texas. Tiene una maestría en la Escuela de Negocios McCombs de la Universidad de Texas en Austin y un bachillerato de la Universidad Case Western Reserve. Sus otros artículos se han publicado en Areo Magazine, Quillette y en el Instituto Independiente.