Les aconsejo leer esta narración de la experiencia de un economista que visitó al paraíso socialista, Cuba. Sin duda, dan “muchas, pero muchas ganas” irse a vivir allí.

LOS SUEÑOS DE CUBA Y LA REALIDAD ECONÓMICA

Por Craig J. Richardson

Library of Economics and Liberty
3 de junio del 2019


INTRODUCCIÓN

Tarde en la noche, en el invierno del 2016, me encontraba en una camioneta que corría calle abajo en la vía principal de La Habana, mientras que goterones de lluvia golpeaban el parabrisas. El chofer redujo la velocidad en una intersección oscura y señaló al otro lado de la calle. Vi una derruida casa señorial de dos pisos, rodeada por una barda de acero negro de dos metros de alto. En esa cerca había una puerta de madera sólida, asegurada con varios candados de acero. Mi colega de la facultad, Manuel, y yo salimos del carro en medio de la lluvia. Esta casa particular sería nuestra residencia de alojamiento y desayuno durante nuestra visita de diez días. En todo el país, alrededor de 21.000 de esos hostales estaban disponibles para el alquiler a personas privadas. El gobierno comunista, para hacer frente a la escasez nacional de cuartos de hotel, recientemente había permitido una rendija para que operara el libre mercado. En el 2016, el país tenía sólo 300 hoteles, que ni siquiera cubrían la demanda de los 3 o 4 millones de turistas que llegaban cada año. [1] (En el 2018, los estadounidenses eran menos de 100.000 de los visitantes, una caída del 40% respecto al año previo, debido a restricciones recientes de los Estados Unidos para viajar a Cuba.) [2]

Junto con otra docena de profesores que visitábamos Cuba, estaba allí como parte de un programa educativo patrocinado por el Council on International Educational Exchange (CIEE), basado en los Estados Unidos. El tema era la economía, la sociedad y el sistema político cubanos. El folleto de mercadeo del CIEE prometía una mezcla de conferencias académicas, experiencias culturales y viajes a diversas partes del país. Aunque fui allí con una mente abierta, estaba a punto de experimentar un país en donde la visión general del estado de igualdad para todos, había hecho desaparecer casi cada aspecto de sueños empresariales ̶ así como los sueños de muchos humanos normales.

UNA CASA DE “DOS NIVELES”

Llegamos a la casa decrépita en la calle apenas alumbrada, una de muchas en estado similar de decadencia. Una mujer de edad mediana descendió de una escalera de cemento tosco, atornillada al lado izquierdo externo de la casa. Ella se sonrió y, en español, se presentó como María. Entramos y dejamos de mojarnos. Vi a mi alrededor y observamos que las estrechas habitaciones tenían una minúscula cocina y un área pequeña como comedor. María nos hizo señas para que viéramos el baño.

Noté un grueso cable eléctrico que salía de un agujero improvisado en la pared del baño. “Aquí ̶ agua caliente,” me dijo en su limitado inglés. Mis ojos siguieron el cable a lo largo de la pared, el cual envolvía la tubería de agua que supliría la expresión. En el sitio en que el cable llegaba a la tubería de agua, alguien lo había dejado pelado.

Ella giró un interruptor metálico al lado de la cortina del baño y la bobina de alambre brilló rojiza alrededor de la tubería, a pocas pulgadas de su mano. “¡Caliente, caliente!... ¿cuidado? ¿Sí?” Su mano lo ilustraba moviéndose considerablemente, como si fuera sacudida por una corriente eléctrica. Estaba empezando a apreciar la ingeniosidad de los emprendedores cubanos viviendo bajo el gobierno comunista, al robarse energía de la red eléctrica propiedad del estado. Al mismo tiempo, me imaginé el encabezado del periódico de Carolina del Norte: Profesor de Economía Electrocutado en Baño Cubano.

María nos mostró nuestras habitaciones. Ella echó para atrás las puertas de madera estilo acordeón, para revelar un cuarto con dos camas, una encima de la otra, y algo de muebles de madera modestos. Manuel habló, “Yo tomaré la de arriba, no hay problema,” y yo coloqué abajo mi equipaje. Él ascendió con su equipaje en medio de la oscuridad, por un juego de escaleras estrecho y empinado y, en segundos, oí un golpe y una exclamación: “¡Ay!” Después él se estaba riendo. La luz en lo alto parpadeaba.

“¿Qué pasa?”

“El cielo raso tiene como 2 metros de alto. Me acabo de golpear la cabeza y tengo que agacharme para poder caminar por aquí.”

La casa había sido dividida para tener más cuartos para huéspedes: asombrosamente, el piso de arriba, que originalmente tenía cielos rasos de 4 metros, había sido convertido en dos pisos, cada uno con cielos rasos de 2 metros.

Esa noche, María nos contó su historia en español. Ella había permanecido en su causa por décadas, porque el gobierno prohibió la compra y venta de propiedades desde 1960 hasta el 2011. En sociedades que incluso tienen economías semilibres y poco control de alquileres, la gente toma como un hecho poder irse de un lugar hacia otro. Hacer tal cosa nos permite cumplir con nuestros sueños y ambiciones, expandir nuestras viviendas al variar el tamaño de nuestras familias y expresar nuestras individualidades. También nos permite acumular riqueza y, si es necesario, pedir prestado, garantizado por esa riqueza, para la educación, mejoras de los hogares y emergencias.

Al prohibir la compra y venta de propiedad, el gobierno comunista de Cuba terminó con una de las formas más esenciales en que los humanos expresan sus deseos.

Manuel, traduciendo, luego se volteó hacia mí con una sonrisa sardónica y dijo: “Dice María que ella se divorció hace ocho años y que, debido a que el gobierno no les permitía irse a vivir a otro lado, ellos también decidieron dividir la casa en dos de esa forma.” Él hizo un movimiento vertical de su mano y apuntó a la pared en donde nos hallábamos sentados.

“Su esposo vive al otro lado de la pared. Él se llevó a la hija para que viviera con él y ella vive con el hijo en este lado.” Eso explicó por qué María bajó por la escalera externa, en medio de la lluvia: el marido tenía el lado de la casa con la escalera original que conducía a la parte alta de la casa. Toda la vivienda estaba ahora dividida en dos por una pared de 8 metros que pasaba por la mitad.

EL ASALTO COMUNISTAS A LOS DERECHOS DE PROPIEDAD

¿Cómo fue que empezó todo esto? En 1960, el nuevo gobierno cubano estableció una política que afirmaba que la vivienda era para que la gente “viviera dentro de ellas, no que viviera de ellas,” y con eso acabó el mercado robado de alquileres. El gobierno se apoderó de todo tipo de casas propiedad de los dueños, así como de la de muchos otros. Los inquilinos pagaron la mitad del alquiler previo al gobierno y, después de cinco o diez años, el apartamento era de ellos. Los dueños previos recibieron sumas relativamente pequeñas de por vida o bien un monto fijo pequeño de una vez por todas, a fin de compensarlos por sus pérdidas. [3]

El mercado de propiedades se frenó. De ahí en adelante, el gobierno les dio a los arrendatarios el permiso legal para renovar sus hogares (pero sólo con permiso del gobierno), vivir en ella, pasarla a la generación siguiente o intercambiarla por otra casa. Los bancos dejaron de ofrecer créditos hipotecarios y los corredores de bienes raíces perdieron sus trabajos. Las empresas constructoras no tuvieron clientes y el mercado de vivienda se congeló. Eso inició la erosión de medio siglo de las existencias de vivienda, lo que resultó en condiciones de vida derruidas y peligrosas en toda La Habana. Entre el 2000 y el 2103 -sin incluir al 2010 y al 2011, años de las que no se conservaron registros- 3.856 edificios en La Habana fueron parcialmente cerrados o colapsaron, ya sea parcial o totalmente. [4] Eso, en promedio, es más de seis edificios por semana y, con 11.5 millones de personas viviendo en Cuba, las existencias de vivienda sólo empeorarán. [5] Todo esto ocurrió en gran parte debido a una errática creencia marxista: que las ganancias son inmerecidas y que son un signo de explotación de la clase trabajadora, particularmente si son obtenidas por los dueños de casas de alquiler. Sin un entendimiento de que las utilidades son una recompensa por asumir riesgos, por innovar y por preservar y mejorar el capital, el gobierno provocó la ruina inevitable de la anteriormente grandiosa cantidad de viviendas.

Finalmente, en el 2011, después de 52 años de puro comunismo, el presidente Raúl Castro permitió que la gente vendiera y comprara. Pero, los años de gobierno comunista han provocado su daño al mercado libre y, en la actualidad, las hipotecas son difíciles de encontrar, dado que la mediana de ingresos es demasiado baja. Además, hay poco corredores de bienes raíces, no existen Servicios de Listado Múltiple (SLM) y no hay hipotecas bancarias disponibles en la industria de la banca estrechamente controlada de Cuba. Eso deja dos grupos de compradores: locales con grandes cuentas de ahorros y locales respaldados por otros fuera de Cuba. No es sorpresa que las ventas en el mercado sean realmente pocas y que continúe una escasez de vivienda debido a restricciones gubernamentales, que hacen que empezar un negocio de construcción sea difícil, y eso restringe fuertemente a la oferta. [6]

¿LE GUSTARÍA UN POCO DE PIMIENTA LUJOSA CON ESE HUEVO?

La mañana siguiente, durante el desayuno, le di a María una pequeña cajita que había comprado en los Estados Unidos. La abrió y sus ojos se llenaron de lágrimas. Su voz se quebrantó y murmulló, “Gracias, gracias.” Adentro había 24 tubos de pasta de dientes, algunas barras de desodorante y jabones de olor. En Cuba hay una escasez nacional de artículos diversos como esos. Todas las cosas ordinarias que compramos en CVS o Walgreens [cadenas de farmacias de los Estados Unidos] son sumamente difíciles de encontrar en Cuba, debido a la aversión del gobierno hacia las ganancias de las empresas. Por ejemplo, si a usted se le ha pedido que compre un bombillo de luz, una faja, un par de cordones para los zapatos y algunas medias, podría tomarle de dos a tres días encontrarlos, si es que del todo los encuentran. Lección aprendida: cuando no se pueden lograr ganancias, no hay nada en venta.

El desayuno era de dos piezas de pan blanco tostado y jalea, un huevo duro, dos tajadas de queso emplasticadas y café. “Lo siento, es todo lo que pude encontrar hoy,” dijo ella en español.

“¿Tiene pimienta para el huevo?” le pregunté medio tentativamente.

“No. Hoy no hay especias.” Ella movió su cabeza dando excusas. Eso fue un marcado contraste con otras islas del Caribe. Jamaica, país conocido por su pollo con especias, curry de cabra y guiso dorado de pescado, que hacen la boca agua, está tan sólo a 250 millas de distancia. Pero, esa distancia puede contar como si fuera de 25.000 millas.

María explicó que temprano, todos los días, ella iba lejos, esperando encontrar a alguien que vendiera alimentos en una carretilla parqueada en alguna calle. Un vendedor puede traer tomates (inevitablemente insípidos y producto de granjas comunales manejadas por el estado); otro puede tener un bollo de pan de harina blanca (casi sin valor nutritivo alguno). La carne, en especial la de res, era particularmente difícil de encontrar.

En la Cuba comunista, el gobierno considera a las especias como un lujo caro. A cada familia se le da mensualmente raciones de comida. Una familia típica obtiene 10 kilogramos de arroz, seis kilos de azúcar blanco, dos kilos de azúcar moreno, una tasa de aceite para cocinar, cinco huevos y un paquete de café por persona, junto con dos kilos de carne cada diez días, un bollo de pan todos los días y una bolsa de sal cada tres meses. La leche es suplida sólo para mujeres embarazadas y niños de menos de siete años de edad. [7]

UN EMPRESARIO PERSISTE ENFRENTE DE ENORMES OBSTÁCULOS GUBERNAMENTALES

Hace varios años, un empresario cubano llamado Carlos Fernández-Aballi vio una oportunidad para manufacturar y vender especias para sus compatriotas cubanos. Rápidamente averiguó por qué Cuba permanece siendo uno de los lugares más difíciles para empezar un negocio. El primer problema es que un negocio privado no es considerado una entidad legal. Todos los negocios deben ser cooperativas propiedad de trabajadores, así que él fundó la compañía Sazón Purita, con 13 propietarios, cada uno con el mismo voto por su esfuerzo de trabajo. [8]

Luego, necesitó importar una máquina deshidratadora industrial para hacer las especias. Las leyes de importación de Cuba ordenaban que la máquina como tal debería ser hecha en Cuba. Afortunadamente, uno de los fundadores de la cooperativa había estudiado ingeniería en el Reino Unido y decidió, después de estudiar el diseño, que podía hacer la máquina. Entonces, surgió otro problema: el acero empleado para hacer la máquina tenía que ser comprado a la empresa manejada por el estado de Cuba, que vendía acero importado. La compañía estatal tenía una regla firme: las importaciones de acero sólo podían venderse a empresas propiedad del estado cubano, no a empresarios privados.
Amigos de los Estados Unidos le ofrecieron traer las partes de acero, una por una, y, con el paso del tiempo, ellos construirían la máquina deshidratadora. Inusual para Cuba, su negocio llegó a tener éxito y lleva a cabo ventas modestas de alrededor de $9.000 al mes, en 10 pequeñas tiendas, vendiendo a restaurantes y a cubanos relativamente ricos, quienes sí pueden pagar por las especias. [9]

El cofundador Luis Raspall está preocupado porque, al ser su compañía un experimento, se destaca como algo insólito que hace ganancias y sirve a los consumidores. El gobierno tiene la autoridad para cerrarla en cualquier momento. Además, una tasa de impuestos de alrededor del 50% sobre las ganancias por ingresos de más de $25.000, tiene a los dueños buscando constantemente formas de ocultar ingresos. Todos estos obstáculos han limitado fuertemente el crecimiento de la compañía. [10]

DEBO IRME

En mi último día en casa de María, empaqué mis cosas y reflexioné acerca de mi visita. En todos mis viajes a África, Asia, América Central y del Sur, nunca había visto menos actividad de mercado y más potencial perdido que en Cuba. Aunque el embargo comercial de los Estados Unidos juega un papel significativo, la vasta mayoría de gobiernos del mundo no tienen ese embargo contra Cuba y, por tanto, el embargo estadounidense no puede explicar mucho de la forma triste en que se encuentra la economía cubana. Un factor mucho más importante es la hostilidad del gobierno hacia las ganancias. Las utilidades le dan a la gente incentivos para suplir todo, desde vivienda hasta pasta de dientes hasta especias. Las necesidades más esenciales de la gente fueron atendidas, pero la vasta mayoría carecía de una vía para proseguir sus sueños. Este fue el precio verdadero de la “igualdad para todos.” Había una tristeza desalentadora acerca de esta bella isla.

María estaba quieta esa mañana. Al abrazarnos como despedida, ella apretó sus labios y dijo, “Tienes que irte,” lo cual traducido significa: “Tienes que irte.

NOTAS AL PIE

[1] Dr. C. Juan Triana Cordoví, Centro de Estudios de la Economía Cubana de la Universidad de La Habana. “A Panorama of the Current Cuban Economy: Opportunities and Challenges.” Presentación en Powerpoint para la visita de la CIEE de enero del 2016.

[2] Anthony Faiola, “In Cuba, the Great American Tourism boom goes bust”, Washington Post, 11 de mayo del 2018.

[3] Philip Peters. “Cuba’s New Real Estate Market” Latin America Initiative Working Paper. Febrero del 2013. Brookings Institution, p. 1. Archivo en PDF.

[4] Ver Tracey Eaton & Katherine Lewin, “How Havana is Collapsing, Building by Building,” USA Today, 2 de diciembre del 2018. Una excelente ilustración del estado de las existencias de viviendas en Cuba, tal como lo muestra un video breve de la BBC, “Cuba’s Crumbling Housing Crisis,” en YouTube.

[5] Estimación de la población por el Banco Mundial. Disponible en https://data.worldbank.org/.

[6] Philip Peters, p. p. 2-7.

[7] Joe Lamar, “For Cubans, the struggle to supplement meagre rations is a consuming obsession,” The Guardian, 24 de abril del 2015. Disponible en https://www.theguardian.com/world/20...ming-obsession

[8] Mimi Whitefield, “A new style Cuban cooperative hopes road to success is paved with spices.” Miami Herald, 2 de setiembre del 2015.

[9] Esta es una conversión aproximada, usando el tipo de cambio del 3 de mayo del 2019, de las 7.000 libras esterlinas reportadas en Courier, “Havana’s hustlers: what it takes to start a business in the Cuban capital.” 10 de octubre del 2017. No se encuentra en línea.

[10] Ibid.

Craig J. Richardson es Director Fundador del Centro para el Estudio de Movilidad Económica (SEM) de la Universidad Estatal Winston-Salem y es profesor distinguido BB&T de Economía.