Recomiendo altamente la lectura de este valioso artículo de mi amigo Lawrence W. Reed. Debemos tener siempre presentes a nuestros principios, en especial en momentos tan difíciles y complejos.

POR QUÉ LOS PRINCIPIOS SON IMPORTANTES

Por Lawrence W. Reed

Fundación para la Educación Económica
Jueves 23 de mayo del 2019


Abra su mente a la importancia del principio. Bien podría ser por eso que el mundo le recuerde.

Parafraseando al filósofo y periodista inglés G.K. Chesterton, el académico del Nuevo Testamento, N.T. Wright, escribió:

“El propósito de una mente abierta… es como el objetivo de una boca abierta: que de nuevo pueda cerrarse ante algo sólido. Sí, debemos ser libres de hacer las preguntas. Pero, cuando vemos una buena respuesta, debemos estar preparados para reconocerla como tal, y no ser tan apasionados en mantener todas las preguntas abiertas, de forma tal que nos alejamos de una respuesta porque nos gusta tanto tener una mente abierta. Ese es el camino para la hambruna intelectual, así como espiritual.”

Eso es todo para el Culto de la Mente Abierta, la que, en su esencia más pura, no es más que la admisión de que uno ha vivido una vida sin aprender cosa alguna o sin llegar a una conclusión.

De una forma u otra, escucho a la gente sugerir que una “mente abierta” es de alguna manera superior a poseer una opinión o abrazar un principio. Los únicos instantes en que eso es cierto, desde mi punto de vista, es cuando una opinión o un principio es irreflexivo, pobremente considerado, ilógico, falso o infundado.

¿El sol sale por el este o por el oeste? No es signo de sabiduría alegar que la mente de uno está abierta en torno al tema y que debemos quedar en espera de ver qué sucede cada mañana.

OPINIONES VERSUS PRINCIPIOS

Las opiniones y los principios están conectados o, al menos, deberían estarlo. Los principios son esenciales y las opiniones se basan en ellos, al menos en parte. Así que, piense en los principios de primero y en las opiniones como segundo. Los principios definen reglas, directrices, verdades fundamentales. Incluyen axiomas, moral, ideales, leyes de la naturaleza y comportamiento humano, e incluso a la piedra angular de los principios físicos del universo. Usted tiene una opinión sobre algo debido a que, en algún momento en el camino, usted ha adoptado, consciente o inconscientemente, uno o dos principios. Otra palabra para principio es convicción.

Eso no significa que los principios de uno necesariamente nunca deben cambiar. Cuando la verdad o nueva evidencia (no simplemente los vientos prevalecientes) son sugeridas con suficiente fuerza, deberíamos cambiarlos. En tal sentido, supongo, nuestras mentes siempre deberán estar “abiertas,” pero eso no es razón para que, entre tanto, permanezcamos pasivos.

Hasta el momento, nuestros sentidos y la información que reunimos nos informan convincentemente que los vegetales son buenos para nuestra salud. Actuamos -y consumimos- de acuerdo con eso. Nadie en su sano juicio diría que es tan abierto al punto de vista contrario dado que, si en algún momento se descubre que los vegetales pueden ser malos para nosotros, ahora él no va a arriesgarse y se come algo. Así que, abrazamos el principio de que los vegetales son buenos, en el tanto que, al momento, lo sabemos. Los comemos y luego formamos opiniones acerca de cuáles de ellos son más placenteros a nuestros paladares.

Los ejemplos citados provienen de las ciencias físicas, en las que la evidencia y la prueba parecen ser, al menos por el momento, objetivos e indisputables. Es en las ciencias sociales en las cuales las cosas se hacen borrosas y más subjetivas. Pero, aún ahí, una persona pensante busca principios que le conducen lógicamente a opiniones, así como a conclusiones.

Aun cuando algunos pueden vislumbrar negativamente a los principios, como un signo de rigidez, ideología y de cerrazón de mente, a menudo esa es una forma de desestimar los principios de otra persona, a la vez que se aferra a los propios. Instintivamente, ¡la mayoría de la gente admira a alguien quien cree en algo!

El comediante Groucho Marx en una ocasión declaró graciosamente, “Estos son mis principios. Si a usted no le gustan (pausa), ¡yo tengo otros!” Eso nos puede dar risa, pero no admiración. Es una forma simpática de decir, “Yo realmente no tengo algunos principios,” o “Tendré cualesquiera principios que usted quiere que yo tenga y me desharé de ellos en el momento en que alguien más quiere que yo tenga otros diferentes.”

No sé quien fue el primero que lo dijo, pero, quienquiera que haya sido, debería obtener una medalla por señalar que “si usted no cree en algo, usted se enamorará de cualquier cosa.”

EL CEMENTERIO DE LOS PRINCIPIOS

Mucha gente es cínica en cuanto a la política, por ser el cementerio de los principios. Rick Baker, un amigo y miembro de la Asamblea Legislativa del estado de North Dakota, es uno de esos políticos raros que dicen lo que piensan, piensan lo que dicen y votan de esa manera. En mi podcast, recientemente le pregunté qué es lo que pasa con la política, que sabotea a hombres y mujeres de principios.

Esperaba que Rick recitara una letanía de las tentaciones que el proceso político pone frente a gente buena, pero inocente. En vez de eso, ofreció un punto de vista más profundo: “La política saca a la luz lo que ya está dentro de usted.” En otras palabras, en la olla de presión de la política, los principios que usted pensó que alguien había hecho que fueran poco más que conveniencias temporales, eran más fácilmente reemplazables por un deseo más fuerte de ser popular, rico o reelecto.

Para la persona de principios es más que poner a circular lugares comunes o máximas que suenan bien. Tener principios significa que usted pone sus acciones en donde está su boca, Es un signo de buen carácter. Ser alguien que no tiene principios nunca debería ser un elogio. Si usted esquiva y trama evitar principios, de forma que usted pueda alegar que tiene una “mente abierta,” simplemente ha demostrado qué tan vacía es en realidad su mente. Y tal vez, también, su alma.

Creo que ser una persona de principios es tan importante, que es una de dos o tres cosas por las cuales más desearía ser recordado algún día. Mucho tiempo después de que alguien recuerde las casas en que usted vivió, los trabajos que desempeñó e incluso los nombres de sus hijos, yo me sentiría feliz si ellos pudieran proclamar, “Ahora bien, hubo un hombre de principios. Él identificó lo que pensó que era correcto y verdadero, y vivió su vida de acuerdo con ello.”

¿CUÁLES SON SUS PRINCIPIOS?

Me gustaría sugerir aquí un ejercicio útil de autoexamen. Dedique un poco de su tiempo para escribir algunos principios en los que usted cree de todo corazón. Por supuesto, si usted reza en el Altar de la Mente Abierta, usted puede escribirlos en la palma de una mano y todavía tener espacio sobrante. Pero, si usted es honesto, y si ha aprendido algo durante sus años, se asombrará de ver cuántos blocs puede llenar. Mire la lista con cuidado para ver si ha cometido algunas contradicciones evidentes y, si es así, resuélvalas. Piense en los riesgos que usted podría estar dispuesto a correr o las pérdidas que usted podría estar dispuesto a sufrir, si está dispuesto a adherirse a cada principio.

Por ejemplo, uno de mis principios es “Los humanos deberían ser libres en tanto que cada uno no cause daño al otro.” Otro principio en el que creo es “Debido a que mi patio es un reflejo público de mi aprecio por la propiedad, quiero que siempre luzca bien. Pero, no voy a ir a la quiebra si lo mantengo con agua abundante y yo vivo en el desierto del Valle de la Muerte.”

(Tan sólo para su información, aquí (here) hay algunos otros principios para considerar).

Supuestamente Sócrates dio el consejo, “Conócete a ti mismo.” No se me ocurre pensar una mejor manera de hacer eso que con aquel ejercicio.

Mantenga su lista en donde pueda sacarla y prestarle alguna atención de vez en cuando. Juzgue qué tanto sus acciones se comportan de acuerdo con la lista que hizo. Comparta una parte o toda ella con sus hijos; ante eso, ellos sabrán y apreciarán y recordarán mucho más de usted.

Stanley Baldwin, uno de los primeros ministros más olvidables de Gran Bretaña, declaró en una ocasión, “Prefiero ser un oportunista y flotar, que irme al fondo con los principios atados a mi cuello.” Todavía no estamos seguros de cuáles eran sus principios, pero es una enorme razón para que permanezca en el olvido.

Abra su mente a la importancia del principio. Bien podría ser por eso que el mundo le recuerde.

Lawrence W. Reed es presidente emérito y compañero senior Familia Humphreys de la Foundation for Economic Education y autor de los libros Real Heroes: Incredible True Stories of Courage, Character, and Conviction y Excuse Me, Professor: Challenging the Myths of Progressivism.