LA CONCEPCIÓN NAZI Y SOVIÉTICA: UN MATRIMONIO IDEOLÓGICO

Por Joshua Hofford

Fundación para la Educación Económica
Martes 7 de mayo del 2019


NOTA DEL TRADUCTOR: Para utilizar los ligámenes de las fuentes del artículo, entre paréntesis, con letra subrayada, si es de su interés puede verlo en https://fee.org/articles/the-soviet-...ried-ideology/

El maniquí del socialismo fue idéntico para los nazis y para los soviets.

Se ha convertido en moda usar camisetas con el Che Guevara o con la hoz y el martillo, como forma de protesta social contra la opresión de la sociedad occidental. Aquellos que luchan contra la injusticia de la democracia de Occidente, a menudo, son aceptados rápidamente y celebrados en la toda la academia de los Estados Unidos, en el tanto en que ellos luzcan esos símbolos de resistencia.

¿Usarían esos mismos héroes de la justicia y la igualdad, camisetas con la esvástica Nazi o posarían para una foto con una bandera de los Parteiadler (Partidarios) del Tercer Reich? Una respuesta negativa indicaría ya sea una hipocresía voluntariosa o un entendimiento y conocimiento ciego de la historia, pues Karl Marx Y Friedrich Engels son los padres de ambas criaturas: la esvástica y la hoz y el martillo.

LA CREACIÓN SOCIALISTA DE KARL MARX Y DE FREDERICK ENGELS

Desde su concepción, los promotores vieron a los pueblos “menos civilizados” como obstáculos para su revolución. Frederick Engels se refirió a los fragmentos residuales de personas, quienes han sobrevivido las grietas y fisuras de la sociedad europea sin obtener el estatus de capitalistas. Los Vascos de España, los Gaélicos de Escocia y los Bretones de Francia, entre otros, estaban destinados a perecer en la “tormenta revolucionaria del mundo” (revolutionary world storm) que con seguridad sobrevendría.

He aquí las palabras precisas de Engels (words of Engels) provenientes de la edición (edition) de 1849 de la Neue Rheinische Zeitung Nr. 194:
“No hay país en Europa que no tenga, en una u otra esquina, uno o varios fragmentos arruinados de pueblos, restos de una antigua población que fue suprimida y mantenida en esclavitud por la nación, que luego llegaría a ser el principal vehículo de desarrollo histórico.

Estas reliquias de una nación implacablemente pisoteada en el curso de la historia, como dice Hegel, estos fragmentos residuales de pueblos se convierten en portaestandartes fanáticos de la contrarrevolución y permanecen siéndolo hasta su total extirpación o pérdida de su carácter nacional, al igual que, en general, su existencia total es en sí una protesta contra la gran revolución histórica.

Tales, en Escocia, son los Gaélicos, quienes apoyaron a los Estuardos desde 1840 hasta 1745 Tales son, en Francia, los Bretones, quienes apoyaron a los Borbones desde 1792 hasta 1800. Tales, en España, son los Vascos, quienes apoyaron a Don Carlos. Tales son, en Austria, los paneslavistas Eslavos del Sur, quienes no son nada más que fragmentos residuales de pueblos, que resultan de mil años de desarrollo extremadamente confusos.

Que este fragmento residual, que de la misma manera está extremamente confundido, vea su salvación sólo en una reversión del movimiento europeo total, que, desde su punto de vista, no debería ir del oeste hacia el este, sino del este hacia el oeste, y que para ello el instrumento de liberación y lazo de unidad es el látigo ruso ̶ esa es la cosa más natural en el mundo.” [énfasis agregado]

No solo el socialismo temprano insistió en la asimilación forzada o la destrucción de naciones menos desarrolladas, en una lucha Darwiniana por la existencia, sino que, el principio en sí, fue también parte importante de la doctrina de Marx como parte de la de Engels y viceversa. En un panfleto de 1859, llamado “Rhine and Po,” Engels desarrolló este concepto. Él afirmó:

“Nadie aseverará que el mapa de Europa está definitivamente establecido. Sin embargo, todos los cambios, para que sean duraderos, deben ser de naturaleza tal, que haga que las naciones grandes y vitales se acerquen como nunca antes a sus fronteras naturales verdaderas, determinadas por el habla y las simpatías, mientras que, al mismo tiempo, las ruinas de los pueblos, que todavía se encuentra por aquí y por allá, y que ya no son más capaces de conducir una existencia nacional independiente, deben incorporarse en naciones más grandes y, ya sea que se disuelvan dentro de estas, o bien que permanezcan como monumentos etnográficos sin importancia política.”

Que se les deje como un resto racial irrelevante sería una cosa, pero Engels fue más allá, cuando comentó acerca de la contrarrevolución inevitable y su solución.

“La próxima guerra mundial no sólo ocasionaría clases y dinastías reaccionarias, sino que también pueblos enteros reaccionarios desaparecieran de la tierra. Y eso también sería progreso.”

El peligro de dejar vivos a estos “pueblos restantes” fue la contrarrevolución que ellos con seguridad provocarían, lo cual era, según Engels, una amenaza inaceptable para la causa socialista. En vez de eso, esas naciones reaccionarias que se rebelen contra el nuevo orden socialista, deberían ser destruidas, a fin de dejar que sus nombres sean sólo conocidos en la historia. Ellos serían forzosamente asimilados o destruidos como consecuencia de la revolución, y Engels tenía poca simpatía por ellos (little sympathy for them).

Esperando con ansias la revolución socialista mundial, los primeros socialistas quedaron atontados cuando los trabajadores del mundo no se unieron para deshacerse de sus cadenas durante la Primera Guerra Mundial. En vez de eso, millones de hombres de la clase trabajadora tomaron las armas para luchar por su rey y su país, por un penique, y murieron por millones en el Frente Occidental, la gran cámara mortuoria que todavía conserva la savia de generaciones olvidadas. El fracaso del socialismo en la postguerra se hizo una realidad en todo el mundo, excepto la URSS, bajo el control del Partido Comunista y la Alemania nazi, bajo el control del Partido Nacionalsocialista de los Trabajadores Alemanes.

MANIFESTACIONES IGUALES DE LA MISMA IDEOLOGÍA SOCIALISTA

La plataforma del socialismo Soviético fue casi idéntica a aquella del Nacionalsocialismo bajo el Partido Nazi. Aunque la aplicación del socialismo Soviético (Soviet socialism) era marxista en su naturaleza -comprometido con la revolución internacional socialista y con la eliminación de enemigos de clase- y el Nacionalsocialismo bajo el Partido Nazi (Nazi Party) se instituyó para eliminar enemigos raciales, ambos se dedicaron a rehacer la humanidad mediante la lucha de clases.

El Nuevo Hombre Soviético (New Soviet Man) sería creado a partir de la ciénaga del antiguo Imperio Ruso y con la abrasión de la nacionalidad, la religión y la lealtad familiar en el horno de la revolución obligada.

Una nueva sociedad Soviética sería esculpida y la educación controlada por el estado, los arrestos masivos de los enemigos de clase y los medios controlados por el gobierno, serían las herramientas usadas por los artesanos Estalinistas. Similarmente, el Partido Nazi del Tercer Reich, estando en guerra con la naturaleza humana tal como es, se comprometió igualmente a rehacer la sociedad alemana (committed to the remaking of German society) por medio del trabajo eugenésico del Dr. Josef Mengele y otros. No siendo Marxistas puros, los Nazis buscaron crear una nueva raza superior por medio de la eliminación de los enemigos raciales.

Endémico tanto del socialismo Soviético como del socialismo Nazi, la destrucción de los enemigos de clase y raciales fue una etapa literal, no figurativa, de la revolución. Ya se trate de la eliminación de los kulaks [campesinos rusos] y de la destrucción de edificios de generaciones atrás, tal como la Catedral de Cristo el Salvador, en Moscú, en 1931, o la erradicación de los “racialmente inferiores,” como lo fue bajo el Partido Nazi, ambas versiones de socialismo estaban dedicadas a la construcción de una nueva realidad social por todos los medios necesarios y se vieron entre sí como socios no tan distantes en la lucha.

De hecho, estos dos sistemas socialistas eran tan similares, que los principales líderes de la época a menudo se comparaban favorablemente entre ellos. Cuando Josef Goebbels dio un discurso en una actividad pública en Berlín en 1925, comparó al comunismo y al ideal de Hitler e hizo notar que, comparadas, las diferencias eran menores. El Dr. Goebbels continuó diciendo que Lenin fue el “hombre más grande segundo tan sólo a Hitler” (greatest man second only to Hitler), en lo que se dirigió a lograr una alianza entre el Comunismo de la URSS y el Nacionalsocialismo del Tercer Reich.

Similarmente, los líderes occidentales operaron con pleno entendimiento de que la fe de Hitler y aquella de Stalin eran alverjas de la misma vaina. Winston Churchill veía al comunismo y al nazismo como alimentándose entre sí (breeding one another) y parecidos en todas las cosas esenciales principales. En 1937, Churchill comparó al Nazismo con el Comunismo.

“Hay dos hechos extraños acerca de estas religiones sin Dios. El primero es su extraordinario parecido entre sí. El Nazismo y el comunismo se imaginan a sí mismos que son exactamente opuestos. Están en una lucha encarnizada en donde sea que existan alrededor del mundo. En la realidad, ellos se alimentan entre sí; en la reacción contra el comunismo está el Nazismo y, por debajo del Nazismo o del fascismo, el comunismo se mueve convulsivamente.

No obstante, en todo lo esencial ambos son similares. Antes que nada, su simplicidad es notable. Usted deja por fuera a Dios y pone al Demonio; usted deja por fuera al amor y coloca al odio; y, a partir de eso, todo funciona con absoluta sencillez y lógica. De hecho, amos son como dos alverjas. Tweedledum y Tweedledee [Nota del traductor: se puede traducir por “tararí y tarará; dos cosas iguales, pero con ligera diferencia] son dos personajes muy distintos, en comparación con estas dos religiones rivales.”

Como dos gemas cosechadas del mismo estrato socialista, el comunismo y el Nazismo variaron ligeramente tan sólo en su aplicación del Marxismo, pero ambos eran igualmente totalitarios en su naturaleza.

UN TOTALITARISMO EN COMÚN

Además de pertenecer a la hermandad compartida de un socialismo por todo el mundo, claramente, ambos, el comunismo y el Nazismo, fueron igualmente totalitarios. El economista austriaco Ludwig von Mises vio la similitud con claridad, al anotar que el socialismo alemán trabajaba por una vida colectiva (collective life), en donde la violación gubernamental de la vida privada, con el objetivo consagrado en el tiempo de eliminar la propiedad privada, ocasionó un daño inconmensurable a la población.

Es cierto que el socialismo, por su diseño, está orientado hacia el control total; la filosofía económica y social del Partido Nacionalsocialista de los Trabajadores de Alemania y de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas son igualmente aparentes. Como lo señaló Ludwig von Mises acerca de la Alemania nazi:

“Pero, en su sustancia, todas las empresas han de convertirse en operaciones gubernamentales. Bajo esta práctica, los propietarios conservarán sus nombres y derechos de marcas sobre la propiedad y el derecho a un ingreso ‘apropiado’ o uno ‘adaptado a sus rangos.’ Todos los negocios se convierten en una oficina gubernamental y toda ocupación en un servicio civil… Los precios son definidos por el gobierno y el gobierno determina qué se va a producir, cómo se va a producir y en qué cantidades. No hay especulación, nada de ganancias ni pérdidas ‘extraordinarias.’ No hay innovación, excepto aquella ordenada por el gobierno. El gobierno dirige y supervisa todo.”

Los Nazis rechazaron el llamado de sus allegados Marxistas Soviéticos a favor de la revolución internacional y la lucha de clases; no obstante, esto no los hizo menos socialistas. Bajo el Tercer Reich, todo el poder sustancial y la propiedad de las empresas alemanas (ownership of German business), si bien administradas y poseídas por individuos, estaba en manos del estado.

Los controles de precios, los topes a los salarios y las cuotas de producción eran establecidas por la nación y se dejó a los dueños navegando en un mar de burocracia. Aunque los Nazis no construyeron o mantuvieron una economía de control holístico y, por tanto, no fueron los socialistas tradicionales que seguían al modelo Marxista, el sector agrícola se estableció, de acuerdo con von Mises, en conformidad con el “socialismo del modelo alemán (socialism of the German pattern).”

Difícilmente a esto se le puede llamar un mercado libre. La tenue fachada de propiedad privada de la industria alemana se desvaneció bajo la marea interminable de intervencionismo gubernamental, que sólo sirvió para crear escaseces de bienes esenciales y la sobreproducción de bienes no esenciales superfluos. De esta forma, la práctica económica de los Nazis y de los Soviets fue muy similar.

El maniquí del socialismo fue idéntico para los Nazis y los Soviets. Los ropajes condenados al fracaso del Marxismo Soviético pueden ser reemplazados por los chalecos malditos del Nacionalsocialismo, pero cada uno de ellos ocultó la máscara putrefacta del paraíso utópico ̶ uno creado a partir de la hoz y el martillo y de la esvástica.

Joshua Hofford es coordinado de estudios sociales de un distrito escolar de tamaño mediano al sur de Fort Worth, Texas, en donde vive con su esposa y tres hijos.