Su lectura puede servir a quienes dicen buscar sus raíces, así como para quienes dicen que los estados nórdicos son socialistas. Al igual que para que todos nosotros estemos bien informados y que no nos metan “tripas por chorizo” o “gato por liebre.” El socialismo fracasa.

LA LECCIÓN DE SUECIA: LOS ESTADOS ASISTENCIALISTAS CREAN UN RIESGO MORAL

Por Nima Sanandaji

National Review
17 de mayo del 2019

NOTA DEL TRADUCTOR: Para utilizar los ligámenes de las fuentes del artículo, entre paréntesis, con letra subrayada, si es de su interés puede verlo en https://www.nationalreview.com/2019/...elfare-states/

Habiendo observado a la gente manipular al estado de bienestar, los países nórdicos lo han hecho retroceder, en favor de los mercados libres.

En momentos en que la Izquierda de los Estados Unidos quiere introducir un socialismo al estilo sueco en ese país, debemos recordar que los estados de bienestar con abundante asistencia dan lugar a un riesgo moral. Sus políticas bien intencionadas minan la responsabilidad individual y crean la trampa de la dependencia en el asistencialismo. Esto lo confirma la historia, así como por los actuales acontecimientos en Suecia, en donde quienes hacen trampa están apuntando al sistema asistencial del país.

Incluso Franklin D. Roosevelt (FDR), el arquitecto del estado de bienestar de los Estados Unidos, entendió que una asistencia abundante puede subvertir las virtudes sociales. “Las lecciones de la historia, confirmadas por la evidencia inmediatamente antes de mi llegada al gobierno, muestran concluyentemente que la dependencia continua en la ayuda induce una desintegración espiritual y moral fundamentalmente destructiva de la fibra nacional,” explicó FDR en 1935. “Repartir la ayuda de esta forma es administrar un narcótico, un destructor sutil del espíritu humano. Va contra los dictados de una buena política. Viola las tradiciones de los Estados Unidos.”

Los puntos de vista de Roosevelt no son nada extraños. A inicios del siglo XX, incluso los proponentes del estado de bienestar estaban sumamente preocupados con que la edificación de los programas de bienestar pondría en peligro al tejido social. Para entender el porqué, tenga en mente que, para que el estado de bienestar funcione apropiadamente, no es suficiente con que la mayoría de los individuos pague sus impuestos. Tampoco es suficiente con que la mayoría de los individuos tan sólo siga responsablemente las reglas para usar los servicios asistenciales ̶ esto es, que no reclamen más de lo que necesitan o de lo que están autorizados. Para que el estado de bienestar sea viable en el largo plazo, la vasta mayoría de los individuos debe ajustarse al contrato social.

Un sistema con un gobierno pequeño descansa en sus ciudadanos para que sigan un contrato social básico: No hagas daño a otros o a su propiedad y obedece las leyes. Un sistema de gobierno con programas de transferencias y asistencia social abundante, también descansa en que sus ciudadanos hagan eso y más: que se refrenen de usar la asistencia en exceso.

Desde la perspectiva individual, al hacerse los esquemas de transferencia más abundantes y los impuestos más altos, se hace crecientemente lucrativo marginar al contrato social y, de tal manera los incentivos en forma de transferencias monetarias pueden, y a menudo lo logran, minar la motivación de depender del fruto del trabajo de uno mismo.

Si todos los individuos cumplen con las normas de trabajar, pagar impuestos y usar los programas de bienestar tan sólo cuando están en necesidad, el sistema funciona apropiadamente, incluso si el estado de bienestar es grande. Sin embargo, si algunos empiezan a abandonar las normas prevalecientes en la sociedad, aparecen los imitadores. Cuando esa gente que manipula al sistema ha llegado a ser una masa crítica, es responsable de cambiar las normas sociales en tal sentido, conduciendo a una erosión de las normas relacionadas con el bienestar y a que colapse el contrato social.

Los sistemas con gobiernos pequeños crean incentivos para que la gente trabaje duro y asuma la responsabilidad por sus vidas. Al crecer el nivel de distribución económica por medio de impuestos y transferencias, el sistema lesiona los incentivos para trabajar y ser responsable, aumentando los incentivos para manipular al sistema. Los sistemas con gobiernos grandes promueven la dependencia, al romper gradualmente las normas que permiten a la sociedad progresar. Al menos, eso es lo que deberíamos esperar en teoría.

Pero, a inicios del siglo XX, los proponentes de las políticas de bienestar aseveraron que la erosión de las normas sociales debido a esa asistencia, no era un hecho. La gente apreciaría tanto al estado de bienestar, que ellos se autorregularían en su comportamiento. ¿Tal vez la asistencia en abundancia haría que la gente trabajara más y asumiera una mayor responsabilidad?

Los proponentes del estado asistencialista se fueron haciendo más osados y continuaron haciéndolo así con el paso del tiempo. Ellos creían que el riesgo moral de los estados de bienestar podría evitarse, al menos en las utopías socialdemócratas que, en general, los países de Escandinavia y Suecia, en particular, imaginaron ser.

Muchos proponentes del estado asistencialista consideran a Suecia como un modelo cuyas políticas otros deberían emular. Se percibe al país como que ha puesto en práctica un estado de bienestar en gran escala, con numerosos programas de ayuda abundante y de amplio alcance, a la vez que evita los riesgos morales asociados con la política de asistencia. La realidad es que el sistema de ayuda asistencial extensa ha sido minado por un engaño en gran escala, que ha conducido a una reducción en la ayuda abundante del estado de bienestar. Si incluso la Suecia Protestante, en donde la ética de trabajo en una época fue muy fuerte, no pudo soportar el riesgo moral asociado con un estado asistencial abundante, ¿qué sociedad podría?

El World Value Survey brinda un fuerte apoyo al señalamiento de que las normas en los países nórdicos se han erosionado. Por ejemplo, en la encuesta de 1981-84, el 82 por ciento de los suecos estaba de acuerdo con la afirmación de que “Solicitar beneficios gubernamentales para los que no se está autorizado nunca es justificable.” En la onda del 2010-14, tan solo un 55 por ciento mantuvo el mismo punto de vista. El mismo patrón se encuentra en las otras naciones nórdicas. Esta caída de la responsabilidad en los últimos tiempos parece estabilizarse, posterior a recortes en impuestos y reducciones significativas en la abundancia de asistencia del estado de bienestar.

Diversos estudios de actitudes en Suecia concluyen en que una porción importante de la población ha llegado a considerar aceptable vivir de los fondos de beneficios de salud, incluso si usted no está enfermo. Por ejemplo, una encuesta del 2002 mostró que (showed that) un 60 por ciento de los suecos creía que era aceptable pedir que se le pagara cuando se estaba enfermo, aun cuando usted no lo estaba. Cuatro años más tarde, un gobierno de centro-derecha fue electo bajo la promesa de recortar significativamente los beneficios de la asistencia de bienestar y los impuestos. En efecto, los gobiernos suecos, tanto de la derecha como de la izquierda, han reducido significativamente la cantidad de asistencia del sistema de bienestar. En adición, se han introducido medidas curativas, principalmente para las solicitudes de pagos por enfermedad, para limitar el uso excesivo y el engaño evidente.

El economista Martin Ljunge sugiere que las reformas necesitan tener un alcance mayor, para revertir el efecto de largo plazo que ha tenido el estado asistencial. Los políticos deberían considerar que tales políticas pueden tener efectos duraderos, en forma de una moral erosionada. Una vez ajustadas por otras circunstancias, Ljunge encuentra (Ljunge finds) que las generaciones más jóvenes es mucho más posible que utilicen los beneficios asistencias, como el pago por enfermedad. “La demanda más elevada de pago por enfermedad entre las generaciones más jóvenes, puede ser vista como una medida de qué tan rápidamente el estado de bienestar afecta las actitudes en el uso de los beneficios públicos,” explica él (mi traducción del sueco). La moral: Tengan cuidado cuando se introduce una asistencia abundante.

Los estados nórdicos han revertido el curso de las políticas económicas, recortando impuestos y beneficios asistenciales, pero permanece el problema del riesgo moral del estado de bienestar. Por ejemplo, la autoridad tributaria sueca reporta (reports) que en el 2018 casi mil alarmas fueron remitidas a la Agencia del Seguro Social de Suecia, acerca de transacciones erradas, en algunos casos provenientes de falsas identidades usadas para obtener los beneficios.

Tobias Wijk, un experto de la autoridad tributaria, explica que una forma del engaño es traer a Suecia inmigrantes pobres de otros miembros de la Unión Europea. La persona se registra en Suecia con papeles de un empleo falso y luego se incorpora en el sistema de bienestar. Varias autoridades gubernamentales han sido comisionadas por el gobierno sueco para frenar el engaño con la asistencia, pero, dice Wijk, la autoridad tributaria espera que el problema continúe elevándose en este año, comparado con el año pasado.

El mercado de asistentes personales para discapacitados se ha convertido en un mercado próspero para el crimen organizado. El gobierno sueco estima (government estimates) que entre un 3 y un 6 por ciento de los fondos que distribuye para tales servicios, van a dar a tramposos. En el 2005, el gobierno lanzó una investigación sobre pagos indebido del sistema de bienestar de Suecia y encontró que un pleno 4 por ciento era ilegítimo, debido a una mezcla de error y de engaño. Vale la pena señalar que la encuesta del gobierno no distingue en detalle entre el error y el engaño.

Una investigación de seguimiento (follow-up investigation ) encontró en el 2010 que, entre un 0.9 y un 5.8 por ciento de los beneficios asistenciales pagados por el gobierno de Suecia, eran ilegítimos. El estimado es muy impreciso y, de nuevo, falla en distinguir entre el error y el engaño. El sistema de bienestar y su sobreutilización han evolucionado a un punto en que los planificadores y los investigadores ni siquiera pueden medir precisamente el grado de mala administración y de engaño.

Incluso habiendo Suecia reducido sus beneficios asistenciales, el engaño parece haber aumentado, mientras que actores criminales se han montado en el sistema de bienestar. Esta es una de las muchas razones por las que el sistema de bienestar sueco tiene problemas severos con su sostenibilidad en el largo plazo, como lo mostramos mi colega y yo Gabriel Heller Sahlgren and I en un estudio para el centro de pensamiento sueco, Timbro.

Asimismo, la sobreutilización explica por qué Suecia y otros países nórdicos están cambiando gradualmente desde una socialdemocracia hacia reformas de libre mercado y han reducido al gobierno. En la elección del 2018 en Suecia, los socialdemócratas ganaron un 28.3 por ciento de los votos, el nivel más bajo desde que en Suecia en el 2011 se introdujo un sistema electoral proporcional. El socialista Partido de la Izquierda ganó un 8 por ciento adicional de los votos. Ambos partidos han alejado de manera significativa sus políticas del socialismo. Los socialdemócratas han ido tan lejos como impulsar una privatización parcial del sistema de pensiones, aceptando recortes amplios de impuestos a la clase media y estando de acuerdo en dejar que empresas que buscan utilidades, compitan en la provisión de servicios financiados públicamente, como educación, cuidado de la salud y cuidado de los ancianos.

El gobierno socialdemócrata de Stefan Löfven [ver foto arriba] continúa permaneciendo en el poder, pero sólo después de prometer la introducción de recortes amplios en impuestos y liberalizar mercados. Prometer más y más programas gubernamentales solía ser una propuesta ganadora en las elecciones suecas. Hoy, esa propuesta no funciona, pues la sobreutilización de los programas públicos ha creado el escepticismo.

Por décadas, los izquierdistas estadounidenses [Nota del traductor: llamados liberales en ese país] señalaron a Suecia y a los otros países nórdicos como el Shangri-La de la democracia social. No obstante, el modelo social democrático ha fracasado por el problema que le preocupó el propio FDR. La historia ha demostrado que los proponentes de un gobierno limitado, como Ronald Reagan, todo el tiempo estuvieron en lo correcto.

Nima Sanandaji es presidente del European Centre for Entrepreneurship and Policy Reform y autor de DEBUNKING UTOPIA: EXPOSING THE MYTH OF NORDIC SOCIALISM, The Nordic Gender Equality Paradox, y de THE BIRTHPLACE OF CAPITALISM: THE MIDDLE EAST.