POR QUÉ HOY NECESITAMOS A HAYEK

Por Kai Weiss
Fundación para la Educación Económica
Miércoles 8 de mayo del 2019


NOTA PRIMERA DEL TRADUCTOR: La foto aquí presentada adjunta fue tomada durante una reunión con Hayek en una reunión de la Sociedad Mont Pelerin, en 1973 en la Ciudad de Guatemala, con liberales clásicos costarricenses que asistieron a ella. En el orden usual, en la foto están, este servidor, Jorge Corrales, el doctor Fernando Trejos Escalante, el arquitecto Carlos Manuel Escalante, el profesor Hayek y, a su derecha, el empresario Roberto Jiménez Soto. La fotografía fue tomada por el destacado liberal costarricense, Alberto Di Mare Fuscaldo.

NOTA SEGUNDA DEL TRADUCTOR: Para utilizar los ligámenes de las fuentes del artículo, entre paréntesis, con letra subrayada, si es de su interés puede verlo en https://fee.org/articles/why-we-need...ore-than-ever/

Hayek afirmó que deberíamos abrazar la idea de una sociedad basada en la libertad de sus miembros, para que encuentren su propia satisfacción por sí mismos.

Hoy, hace ciento veinte años, el 8 de mayo de 1899, Friedrich August von Hayek nació en Viena. El ganador del premio Nobel en economía de 1974 viviría, como lo expone (puts it) Peter Boettke en su reciente edición de Great Thinkers, toda una vida.

“…una que fue llenada por un testimonio cercano de la inhumanidad del hombre, durante la Primera Guerra Mundial, por la ruina económica de la Gran Depresión y por un juego peligroso de políticas riesgosas respecto a la civilización occidental, en sí, ante el surgimiento del fascismo y del comunismo en las décadas de los años treinta y cuarenta.”

Al final, él llegaría a ser uno de los pensadores más influyentes del siglo, brindando la munición intelectual a personas como Margaret Thatcher, Ronald Reagan y Ludwig Erhard y sirviendo como héroe de los liberales clásicos y también de los conservadores, alrededor de todo el mundo. De la misma forma, fue uno de los principales actores en la creación de un movimiento a favor de las ideas liberales clásicas, tratando de reunir, a menudo. escuelas antagónicas de pensamiento, incluyendo a los austriacos, a los de Chicago, y a los ordoliberales (ordoliberals) alemanes, particularmente por medio de la creación de la Sociedad Mont Pelerin.

Y, aun así, en la actualidad, la mayoría de la gente no sabe ni siquiera quién es Hayek o cuáles son sus principales enseñanzas. Todavía más inquietante, algunas partes del movimiento (some parts of the movement) que él ayudó a fundar, le consideran, en el peor de los casos, un “socialista” -tal vez un buen economista monetario, pero sin utilidad en otros temas- y, en el mejor de los casos, un Ludwig von Mises de menor estatura, como un copiador que, en última instancia, se robó el Premio Nobel a su mentor. Todo esto es muy trágico. En especial en el mundo de hoy -con amenazas a nuestras libertades que surgen de la derecha y la izquierda (muy literalmente)- es crucial el sistema de pensamiento increíblemente profundo de Hayek, que se extiende a lo largo de la economía, el derecho, la cultura, la política y la filosofía.

Hoy en Occidente las ideas de centralización están más de moda que en cualquier otro momento desde la caída del último estado ultra centralizado, la Unión Soviética, en 1989. Uno, tal vez, podía asumir que el siglo XX mostraría abrumadoramente cómo no funcionan los mega estados y el colectivismo de cualquier tipo. No obstante, estos sueños utópicos han regresado, una vez más, en años recientes.

LA CENTRALIZACIÓN NO FUNCIONA

Desde la izquierda, Bernie Sanders y Alexandria Ocasio-Cortez, en los Estados Unidos, Jeremy Corbyn en el Reino Unido y activistas por toda Europa, saludan al sueño del socialismo, todo mientras su más prominente ejemplo del mundo real, Venezuela, está ardiendo frente a sus propios ojos. El líder de la juventud de los socialdemócratas de la centro izquierda de Alemania, propuso, tan sólo la semana pasada (proposed just last week), que empresas como la BMW deberían ser nacionalizadas, a pesar del hecho de que otro experimento socialista, Alemania Oriental, se fundió ante sus propios ojos (él nació en Berlín Occidental). Todos estos desastres no fueron el socialismo “verdadero”; por supuesto, nunca lo es (it never is), pero, con seguridad, el próximo intento sí funcionará. Para derrotar la avaricia del mercado libre, es necesario reemplazarlo con un gobierno poderoso.

Y, en este punto, la derecha no es mucho mejor. Nacionalistas en todo Europa, desde Marine Le Pen en Francia hasta Matteo Salvini en Italia, atacan al capitalismo tan ferozmente como lo hace la izquierda. Pero, a diferencia del socialismo, la economía en realidad no es tan importante. La nación en sí es la que está en la línea y todo debe abrir camino para su supervivencia ̶ independientemente de si es libre comercio, inmigrantes o incluso la regla de la ley, tal como en Hungría.

En todo esto, es fácil olvidar que el status quo -el sistema político existente- tampoco está en favor de la libertad individual y la economía de mercado. Por ejemplo, una centralización cada vez mayor en las instituciones de la Unión Europea en Bruselas, pero también más allá de la capital belga, es altamente popular. De nuevo, una vez más, un gobierno poderoso es la respuesta.

El trabajo de Hayek ofrece una respuesta poderosa a todas estas diferentes demandas que aún suenan como peligrosamente similares. Más centralización no puede ser la respuesta, independientemente de quien la está proponiendo. Jonah Goldberg dio en el clavo en un artículo reciente (in a recent article), cuando llamó a los conservadores a que, una vez más, volvieran a leer a Hayek: en la derecha,

“…los nuevos proponentes del “nacionalismo económico,” ya no más piensan que las élites no pueden manejar la economía ̶ sino sólo que las élites liberales, o “globalistas,” no pueden manejarla. Parte de esto surge de la convicción, a menudo paranoica, de que las élites liberales han acomodado brillantemente al sistema en su favor. Así que, nos dicen, si ellos pueden lograr eso, también nosotros podemos. No funciona de esa manera.”

EL PODER DEL VERDADERO LIBERALISMO

Las demandas en favor de un gobierno poderoso, responsable de todas las áreas de la vida, están interpretando erróneamente al mundo en que vivimos. Por siglos, desde que la ilustración colocó al liberalismo (liberalism) plenamente en el mapa, nuestro mundo se ha hecho más complejo. Economías, principalmente organizadas localmente, han crecido dentro de la economía global de la actualidad, en donde todos puede intercambiar libremente entre sí (siempre y cuando los gobiernos no interfieran).

Hayek llamó a este mundo internacional la “Gran Sociedad.” Y, si bien este orden extendido trajo con él rupturas en comunidades e identidades y siempre provocó efectos económicos negativos (temporalmente) sobre algunos, también produjo la inmensa riqueza y prosperidad (immense wealth and prosperity) que hoy disfrutamos.

Lo que puede ser difícil de entender es que, este orden es tan complejo, que ninguna mente única puede dirigirlo. Con miles de millones de personas interactuando entre sí, a través de miles de millas diariamente, involucradas en procesos económicos en donde los productos son creados por millones, sin que nadie se conozca entre sí, este orden es difícil de comprender. Pero, es la realidad cotidiana.

¿Quién podría alguna vez encargarse de eso por sí sólo o sola, sin destruir la estructura en sí? ¿Quién podría saber cada pequeño detalle en la escena, saber lo que cada individuo, desde el agricultor al trabajador de la fábrica hasta el ingeniero del Valle del Silicón, piensa y hace en todo momento? Este orden complejo, si se deja a sí mismo, puede encargarse de su propio funcionamiento. Todas las pequeñas partes de este tejido funcionan juntas y, si una se viene abajo, será reemplazada por otra. Pero, ¿podría algún ser humano, por sí solo, encargarse de todo eso (o, para el caso, incluso producir algo tan simple como un lápiz (a pencil))?

Un dictador benévolo -o presidente o incluso el parlamento- a cargo, podría tratar de organizar todas estas actividades. Pero, fracasaría (would fail). Y, con él, perecería el mismo orden complejo. Sería imposible que continuara funcionando por sí sólo, al verse inmiscuido constantemente. Los individuos ya no más podrían hacer lo que quieren hacer. Sólo sería el hombre o mujer sabio el que tome la decisión. El resultado sería la pobreza y una pérdida significativa de las libertades.

RESULTADOS POR ENCIMA DE LAS INTENCIONES

Sí, las intenciones de aquellos a cargo pueden ser todas muy buenas, pero las acciones mostrarían ser desastrosas. Bernie Sanders, tratando de ayudar a los pobres de los Estados Unidos, los empobrecería, junto con “El 1 por ciento,” al quitarles todos sus medios para prosperar.
Marine Le Pen, tratando de proteger a la nación francesa, crearía una Francia totalmente diferente, autárquica, la que, a partir de su existencia, simplemente seguiría el camino hacia la servidumbre, hasta que el autoritarismo prevaleciera plenamente, todo porque, en su mente, lo que no está promoviendo a Francia, debería eliminarse.

Como lo escribió (wrote) Hayek,

“Una vez que se admita que el individuo es sólo un medio para servir a los fines de una entidad más alta, llamada sociedad o nación, sigue, por necesidad, la mayoría de aquellos rasgos de los regímenes totalitarios que nos espantan.”

En vez de ello, asevera Hayek, debemos dejar ir esos sueños. En vez de esos, deberíamos abrazar la idea de una sociedad basada en la libertad de sus miembros, para que, por sí mismos, encuentren la plenitud en sus vidas. En vez de la planificación central de una persona, prevalecería la planificación individual que cada miembro de la sociedad planifica, en coincidencia con los demás. Hayek vislumbró el papel del gobierno en eso como el del jardinero inglés: uno que prepara el suelo e impide cualesquiera rupturas evidentes y dañinas en la estructura en general, pero que no interfiere activamente en su proceso ̶ o que trata de diseñar todo por sí mismo.

Esto no significa que la economía haría simplemente hacer cualquier cosa que quisiera. En efecto, como lo señaló (pointed out) Hayek, una economía libre también necesitaría de los fundamentos morales que suplementan a la economía e impiden que carezca de escrúpulos. Las instituciones sociales, las costumbres, las tradiciones y los hábitos, que han sido desarrollados durante décadas y siglos no por el gobierno, sino por las acciones de los propios individuos, interactuando entre sí, actuarían como freno contra esos resultados del mercado que no nos gustan. Esto es, una sociedad libre necesita de una sociedad civil saludable, a la par de una economía libre.

Es aquí en donde muchos de los liberales clásicos de la actualidad pueden, todavía, aprender algo de Hayek. Una sociedad que no es permitida que examine críticamente los resultados en el ámbito económico, aún cuando hay consecuencias claramente adversas en otros órdenes de la sociedad, como una ruptura adicional de las instituciones sociales, fracasaría totalmente ̶ y posiblemente así lo es en el momento.

No tiene por qué ser así. El liberalismo puede sobrevivir. Es lo que Hayek acuñó (coined) como el “verdadero individualismo,” basado en el punto de vista de que los individuos libres nacen en una sociedad, una familia y otras instituciones y que las relaciones humanas influirán en los individuos en todo momento de sus vidas, así como los individuos influyen en su alrededor. Los humanos son animales sociales, no animales racionalistas luchando por su máxima ganancia económica.

El individualismo se basa en la creencia de que los órdenes son creados espontáneamente, no centralizadamente, y que las tradiciones, las reglas sociales y las instituciones -esto es, la cultura- importan. Y que los humanos, debido a que son animales sociales, algunas veces priorizan otras cosas en la vida, más que simplemente la economía. Que tienen una necesidad innata de poseer un sentido de pertenencia, de una identidad que va más allá de uno mismo, y de comunidades fuertes que pueden ayudar en momentos de crisis personales. Y, aun así, también se basan en la comprensión de que una economía libre, sin la perturbación de una intervención gubernamental constante, puede ser dinamismo puro para su propia comunidad o país, pero también para la humanidad en general ̶ y para cada miembro de la sociedad.

La descentralización y el localismo, por un lado, y el mercado y la globalización por el otro. A primera vista pueden parecer estar en contradicción. Pero, lo que Hayek mostró es que, la mezcla correcta de ambos. probará ser lo más exitoso. Es el liberalismo que tanto es atractivo como sostenible. Y es el tipo de liberalismo que hoy necesitamos.

Una versión de este artículo apareció en el Austrian Economics Center.

Kai Weiss es compañero de investigación en el Austrian Economics Center y es miembro de la junta directiva del Hayek Institute.