Recientemente este tema del socialismo se ha discutido en mi muro en Facebook, por lo que considero muy oportuno traducir este útil ensayo de mi amigo Steven Horwitz, un estudioso connotado del tema. Su análisis, basado en el libro clásico de Mises, El Socialismo, despejará muchas dudas y centrará mejor la discusión acerca del sentido del socialismo. Léanlo por favor, y, tal vez, luego podremos conversar más.

EL SOCIALISMO DE LUDWIG VON MISES: UN CASO TODAVÍA OPORTUNO CONTRA MARX

Por Steven Horwitz

The Library of Economics and Liberty
Featured Article
1 de octubre del 2018


Volver a visitar los textos clásicos en economía, normalmente no necesita de una justificación más allá de los beneficios que surgen al mirar viejas ideas a través de ojos nuevos. Al ir aprendiendo y creciendo como lectores, vemos nuevas cosas, somos más escépticos ante cosas viejas y hacemos conexiones que nunca antes hicimos. Algunos de mis libros favoritos en mi colección son aquellos con montones de notas al margen por las múltiples veces que he pasado por el libro. El Socialismo [Socialism] de Ludwig von Mises es un ejemplo excelente de un libro cuyas múltiples lecturas han sido enormemente beneficiosas. No obstante, hay una razón más por la cual es momento oportuno de echarle una nueva ojeada a El Socialismo. Al aproximarse a su centésimo aniversario en el 2022, tiene relevancia fresca en un mundo en donde el socialismo está haciendo una especie de retorno entre jóvenes progresistas.

La simple extensión y cobertura de El Socialismo hace que cubrirlo sea todo un desafío en un formato como este, así que uno debe escoger. En lo que sigue, enfatizaré tres áreas que cubre el libro. Pasaré la mayor parte de mi tiempo en la economía del socialismo y en lo que el libro tiene que decir acerca del debate contemporáneo sobre la viabilidad de las diversas formas de socialismo. Pero, también quiero hablar acerca de dos trozos menos conocidos del libro. Uno de ellos es el capítulo acerca del amor y la familia, en donde Mises estaba muy adelantado para su época, en su análisis de las formas en que el capitalismo había transformado al matrimonio y la familia. El otro es la sección acerca de la “evolución social,” en donde ofrece una alternativa a la lectura marxista de la historia.

El Socialismo se publicó en 1922, siguiendo los pasos del famoso artículo de Mises, “Economic Calculation in the Socialist Conmonwealth,” [“El Cálculo Económico en el Sistema Socialista”], el cual apareció dos años antes. Mises ofreció un caso económico de por qué el orden económico socialista no podía determinar cómo usar racionalmente los recursos y de por qué sería incapaz de generar la riqueza que lograron los mercados, mucho menos la abundancia que prometían los socialistas. Este artículo lanzó lo que se vino a conocer como el “Debate acerca del Cálculo Socialista,” que duró hasta aproximadamente la Segunda Guerra Mundial. El argumento de ese artículo constituye el corazón de El Socialismo, pero el libro cubre un espacio mucho mayor, como lo sugiere su subtítulo “Análisis Económico y Sociológico” [“An Economic and Sociological Analysis”]. Mises pensó que el socialismo necesitaba una refutación general, que no sólo cubriera los fracasos de la planificación económica, sino el análisis de la historia que hace el socialismo, su teoría del monopolio, la relevancia de las clases y de su ética. El libro cubre todo ese espacio y más. También esos argumentos se aplican a una variedad de formas de socialismo, haciéndolo comprensivo, no sólo en cuanto al rango de los argumentos que esgrime, sino también en cuánto a qué tan ampliamente los aplica. A pesar de que un buen número de referencias y tópicos particulares que a él le interesan, son específicos al período en que se escribió el libro, continúa siendo en mucho un trabajo eterno y, probablemente, el único mejor libro que hay que leer para un involucramiento crítico sostenido con las ideas socialistas.

En el centro de su crítica está la afirmación de Mises de que el cálculo económico racional bajo el socialismo es imposible. Mises empieza su argumento tomando seriamente la palabra a los socialistas, asumiendo que el socialismo substituirá la “anarquía en la producción” de los mercados (para usar el término de Karl Marx’s), por la planificación consciente. Esto significa que, en vez de descansar en los precios y las ganancias que indiquen qué deberíamos producir y cómo deberíamos producirlo, el socialismo aboliría la propiedad privada, el intercambio, los mercados, los precios y las ganancias, y, para responder a aquellas preguntas, los sustituiría por la propiedad y la toma de decisiones colectiva. Bajo el capitalismo, dejamos que los dueños privados de los medios de producción experimenten con alternativas y que descubran, después del hecho, cuáles son las mejores. Marx y otros socialistas creían que esto no sólo era un desperdicio, sino que podía mejorarse decidiendo colectivamente, antes del hecho, lo que se debería producir y cómo, simplemente ejecutando aquel plan, incluyendo quién debería recibir los bienes al final de cuentas. El socialismo, alegaron ellos, sería más racional y más eficiente, así como más justo.

En su artículo de 1920, y más ampliamente en el libro, Mises pregunta si es posible saber lo que la gente quiere y cómo es mejor producirlo, en ausencia de mercados y de propiedad privada de los medios de producción. Si bien puede existir cierto número de maneras tecnológicamente viables de producir un bien en particular, sólo una de ellas usa los recursos posibles que sean menos costosos y, por tanto, es la forma que menos desperdicia. Para que una sociedad responda esa pregunta, debe tener alguna forma de comparación. Mises ofrece diversidad de razones de por qué usar una medida del tiempo laborado, como lo sugerían los marxistas, no funcionará, incluyendo a diferencias en la calidad de la mano de obra. Lo que necesita determinarse es cuán valorados son los insumos alternativos y, después de la revolución marginalista de la década de 1870, la teoría económica trataba al valor económico como aquel basado en las valoraciones subjetivas de los individuos que escogen. Así que, ¿cuál es la mejor manera de tener acceso y agregar a aquellas evaluaciones, de forma que permitiera las comparaciones entre alternativas? Mises asevera que sólo los mercados pueden llevar a cabo adecuadamente esa función, aunque sea en forma imperfecta.

Pero, para tener precios de mercado, una sociedad necesita tener mercados. Y los mercados, a su vez, requieren de gente que se involucre en el intercambio. Uno no puede intercambiar lo que no es de uno y Mises afirma que, si el cálculo económico racional requiere de precios que reflejen las valoraciones de los individuos, entonces, la propiedad de los medios de producción tiene que ser privada. Sólo con propiedad privada de los medios de producción podrían los bienes de capital tener precios de mercado genuinos, que reflejen las valoraciones de sus dueños e (indirectamente) de los consumidores. Esos precios son necesarios para determinar cuál es la mejor forma de producir lo que la gente quiere; por tanto, la propiedad privada de los medios de producción es necesaria para responder a la pregunta del cálculo económico.
Como lo resumió él (página 123 (página 135 en la versión en español de 1968 del Instituto Nacional de Publicaciones de Buenos Aires, Argentina)) [1]:

“Cualquier organización social, comprendida en ella la forma socialista, puede muy fácilmente decidir sobre la cantidad y clase de bienes que deben producirse para el uso. Esto jamás ha sido refutado. Pero, una vez tomada la decisión, se quiere establecer, con precisión, la manera en que irán a emplearse los medios de producción existentes, del modo más racional para la producción de estos bienes. Para esta tarea no puede prescindirse del cálculo económico, que solamente es posible gracias a los precios en dinero, que establece el mercado para los bienes de producción en una sociedad que reposa en la propiedad privada de los medios de producción; no se puede renunciar a los precios en dinero de la tierra, de las materias primas, de los bienes semielaborados; es decir, debe haber salarios en dinero y tipos de interés.”

A menudo, en conversaciones contemporáneas acerca del socialismo, quienes formulan el caso contra el mercado se basan en razones éticas, nunca considerando el conjunto de preguntas que aquí hace Mises. Afirmar que la salud brindada por el estado debería ser un derecho, no responde las preguntas de qué debería producir el gobierno y de cómo sabrá la forma de producirlo en algo cercano a una forma racional. Todas las decisiones acerca de la producción requieren la habilidad de poder llevar a cabo un cálculo económico, y eso requiere de precios, ganancias y propiedad privada. Sin precios de mercado, los productores simplemente están tanteando en la oscuridad. Esta lección es aplicable, en diversos grados de fuerza, a todas las propuestas para sustituir al mercado por la propiedad y la planificación del gobierno.

El Socialismo también contiene dos capítulos que discuten las “Formas Particulares del Socialismo (“Particular Forms of Socialism”) y “Sistemas Pseudo-Socialistas” (“Pseudo-Socialist Systems”). En esos capítulos, Mises desarrolla el argumento del cálculo, junto con otras ideas provenientes de la economía y de otras áreas, para mostrar por qué estos sistemas enfrentarán los mismos tipos de problemas, aunque, tal vez, menos intensamente que con el socialismo pleno. En realidad, no discute acerca de lo que hoy pasa por el nombre de “socialismo democrático,” pues estaba escribiendo antes que el socialismo hubiera revelado su tendencia inherente, aunque no premeditada, hacia el totalitarismo. Fueron las décadas de fracasos de la planificación económica, que dejaron que las instituciones de poder fueran tomadas por aquellos con ventaja comparativa para ejercitarla, lo que hizo necesario colocar al adjetivo “democrático” a la par de socialismo. Incluso un socialismo que rechaza al totalitarismo e intenta permitir los procesos democráticos para que se tomen las decisiones previamente definidas por medio del mercado, debe enfrentar el problema del cálculo. Ir desde una oficina de planificación central o de un dictador con un plan quinquenal, hasta un proceso democrático de abajo hacia arriba, no resuelve el problema del cálculo económico racional, en ausencia de la propiedad privada de los medios de producción y de los precios de mercado que eso produce. El problema con el socialismo democrático, Mises podría hoy haberlo dicho en respuesta, es que, democrático o no, sigue siendo socialismo.

Las partes sociológicas del análisis de Mises del socialismo, pueden leerse en el contexto del hecho de que él siguió ese libro con otro en 1927, Liberalismo. El contraste entre el liberalismo del siglo XIX y el socialismo que emergía en el siglo XX fue, creo yo, básico en la visión que del mundo tenía Mises. Vemos que, en El Socialismo, desde el principio, la primera sección del libro lleva por título “Liberalismo y Socialismo.” Aquí, Mises ampliamente describe el largo proceso evolucionario que produjo el orden liberal, como un movimiento desde la violencia hacia el contrato, como base de la interacción social. Mises afirma que, en el reino económico, la regla de la ley y el desarrollo de los derechos de propiedad y del contrato se sobrepusieron al uso de la violencia como forma predominante de determinar y variar la propiedad.
El surgimiento de las instituciones de mercado significó un alejamiento de la violencia hacia el contrato. Similarmente, en el reino de lo político, el desarrollo de los procesos e instituciones democráticas, ofreció una forma pacífica de cambio político, en contraste con la violencia asociada con la monarquía y otras formas predemocráticas. Para Mises, la gran ventaja de la democracia es el traspaso pacífico del poder, cuando se obedecen las reglas de tipo contractual de un orden constitucional liberal.

Este tema de la evolución desde la violencia hacia el contrato está ilustrado bellamente en su capítulo “El Orden Social y la Familia” (“The Social Order and the Family”). Ahí, él contrasta la naturaleza del matrimonio en “la era de violencia” con el matrimonio en “la era de contrato.” Cuando el matrimonio era reflejo del poder del hombre y en donde las mujeres esencialmente eran propiedad del hombre con el que ellas se casaban, era una relación caracterizada tanto por la desigualdad como por la infelicidad, especialmente para las mujeres. Mises afirma que el amor y los componentes sexuales del matrimonio, los cuales damos por descontados en la era de contrato, no eran posibles en una era de violencia. El amor romántico y el matrimonio eran muy distintos durante este período y, sólo cuando el matrimonio se convirtió en un consentimiento y contrato entre iguales, podía ser una realidad el matrimonio basado en el amor. Mises (página 78 (de la versión en inglés y la 82 de la versión en español arriba mencionada)) lo describe así:

“El carácter esencial del amor, o sea la Idolatría del objeto sexual, es incompatible con la posición humillante en que se encuentra la mujer bajo el principio violencia, que hace de ella una vulgar sirviente. En cambio, el amor ve en ella a una reina.”

Uno de los mayores logros del liberalismo fue la extensión gradual de derechos iguales para todos los humanos y, al tratar a las mujeres como iguales bajo la ley, el liberalismo avanzó la causa feminista. El feminismo entendido como igualdad ante la ley es, asevera él, “sólo es una rama del gran movimiento liberal, en donde encarna la idea de una evolución libre y tranquila” (página 87 (de la versión en inglés y la 91 de la versión en español arriba mencionada)). Al llegar las mujeres a ser las iguales legales de los hombres y cuando el matrimonio se convirtió en un contrato, como tantas otras cosas, el amor y el deseo sexual tomaron su lugar moderno en el matrimonio. [2] Lo que es más impactante de este argumento es qué fuera tan avanzado en su tiempo. Los sociólogos a principio del siglo XXI todavía estaban planteando, como si fueran noticias, el argumento de que eran los órdenes liberales y de mercado, los que permitían que el amor conquistara al matrimonio. [3] Mises vio ese punto casi un siglo antes. Esta discusión tiene dos propósitos en el argumento más amplio de Mises. Primero, muestra que el capitalismo y el liberalismo fueron responsables de muchos adelantos de la era moderna, en vez de ser causa de cualquier cantidad de problemas sociales. En segundo lugar, estableció su temor de que el socialismo nos devolvería a una era de violencia y desharía todo aquel progreso.

También, la discusión del matrimonio es una aplicación de un argumento que él desarrolla con mayor plenitud posteriormente en el libro. En su sección acerca de la presunta inevitabilidad del socialismo, él ofrece una teoría de la evolución social que cuenta una historia muy diferente de aquella de Marx. En el centro de su teoría está la división del trabajo, lo que él llama “el principio fundamental de todas las formas de vida (página 258 (de la versión en inglés y la 293 de la versión en español arriba mencionada)). Para Mises, la “sociedad” es cooperación humana y tal cooperación sólo puede desarrollarse cuando los humanos reconocen los beneficios que surgen de la división del trabajo y de la expansión del intercambio resultante. La “diversidad de la naturaleza,” vista en las diferencias de aptitudes y en la variedad de condiciones naturales, facilitan la división del trabajo, al guiar el proceso de costos diferenciales que conduce a la especialización y al intercambio. El intercambio crea los lazos de interdependencia pacífica, que empieza con la transición de la era de violencia hacia la era de contrato. Este proceso es, para Mises (página 261 (de la versión en inglés y la 297 de la versión en español arriba mencionada)), una “influencia unificadora.” Continúa él,

“…conduce a los hombres a no considerarse ya como adversarios en la lucha por la vida, sino como asociados en una pugna sostenida en común para bien de todos. La división del trabajo transforma a los enemigos en amigos, hace surgir la paz de la guerra y convierte a los individuos en sociedad.” [4]

La historia de la evolución social humana es la historia de una profundización y ampliación de la especialización del trabajo y la expansión del intercambio pacífico, como la interacción humana fundamental. En su libro posterior, La Acción Humana [Human Action], Mises se referiría a este proceso como la “Ley de la Asociación.”

En primer lugar, él puede ofrecer una teoría de la evolución social que es plenamente consistente con las ideas darwinianas; en especial, la idea de que no fue necesario que un diseñador creara al mundo moderno. Aunque él no usa el término, la teoría de la evolución social de Mises en El Socialismo es, en gran parte, una historia del orden espontáneo. Aquí hay una visión grandiosa: la humanidad evolucionó sin ser diseñada a partir de la naturaleza y, habiendo adquirido un cerebro capaz de razonar, ahora ha extendido el proceso de un orden no diseñado al mundo social. Somos producto de la evolución no diseñada, de cabo a rabo. En segundo lugar, al refutar las descripciones marxistas de la lucha y guerras de clases, como siendo la fuerza que dirige la historia, Mises socava la presunta inevitabilidad del socialismo que se encuentra en la esencia del pensamiento marxista. A diferencia de la muy teleológica teoría de Marx, la teoría de Mises acerca de la evolución social, no tiene un punto final. Simplemente explica cómo surgió el orden liberal y que continuará creando el progreso si permitimos que las instituciones liberales hagan lo suyo. Leída en combinación con la imposibilidad del cálculo económico, la teoría de Mises acerca de la evolución social ofrece el caso en favor del liberalismo, que Friedrich Hayek después llamaría “el poder creador de una civilización libre” y “el sentido común del progreso.” [5]

Al ser las instituciones esenciales del orden liberal crecientemente atacadas por la derecha populista-nacionalista y por la izquierda socialista, vale la pena revisitar un texto que trata las cuestiones fundamentales planteadas por el surgimiento del liberalismo y su trágico eclipse, en muchos lugares, por el socialismo del siglo XX. El Socialismo de Mises, escrito mucho antes de la mayor parte del derramamiento de sangre y la pobreza ocasionada por el despliegue del socialismo, permanece siendo una exploración apropiada en el tiempo y profunda, tanto de los errores del socialismo como de las virtudes del liberalismo. A pesar del registro histórico de fracasos del socialismo, tal vez, más bien debido a eso, los socialistas del siglo XXI tienen todavía que lidiar con el tema fundamental del cálculo económico fuera del mercado y de cómo la ausencia de propiedad privada de los medios de producción, sin importar qué tan democrática sea la alternativa, inevitablemente conduce a la pobreza y al caos. Los argumentos expresados en El Socialismo permanecen siendo cruciales como siempre, en defensa del orden liberal contra sus críticos, tanto viejos como nuevos, y de la izquierda y de la derecha.

NOTAS AL PIE DE PÁGINA

[1] Los números de las páginas son de Socialism: An Economic and Sociciological Analysis, de Ludwig von Mises. Traducido por J. Kahane, Introducción de F. A. Hayek. Liberty Fund en línea https://www.econlib.org/library/Mises/msS.html. [Nota del Traductor: Las páginas equivalentes en español son de Socialismo de Ludwig von Mises. Traducido por Luis Montes de Oca, y prologado por el Dr. Alberto Benegas Lynch, publicado por el Instituto Nacional de Publicaciones de Buenos Aires, Argentina, 1968. Se haya en https://www.mises.org.es/wp-content/...-von-mises.pdf

[2] Para más acerca de este proceso, ver mi libro Hayek’s Modern Family: Classical Liberalism and the Evolution of Social Institutions, New York: Palgrave Macmillan, 2015.

[3] Ver, por ejemplo, el excelente libro de Stephanie Coontz, Marriage, A History: How Love Conquered Marriage, New York: Penguin, 2006.

[4] Compare esto con la observación de Hayek en Law, Legislation, and Liberty, volume II (Derecho, Legislación y Libertad, volumen II) (página 108), en donde indica que su uso de “catalaxia” para describir el intercambio basado en una economía de mercado, viene de un verbo griego que significa “no sólo ‘para intercambiar,’ sino también ‘para admitir dentro de la comunidad’ y ‘para convertir a un enemigo en amigo.’”

[5] Ambos son capítulos de la obra de Hayek, Fundamentos de la Libertad, que Hayek consideró como una reafirmación de los grandes principios del liberalismo.

Steven Horwitz es profesor distinguido de la libre empresa en el Departamento de Economía de la Universidad Ball State en Muncie, Indiana. También es académico sénior afiliado al Mercatus Center en Arlington, Virginia y compañero sénior del Instituto Fraser de Canadá. Autor de tres libros, incluyendo al más reciente Hayek’s Modern Family: Classical Liberalism and the Evolution of Social Institutions. Ha escrito extensamente acerca de Hayek y la economía austriaca, teoría e historia monetaria e historia de la economía de los Estados Unidos, y es huésped frecuente en programas de radio y de televisión por cable.