Excelente artículo que debería ser leído por los socialistas interesados en un análisis de la moral de los sistemas económicos alternativos.

EL CAPITALISMO (TAMBIÉN CONOCIDO COMO LA PROPIEDAD DE UNO) ES EL ÚNICO SISTEMA ECONÓMICO MORAL

Por Gary M. Galles

Fundación para la Educación Económica
Lunes 8 de abril del 2018


Las acusaciones populares de los políticos contra el capitalismo descansan en supuestos falsos acerca de los mercados y los gobiernos.

Con todo esas esas propuestas de “también entregue eso al gobierno, de forma que alguien más tendrá que proporcionárselo,” provenientes ahora de los precandidatos presidenciales del partido demócrata, a esos candidatos se les ha preguntado si son “socialistas” o “capitalistas.”

Bernie Sanders, quien ha pedido garantías de “derechos económicos” tratados como i fueran derechos constitucionales, admite ser un socialista. La congresista Alexandria Ocasio-Cortez quien incluso quiere que más gente viva a expensas de todos los demás, está montada en el mismo vagón: “Capitalismo es una ideología del capital ̶ la cosa más importante es la concentración del capital y buscar y maximizar la ganancia.” En consecuencia, “el capitalismo es irredimible.”

No obstante, otros candidatos, que proponen o apoyan cambios similares, han alegado que ellos son capitalistas (modificados).

Elizabeth Warren ha dicho, “yo soy una capitalista hasta mis huesos… yo creo en los mercados. En lo que no creo es en el robo.” En líneas similares, ella ha dicho,

“Adoro lo que los mercados pueden hacer. Adoro lo que economías que funcionan pueden hacer; ellos son los que crean oportunidades. Pero sólo los mercados justos, mercados con reglas. Mercados sin reglas es acerca de que el rico toma todo… Y eso es lo que está mal en los Estados Unidos.”

Kamala Harris ofreció una queja similar, que “las reglas no se están aplicando por igual a toda la gente.” Joe Biden preguntó, “¿Qué pasó con una responsabilidad moral, de un capitalismo moral?” Beto siguió este alegato de ser un capitalista, diciendo “Habiendo dicho eso, la economía capitalista es imperfecta, desigual, injusta y racista.”

LA CONFUSIÓN ANTICAPITALISTA

Desafortunadamente para esos candidatos (y para los estadounidenses, si los votantes no lo entienden mejor), cada uno de ellos descansa en supuestos falsos acerca de los mercados y los gobiernos.

El senador Sanders falla en reconocer que su llamado de más derechos positivos para cosas, desde la educación al cuido de la salud, debe violar los derechos negativos de los estadounidenses (prohibiciones establecidas contra otros, especialmente el gobierno, para impedir intrusiones indeseadas). La Declaración de Independencia de los Estados Unidos, hacienda eco de John Locke, afirma que todos tenemos derechos inalienables, incluyendo la libertad, y que el objetivo central de nuestro gobierno es defender esos derechos negativos, lo que es reforzado aún más por nuestra Carta o Declaración de Derechos. Cada ciudadano los puede disfrutar sin infringir los derechos de cualquier otro.

Los derechos negativos imponen a otros sólo la obligación de no invadir o interferir. Pero, cuando el gobierno crea nuevos derechos positivos, la extracción de recursos para pagar por ellos despoja a otros de sus derechos inalienables. Esto es, usted no puede agregar nuevos derechos positivos; tan sólo puede hacerlo destruyendo algunos de los derechos negativos que definen la idea que se convirtió en los Estados Unidos.

AOC, como típicamente ahora se le llama a Alexandria Ocasio-Cortez, muestra que ella “aprendió” cosas que contradicen lo que debería haber aprendido en sus estudios como economista. Está de acuerdo en lo que Marx intentó llamar capitalismo ̶ hacerlo parecer como que los dueños del capital ganan y que los otros son perjudicados. Pero, el capitalismo se define mejor como un sistema de propiedad privada de los recursos, incluyendo el trabajo de uno -no simplemente la propiedad del capital- que es coordinado tan sólo mediante acuerdos voluntarios.

La propiedad privada impide la invasión física de la vida de una persona, de su libertad o de su propiedad, sin que medie su consentimiento. Al impedir tales invasiones, la propiedad privada es una defensa irremplazable contra la agresión del fuerte contra el débil. A nadie le es permitido ser un depredador al violar los derechos de otros. En ese sistema, los capitalistas necesitan del consenso voluntario de los trabajadores en sus acuerdos, impidiendo que los capitalistas exploten a los trabajadores. En palabras de Herbert Spencer, “lejos de ser, como algunos han alegado, una defensa de las exigencias de los fuertes contra los débiles, [el capitalismo] es mucho más una insistencia en que el débil debe ser protegido contra el fuerte.”

El supuesto endoso de Elizabeth Warren a los mercados, pero oponiéndose a los mercados sin reglas, no tiene sentido. En el capitalismo no existen mercados sin reglas. La regla esencial es aquella de la propiedad privada, la cual requiere que los acuerdos sean voluntarios, lo que, a su vez, elimina la posibilidad del robo, que, supuestamente, objeta. Si hay robo, o fraude que permite el robo, eso representa un fallo del gobierno en defender los derechos de propiedad de todos o una violación por partes de derechos de propiedad iguales por el gobierno, nada de lo cual justificaría aún una mayor intervención gubernamental para arreglarlo, a menos que sea para mejorar la defensa de los derechos de propiedad que ahora son violados o, en sí, para detener su violación. Y la queja de Kamala Harris de que “las reglas no se están aplicando por igual a toda la gente,” está sujeta a la misma crítica.

Y lo de Joe Biden, ““¿Qué pasó con una responsabilidad moral, de un capitalismo moral?,” refleja una confusión similar. La base más ética o más moral de cualquier relación humana es no violar los derechos de otros, lo que Cicerón llamó “darle a cada cual lo suyo” hace más de dos mil años. O, como lo escribió Adam Smith en su Teoría de los Sentimientos Morales,

“El hombre que apenas se abstiene de violar a la persona, a la herencia, a la reputación de sus vecinos … hace todo lo que sus iguales pueden, con propiedad, obligarlo a hacer, o lo pueden castigar por no hacerlo. A menudo podemos satisfacer todas las reglas de la justicia, quedándonos quietos y haciendo nada.”

A pesar de lo anterior, Biden parece pensar que las políticas que requieren violar derechos de estadounidenses que no quieren, son más morales que cualquier otra que no los viola.

El endoso del capitalismo por Beto O’Rourke, luego descrito como “imperfecto, desigual, injusto y racista,” parece reflejar un punto de vista similar, pero básicamente refleja una confusión seria. ¿Qué estadounidense endosaría algo que llena su descripción de capitalismo ̶ a menos que fuera un sádico?

COOPERACIÓN VERSUS COERCIÓN

Para cada uno de esos candidatos, incluso un entendimiento rudimentario de los derechos de propiedad privada y de los acuerdos voluntarios, destroza sus evaluaciones del capitalismo y barre cualquier base confiable para sus “soluciones” propuestas. De hecho, tanto la lógica como la historia son testigos del daño que sus propuestas pueden ocasionar. Como lo explicó Ludwig von Mises, la propiedad privada es la base para “la acción conjunta y la cooperación, en la que cada participante ve el éxito de la otra parte como un medio para lograr el suyo propio,” en contraste agudo con cualquier visión de suma cero -o negativa- de “nosotros versus ellos,” de la interacción social que considera que las ganancias de alguien son pérdidas de otros.

En el capitalismo (que en la realidad es inconsistente con el capitalismo de los amigotes, creado o posibilitado por el gobierno, que vemos alrededor nuestro), incluyendo a aquellos que serían tiranos, si se les da la oportunidad, se deben enfocar sus esfuerzos en proveer servicios voluntariamente a otros, para inducir su cooperación voluntaria. En contraste, el impulso por el poder que anima a esos políticos que condenan al capitalismo sin comprenderlo a plenitud, crecientemente convertiría a otros en sus sirvientes involuntarios.

Este artículo se reimprimió del Mises Institute.

Gary M. Galles es profesor de economía en la Universidad Pepperdine. Sus libros recientes incluyen Faulty Premises, Faulty Policies (2014) y Apostle of Peace (2013). Es miembro de la facultad de la Fundación para la Educación Económica (FEE).