Aquí también los tenemos y esos justicieros sociales suelen exhibirse como los únicos moralmente autorizados, pero lo que buscan es limitar a los ciudadanos comunes y corrientes a que hagamos lo que esos elegidos han decidido que debemos hacer, pero, particularmente aquí, muchos de ellos reciben pensiones de lujo, montos desorbitantes para los que nunca aportaron lo suficiente, sino que, por “justicia social” son cargadas a todos los ciudadanos contribuyentes.

THOMAS SOWELL ACERCA DE LA TIRANÍA SUTIL DE LOS UNGIDOS DEFENSORES DE LA JUSTICIA SOCIAL

Por Bradley Thomas

Fundación para la Educación Económica
Lunes 22 de abril del 2019


NOTA DEL TRADUCTOR: Para utilizar los ligámenes de las fuentes del artículo, entre paréntesis, con letra subrayada, si es de su interés puede verlo en https://fee.org/articles/thomas-sowe...ice-champions/

La libertad, la responsabilidad personal y las interacciones voluntarias son medios mucho mejores, y justos, para elevar a los más necesitados entre nosotros.

En su libro de 1995, The Vision of the Anointed, Thomas Sowell hizo la observación de que un cuadro elitista de estadounidenses, sin haber sido nombrado por nadie, declaró su superioridad moral y su papel crítico en la corrección de los errores de la sociedad.

La descripción de Sowell fue muy profética y, actualmente, es aún relevante, más de dos décadas después de que se publicara el libro. Los ungidos de hoy continúan manteniendo la arrogancia de creer que es su papel, con su visión e ideas superiores, rescatar a las víctimas de la “opresión” de la sociedad, mediante la imposición de su voluntad colectiva sobre otros.

Como lo explicó Sowell, los ungidos -una clase informal que consiste de miembros de instituciones mediáticas de la élite, la academia y políticos progresistas- creen que su papel es rescatar a las clases victimizadas y desfavorecidas. Su mecanismo por default para corregir las injusticias percibidas es invariablemente el estado.

MONOPOLIO DE LA MORALIDAD

Primordial para el ungido es su auto refugio ante el escrutinio acerca de hechos y política, bajo el velo de la “certeza moral,” que asimismo les hace fuertemente resistentes ante la evidencia.

Para un ejemplo reciente, presencie a Alexandria Ocasio-Cortez, quien recientemente dijo ( said),

“Pienso que existe mucha gente más interesada en ser precisamente correcta, factual y semánticamente correcta, que ser moralmente correcta.”

La afirmación de Ocasio-Cortez demuestra aquí a la perfección la tendencia de los ungidos de verse a si mismos como “moralmente en un plano superior.” Sowell dijo que, a menudo, es un intento fútil intentar corregir a aquellos que abrazan tal mentalidad, pues “aquellos que están en desacuerdo con la visión prevaleciente, no sólo son vistos como equivocados, sino en pecado.”

Aun más, el ungido debe rehusarse a aceptar que sus opositores ideológicos comparten la compasión por grupos marginalizados. Si el ungido reconociera que esa compasión y cuidado son compartidos por ambas partes, esas emociones perderían su potencia política. Un monopolio de la compasión es la plataforma sobre la cual ellos ubican su superioridad moral.

En efecto, el elegido hace todo lo posible por silenciar o, alternativamente, ignorar la razón y la evidencia, enfocándose más bien en acusaciones de intenciones siniestras de parte de sus opositores. “Lo notable es qué, en la realidad, qué tan pocos argumentos son empleados y cuántos sustitutos existen para los argumentos,” señaló Sowell.

Tal vez lo más preocupante es que el ungido ha infectado a los centros de poder más importantes. Sowell describió a los ungidos como “intelectualidad de élite,” incluyendo “los medios masivos, la política de masas y el gobierno masivo” que tiene “gran influencia en la determinación del curso tomado por toda una sociedad.”

FALSO “PRIVILEGIO”

Tal vez el arma retórica preferida en la actualidad por los ungidos es la asignación de culpa al “privilegio” por la posición social de la gente en su vida.

Una vez más, Sowell anticipó esto hace décadas y redujo el argumento a basura.

El uso por el ungido de tal lenguaje sugiere que las cosas simplemente le pasan a la gente, en vez de ser causadas, al menos en parte, por sus propias decisiones o comportamiento.

Al hacerlo, el ungido revela su propia intolerancia. Al negar cualquier acción de parte de las así llamadas víctimas, el ungido muestra que ellos sienten que tales grupos son indignos de poder actuar. El ungido rara vez mira a la gente común y corriente como personas que toman decisiones autónomas, libres de decidir por sí mismas el camino hacia su propio bienestar.

La visión del ungido requiere que el comportamiento propio de las víctimas, su actuación y sus elecciones deben descartarse y ser ignorados como factores que contribuyen a sus circunstancias.

Sowell observó,

“Se dice a menudo que la gente carece de “acceso” a diferentes empleos, instituciones educativas o crédito, cuando, de hecho, ellos pueden no haberse comportado o actuado de forma que les permitiera satisfacer los estándares que otros sí satisfacen.”

Todavía más, la gente elige diferentes profesiones que pagan de manera distinta. Están en esas carreras por elección, no debido a la carencia de acceso a esos empleos mejor pagados. A menudo hay factores distintos del ingreso, que ayudan a atraer a la gente a distintas trayectorias profesionales.

Similarmente, Sowell cita el ejemplo de millones de personas (en 1995) con ingresos superiores a $50.000, que carecen de seguro médico no porque carezcan de “acceso” al seguro, sino porque escogen gastar su dinero en otras cosas.

Sowell escribió,

“Con estas tres complicaciones inconvenientes fuera del panorama, los resultados después del hecho pueden luego equipararse con las condiciones existentes antes del hecho. Por definición, así el éxito se convierte en “privilegio” y el fracaso en “desventaja.”

CREANDO MASCOTAS

El ungido piensa acerca de las víctimas como si fueran mascotas indefensas, inferiores al ungido y, como tales, en necesidad de ser adoptadas como mascotas para que el ungido las rescate.

El ungido, escribió Sowell, cree que su papel es “evitar las decisiones de otra gente, por su propio bien,” y “definir para esos ciudadanos lo que es mejor” para ellos, al mismo tiempo que amplía su propio poder.

El estado es visto por el ungido como el gran “igualador,” la sabia y benevolente institución que puede corregir los errores de la sociedad -por medio de políticas diseñadas y aprobadas por los ungidos, por supuesto- con poca o ningún pensamiento acerca del impacto potencial negativo de esas políticas sobre otros en la sociedad.

Como lo escribió Sowell,

“Con todo, crecientemente el gobierno ha llegado a ser visto como un camino para beneficiar a grupos particulares adoptados como mascotas, a menudo sin mucha consideración por lo que eso les hace a otros grupos o a la integridad del sistema como un todo.”

UN CAMINO MEJOR

Para el ungido, el objetivo de la “justicia social” justifica políticas que ponen a los ciudadanos en conflicto entre sí, promoviendo abiertamente “los derechos de grupos particulares de mascotas, anulando los derechos de otros.”

Pero, delegar las soluciones a un tercero como el estado, es altamente problemático.

Sowell concluyó que,

“En el corazón de muchos de estos esquemas está la toma de decisiones por una tercera parte. Las terceras partes típicamente saben menos, incluso cuando están convencidas de que saben más, además de que carecen de los incentivos de aquellos que se benefician directamente al estar en lo correcto y que sufren cuando se equivocan.”

En su lugar, una sociedad libre, que descentraliza radicalmente la toma de decisiones y la caridad, crea una mayor armonía social, comparada con la intervención polarizadora del estado. Cuando las decisiones son tomadas por aquellos que, en la realidad, asumen los costos u obtienen una recompensa por dichas decisiones, se toman decisiones más informadas y los resultados tienden a generar un mayor florecimiento de la humanidad.

Una caridad voluntaria, más localizada, hacia los menos afortunados, les permite a quienes la brindan no sólo estar más a tono con las necesidades de quienes la reciben, sino que, también, los empodera con el ejercicio de sus consciencias, que surge ante actos virtuosos libremente escogidos.

Los defensores de la libertad no tienen razón para ceder la autoridad moral a los ungidos autoproclamados.

La libertad, la responsabilidad personal y las interacciones voluntarias son medios mucho mejores, y justos, para elevar a los más necesitados entre nosotros.

Bradley Thomas es el creador del sitio en la red Erasethestate.com y es un activista libertario y un escritor, con 15 años de experiencia en investigación y de escribir acerca de filosofía política y de economía.