MONTESQUIEU ACERCA DE POR QUÉ EL COMERCIO Y EL INTERCAMBIO CREAN PAZ, PROSPERIDAD Y BUENA VOLUNTAD

Por Gary M. Galles

Fundación para la Educación Económica
Viernes 18 de enero del 2019


Previo a la fundación de los Estados Unidos, pensadores esmerados como Montesquieu sabían de las bondades de la libertad y de los beneficios de los acuerdos voluntarios.

El 18 de enero marca el aniversario 320 del nacimiento de Charles Louis de Secondat, Barón Montesquieu. Robert Wokler llamó a Montesquieu “tal vez el pensador más significativo… de la ilustración.” Él también tuvo una enorme influencia sobre los fundadores de los Estados Unidos, en particular con su argumento de que una separación de poderes era necesario para conservar la libertad ̶ tanta que un escritor le caracterizó como el “cofundador ideológico de la Constitución de los Estados Unidos,” junto con John Locke.

LEY Y LIBERTAD

Las ideas de Montesquieu fueron famosamente desarrolladas en su libro de 1748 El Espíritu de las Leyes. Allí brindó ideas acerca de los gobiernos, los que él dividió en tiranías, monarquías y repúblicas. De importancia especial para los Estados Unidos fue su análisis de la relación entre la ley y la libertad en las repúblicas.

Ante una política estadounidenses fueremente comprometida con el proteccionismo, un aspecto del trabajo de Montesquieu que es particularmente relevante en la actualidad, es lo que él escribió acerca de la propia aplicación práctica de la libertad ̶̶ del libre comercio, derivado de la propiedad de nosotros mismos:

“No están cultivados los países en razón de su fertilidad, sino en razón de su libertad.”

“El bien público consiste en que cada uno conserve invariablemente la propiedad.”

“Cuando en un Estado todos los particulares son ciudadanos… cada uno tiene por su propiedad con tanto derecho como el que posee el príncipe.”

“Sentemos, pues, por máxima que, cuando se trata del bien público, nunca consiste éste en que se prive a un particular de sus bienes ni tampoco en quitarle la menor parte de ellos por una ley o un reglamento político.”

“El espíritu de comercio… hace que cada uno pueda y quiera vivir de su propia propiedad.”

“El espíritu de comercio produce cierto sentimiento de justicia rigurosa, opuesto… al robo.”

“El comercio es profesión de gentes iguales.”

“El espíritu de comercio lleva consigo el de la frugalidad, economía, moderación, trabajo, prudencia, sosiego, orden y método; en tanto subsiste ese espíritu, las riquezas que produce no causan malos efectos.”

“Si la democracia se funda en el comercio, puede muy bien acontecer que haya particulares muy ricos, sin que las costumbres se corrompan.”

“En las repúblicas, [el comercio] se funda más comúnmente en la economía. Los negociantes, tendiendo la vista por todas las naciones de la tierra, llevan de una lo que es necesitado en la otra.”

“Lo mejor será mantener abierto [al comercio], en vez de, con privilegios exclusivos, restringir la libertad del comercio.”

“La verdadera máxima de un Estado es no excluir de su comercio a ninguna nación sin motivos poderosos… La competencia es la que pone su justo precio a las mercancías y establece las verdaderas relaciones entre ellos.”

“Merced al comercio ha penetrado en todas partes el conocimiento de las costumbres de todas las naciones, y de su comparación han resultado las mayores ventajas.”

“La historia del comercio es la de la comunicación de los pueblos.”

“El comercio extingue las preocupaciones destructoras, y es casi regla general que, en todas partes donde las costumbres son dulces, hay comercio, y donde quiera que hay comercio encontramos que las costumbres son dulces.”

“Cuando dos naciones entran en contacto, o pelean o comercian. Si ellas pelean, ambas pierden; si comercian, ambas ganan.”

“El efecto natural del comercio es la paz. Dos naciones que negocian entre sí se hacen recíprocamente dependientes… [su] unión está basada en sus necesidades mutuas.”

“Las riquezas son el efecto del comercio.”

“El comercio es la cosa más útil para un Estado.”

“Diré tan sólo que [a los países] les conviene poner a tal comercio los menores obstáculos que su política le permita.”

“No se debe mermar lo que el pueblo ha menester para sus necesidades reales en beneficio de las necesidades imaginarias del Estado.”

“El comercio… huye de donde se le oprime y, descansa en donde es libre para respirar.”

“[Debido al libre comercio] se ha hecho necesario que los príncipes gobiernen con más prudencia de la que ellos mismos habrían pensado… de la experiencia es manifiesto que sólo la bondad y la lenidad de un gobierno promueve la prosperidad… más moderación se ha hecho una necesidad… Y es fortuna para los hombres haber llegado a una situación en la que, si sus pasiones les inspiran el pensamiento de ser malos, tienen interés en ser humanos y virtuosos.”

EL LEGADO INTELECTUAL DE MONTESQUIEU

Montesquieu reconoció que la libertad requería de un gobierno “constituido de forma tal que ningún hombre tuviera temor de otro.” Y que el libre comercio era una parte esencial de esa seguridad. Pero, las restricciones al comercio obligan a los estadounidenses a temer constantemente, que otros obtendrán más poder del gobierno y que lo usarán contra aquellos. Tal proteccionismo, detrás de muchos disfraces y tergiversaciones, ilustra exactamente lo que Montesquieu temió que socavaría las repúblicas, tal como la nuestra empezó a serlo; “En una república extensa… hay conglomerados demasiado grandes como para confiarlos a un sujeto único; él tiene intereses propios… En una república extensa, el bien público es sacrificado.”

Montesquieu fue uno de los pensadores políticos más influyentes detrás de la fundación de los Estados Unidos en busca de libertad. Pero, la extensión en que nuestro país ha abandonado uno de los aspectos más esenciales de la libertad, que buscamos haciéndonos independientes -la libertad de comerciar como nos parezca, la que se basa en nuestra propiedad de nosotros mismos y en el producto de nuestros esfuerzos- muestra qué tan lejos nos hemos alejado de un sistema que, por su naturaleza, es pacífico, justo y mutuamente beneficioso.

Previo a la fundación de los Estados Unidos, pensadores esmerados sabían de las bondades de la libertad y de los beneficios de los acuerdos voluntarios, libres del favoritismo político, respaldado por amenazas de fuerza gubernamental. Montesquieu es parte de ese legado intelectual, ahora honrado mucho más por su inobservancia, que por la realidad. Necesitamos revivir ese legado. El proteccionismo y todas las otras formas de guerra de parte del estado sobre su pueblo, son devastadores y necesitan ser anulados.

Gary M. Galles es profesor de economía en la Universidad Pepperdine. Sus libros recientes incluyen Faulty Premises, Faulty Policies (2014) y Apostle of Peace (2013). Es miembro de la facultad de la Fundación para la Educación Económica (FEE).