Muy apropiado, independientemente de que hoy sea Domingo de Ramos. Vale la pena meditar al respecto.

JESÚS ACERCA DE LA REDISTRIBUCIÓN DE LA RIQUEZA: LO QUE ÉL DIJO Y LO QUE NO DIJO

Por Randy England
Fundación para la Educación Económica
Domingo 20 de enero del 2019


Las exhortaciones de Jesús para ayudar al pobre, han sido usadas como argumentos para la redistribución de la riqueza del rico hacia el pobre, pero ¿qué fue lo que él, en realidad, dijo?

¿Qué tuvo que decir Jesús para apoyar al estado de bienestar? Durante su ministerio, Jesús habló muchas veces acerca del pobre. Habló acerca del juicio final, cuando él alabaría a aquellos que ayudan a los otros, en especial, al pobre:

“Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; fui huésped, y me recogisteis; Desnudo, y me cubristeis; enfermo, y me visitasteis; estuve en la cárcel, y vinisteis a mí” (Mateo 25:34-35).

Él condenó a aquellos que invitarían a cenar al rico u otros que después le pueden devolver el favor. En vez de ello, aconsejó, “Mas cuando haces banquete, llama a los pobres, los mancos, los cojos, los ciegos” (Lucas 14:13). Él dijo que era más fácil que un camello pasara por el ojo de una aguja, que para un rico entrar al cielo (Mateo 19:24).

En ciertas ocasiones, las exhortaciones de Jesús para ayudar al pobre han sido usadas como argumentos para la redistribución de la riqueza del rico hacia el pobre. Recuerde la historia del joven rico gobernante:

“Y preguntóle un príncipe, diciendo: Maestro bueno, ¿qué haré para poseer la vida eterna? Y Jesús le dijo: ¿Por qué me llamas bueno? ninguno hay bueno sino sólo Dios. Los mandamientos sabes: No matarás: No adulterarás: No hurtarás: No dirás falso testimonio: Honra a tu padre y a tu madre. Y él dijo: Todas estas cosas he guardado desde mi juventud. Y Jesús, oído esto, le dijo: Aun te falta una cosa: vende todo lo que tienes, y da a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo; y ven, sígueme. Entonces él, oídas estas cosas, se puso muy triste, porque era muy rico. Y viendo Jesús que se había entristecido mucho, dijo: ¡Cuán dificultosamente entrarán en el reino de Dios los que tienen riquezas! Porque más fácil cosa es entrar un camello por el ojo de una aguja, que un rico entrar en el reino de Dios” (Lucas 18:18-25).

En otra ocasión, Jesús iba pasando por la ciudad de Jericó cuando se encontró con otro hombre rico, quien no necesitaba del mismo consejo:

“Y he aquí un varón llamado Zaqueo, el cual era el principal de los publicanos, y era rico; Y procuraba ver a Jesús quién fuese; mas no podía a causa de la multitud, porque era pequeño de estatura. Y corriendo delante, subióse a un árbol sicómoro para verle; porque había de pasar por allí. Y como vino a aquel lugar Jesús, mirando, le vio, y díjole: Zaqueo, date prisa, desciende, porque hoy es necesario que pose en tu casa. Entonces él descendió aprisa, y le recibió gozoso. Y viendo esto, todos murmuraban, diciendo que había entrado a posar con un hombre pecador. Entonces Zaqueo, puesto en pie, dijo al Señor: He aquí, Señor, la mitad de mis bienes doy a los pobres; y si en algo he defraudado a alguno, lo vuelvo con el cuatro tanto. Y Jesús le dijo: Hoy ha venido la salvación a esta casa; por cuanto él también es hijo de Abraham. Porque el Hijo del hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido. (Lucas 19: 2-10)

Considere lo que Jesús le dijo al primer hombre rico: “Vende todo lo que tienes, y da a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo; y ven, sígueme.” El hombre se retiró “porque era muy rico.”

Luego, en el capítulo siguiente, un hombre rico diferente, Zaqueo, declaró “Señor, la mitad de mis bienes doy a los pobres,” y prometió cuadruplicar la restitución a cualquiera que él haya engañado. Jesús estaba encantado con el segundo hombre (quien sólo ofreció la mitad de lo que Jesús le había pedido al primero). La diferencia parece estar a lo interno de los propios hombres y no tanto en qué tanto les dieron a los pobres.

Sin duda que estas narraciones del testamento revelan la compasión de Jesús por los pobres, pero, también, parece ser menos acerca de ayudar al pobre, que como lo son acerca de la salvación del hombre rico. En estos ejemplos él no estaba tratando de alimentar al pobre. Si él hubiera querido alimentar al pobre o incluso a una multitud hambrienta, era un asunto muy fácil para él convertir unas pocas hogazas de pan y pescados en miles. En efecto, él lo hizo así en más de una ocasión (Mateo 14: 13.21; 15:32-39).

Es notable que Jesús nunca ni siquiera insinuó que terceras partes o el estado deberían redistribuir la riqueza del hombre rico. En una ocasión en que a Jesús se le presentó una oportunidad de poner a funcionar una distribución igual de la riqueza, él rápidamente declinó:

“Y díjole uno de la compañía: Maestro, di a mi hermano que parta conmigo la herencia. Mas él le dijo: Hombre, ¿quién me puso por juez o partidor sobre vosotros? Y díjoles: Mirad, y guardaos de toda avaricia; porque la vida del hombre no consiste en la abundancia de los bienes que posee” (Lucas 12: 13-15).

Incluso Jesús ni siquiera sugirió una distribución. En vez de ello, advirtió contra la avaricia, a la vez que declinó jugar el papel de entrometido.

Este artículo fue reimpreso de Free is Beautiful.

Randy England es escritor, abogado defensor en causas penales y miembro de la Iglesia Católica de San Pedro en Jefferson City, Missouri. Anterior fiscal, él es coanfitrión del show Freedom Feens en la Red de Radio Libertad (LRN.FM) y autor de tres libros, incluyendo FREE IS BEAUTIFUL: Why Catholics Should be Libertarian [Libre es Bello]. También dirige el blog Free is Beautiful.