Una exposición sencilla acerca del capitalismo: no es perfecto, pero mejor que las alternativas estatistas.

EL CAPITALISMO ES IMPERFECTO PORQUE EL MUNDO ES IMPERFECTO; SIN EMBARGO…

Por Daniil Gorbatenko
Fundación para la Educación Económica
Sábado 23 de marzo del 2019


¿Es el capitalismo ineficiente y derrochador debido a que al final del día las panaderías terminan botando algunos panes?

A pesar del tremendo éxito capitalista de elevar los estándares de vida de la humanidad a partir de 1800, todavía mucha gente lo critica con vehemencia por los diversos tipos de presuntas faltas, tales como la existencia de empleos de ínfima importancia o insignificantes, desigualdades persistentes y significativas en el ingreso y la riqueza e incluso por desperdiciar bienes de consumo, que son producidos, pero no adquiridos.

A pesar de lo anterior, los críticos nunca parecen preguntar de dónde provienen esas imperfecciones. Para ellos, en el mejor de los casos, son características enojosas del sistema predominante de producción y distribución, las cuales pueden, ya bien ser abolidas con el sistema en sí, o bien ajustadas por medio de la intervención gubernamental.

POR QUÉ LOS BAGUETES Y LA PASTELERÍA SE DESPERDICIAN

No obstante, este enfoque es sospechoso. Considere al desperdicio. En un argumento en Facebook, un amigo mío alegó que uno podía ser testigo de la ineficiencia de las sociedades capitalistas, simplemente visitando una panadería más o menos cuando cierra su operación diaria. De hecho, si usted hace eso, hay una alta posibilidad de que no se hayan vendido y que probablemente se bote una cantidad de esos maravillosos panes baguete y de pastelería. Pero, ¿significa eso que hay algo inherentemente malo y fácilmente corregible con la forma en que funcionan las panaderías?

Considere mi caso y la panadería al lado de mi casa en Aix-en-Provence, Francia, a la cual voy casi todas las mañanas a comer algún pastel y a tomar un café. Yo ya soy un cliente no típico en el sentido de que voy casi todos los días, pero, aun así, no ordeno siempre la misma cosa. Usualmente pido algo de repostería, pero, algunas otras veces, cuando estoy verdaderamente hambriento o planeo hacer alguna actividad física con posterioridad, pido dos panes de chocolate. Y, en otras ocasiones, dejo de ir varios días al hilo pues no estoy en Aix (o por alguna otra razón).

La mayoría de los otros clientes sólo vienen ocasionalmente, sino es que por una sola vez al ser turistas. El trabajo de la panadería es intentar figurarse un esquema aproximado del uso agregado, en este mar de lo que parece ser un desorden total de compras al azar.

Afortunadamente para las panaderías y otros negocios, el comportamiento de grandes grupos de humanos es predecible en algún grado, en el caso de períodos de tiempo relativamente cortos, incluso si no lo es el comportamiento de los miembros individuales de esos grupos. No obstante, dado que estamos tratando con un orden estocástico complejo de interacciones, esa predictibilidad está lejos de ser perfecta. Es de aquí de donde provienen en última instancia los desafortunados panes baguete y la repostería que se quedan sin vender.

Note que todavía no he dicho nada acerca de los precios o de la forma de propiedad de las panaderías o de cualquier cosa relacionada con eso. Aún si todas las pastelerías en Francia o en Aix-en-Provence fueran administradas por la Oficina Central de Panaderías, que decidiera cuáles de ellas produjeran qué tipos y en qué cantidades, permanecería el mismo problema. La limitada predictibilidad del comportamiento humano, incluso en una gran escala, es una característica fundamental del mundo.

EL PRODUCTO DE LAS PANADERÍAS ESTÁ DETERMINADO POR EL MERCADO

Pero, también me gustaría argüir que el sistema capitalista es una adaptación decente a los desafíos que encaran las panaderías. En primer lugar, cada una de ellas es autónoma hasta cierto grado, aún si pertenecen a una cadena como Paul o Lavarenne. Esto les permite tomar mejor en cuenta y responder a las condiciones en el ámbito. Sin embargo, aún más importante, la característica fundamental del capitalismo -el mecanismo de pérdidas y ganancias- rápidamente les da una retroalimentación, en cuanto a si lo que están haciendo crea más valor para la gente o si le resta valor.

Las pastelerías usan recursos tales como el espacio que alquilan, la electricidad, el trabajo de gente que hornea y vende los productos, y los ingredientes, como la harina. El sistema capitalista se asegura que tanto los insumos como los productos tengan precios que están denominados en las mismas unidades monetarias y, por tanto, pueden ser comparados. Si el valor total de las ventas de la panadería es más elevado que el precio total de los insumos, obtiene una utilidad. En caso contrario, genera una pérdida. También, una panadería puede experimentar viendo lo qué sucede en el estado de pérdidas y ganancias si introduce este o aquel otro cambio.

Volviendo al tema de la sobreproducción, dado que es difícil predecir exactamente la demanda, las reposterías probablemente prefieren tener un margen de error y producir algo más que el promedio diario. La razón de esto es que, en un día determinado, podría suceder que la demanda de un tipo particular de repostería o de pan baguete es más alta que la usual. Si llegan algunos clientes y no pueden comprar lo que quieren porque no hay, puede que no regresen a la misma panadería.

No obstante, la sobreproducción se ve restringida por el mecanismo de pérdidas y ganancias. Si sistemáticamente una panadería produce demasiado, incurrirá en pérdidas y no podrá seguir funcionando. Después de cierto tiempo, sus dueños o los administradores cambiarán o el espacio que ahora ocupa será asumido por alguna otra empresa que sirve mejor a sus clientes.

Bajo este enfoque, las panaderías pueden también introducir innovaciones dirigidas a limitar aún más el desperdicio. Por ejemplo, una cadena de panaderías podría tratar de poner en práctica redes neurales [Nota del traductor: modelos de análisis de datos basados en algoritmos realizados por medio de máquinas que aprenden por sí mismas] con base sus ventas pasadas, para tratar de simular mejor el patrón de demanda de sus clientes. Sin embargo, el costo de esto tiene que ser tomado en consideración, debido a que bien puede suceder que los esfuerzos de los especialistas en aprendizaje automático pueden ser mejor empleados en alguna otra parte, en donde pueden generar un mayor valor; por ejemplo, en el descubrimiento de fármacos.

LA INTERVENCIÓN GUBERNAMENTAL CREARÍA MAYOR INEFICIENCIA


Un crítico del capitalismo puede decir que todo esto está bien, pero que, tal vez, el gobierno podría hacer algo para lograr que las panaderías desperdicien menos. Sin tener que ir todo el camino hasta la planificación centralizada de cuántos panes de chocolate producir diariamente, tal vez, el gobierno podría limitar el peso o el volumen de los productos que se quedan sin vender en cada panadería. O, podría ponerse un impuesto al pan. ¿No reducirá esto el desperdicio?

El problema es que bien puede reducir el desperdicio fácilmente visible en las panaderías, pero lo crea en alguna parte y daña a la gente. Tome en cuenta que cualquier intervención gubernamental de este tipo necesitará ser puesta en ejecución. Las panaderías tendrán que involucrarse en procedimientos de cumplimiento y algunos burócratas serán necesarios para monitorearlos.

Los dueños de panaderías que no cumplan tendrán que ser llevados a las cortes y las decisiones de las cortes deberán ser aplicadas. Todo esto requiere de un montón de recursos, en especial trabajo humano que ciertamente podría usarse en cualquier otra cosa. Al mismo tiempo, dado que no hay clientes que voluntariamente le paguen al gobierno para que publique los nombres de las panaderías que desperdician, ni siquiera hay una retroalimentación imperfecta del mercado que valore si la reducción en el desperdicio de pan crea algún valor.

Uno, por supuesto, podría objetar, alegando que las intervenciones gubernamentales en la realidad pueden obligar a las panaderías a ser más eficientes, pero, esto es extremadamente poco posible. Si hubiera ganancias que se pueden obtener con un desperdicio menor, ya los empresarios se lo habrían figurado, pues tienen un fuerte incentivo para hacerlo.

Finalmente, por supuesto que uno puede ir tan lejos como para decir que, independientemente de lo que los clientes demuestran en sus compras, tener una menor cantidad de pan botado tiene valor en sí mismo. No obstante, ese sería un juicio moral muy arbitrario. La idea de que el sistema socioeconómico debería (aunque imperfectamente) atender las preferencias de los consumidores, intuitivamente parece ser más atractiva que la insatisfacción estética con algún desperdicio claramente visible.

LA MORAL MÁS AMPLIA DE LA HISTORIA

La aparentemente sencilla historia de las panaderías tiene una lección más amplia por enseñarnos. En ella, lo que parece ser un problema con el sistema capitalista de producción y distribución, resulta que proviene de una imperfección fundamental del mundo. Una imperfección ante la cual dicho sistema constituye la mejor respuesta conocida por la humanidad, debido a que permite a los humanos adaptarse a ella, en formas que más amplían el bienestar humano.

Lo mismo es cierto en el caso de los trabajos desagradables (el mundo no dispone de trabajos profundamente satisfactorios para todo mundo) o con las desigualdades. Por tanto, cuando los críticos piensan que ellos correctamente reprenden al capitalismo, en realidad lo culpan no por sus características, sino por las imperfecciones inherentes al mundo alrededor nuestro.

Este artículo se reimprimió con permiso del autor.

Daniil Gorbatenko es un economista de libre mercado, quien vive en Aix-en-Provence, Francia. Obtuvo su PhD en economía en la Universidad Aix-Marseille en el 2018.