Unos 25.000 trabajadores de la que fuera la empresa hidroeléctrica más grande de Venezuela, El Guri, que producía el 60% de la electricidad de ese país y que era la segunda más grande de América Latina, huyeron entre los más de 2.7 millones de venezolanos. Por supuesto, el socialista Maduro puso a sus acólitos a administrarla, aunque fueran ignorantes, pero eran sus compinches. El resultado fue el abandono de la empresa, el descuido en su mantenimiento, la corrupción y la incompetencia. De ahí el resultado inevitable del socialismo: la mala conducción, que terminó sumir en la oscuridad una y otra vez a toda una nación. Claro, como siempre la excusa de los verdaderos responsables políticos totalitarios: eso se debió a los gringos, a los sabotajes, a los extraterrestres, confirmado por el pajarito…

POR QUÉ “ESTIMULAR” EL GASTO NO ESTIMULA A LA ECONOMÍA

Por John Tamny
Fundación para la Educación Económica
Viernes 29 de marzo


Los gobiernos no les quitan los dólares con impuestos para quedarse viéndolos amorosamente. Los dólares que nos quitan indican un control gubernamental creciente.

No estaban tomando decisiones técnicas, sino políticas. De ahí en adelante, todos tratamos de dejar a la empresa.” Son las palabras que dijo un antiguo empleado del complejo hidroeléctrico venezolano El Guri, en una entrevista del Wall Street Journal.

En febrero del 2016, doce técnicos valientes de El Guri le dijeron al gobierno de Venezuela, que su operación de la planta de electricidad estaba destinada a tener un daño en el largo plazo. Ellos fueron ignorados. Las consideraciones políticas estarían por encima de las pérdidas y las ganancias. La factura por ese repugnante pedacito de expropiación gubernamental fue pasada recientemente, cuando apagones escalonados golpearon a un país ya devastado por el colectivismo.

LOS PRESIDENTES ESTADOUNIDENSES NO SON DICTADORES

En todo esto hay una lección útil. Y no, esta no es una pieza de opinión que formula un caso de que, si los Estados Unidos no ponen en orden sus cosas, pronto serán una Venezuela. Por favor. Eso no sólo no es serio, si bien ciertos partidarios de Trump dijeron que eso era posible si Hillary resultaba electa. Los partidarios de la Clinton dijeron cosas parecidas acerca del eventual impacto de una elección de Donald Trump. Ambos lados insultaron a su gran país.

Si Clinton o Trump fueran remotamente capaces de destruir al país más grande de la tierra, entonces, para empezar, no habría valido la pena salvarlo. Las buenas noticias son que los Estados Unidos no necesitaron, ni necesitan, que lo salven. Yo prosperaría incluso si Bernie Sanders llegara a la Casa Blanca, o si la representante del Bronx [Alexandria Ocasio-Cortez] o si Steve King estuvieran a cargo. Gracias a la separación de poderes, nadie puede ser demasiado poderoso. El presidente Obama no firmó legislación seria alguna durante sus últimos seis años a cargo, y posiblemente tampoco lo hará Trump. Bueno. Los presidentes no son dictadores.

A pesar de lo anterior, de nuevo surge otra lección útil desde la planta de El Guri. Es un recordatorio de que el genio, o la experiencia, o la simple competencia, no pueden ser despojadas. Y que son extraordinariamente difíciles de ser copiadas a la ligera, como muy bien lo saben los fanáticos de Roger Federer, Tiger Woods y LeBron James. El gobierno de Maduro expropió El Guri sólo para dárselo a sus compinches. Como antes se dijo, vinieron los apagones. Sólo un tonto podía haber esperado un resultado distinto. En un sentido muy real, El Guri ya no es El Guri. Lo que era una planta eléctrica era manejado por expertos en producir electricidad.

LA REGULACIÓN MATA LOS NEGOCIOS

Eso es lo que es tan triste y torpe acerca de la regulación. Obtener un empleo en las mejores y más brillantes empresas es notoriamente difícil, incluso para las personas más calificadas y de más títulos, pero, la verdad anterior no es un aspecto que va con los reguladores. Ellos entran por la proverbial puerta trasera. Usando el poder del gobierno, los mismos individuos que nunca esperarían ser contratados por empresas privadas, terminan influenciándolas por medio de la regulación. La regulación es el proceso lamentable para neutralizar a las empresas, por el cual se les empodera a los no expertos para gravitar sobre expertos.

La regulación constituye un costo sustancial y que no puede tan sólo ser medido en términos de $2 millones de millones al mes gastados en su cumplimiento. Mucho más inquietante con la regulación es lo que no se ve; como qué tanto más serían productivas y rentables las empresas. si no tuvieran a aquellos que no pudieron trabajar para ellas en una economía libre, diciéndoles lo que tienen que hacer. En términos de futbol americano, ¿qué tanta imposición sería para Nick Saban, del equipo de la marea roja de la Universidad de Alabama, que de pronto se entremetieran Chuck Schumer y Mitch McConnell [políticos estadounidenses respectivamente del Congreso y del Senado, de los Estados Unidos] como sus coordinadores defensivos?

Los lectores podrán reírse, pero eso es lo que sucedió cuando el gobierno de Maduro se apropió de El Guri. Cuando usted reemplaza la experiencia de la ingeniería con políticos o con aquellos cercanos a los expertos políticos, es equivalente a Schumer dándole órdenes a la defensa de Saban. Con resultados similares.

Idealmente, lo que sucedió en El Guri obligará a algunos lectores a repensar acerca del gasto gubernamental. Idealmente, lo hará, porque, ¿qué no es el gasto del gobierno sino la expropiación política de recursos valiosos por no expertos, que llegan a dictar su uso por encima de los expertos del sector privado?

Que no olviden los lectores, los gobiernos no les quitan los dólares con impuestos para quedarse viéndolos amorosamente. Los dólares que nos quitan indican un control gubernamental creciente de los recursos económicos (mecánicos, y, más crucial, humanos), los cuales, cuando son asignados eficientemente, impulsan el progreso.

EL GASTO GUBERNAMENTAL FRENA, NO ESTIMULA AL CRECIMIENTO ECONÓMICO

Esta es la razón por la cual los lectores deberían burlarse, cuando economistas hablan de “ser estimulados” por el gasto gubernamental, o, tal vez más sutilmente, cuando pretenden que el gasto gubernamental estimula el crecimiento “hasta cierto grado.” No, no lo logra. Como regla, el gasto gubernamental limita el crecimiento económico, porque es El Guri, sólo que en mayor escala. Es la asignación políticamente motivada hacia aquellos políticamente conectados, de valiosos camiones, computadoras, oficinas y seres humanos.

Contraste lo arriba expuesto con el sector privado. Como se lo podrá comprobar cualquier empresario exitoso, los primeros años (y, a menudo, décadas), al inicio de una empresa, se caracterizan por pasar en vela noche tras noche. Tal es el caso, porque es tan intensamente difícil que a los propietarios se les confíe el capital sin el cual los negocios fracasan. Sencillamente no hay negocios sin inversión de capital; sin embargo, los dueños de los negocios les confirmarán que obtenerlo es más que difícil.

Los lectores pueden considerar lo expuesto como cierto, al contemplar un gobierno federal que está corriendo para gastar anualmente $5 millones de millones. Mi Dios, el desperdicio que socava una economía. Oh Dios, los grandes negocios privados que mueren tempranamente a causa de que la clase política está malgastando agresivamente mucho de aquello que los negocios harían cualquier cosa por disponer.

Así que, ¿el gasto del gobierno potencia al crecimiento económico o empodera al crecimiento “hasta cierto grado”? Eso no es serio. Es el equivalente de decir que los compinches de Maduro pueden administrar El Guri mejor, o casi tanto, como los técnicos con verdaderas habilidades de ingeniería. En sencillo, el gasto gubernamental es el proceso por el cual los expertos son reemplazados por el promedio, con resultados predecibles y que minan a la economía.

John Tamny es colaborador de la revista Forbes, editor de RealClearMarkets, compañero sénior en economía en la revista Reason y asesor económico sénior de Toreador Research & Trading. Es autor del libro escrito en el 2016 Who Needs the Fed? [¿Quién necesita a la Fed? (Encounter) junto con Popular Economics (Regnery Publishing, 2015).