LOS BONOS ESCOLARES

Por Pedro Schwartz
An Economist Look at Europe
Library of Economics and Liberty
3 de junio del 2013


George Schultz [Nota del traductor: destacado economista y político estadounidense] solía decir que la gente amaba discutir con Milton Friedman, especialmente cuando él no estaba presente. Voy a hacer exactamente lo mismo, argüiré con Milton cuando ya él no está más en nuestro medio. Me habría encantado escuchar sus puntos de vista acerca de los señalamientos que voy a hacer acerca de su idea de los bonos [del inglés, vouchers] para la educación. Mi crítica no disminuye ni una pizca de mi admiración por él: fue mi maestro a la distancia por medio de sus libros y sus artículos acerca de microeconomía, teoría del consumo, dinero, inflación o expectativas -de lo que sea. De hecho, me atrae la idea de los bonos escolares y se me ha conocido por defenderlos, pero, pienso que son sólo, como remedio, “la segunda mejor opción” ante los fallos de sistemas escolares, en los que el estado juega un papel grande.

Por “la segunda mejor opción” doy a entender un tipo de solución producto del diseño, que trata de tomar un camino alrededor de alguna restricción legal o institucional inamovible, que hace que no se pueda lograr la mejor solución. En el caso de la educación, la mejor opción es, no obstante lo sorprendente que suene, una educación totalmente privada, suministrada por escuelas que buscan obtener utilidades y financiadas por familias o por organizaciones de beneficencia. Eso no sólo sería mejor para la libertad individual y la moral pública, sino que, también, sería sorprendentemente factible si nos guiamos por la historia de la educación y la experiencia actual, tal como veremos. El ejemplo de naciones en desarrollo, en donde la educación privada ha mostrado ser superior a la educación pública, especialmente para los más pobres, debería hacernos que pensáramos dos veces acerca de cualquier intervención estatista en la educación.

La restricción que hace que parezca inalcanzable esta primera mejor opción de sistemas totales de escuelas privadas, es la práctica secular de tener autoridades soberanas entrometidas en todas las dimensiones de la escolarización. El dogma de que la educación debe ser intervenida, administrada y dirigida por las autoridades está tan engranado en Occidente, que incluso parece imposible pensar en sistemas educativos totalmente privados financiados por familias, sin subsidios públicos. Pero, como lo dijo el propio Friedman en 1962, cuando propuso el remedio de los bonos escolares, la intervención gubernamental ha resultado en hacer de la educación, desde un punto de vista técnico, la más retrasada de los principales sectores en Occidente, “debido a que es una empresa socialista controlada por un monopolio.” Un efecto perverso adicional de ese intervencionismo incesante ha sido la educación insuficiente de los más pobres y de los menos dotados en nuestro medio, aumentando así la división dentro de nuestras sociedades y, de hecho, del mundo, entre los “los que están altamente educados y con habilidades versus los que están pobremente educados y sin habilidades.” [1] Si es que ha de permanecer la intervención gubernamental en la educación, a pesar de sus consecuencias desastrosas, entonces, se requeriría alguna especie de segundo mejor remedio y, este remedio, dijo Friedman, son los bonos escolares.

GOBIERNO Y EDUCACIÓN

Friedman propuso la idea de los bonos escolares en su muy vendido libro Capitalismo y Libertad (1962). [2] Él empezó distinguiendo tres puntos posibles de intervención pública en la educación: requerir la educación, financiar la educación y administrar las escuelas. Se podría formular un caso para “ambas imposiciones, la de un nivel de escolaridad mínimo requerido y el financiamiento de esa educación por el estado.” No obstante, que el gobierno administre las escuelas y que, de hecho, nacionalice parte de la actividad de la educación, no se deducen de las otras dos y no podrían justificarse.

Se puede formular un caso fuerte en favor de obligar a los padres a que sus niños sean educados apropiadamente hasta cierto nivel. Eso fue defendido por nada menos que un individualista como John Stuart Mill, tan temprano como en 1848. Las razones que Mill brindó son interesantes pues han sido asumidas por la mayoría de los defensores de la educación pública. Mill pensó que la educación era un ejemplo de que un consumidor siendo a menudo un juez incompetente de su valor y, por tanto, la excepción al principio del laissez faire. Cuando los padres carecen de educación, ¿cómo pueden apreciar las ventajas de la educación? Por tanto, el Gobierno podía “imponer a los padres la obligación legal de dar una instrucción básica a los niños.” [3] Luego, Mill procedió a formular un señalamiento aparentemente de sentido común: que los salarios ordinarios de la mano de obra no calificada no podían soportar el costo pleno de esa educación ̶ un comentario ante el cual posteriormente formularé alguna duda. Su conclusión era que el gobierno debería asegurarse que esa educación básica fuera gratuita o a un costo mínimo. Como máximo, el Estado podría entrar en competencia libre con las escuelas privadas, pero no debería prescribir el contenido de los programas académicos, pues eso sería un peligro para la libertad pública. “Un gobierno que puede moldear los sentimientos y opiniones de la gente desde su juventud en adelante, puede hacer con ella lo que le da la gana.” [4] En el mejor de los casos, los Gobiernos se deberían concentrar en garantizar la calidad de la educación, estableciendo exámenes públicos en intervalos regulares de la vida de un niño. [5]

Esta fue la posición de Friedman, expresada en las palabras de un siglo después. El principio era que los padres podrían escoger el tipo de educación que ellos querían que sus niños recibieran. Ellos podrían enviarlos a una escuela pública gratuita financiada por impuestos. Si ellos preferían una escuela en donde había que pagar por educarse y si no tenían los medios suficientes, se les debería otorgar la ayuda gubernamental. El aspecto distintivo del esquema de Friedman era que esta ayuda debería venir en forma de un bono otorgado a los padres, en vez de un subsidio otorgado a la escuela. “A los padres que eligen enviar a sus hijos a escuelas privadas se les daría una suma igual a los costos estimados de educar un niño en la escuela pública,” si la escuela de su elección fuera una ya aprobada. Friedman agregó un detalle adicional: los padres podían agregar dinero propio al bono, si ellos así lo escogían.

Los efectos positivos de este esquema se sentirían principalmente del lado de la oferta de educación. Las escuelas públicas, si bien financiadas con dinero de los impuestos, sentirían la presión de las escuelas privadas financiadas con los bonos, adonde los padres podrían enviar con la misma facilidad a sus niños. Por su parte, las escuelas privadas competirían no sólo con las mejores escuelas pública, sino también con instituciones que buscan obtener ganancias, en cuanto los padres de todas las clases pueden agregar a los bonos su dinero personal para pagar por la innovación.

EL ESTADO DE LAS ESCUELAS

La idea de que el Estado garantiza que todos los ciudadanos sean educados hasta cierto nivel mínimo es atractiva, pero, hasta el momento, ha probado ser inasequible en la mayoría de los países. La educación pública democrática ha fallado para aquellos que más la necesitan. En las democracias avanzadas toda una subclase deja la escuela tempranamente, es funcionalmente analfabeta y es incapaz de hacer incluso los cálculos más sencillos.

La principal fuente de comparación de los logros educativos en el mundo es la OCDE, en especial las estadísticas reunidas bajo el programa PISA. El acrónimo es, en inglés, de “Programa Internacional de Evaluación Estudiantil,” por el cual las capacidades de quinceañeros en lectura, matemáticas y ciencias son evaluadas cada tres años en más de setenta países. El esquema es encomiable y reúne mucha información interesante acerca de diferentes sistemas escolares de alrededor del mundo y de sus logros y fracasos. Me gustaría subrayar algunos aspectos que no necesariamente se destacan en los estudios PISA, pero que son relevantes para sistemas de bonos, como aquel propuesto por Friedman.

En muchos países avanzados, en especial aquellos con una población étnicamente diversa, PISA muestra que una proporción considerable de quinceañeros abandona la escuela y que muchos fracasan en lograr un empleo. Algunos países mostraron bajas tasas de abandono en el 2009, como la nórdica Dinamarca con un 2.9% o la centroeuropea Polonia, con un 3.6%. Pero, muchas de las naciones más avanzadas se ven afligidas por tasas más altas, como los Estados Unidos con un 8.8%, el Reino Unido con un 9.6% y España con nada menos que un 13.4%. En los Estados Unidos, cerca de un 30% deja la escuela sin un título de secundaria.

A pesar de lo anterior, estas estadísticas de jóvenes que se gradúan de la escuela dicen poco acerca del bagaje que han adquirido en sus largos años de educación. El porcentaje de alumnos con malos resultados en lectura (de hecho, analfabetos funcionales) fue, en promedio, de un 19% en los países de la Unión Europea en el 2009, con el Reino Unido y Alemania en un 18%, y con España y Francia en un 20%. El bache que hay entre los alumnos de alto rendimiento y los de bajo rendimiento en los Estados Unidos es tan preocupante como es el de Europa. En los Estados Unidos hay una clara diferencia entre estudiantes blancos y asiáticos, por una parte, y estudiantes negros e hispánicos, por la otra, con un porcentaje constante de estudiantes de bajo rendimiento inmunes a medidas tomadas para reducir el bache. De nuevo, alrededor de una quinta parte de los adultos estadounidenses encuentran dificultad para obtener información procedente de materiales impresos. [6]

Las escuelas públicas en los Estados Unidos y en muchos otros países, desde Nueva Zelandia al Reino Unido y desde Chile al Canadá, sufren de evidentes deficiencias. Esto explica la expansión en muchos países de un movimiento para suplementarlas con “escuelas de libre elección” o con escuelas privadas subvencionadas, que, en todo o en parte, son financiadas públicamente, a la vez que están sujetas a una regulación menor que sus escuelas públicas comparables. Este movimiento ha sido beneficioso, pero los Friedman estaban en lo correcto al decir que las escuelas privadas subvencionadas, son un paso muy limitado en la dirección correcta; son parte todavía del sistema estatal y, al obligarlas a que no tengan como objetivo las ganancias, carecen del dinamismo propio de la empresa privada. [7]

En resumen, a pesar de sus avances, los sistemas de educación pública en sociedades diversificadas [8] han mostrado ser altamente insatisfactorios, en especial al ofrecer un nivel de educación bajo para aquellos que tienen mayor necesidad de mejorar su capital humano.

LOS BONOS PARA LA EDUCACIÓN (Y LA SALUD) EN SUECIA

El sistema de educación pública de Suecia experimentó lo que muchos llamarían una transformación revolucionaria en las décadas de 1980 y 1990, con la introducción de los bonos escolares. El cambio fue extraordinario para un país afamado por su Estado de Bienestar socialista, y, todavía más, porque también el Servicio de Salud se movió desde la planificación central hacia los bonos.

Todo el cambio empezó con una insatisfacción pública ante la incapacidad del sistema educativo público de satisfacer la demanda de educación preescolar. En Suecia, la educación es un servicio municipal bajo supervisión del Estado. Primeramente, se empezó con una empresa en Pysslingen, que ofreciera ese servicio de educación preescolar y, después de una gran lucha, pudo abrir sus puertas. Con posterioridad, los habitantes de una pequeña villa llamada Drevdagen convirtieron su escuela local en un establecimiento independiente. En 1993, el Gobierno no socialista de Carl Bildt llegó a un compromiso con los social-demócratas, para lanzar un esquema de bonos para la educación. Los bonos colectados por las escuelas privadas valían un 85% del costo promedio per cápita en las escuelas municipales. Si bien las familias no podían agregar dinero adicional a los bonos educacionales, la mayor eficiencia permitió que muchas escuelas privadas obtuvieran una ganancia. La principal adición al esquema usual de bonos fue que las escuelas municipales también tenían que competir por los bonos o enfrentar el cierre. Reinó la libertad de elección escolar. [9]

El mismo esquema de competencia por los bonos se introdujo para los hospitales y clínicas de Suecia y florecieron las empresas privadas con fines de lucro, lo cual se extendió a la Europa continental. Sólo los departamentos de cirugía del cerebro y del corazón se mantuvieron en el sector público, debido a limitaciones de recursos.

Pero, siempre hay una serpiente en el Paraíso. ¡Los jóvenes bien educados de padres inmigrantes no encontraron empleo al terminar su escuela! Dos comunidades previamente tranquilas, Rinkeby y Husby, han sido destrozados por disturbios. Así que, el sistema de bonos se convierte en una tercera mejor opción, cuando se le agrega una nueva restricción institucional: en este caso, concentración étnica y falta de empleos. (Financial Times, 25 y 26 de mayo del 2013).

EL ÁRBOL BELLO

El sitio en la red de la Friedman Foundation for Educational Choice [10] bien vale la pena que se le visite para evaluar la variedad extendida de esquemas de bonos en los Estados Unidos. Un paso adicional sería aplicar la idea sueca, de que las escuelas públicas también deberían ser financiadas por los bonos que les entregarían los padres. Así que, ¿cuál es mi queja con la versión de Friedman de elección escolar?

Permítanme llevar la actividad de la educación al otro extremo. En países como Nigeria, Zimbabue, Ghana, India y China, hay escuelas florecientes con fines de obtener ganancias, que atienden a los pobres, a los miserablemente pobres. La historia es contada por James Tooley en su encantador libro The Beautiful Tree: A Personal Journey into How the World’s Poorest People Are Educating Themselves [El Bello Árbol]. Tooley fue enviado por un organismo internacional para que estudiara los sistemas educativos de África. Los funcionarios locales le habían dicho que las únicas escuelas privadas que allí había atendían a los ricos. Pero, luego, él descubrió dos cosas. Una fue que las escuelas estatales financiadas con la ayuda internacional, eran un escándalo de corrupción e ineficiencia; la otra fue que las familias miserablemente pobres que vivían en los tugurios, eligieron llevar sus hijos a los centros educativos de empresas privadas. Las instalaciones eran reducidas. Ellos tenían que pagar lo que pudieran. Pero, en casos desesperados, el dueño les otorgaba una beca. Los maestros no faltaron a dar ni una de las clases; había disciplina en las aulas; a los niños se les enseñaba aquello que luego les serviría en sus vidas.

En Occidente, hemos sido corrompidos por programas gubernamentales de asistencialismo. Mill se equivocó cuando dijo que los padres carentes de educación no apreciarían las ventajas de la educación. Son los pobres quienes saben que una buena educación es el único camino hacia una vida mejor.

REFERENCIAS

Friedman, Milton (1955): “The Role of Government in Education”. Robert A. Solo, ed.: Economics and the Public Interest, p.p. 123-144. Rutgers University Press, New Brunswick.

—— (1962): Capitalism and Freedom [Capitalismo y Libertad]. University of Chicago Press, Chicago.

—— (1980): “What’s Wrong with Our Schools”, Capítulo 6 of Free to Choose [Libertad de Elegir]. Harcourt Brace Jovanovich.

Friedman, Milton & Rose D. (1998): Two Lucky People. Memoirs. The University of Chicago Press, Chicago.

Mill, John Stuart (1848, 1965): Principles of Political Economy with Some of Their Applications to Social Philosophy [Principios de Economía Política]. In The Collected Works of John Stuart Mill. Vols. I and II. University of Toronto Press.

—— (1859, 1977): On Liberty [Sobre la Libertad]. In The Collected Works of John Stuart Mill. Vols. XVIII. University of Toronto Press.
OECD (2012): Education at a Glance 2012. OECD Indicators. Paris.

Tooley, James (2009): The Beautiful Tree: A Personal Journey into How the World’s Poorest People Are Educating Themselves [El Bello Árbol]. Cato, Washington D.C.

Sandbu, Martin & Crouch, David (2013): “Fire in the People’s Home. Swedish Riots”. Financial Times, 25-26 de mayo.

Svanborg-Sjöval, Karin (2012): Private Choice in the Public Sector. The New Swedish Welfare Model. Timbro, Stockholm.

Wikipedia “Education in the United States” Bajado el 27 de mayo del 2013.

Wikipedia: “Charter School” Bajado el 27 de mayo del 2013.

NOTAS AL PIE DE PÁGINA

[1] Friedman (1998), p. 349.

[2] Friedman debatió la idea por primera vez acerca de los bonos educacionales en su ensayo de (1955), que luego lo reescribió como el capítulo 6 de Capitalismo y Libertad.

[3] Mill (1848), p.p. 948-9. También disponible en línea en http://www.econlib.org/library/Mill/...tml#Bk.V,Ch.XI.
[4] Ibid., p. 950.

[5] Ver también el capítulo 5 de Mill en Acerca de la Libertad.

[6] Wikipedia “Education in the United States”

[7] Friedman & Friedman, Two Lucky People, p.p. 349-50.

[8] Finlandia es un ejemplo en contrario que merece más estudio. Su sistema educativo es exclusivamente público, es uniforme en su totalidad, es centralmente organizado y logra excelentes resultados. El carácter homogéneo de ese país hace que tal estatismo sea más fácil de aplicar que en países en donde hay mayor diversidad étnica y cultural.

[9] Ver Svanborg-Sjöval, Karin (2012).

[10] The Friedman Foundation for Educational Choice

Pedro Schwartz es Profesor Extraordinario del Departamento de Economía de la Universidad San Pablo CEU de Madrid, en donde enseña Historia del Pensamiento Económico y dirige el Centro para la Economía Política y la Regulación. Miembro de la Academia Real de Ciencias Políticas y Morales en Madrid, contribuye con frecuencia en la prensa y radio europeos acerca de la escena actual financiera y corporativa. Es autor de dos libros previos, La economía explicada a Zapatero y a sus sucesores y En Busca de Montesquieu: la democracia en peligro y en proceso de publicación un libro en inglés, Democratic Capitalism: Progress and Paradox.