THOMAS PIKETTY Y LA FALSA PROMESA DE “SOLIDARIDAD”

Por Theodore Dalrymple
Derecho y Libertad
28 de enero del 2019


NOTA DEL TRADUCTOR: Para utilizar los ligámenes de las fuentes del artículo, entre paréntesis, con letra subrayada, si es de su interés puede verlo en https://www.lawliberty.org/2019/01/2...of-solidarity/

De acuerdo con muchos filósofos, empezando por Kant, la existencia no es un predicado, pero, si esto es o no lo es, la primera vez que la había visto alabada en sí como algo meritorio, fue en un reciente artículo en el periódico Guardian, el barómetro del pensamiento de la británica centro-izquierda liberal (liberal en el sentido estadounidense. Nota del traductor: de izquierda estatista intervencionista).

El artículo llevaba por título “Our manifesto to save Europe from itself,” [Nuestro manifiesto para salvar a Europa de sí misma] y fue un manifiesto colectivamente firmado por una cantidad de intelectuales y académicos europeos, pero, en apariencia, escrito por Thomas Piketty, el economista francés, quien, reciente y algo inesperadamente, se convirtió en una celebridad mundial con la publicación de su libro El Capital en el Siglo XXI.

Incorporado en el artículo está la siguiente afirmación curiosa:

“Nuestras ideas pueden no ser perfectas, pero ellas tienen el mérito de existir.”

En el tanto en que eso significa algo, debe significar que es mejor tener malas ideas que no tener ideas del todo, una proposición que encuentro como dudosa en el mejor de los casos, y que creo que es más posible que sea falsa que verdadera. Los peores monstruos políticos del mundo tenían ideas, a menudo muchas, que supuestamente tenían el supuesto mérito de existir, pero con el defecto algo más grave de ocasionar la muerte de millones de personas. Denme, en cualquier momento, un hombre, incluso un dictador, sin ideas, en vez de alguien con las ideas de un Lenin, de un Hitler, de un Mao o de un Pol Pot ̶ o de un terrorista islámico.

No estoy seguro de que deba confiar mucho en alguien con mis inversiones, o con cualquier otra cosa, que sea capaz de expresar el sentimiento que el profesor Piketty expresó aquí. Pocas son las situaciones en la existencia humana que no pueden ser empeoradas por ideas, en especial aquellas de intelectuales y académicos. Pero, dejemos pasar esa frase tonta, como si fuera un desliz de la pluma y miremos las ideas reales que han tenido el mérito de existir. Aquí, me temo, que las cosas no mejoran.

Que el mundo en general, y Europa, en lo particular, no va de las mil maravillas, puede fácilmente admitirse por gente de todas las opiniones políticas posibles. De hecho, ¿en qué momento de la historia no hubo problemas (que tuvieron el mérito, ¿o fue el demérito? de existir) que causaron la insatisfacción de muchos? Pero, me temo que el profesor Piketty tiene el equivalente en política de ser sordo como una tapia en música.

A él le preocupa el surgimiento del populismo en Europa, que, en efecto, incluye elementos preocupantes, si es que algo tan nebuloso como el populismo puede ser designado con un término único. Pero, él no ve cómo él, y gente como él, han desempeñado una parte importante en la promoción de tales elementos, por medio de ideas propias y formas de poner las cosas. Así:

“Nuestro continente está atrapado entre movimientos políticos cuyos programas están confinados, por una parte, a cazar a extranjeros y refugiados y, por la otra, por aquellos que claman ser europeos, pero que, en realidad, continúan considerando que liberalismo de línea dura y la diseminación de la competencia, son suficientes para definir un proyecto político.”

Tomemos de primero a “por una parte.” Cazar sin duda que es deliberadamente un mensaje emotivo y connota a pandillas (cuya existencia no es meritoria) de cazadores enfurecidos, quienes matan a su presa dondequiera que la encuentren. De hecho, lo que en realidad significa es que algunos gobiernos les han negado la entrada a grandes números de gente, cuya legitimación para el estatus de refugiado es, a menudo, dudoso, así como que han hecho esfuerzos no muy vigorosos por expulsar a gente que no tiene el derecho legal a permanecer en sus países.

El corolario de la forma en que el profesor Piketty lo pone, es que los gobiernos europeos tienen la obligación de abrir sus fronteras a quienquiera que desee entrar y que debe aceptar la presencia de cualquier número, sin importar lo grande que pueda ser, de gente que ya está ilegalmente presente, independientemente de la facilidad para absorberlos: en otras palabras, que, como tal, la legalidad debe ser abolida y que no tenga fuerza. Estas no son doctrinas que es posible que apelen a la gente que tiene que sufrir otras consecuencias, distintas que escoger todas las noches entre cocinas exóticas. Si usted quiere saber por qué las camisas amarillas en Francia están airadas, lea el Manifesto for Democratisation in Europe [Manifiesto para la Democratización de Europa] del profesor Piketty, en donde él hace que el presidente Macron luzca como un hombre del pueblo.

En cuanto a la otra parte de la falsa dicotomía del profesor Piketty, parece que escapó de su atención que ningún cuerpo político europeo puede ser apropiadamente llamado “liberal de línea dura.” Por ejemplo, en su propio país, Francia, el sector público tiene una parte mayor del PIB que la que tiene el sector privado, aún cuando en otros países la porción es menor. Pero, en ningún país europeo el sector público es desdeñable. En efecto, en cada país, el sector público tiene tanto peso como para tener una influencia profunda en todo el tenor de vida. Todavía más, es a menudo difícil, tan entrelazados que están, distinguir al sector público del sector privado. Sería más exacto llamar “corporativistas de línea dura” a los países europeos, en vez de “liberales de línea dura;” yendo más allá, sería más exacto decir que el profesor es un estalinista de línea dura (aunque aún no sería inexacto) que llamar a los países europeos liberales de línea dura: dado que la alta proporción del PIB francés representado por el estado no es todavía suficiente para el gusto del profesor, y, en realidad con un poco de esfuerzo, con la ayuda de sus ideas, podría ser elevado a los niveles de la Rusia de Stalin.

En Gran Bretaña, como en otros países, más de una cuarta parte del impuesto al ingreso es pagado por el 1 por ciento de la población. Pero, eso no es suficiente para el profesor, independientemente de si aumentar la tasa elevaría el botín (siendo el propósito del impuesto primordialmente simbólico). A él también le gustaría que el capital fuera gravado, por encima del no tan elevado límite de $900.000. Esto aumentaría tanto la igualdad como la eficiencia, según el profesor, mientras que el dinero recogido sería luego redistribuido e invertido productivamente por los reyes filósofos, de quienes el profesor es un ejemplo tan notable.

Todo esto es hecho en nombre de lo que Piketty llama solidaridad. “Si Europa quiere restaurar la solidaridad con sus ciudadanos, debe mostrar evidencia en concreto de que es capaz de establecer la cooperación”: esto es, que debe elevar los impuestos a los prósperos. Pasar por alto la pregunta de qué es Europa realmente, o cómo se debe definir (yo sospecho que el profesor piensa que no es un continente o una civilización, sino una burocracia), me parece que es el tipo de solidaridad que sólo alguien quien sufre de autismo podría soñar, solidaridad siendo igual que impuestos administrados por políticos, burócratas e intelectuales asesores.

El profesor es un populista pur et dur [puro y duro]

Theodore Dalrymple es un médico de prisiones y psiquiatra retirado, editor colaborador del City Journal y Compañero Dietrich Weissman del Manhattan Institute.