LO QUE LOS NAZIS TOMARON PRESTADO DE MARX

Por Ludwig von Mises

Fundación para la Educación Económica
Lunes 28 de enero del 2019

El polilogismo es el reemplazo del razonamiento y la ciencia por supersticiones. Es la mentalidad característica de una era de caos

Los nazis no inventaron al polilogismo. Sólo desarrollaron su propio tipo [Nota del traductor: polilogismo (muchas lógicas) es un término atribuido a Mises para referirse a la creencia de que grupos distintos de personas, razonan de formas esencialmente distintas].

Hasta mediados del siglo XIX, nadie se había aventurado a disputar el hecho de que la estructura lógica de la mente es inmutable y común a todos los seres humanos. Todas las interrelaciones humanas se basan en este supuesto de una estructura lógica uniforme. Podemos hablar el uno con el otro sólo porque podemos apelar a algo en común a todos nosotros, específicamente, la estructura lógica de la razón. Algunos humanos pueden pensar más profunda y refinadamente que otros. Hay hombres que, desafortunadamente, no pueden comprender un proceso de inferencia en cadenas largas de razonamiento deductivo. Pero, en tanto que el hombre pueda pensar y seguir un proceso discursivo de pensamiento, siempre se adhiere a los mismos principios últimos de razonamiento que son aplicados por todos los otros humanos. Hay gente que no pude contar más allá de tres, ese contar, hasta donde llega, no difiere de aquel de Gauss o Laplace. Ningún historiador o un viajero jamás nos ha traído conocimiento alguno de gente para la cual el alfa y el no-alfa son idénticos o que no pudiera comprender la diferencia entre afirmación y negación. Diariamente, es verdad, la gente viola los principios lógicos al razonar. Pero, quienquiera que examine sus inferencias competentemente, puede descubrir sus errores.

Debido a que todo mundo toma estos hechos como incuestionables, los hombres entran en discusiones; se hablan el uno al otro; escriben cartas y libros; tratan de aprobar y desaprobar. La cooperación social e intelectual entre los hombres sería imposible si eso no fuera así. Incluso nuestras mentes no pueden imaginar, ni siquiera consistentemente, un mundo poblado de hombres con diferentes estructuras lógicas o con una estructura lógica diferente a la nuestra.

DENUNCIANDO LA LÓGICA

A pesar de lo expuesto, en el curso del siglo XIX este hecho innegable ha sido desafiado. Marx y los marxistas, principalmente entre ellos al “filósofo proletario” Dietzgen, enseñaron que el pensamiento está determinado por la posición de clase del pensador. Lo que pensar produce no es verdad, sino “ideologías.” Esta palabra significa, en el contexto de la filosofía de Marx, un disfraz del interés egoísta de la clase social a la que está adscrito el individuo pensante. Por tanto, es inútil discutir cosa alguna con gente de otra clase social. Las ideologías no necesitan ser refutadas mediante el razonamiento discursivo; deben ser desenmascaradas cuando se denuncia la posición de clase, el trasfondo social, de sus autores. Así, los marxistas no discuten los méritos de las teorías físicas; simplemente destapan el origen “burgués” de los físicos.

Los marxistas han recurrido al polilogismo, debido a que no pueden refutar, mediante métodos lógicos, las teorías desarrolladas por la economía “burguesa,” o las inferencias que se deducen de esas teorías para demostrar la impracticabilidad del socialismo. Al no poder refutar la solidez de sus propias ideas o la precariedad de las ideas de sus adversarios, ellos han denunciado los métodos lógicos aceptados. El éxito de la estratagema marxista no tiene precedentes. Ha dictado prueba contra cualquier crítica razonable de todos los absurdos de lo que serían la economía y la sociología marxista. Sólo mediante los trucos lógicos del polilogismo, podría el estatismo apoderarse de la mente moderna.

El polilogismo es tan inherentemente un sin sentido, que no puede ser consistentemente llevado hasta sus consecuencias lógicas últimas. Ningún marxista fue lo suficientemente osado como para deducir todas las conclusiones que requeriría su propio punto de vista epistemológico. El principio del polilogismo conduciría también a la inferencia de que las enseñanzas marxistas no son objetivamente verdaderas, sino que son afirmaciones “ideológicas.” Pero, los marxistas lo niegan. Alegan para sus propias doctrinas el carácter de verdad absoluta. Así, Dietzgen enseña que “las ideas de la lógica proletaria no son ideas del partido, sino el resultado de la lógica pura y simple.” La lógica proletaria no es “ideología,” sino lógica absoluta. Los marxistas actuales, que etiquetan a sus enseñanzas como la sociología del conocimiento, dan prueba de la misma inconsistencia. Uno de sus paladines, el profesor Mannheim, trata de demostrar que existe un grupo de hombres, los “intelectuales no comprometidos,” el cual está equipado con el don de comprender la verdad sin caer preso de errores ideológicos. Por supuesto, el profesor Mannheim está convencido de que él es el principal de estos “intelectuales no comprometidos.” Simplemente usted no puede refutarlo. Si usted está en desacuerdo con él, tan sólo prueba que usted mismo no es uno de esa élite de “intelectuales no comprometidos” y que sus expresiones son sólo un sinsentido ideológico.

EL POLILOGISMO Y LOS NAZIS

Los nacionalistas alemanes precisamente tuvieron que enfrentar el mismo problema que los marxistas. Tampoco ellos podían demostrar ya fuera lo correcto de sus propias afirmaciones, sino que, asimismo, no podían desaprobar las teorías de la economía y la praxeología. De tal forma, se protegieron con el techo del polilogismo, preparado para ellos por los marxistas. Por supuesto, urdieron su propia marca de polilogismo. La estructura lógica de la mente, dicen ellos, es diferente según sea de diferentes naciones y razas. Cada raza o nación tiene su propia lógica y, por tanto, su propia economía, matemática, física, etcétera. Pero, no menos inconsistentemente que el profesor Mannheim, el profesor Tirala, su contraparte como paladín de la epistemología aria, declara que la única lógica y ciencia verdaderas, correctas y perennes, son aquellas de los arios. Ante los ojos de los marxistas, Ricardo, Freud, Bergson y Einstein están equivocados porque son burgueses; ante los ojos de los nazis, ellos están equivocados porque son judíos. Uno de los objetivos más importantes de los nazis es liberar al alma aria de la contaminación de las filosofías occidentales de Descartes, Hume y John Stuart Mill. Están en busca de una ciencia alemana arteigen [Nota del traductor: propia de la especie]; esto es, una ciencia adecuada al carácter racial de los alemanes.

Podemos suponer razonablemente, como hipótesis, que las habilidades mentales de los hombres son resultado de sus características corporales. Por supuesto, no podemos demostrar la corrección de esta hipótesis, pero tampoco es posible demostrar lo correcto del punto de vista opuesto, tal como se expresa en la hipótesis teológica. Nos vemos obligados a reconocer que no sabemos cómo es que, a partir de procesos fisiológicos, resultan los pensamientos. Tenemos algunas nociones vagas acerca de los efectos nocivos producidos por traumas u otros daños infligidos a ciertos órganos corporales; sabemos que tal daño puede limitar o destruir totalmente las habilidades y funciones mentales de los hombres. Pero, eso es todo. No sería cosa menos que charlatanería insolente, aseverar que las ciencias naturales nos proveen alguna información relacionada con la presunta diversidad de la estructura lógica de la mente. El polilogismo no puede ser derivado de la fisiología o la anatomía o de alguna otra de las ciencias naturales.

Ningún polilogismo, marxista o nazi, llegó más lejos que ser una declaración de que la estructura lógica de la mente es diferente según sean las diversas clases o razas. Nunca se aventuraron a demostrar precisamente en qué difiere la lógica de los proletarios de la lógica del burgués, o en que difiere la lógica de los arios de la lógica de los judíos o de los británicos. No es suficiente rechazar en su totalidad la teoría ricardiana del costo comparativo o la teoría de la relatividad de Einstein, con desenmascarar el presunto trasfondo racial de sus autores. Lo que hay que hacer es desarrollar un sistema de lógica diferente de la lógica no aria. Luego, sería necesario examinar, punto por punto, estas dos teorías impugnadas y mostrar dónde en sus razonamientos se hacen inferencias, que -aunque correctas desde el punto de vista de la lógica no aria- son inválidas desde el punto de vista de la lógica aria. Y, finalmente, debería explicarse a qué tipo de conclusiones habría de conducir el reemplazo de las inferencias no arias por las correctas inferencias arias. Pero, esto nunca ha sido intentado ni nunca podrá serlo por alguien. El charlatán paladín del racismo y del polilogismo ario, el profesor Tirala, no dice una palabra acerca de la diferencia entre la lógica aria y la no aria. El polilogismo, ya sea ario o marxista, o lo que sea, nunca ha entrado en detalles.

El polilogismo tiene un método peculiar para lidiar con puntos de vistas divergentes. Si quienes lo apoyan fallan en desenmascarar el antecedente de un oponente, simplemente lo llaman traidor. Tanto los marxistas como los nazis conocen sólo dos categorías de adversarios. Los extranjeros -ya sean miembros de la clase no proletaria o de una raza no aria- están equivocados porque son extranjeros; los oponentes de una origen proletario o ario están equivocados porque son traidores. De esta forma disponen apropiadamente del hecho no placentero de que hay disentimiento entre los miembros de lo que ellos llaman su propia clase o raza.

Los nazis contrastan la economía alemana con la economía judía o anglosajona. Pero, lo que ellos llaman economía alemana en nada difiere de algunas tendencias de la economía extranjera. Se desarrolló proveniente de las enseñanzas de Genevese Sismondi y de los socialistas franceses y británicos. Algunos de los más viejos representantes esta supuesta economía alemana, simplemente importaron el pensamiento extranjero hacia Alemania. Friedrich List llevó las ideas de Alexander Hamilton a Alemania, Hildebrand y Brentano trajeron las ideas del socialismo británico tempranero. La economía alemanda arteigen es casi idéntica a tendencias contemporáneas en otros países; por ejemplo, al institucionalismo estadounidense.

Por otra parte, lo que los nazis llaman la economía Occidental y, por tanto, artfremd [Nota del traductor: ajeno a la especie] es, en un amplio grado, un logro de los hombres a quienes ni siquiera los nazis les pueden legar el término de alemanes. Los economistas nazis perdieron mucho tiempo buscando ancestros judíos en el árbol genealógico de Carl Menger; no tuvieron éxito. No tiene sentido explicar el conflicto entre teoría económica, por un lado, y el institucionalismo y el empirismo histórico, por el otro, como un conflicto racial o nacional.

El polilogismo no es una filosofía o una teoría epistemológica. Es una actitud de fanáticos cerrados de mente, quienes no pueden imaginarse que alguien pueda ser más razonable o más hábil que ellos. Tampoco el polilogismo es científico. Más bien es el reemplazo del razonamiento y la ciencia por supersticiones. Es la mentalidad característica de una era de caos.

Este artículo se imprimió del Mises Institute.

Ludwig von Mises (1881-1973) enseñó en Viena y Nueva York y sirvió como consejero cercano de la Fundación para la Educación Económica. Es considerado el teórico más importante de la Escuela Austriaca del siglo XX.