No hace mucho tiempo en mi muro de Facebook se presentaron comentarios diversos sobre este tema tan interesante y que vale la pena tenerlo presente.

LO QUE LOS ESTADOS UNIDOS PODRÍAN APRENDER DEL SISTEMA DE BIENESTAR SOCIAL DE SINGAPUR

Por Donovan Choy

Fundación para la Educación Económica
Sábado 5 de enero del 2019


NOTA DEL TRADUCTOR: Para utilizar los ligámenes de las fuentes del artículo, entre paréntesis, con letra subrayada, si es de su interés puede verlo en https://fee.org/articles/what-americ...elfare-system/

Para echarle una mirada acerca de cómo y adónde un estándar mínimo de diseño del bienestar, ha sido puesto en práctica exitosamente, uno tan sólo necesita ver a la ciudad-estado de Singapur.

Un frecuente punto de vista libertario acerca del bienestar es que el papel del estado debería restringirse simplemente a brindar una red de protección. Tal red básica protegería a los económicamente más vulnerables de la sociedad, de colarse entre las rendijas. Milton Friedman propuso un impuesto negativo sobre el ingreso, como una forma de estimular a que el pobre saliera de la pobreza mediante su esfuerzo. En uno de los pasajes más a menudo citado (sin duda que por razones de promoción ideológica), F.A. Hayek también expuso tal punto de vista en Camino de Servidumbre:

“No hay motivo para que una sociedad que ha alcanzado un nivel general de riqueza como el de la nuestra, no pueda garantizar a todos esa primera clase de seguridad sin poner en peligro la libertad general… esto es, un mínimo de alimento, albergue y vestido, suficiente para preservar la salud y la capacidad de trabajo, puede asegurarse a todos… No existe tampoco razón alguna para que el estado no asista a los individuos cuando tratan de precaverse de aquellos azares comunes de la vida contra los cuales, por su incertidumbre, pocas personas están en condiciones de hacerlo por sí mismas.”

Resulta claro por qué esta política es consistente con una filosofía orientada hacia el mercado libre: Entiende que la riqueza de las naciones se retarda cuando se erosionan los incentivos para trabajar, por la vía de un estado de bienestar fácilmente accesible. Al mismo tiempo, no aplica dogmáticamente la lógica pura de la eficiencia económica dentro de un vacío político. Este punto de vista deja de lado cualesquiera ilusiones grandiosas, acerca de gobiernos modernos grandes aboliendo sus hinchados estados de bienestar y reconoce que problemas sociales del mundo real, como el desempleo y la carencia de vivienda, pueden, potencialmente, promover reacciones democráticas violentas y conducir a peores resultados anti mercado.

Para echarle una mirada acerca de cómo y adónde un estándar mínimo de diseño del bienestar, ha sido puesto en práctica exitosamente, uno tan sólo necesita ver a la ciudad-estado de Singapur. El sistema de bienestar de Singapur es considerado como uno de los más exitosos, de acuerdo con estándares del primer mundo. Datos del Banco Mundial (World Bank data) muestran que, para el 2015, el gasto del gobierno de Singapur en salud es de sólo 4.3 por ciento del PIB, una pequeña fracción en comparación con otros países del primer mundo -16.9 por ciento en los Estados Unidos; 11 por ciento en Francia; 9.9 por ciento en el Reino Unido; 10.9 por ciento en Japón y 7.1 por ciento en Corea- a la vez que obtiene resultados en salud comparativamente iguales o mejores en cuanto a una baja mortalidad infantil y esperanzas de vida más altas. Mientras que la mayoría de Europa, Escandinavia y América del Norte gastan entre 30 y 40 por ciento del PIB en programas de bienestar social, Singapur gasta menos de la mitad de eso, a la vez que mantiene niveles similares de crecimiento económico y una sociedad relativamente libre de problemas sociales.

UN ÉNFASIS EN LA AUTOSUFICIENCIA

La primera cosa que hay que saber acerca del sistema de bienestar de Singapur es que es notoriamente difícil calificar para recibir asistencia de bienestar, de acuerdo con los estándares de la mayoría del mundo desarrollado de Occidente. La posición del gobierno de Singapur en cuando a donativos de bienestar, es apoyada por una decidida filosofía económica de autosuficiencia y responsabilidad propia, en donde las primeras líneas de bienestar deben derivarse de los ahorros individuales de uno, de la unidad familiar y de las comunidades locales, antes de voltearse hacia el gobierno. En otras palabras, el estado no debería actuar como garante de los medios, sino tan solo como guardián de última instancia.

Una de las más sustanciales formas de organización del bienestar en Singapur son los grupos comunitarios de autoayuda guiados por el estado, que están reestructurados con base en lineamientos raciales. Fueron formados para ayudar a abordar el alivio de la pobreza de los ciudadanos de más bajos ingresos, ayudándoles a lo largo de diversos esquemas de educación general, a fin de mejorar sus oportunidades económicas. Este programa de bienestar empezó con la comunidad malaya (Malay) en 1981 y se consideró tan exitosa al final de la década, que gradualmente el gobierno lo expandió, para también formar organizaciones similares de autoayuda para los grupos de razas cuyo desempeño es menor, como chinos (Chinese), indios (Indian) y euroasiáticos (Eurasian).

El involucramiento del gobierno de Singapur en estos grupos comunitarios llega tan sólo a ser una supervisión regulatoria general. A diferencia de los estados de bienestar típicos, los fondos para estas organizaciones de bienestar no son trasladados mecánicamente, desde una enorme fuente de contribuciones de los contribuyentes hacia una siempre creciente burocracia. En vez de ello, los fondos se obtienen de una mezcla de esquemas gubernamentales, que obtienen una suma simbólica de uno o dos dólares provenientes de una cuenta gubernamental de ahorros de cada ciudadano (en otras palabras, financiamiento colectivo), asimismo, se estimula la caridad optativa de parte de la comunidad en general.

Más importante aún, el proceso discrecional involucrado con la asignación de asistencia a miembros que tienen ingresos bajos, se deja a los líderes de los grupos comunitarios. Esta forma privatizada de asistencia de bienestar ha demostrado ser una forma mucho más económica.

La filosofía de autoayuda y de responsabilidad propia es prominente, no sólo en el bienestar social, sino que también se reproduce en el enfoque del gobierno de Singapur, hacia los programas de ahorro para retiro, cuido de la salud, educación y vivienda. Por ejemplo, la política preferida del estado para asegurarse de que los individuos tengan suficientes recursos para los días difíciles, es mediante el Fondo Previsional Central, una cuenta de ahorros ordenada por el gobierno, en donde se deduce una porción del salario mensual propio y que se deposita en ella. Estos fondos pueden ser usados sólo para seguros de gastos de salud, la compra de una casa, o al pensionarse, reflejando el estímulo del gobierno para la autoayuda, en donde usted debería “ayudarse a sí mismo, antes de pedir ayuda a otros.”

Al obligar a los singapurenses a ahorrar, el bienestar en Singapur tradicionalmente ha sido primero internalizado en los niveles individual y familiar. Esto forma el eje de la política social del gobierno “Muchas Manos que Ayudan,” en donde el papel de la familia y la comunidad inmediata en la provisión asistencial, es enfatizado por encima de programas financiados por el gobierno. Tal forma de caridad privatizada no es nueva ni única, como lo demuestra una gran cantidad de investigaciones acerca de asociaciones de ayuda mutua, en sociedades anteriores a los estados de bienestar modernos, en los casos de los Estados Unidos del siglo XX (20th-century United States) y del Reino Unido del siglo XIX (the 19th-century United Kingdom).

DESCENTRALIZANDO LA ASISTENCIA PARA EL BIENESTAR

Hay una lección importante por derivar del estudio del caso de Singapur. El éxito del enfoque del gobierno de Singapur en la ayuda asistencial emana de su diseño descentralizado, que gira alrededor de las comunidades al nivel de base. Este enfoque ha funcionado bien, debido a que esencialmente sobrepasa los problemas de conocimiento con los cuales tienen que lidiar los programas de bienestar.

Recuerden que el alivio de la pobreza no es más que eso: alivio. Suavizar temporalmente la dureza económica es enteramente distinto del objetivo de sacar al pobre de la pobreza. Una asistencia para bienestar eficiente debe llevar a cabo lo primero, sin estimular la dependencia o destruir el incentivo para que el pobre trabaje. Aún si la pobreza fuera un problema colectivo para la “sociedad,” el conocimiento requerido para resolver los casos individuales de pobreza nunca está colectivamente centralizado en una oficina gubernamental. Por el contrario, tal conocimiento es ampliamente disperso y diferiría radicalmente entre distintas culturas, religiones, comunidades, ocupaciones e individuos.

Las causas de la pobreza social pueden originarse en la persistencia de prácticas culturales, hábitos personales u otros problemas institucionales locales. Tales conocimientos e incentivos contextualizados rara vez están en disponibilidad en el caso de oficinas gubernamentales de asistencia alejadas de las personas. Es fácil encargar el deber de brindar la asistencia a una entidad abstracta que llamamos “gobierno.” Pero, a menudo, es mucho más complejo para las burocracias estatales asignar eficientemente la asistencia fondeada por los contribuyentes, como puede verse en los millones de millones de dólares que han fallado en ayuda para el pobre (trillions of wasted dollars that have failed to help the poor) o los costos desorbitantes que se desperdician en simples fines administrativos del estado de bienestar estadounidense.

Los programas de bienestar efectivos, que son administrados en un nivel privado descentralizado, están mejor equipados con el conocimiento contextual requerido para enfrentar el ambiente existente. Cuando se descentraliza la toma de decisiones, las circunstancias únicas y las historias de vida de cada individuo pueden ser mejor valoradas, ofreciendo, por tanto, una salvaguardia más robusta contra receptores de ayuda de bienestar potencialmente oportunistas. El modelo híbrido privado-público de provisión de ayuda de bienestar de Singapur, ofrece lecciones valiosas para aquellos quienes creen que los programas comprensivos de bienestar pueden ser fácilmente diseñados para eliminar la pobreza de un solo golpe. Tales puntos de vista simplistas surgen de intenciones innegablemente benevolentes. Pero, el alivio de la pobreza será mucho mejor enfrentado por medio de un enfoque basado en el mercado, que reconoce los limites epistemológicos de quienes formulan las políticas, como lo ha mostrado el enfoque descentralizado de Singapur.

Donovan Choy es un estudiante de postgrado en el CEVRO Institute y es miembro del Centro Adam Smith de Singapur. Usted puede contactarlo en choydonovan@gmail.com.