Lo dice el viejo refrán, “Si las barbas de tu vecino ves cortar, pon las tuyas a remojar.” Debemos aprender, a fin de impedirlo, de cómo las dictaduras socialistas se consolidan: 60 años de totalitarismo en Cuba y ahora, aprendiendo de sus amos cubanos, Venezuela inexorablemente continúa en su proceso de imposición del totalitarismo comunista. Debemos estar atentos en la defensa de la libertad y la verdadera democracia.

MADURO CONSOLIDA SU DICTADURA EN VENEZUELA

Por Jorge C. Carrasco

Fundación para la Educación Económica
Domingo 20 de enero del 2019


NOTA DEL TRADUCTOR: Para utilizar los ligámenes de las fuentes del artículo, entre paréntesis, con letra subrayada, si es de su interés puede verlo en https://fee.org/articles/maduro-cons...-in-venezuela/

El dictador no ha mostrado intención de abandonar su cargo.

El 10 de enero, Nicolás Maduro dio otro paso para perpetuar y expandir su poder, llevando a cabo una farsa en forma de una investidura presidencial que iniciará un nuevo mandato, una movida que ha sido considerada como ilegítima (as illegitimate) por gran parte de la comunidad internacional. Le mantendrá (supuestamente) a cargo de Venezuela hasta el 2025.

Con un país en ruinas y bajo un régimen crecientemente aislado, la inauguración, que muchos consideran un punto sin regreso de una crisis económica e institucional muy seria, en la práctica no significa nada nuevo para los ciudadanos. Pero, con ella, el régimen, que controla todos los niveles de poder político y judicial, está consumando una fractura aparentemente insuperable en su diplomacia con la comunidad internacional.

EL REINADO DE MADURO

Maduro tomó el juramento presidencial ante la Corte Suprema de Justicia (CSJ), en vez de hacerlo ante la Asamblea Nacional [Legislativa], tal como lo requiere la constitución venezolana. La razón de ello es que el parlamento, con una mayoría de la oposición, que fuera electo en el 2015, fue declarado en estado de desobediencia y, a pesar de que todavía funciona independientemente (running independently) y en paralelo al gobierno “oficial”, para el régimen ya no existe más.

Esa misma corte la despojó de sus funciones y, en julio del 2017, después de tres meses de protestas que dejaron cientos de muertos en las calles (left hundreds dead in the streets), se llevó a cabo una votación fraudulenta en una Asamblea Nacional Constituyente que acumuló todo el control político de la nación, en donde los críticos del partido gobernante no tenían lugar alguno. En la práctica, esta nueva asamblea es un poder legislativo -presidido por el número dos de la jerarquía chavista, Diosdado Cabello- al servicio del poder ejecutivo.

EL LEGADO DE MADURO

El legado que Maduro deja de sí mismo, ha roto todos los récords conocidos de desastre económico y político en la región. Venezuela ha perdido un 53 por ciento de su producto interno bruto (PIB), desatando la tercera mayor inflación en la historia del mundo (el año pasado los precios aumentaron en un 830.000 por ciento (830,000 percent)). Las prisiones ahora están llenas con casi 300 prisioneros políticos (300 political prisoners). Venezuela ha sido denunciada por Amnistía Internacional por maltratar y torturar a prisioneros y permitir ejecuciones extrajudiciales (extrajudicial executions) de sus ciudadanos más vulnerables.

La escasez de comida, la carencia de productos básicos y el colapso del sistema de cuido de la salud, se han convertido en un hecho habitual en la nación. Esta profunda crisis humanitaria (profound humanitarian crisis) ya ha destruido las vidas de millones de venezolanos y desestabilizado a la región. Alrededor de tres millones de ciudadanos ya han huido del país (fled the country), en busca de refugio en países vecinos. Esto representa más del 7 por ciento de la población. Es una catástrofe de proporciones sin precedentes en la historia reciente de América Latina.

Venezuela ha descendido a un nuevo círculo de desviación hacia el autoritarismo. Todo apunta al hecho de que la embestida de Maduro contra sus críticos, cientos de los cuales son mantenidos en las prisiones del régimen, sólo va a empeorar, sin solución alguna, la crisis económica, política y social, que está carcomiendo el fundamento del país. De acuerdo con la organización venezolana de derechos humanos, Foro Penal, más de 12.800 personas han sido arrestadas por sus ligámenes con protestas contra el régimen, muchos de los cuales fueron sacados de sus hogares sin órdenes judiciales.

NO SE ESPERA UNA PRONTA ABDICACIÓN DEL PODER

Maduro ha demostrado que no tiene la intención de ceder ni un ápice de su control, mucho menos aceptar una derrota electoral que pudiera conducir a su salida del poder. Con la oposición neutralizada por el régimen y la división subsecuente y el exilio de las fuerzas disidentes, hay abundantes razones para ser pesimista en torno a esta situación.

Con la resistencia interna bloqueada, el tablero del ajedrez internacional se está haciendo más importante que nunca. La mayoría de las naciones democráticas han condenado el rumbo totalitario que ha tomado el gobierno venezolano. La Organización de los Estados Americanos (OEA) recientemente aprobó una resolución (resolution) ignorando la legitimidad del nuevo mandato de Maduro y pidiendo sanciones económicas, políticas y diplomáticas. Incluso la Unión Europea calificó las elecciones de Maduro como “no democráticas” (undemocratic).

En este contexto, el Grupo de Lima, que incluye a los mayores poderes latinoamericanos -formado en el 2017 para facilitar una solución negociada a la crisis- fue llamado a desempeñar un papel importante. No obstante, recientes cambios políticos en la región amenazan con arruinar este instrumento. México se rehusó a adherirse a la posición conjunta de los otros 13 miembros en la última reunión, la cual pidió que no se reconociera al régimen de Maduro, entre otras medidas. Este es el primer cambio en la política externa de los gigantes de América Latina, después de que Andrés Manuel López Obrador se convirtiera en presidente. Sin México, de hecho, la influencia del Grupo de Lima podría verse disminuida.

¿CUÁNTO MÁS DURARÁ ESTO?

Aunque como nunca antes el régimen socialista se encuentra aislado, sería un error subestimar su longevidad potencial en el poder. Por el contrario, Maduro puede estarse imponiendo en el plano del conflicto internacional en un juego de poderes. La rapidez con que Rusia reconoció la legitimidad del nuevo gobierno y acusó a los Estados Unidos de conspirar para derrocarlo, lo dice todo. Recientemente, la presencia de bombarderos nucleares rusos Tu-160 (Russian Tu-160 nuclear bombers) en la capital venezolana, sugiere que el mundo puede estar entrando en un nuevo capítulo de la Guerra Fría. Para los rusos, no es acerca del petróleo ̶ es acerca de su influencia en la política latinoamericana, en disputa con los Estados Unidos.

China es también un jugador de peso, principalmente por razones económicas. Venezuela le debe a ese país miles de millones de dólares (billions of dollars) en deuda acumulada y pagadera a China a la tasa de miles de barriles de petróleo al día. ¿Quién no cuidaría a un deudor de esa magnitud?

Es claro que ahora la longevidad del régimen depende definitivamente de la lealtad de los militares, a quienes Maduro no cesa de que les debe “tal lealtad y disciplina,” recompensándolos con vastos poderes en el gobierno y en la economía (government and economy). Esto se debe a que él sabe que navega con sus generales en la misma balsa y que su dictadura se hundiría de la noche a la mañana, si ellos así lo decidieran.

A pesar de lo anterior, ningún mal es eterno y es poco posible que Maduro pueda repetir el desastroso experimento de una dictadura bien establecida, como es el caso de Cuba, debido a que hoy los venezolanos piensan en cómo sobrevivir a la hambruna. Ellos no creen en ideologías utópicas. Las únicas dudas son acerca de qué tanto tiempo tomará que suceda lo inevitable y de cómo podrá recuperarse el sufrido pueblo venezolano, de los momentos oscuros que han venido experimentando.

Jorge C. Carrasco es un periodista cubano independiente y coordinador de Estudiantes por la Libertad.