Dos breves comentarios: (1) yo tenía un vaso de poliesterino, que, de viejo, se “tostó” y en donde unas palabras que tenía inscritas se borraron. Estas decían “El gobierno odia la competencia.” Qué ciertas son, cuando uno observa el comportamiento de países de altos impuestos miembros de la Unión Europea, buscando que Irlanda, que tiene exitosos impuestos bajos, los aumente para que no compita con los primeros. (2) Observemos cómo una política de impuestos bajos y uniformes puede impulsar el crecimiento de una economía, como es el caso de Irlanda. Aquí hay quienes creen que, aumentando los impuestos, la economía va a crecer. (La tierra es plana…)

POR QUÉ IRLANDA PRONTO TENDRÍA QUE DECIRLE ADIÓS A LAS TASAS BAJAS DE IMPUESTOS QUE ENRIQUECIERON A LA NACIÓN

Por John Phelan
Fundación para la Educación Económica
Viernes 11 de enero del 2019


NOTA DEL TRADUCTOR: Para utilizar los ligámenes de las fuentes del artículo, entre paréntesis, con letra subrayada, si es de su interés puede verlo en https://fee.org/articles/why-ireland...e-nation-rich/

Los bajos impuestos, en los que se basa el milagro económico de Irlanda, posiblemente no sobrevivan, si es que la Unión Europea tiene éxito en su impulso por concluir con la unanimidad en los impuestos.

En 1988, la revista The Economist puso un artículo acerca de Irlanda titulado “The poorest of the rich” [“El más pobre de los ricos”]. El titular era muy merecido. Ese año, el ingreso per cápita irlandés fue de sólo el 70 por ciento de la cifra para Gran Bretaña y de un 52 por ciento de aquél de los Estados Unidos. La tasa de desempleo era de un 16.2 por ciento, en comparación con un 8,5 por ciento para Gran Bretaña y de 5.5 por ciento en los Estados Unidos. La deuda del gobierno irlandés era de un 85 por ciento de su PIB, comparado con un 60 por ciento para los Estados Unidos y un 37 por ciento en el Reino Unido.

Pero, cuando The Economist después volvió a escribir acerca de la economía de Irlanda en 1997, lo llamaron “The Celtic Tiger: Europe’s shining light” [“El Tigre Celta: la luz que brilla en Europa].

El encabezado era igualmente bien merecido. La economía irlandesa creció a una tasa anual promedio de 9.4 por ciento entre 1995 y el 2000. El crecimiento del PIB real sobrepasó a aquél del Reino Unido en cada uno de los años en el lapso que va de 1989 al 2003 y al de los Estados Unidos en cada año después de 1993. Mientras que el PIB irlandés creció en un 229 por ciento entre 1987 y el 2007, la cifra para los Estados Unidos fue de un 161 por ciento y, en el Reino Unido, de un 152 por ciento.

Esto condujo a un crecimiento en el PIB per cápita irlandés después de 1993. En 1997, Irlanda sobrepasó al Reino Unido en este aspecto y, ya para el 2017, era de un 27 por ciento más elevado y llegó a un 96 por ciento del nivel de los Estados Unidos.

El desempleo se redujo a partir de 1993. Entre 1993 y 1999, se lograron 415.000 empleos adicionales, un incremento del 35 por ciento, virtualmente todo ello en el sector privado. Para 1999, la tasa de desocupación de Irlanda era menor que aquella del Reino Unido. Para el 2001, era menor que aquella de los Estados Unidos. Por mucho tiempo un exportador de gente, Irlanda llegó a ser un importador. La migración neta cambió, de una pérdida de 5.000 en 1993, a una ganancia de 22.800 en 1998.

Esta prosperidad incrementada trajo maravillas a la situación de la deuda del gobierno irlandés. A partir de 1993, la deuda gubernamental, como porcentaje del PIB, cayó rápidamente, llegando a un 25 por ciento en el 2007. Para el 2002, era menor que el cociente, tanto de los Estados Unidos, como el del Reino Unido.

¿QUÉ FUE LO QUE PASÓ?

Los irlandeses no se habían encontrado con la misteriosa olla de oro al final del arco iris. Simplemente habían abrazado políticas monetarias y fiscales sólidas.

De acuerdo con el economista Dermot McAleese, en los años previos a la diagnosis de The Economist de 1988, Irlanda había estado plagado por “Altos impuestos, baja confianza, altos costos laborales, regulación excesiva y prácticas anticompetitivas.” Y, sin importar qué tan altas fueran las tasas tributarias, siempre el gasto era mayor, lo cual se tradujo en grandes déficits fiscales.

Para principios de la década de 1990 eso era tan aparente que no podía continuar más. Actuando audazmente, el gobierno -con un apoyo amplio- recortó el gasto y formuló compromisos creíbles para no involucrarse en un gasto deficitario o en inflar su moneda. Desreguló y redujo drásticamente las tasas de impuestos. El Índice de Libertad Económica del 2002, publicado por el Wall Street Journal y por la Heritage Foundation, calificó a Irlanda como la cuarta economía más libre del mundo.

McAleese destacó la importancia de lograr que se pusiera bajo control el gasto gubernamental:

“La adopción de una rectitud fiscal y un consenso sobre nuevas políticas, en efecto, no fue algo nuevo. Lo que era nuevo fue la decisión de atacar la deuda controlando al gasto público, en vez de serlo con el aumento de los impuestos. Para una economía pequeña y abierta, recortar el gasto público comprobó ser una manera mucho más productiva hacia el futuro. Creó espacio para recortes de los impuestos, a la vez que simultáneamente redujo el cociente de la deuda. Otra estrategia fue la introducción de una amnistía tributaria. Con posterioridad a las políticas de altos impuestos de la década de 1980 y la reorientación de la política fiscal, demostró ser enormemente exitosa en términos de generación de ingresos. Las tasas de intereses domésticas cayeron fuertemente, al crecer la confianza del inversionista, empezando así el extraño acontecimiento en la economía moderna, de una contracción fiscal expansiva. Los temores de que una fuerte contracción mostraría ser deflacionaria quedaron desconcertados, pero, precisamente por qué eso fue así, permanece como tema de controversia.”

Uno de los reportes más destacados se dio en el impuesto a las empresas en Irlanda. Hasta finales de los ochentas, la tasa estándar de impuestos a las utilidades de las empresas (CPT) era del 50 por ciento, con una tasa del 10 por ciento sobre todas las utilidades provenientes de manufacturas orientadas a la exportación y por servicios comerciados. Irlanda reemplazó este sistema en 1997, con una tasa del 12.5 por ciento a las empresas por sus ingresos, a partir del primero de enero del 2003.

Estas tasas reducidas produjeron recaudaciones elevadas. En el 2004, los impuestos a las utilidades de las empresas equivalían a un 13 por ciento de todos los ingresos tributarios de Irlanda, en comparación con un 6 por ciento en los Estados Unidos y un 8 por ciento en el Reino Unido.

ESA ES LA GRATITUD HACIA USTED

Eso hoy se encuentra amenazado. Usted habría esperado que los socios de Irlanda en la Unión Europea (UE) miraran el éxito de ese país y pensaran, “He aquí algo a ser emulado.” Pero, en vez de eso, ellos lo miraron como algo que debe ser detenido. Al escoger las empresas ubicarse en Irlanda, en vez de las jurisdicciones de altos impuestos en toda la UE, esos países de altos impuestos están intentando obligar a que se aumenten los impuestos a los irlandeses por la vía de la UE.

Hasta ahora, los irlandeses han defendido eso como perros. En el 2008 (In 2008), los irlandeses rechazaron la Constitución Europea, debido a que, entre otras cosas, ellos querían proteger sus exitosas políticas de impuestos bajos. Pero, en la UE los votos no son oportunidades para que los electores tomen decisiones en su favor, sino que es una simple formalidad para aprobar las decisiones ya tomadas por los líderes de la UE. Así que los irlandeses tuvieron que votar de nuevo. Se les aseguró (They were given assurances) que el nuevo tratado de Lisboa -así se renombró a la Constitución- no afectaría sus políticas de impuestos. En el 2009 (In 2009), ellos debidamente le dieron el sí a Lisboa.

Por supuesto, la UE nunca abandona una idea, tan sólo la pospone, y la UE empezó el año entrándole, una vez más, a los bajos impuestos de Irlanda. Al momento, algunas decisiones sobre política impositiva deben ser aprobadas por unanimidad, dándole el veto a países como Irlanda. Pero, la Comisión Europea -el cuerpo ejecutivo no electo de la UE- se está moviendo hacia terminar con eso (is moving to end that). Los bajos impuestos sobre los que se basa el milagro económico moderno de Irlanda, es poco posible que puedan sobrevivir por mucho tiempo ante la unanimidad.

No sorprende que muchos irlandeses no estén muy contentos con ser despojados de su capacidad para poner sus propias tasas de impuestos.

“Irlanda ha utilizado su política tributaria como una herramienta vital para su desarrollo económico desde 1956,” dice (says) Ian Talbot, principal ejecutivo de Chambers Ireland. “Como una isla pequeña y abierta en el borde de Europa, permanece siendo importante que retengamos herramientas independientes para ser competitivos.”

DE NUEVO UNA PROVINCIA

El ejército de los Ciudadanos de Irlanda, el cual luchó contra el gobierno británico durante el Levantamiento de Primavera en 1916, ondeó un banderín que decía “No servimos a ningún Rey o Kaiser, sino a Irlanda.” En contraste, el gobierno de Fine Gael de Leo Varadkar, ha hecho lealmente lo que la UE le dijo que hiciera durante las negociaciones del Brexit. Si los irlandeses estaban esperando que su recompensa sería tolerancia hacia su modelo económico de bajos impuestos, parece que se verán defraudados.

John Phelan es un economista de the Center of the American Experiment y compañero de The Cobden Centre.