TRES OCASIONES EN QUE KEYNES NO FUE UN KEYNESIANO

Por Luis Pablo de la Horra

Fundación para Educación Económica
Domingo 30 de diciembre del 2018


NOTA DEL TRADUCTOR: Para utilizar los ligámenes de las fuentes del artículo, entre paréntesis, con letra subrayada, si es de su interés puede verlo en https://fee.org/articles/three-times...t-a-keynesian/

Keynes entendió el papel vital de los mercados como asignadores eficientes de los recursos escasos, aunque propuso algunas políticas que, afirmó él, ayudarían a suavizar el ciclo de los negocios.

John Maynard Keynes es, junto con Milton Friedman, el economista más influyente del siglo XX. Su trabajo más aclamado, La Teoría General del Empleo, el Interés y el Dinero, contribuyó al cambio de modelo que tuvo lugar en la profesión de la economía desde mediados de la década de 1930. Es también el economista más citado entre no economistas, quienes en no pocas ocasiones distorsionan sus ideas.
He aquí tres ideas incluidas en La Teoría General de Keynes que podrían sorprenderle:

1. EL USO DE LAS MATEMÁTICAS EN LA ECONOMÍA

¿Cuál es la metodología correcta en economía? La escuela austriaca -representada por Ludwig von Mises y Friedrich Hayek- ha estado debatiendo con el resto de economistas durante décadas acerca de cómo debería enfocarse este campo. En tanto que la escuela austriaca asevera que la teoría económica puede ser derivada de unos pocos axiomas, sin necesidad de evidencia empírica, la mayoría de los otros economistas apoyan el uso del método científico.

En esta batalla metodológica, la escuela austriaca tiende a caricaturizar (caricature) el uso de modelos matemáticos en economía por simplistas e irreales, y los keynesianos son uno de sus objetivos favoritos. No obstante, el propio Keynes tenía algunas preocupaciones en torno al uso excesivo ce modelos matemáticos en economía. En el Capítulo 21 de La Teoría General, él afirma que

“Una parte demasiado grande de la economía “matemática” reciente es una simple mixtura, tan imprecisa como los supuestos originales que la sustentan, que permite al autor perder de vista las complejidades e interdependencias del mundo real en un laberinto de símbolos pretensiosos e inútiles.”

Tal vez sea esta la razón por la que usted no encontrará muchos ejemplos de formalización matemática en La Teoría General de Keynes.

2. ¿ESTIMULAR EL CONSUMO? NO TAN RÁPIDO…

“Para luchar contra una recesión, el gobierno tiene que estimular el consumo.” ¿Cuántas veces usted ha escuchado esto de un autoproclamado keynesiano?

Keynes enfatizó la importancia del estímulo en la forma de gasto público durante los períodos de recesión económica. No obstante, según con Keynes, el estímulo gubernamental no se debería dirigir hacia el consumo, sino hacia la inversión (Capítulo 22):

“Prácticamente sólo difiero de estas escuelas en que pienso que quizá hayan puesto un énfasis superior al debido en el aumento del consumo, en un momento en que todavía hay muchas ventajas sociales que conseguir del crecimiento de la inversión.”

Keynes tenía buenas razones para enfatizar la importancia de estimular la inversión durante las recesiones. Como se muestra en el gráfico siguiente, la inversión es mucho más volátil que el consumo a lo largo del ciclo de los negocios. Así, si asumimos que el gobierno debe aplicar políticas fiscales anticíclicas para compensar una caída de la demanda agregada, los esfuerzos deberían centrarse en impulsar la inversión, no el consumo.

Para estar claros, Keynes no pensó que promover el consumo fuera inútil en tiempos de crisis. De igual forma, un incremento en la propensión marginal al consumo ayudaría a revitalizar la economía. A pesar de ello, él sabía que el costo de oportunidad de hacer tal cosa era muy elevado, pues “Me doy cuenta de las grandes ventajas sociales de aumentar la existencia de capital hasta que deje de ser escaso.”

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Fuente: Blanchard, O. (2017). Macroeconomics (7th edition). Pearson.

3. ACERCA DE LAS VIRTUDES DE LOS MERCADOS

A Keynes usualmente se le identifica con un gobierno grande ̶ ¡y por una buena razón! Keynes afirmó que los gobiernos deben desempeñar un papel activo durante las recesiones para impedir que la demanda agregada disminuya demasiado, lo que implica aumentar el gasto público y, así, el tamaño del gobierno. Sin embargo, Keynes tenía presentes las virtudes de los mercados, en especial como mecanismos de disciplina social (mechanisms of social discipline) (Capítulo 24):

“Hay valiosas actividades humanas cuyo desarrollo exige la existencia del estímulo de hacer dinero y la atmósfera de la propiedad privada de riqueza. Además, ciertas inclinaciones humanas peligrosas pueden orientarse por cauces comparativamente inofensivos con la existencia de oportunidades para hacer dinero y tener riqueza privada, que, de no ser posible satisfacerse de este modo, pueden encontrar un desahogo en la crueldad, en temeraria ambición de poder y autoridad y otras formas de engrandecimiento personal. Es preferible que un hombre tiranice su saldo en el banco que a sus conciudadanos.”

En efecto, bajo el capitalismo la motivación de hacer dinero, para usar las palabras de Keynes, se pretende de una forma que no implica daño a otros. De hecho, va muy en contrario: la busca de utilidades en las sociedades de mercado termina beneficiando a la sociedad como un todo. Como lo dice famosamente Adam Smith: “No es por la benevolencia del carnicero, del cervecero y del panadero que podemos contar con nuestra cena, sino por su propio interés.”

En resumen, Keynes entendió el papel vital de los mercados como asignadores eficientes de los recursos escasos, aunque propuso algunas políticas que, afirmó él, ayudarían a suavizar el ciclo de los negocios.”

Este artículo se reimprimió de Intellectual Takeout.

Luis Pablo De La Horra tiene un Bachillerato en Inglés y una Maestría en Finanzas. Él escribe para la Fundación para la Educación Económica, el Instituto de Asuntos Económicos de Londres y en Speakfreely.today.