Hace más de 50 años, cuando estudiaba economía, esta obra y otra, los hijos de Sánchez, ambas del sociólogo Oscar Lewis, eran leídas y analizadas en aquellos años de estudiante, en especial por el éxito de ambas publicaciones y porque la pobreza era de nuestro interés, independientemente de las diversas posiciones ideológicas que había entre nosotros y, además, por el rigor académico y pluralista de nuestros profesores de aquel entonces. Hoy con gusto traduzco este comentario del economista Bryan Caplan acerca de algunas ideas de Oscar Lewis, que valen la pena de saber y que me ha hecho recordar discusiones de aquella época estudiantil.

OSCAR LEWIS, RESPONSABILIDAD PERSONAL Y POBREZA

Por Bryan Caplan

Fundación para la Cooperación Económica
Miércoles 26 de diciembre del 2018


NOTA DEL TRADUCTOR: Para utilizar los ligámenes de las fuentes del artículo, entre paréntesis, con letra subrayada, si es de su interés puede verlo en https://fee.org/articles/oscar-lewis...y-and-poverty/

Los hallazgos del antropólogo marxista fueron creíbles precisamente debido a que sus hallazgos entraban en conflicto con su ideología y sus lealtades, pero otros no lo vieron así.

En los años cincuenta y sesenta, Oscar Lewis fácilmente puede haber sido el antropólogo más famoso del mundo. Él escribió una serie de etnografías meticulosas de familias pobres de Mexico, Puerto Rico e India. En mi clase de Gobierno en el último año en un colegio de estudios avanzados, era requisito leer sus Five Families: Mexican Case Studies in the Culture of Poverty [Antropología de la Pobreza: Cinco familias]. No obstante, fue sólo recientemente que me di cuenta de que esos libros no sólo son fascinantes como tales, sino que también iluminan en un meta nivel [Nota del traductor: “Meta nivel es un nivel mayor y, a menudo, más abstracto que aquellos niveles a los que un tema normalmente se entiende o se trata; o que incorpora una serie de niveles más bajos.]

He aquí cómo fue eso:

1. Lewis, un marxista declarado, pasa su carrera estudiando cercanamente a familias pobres. Los resultados empíricos son más allá de sombríos: Lewis describe en un detalle estremecedor los mundos sociales de sexo impulsivo, pobres hábitos de trabajo, abuso de sustancias, violencia y crueldad hacia los hijos.

2. Unos pocos no izquierdistas observan que, a pesar de su interpretación marxista a sus propios hallazgos (el capitalismo tiene que ser la causa fundamental, ¿verdad?), Lewis básicamente confirma el punto de vista “reaccionario” de que la pobreza es en mucho causada por el comportamiento irresponsable de los mismos pobres. Después de todo, el sexo impulsivo, los malos hábitos de trabajo, el abuso de sustancias, la violencia y la crueldad con los hijos, son malas formas para obtener un dinero extra o de ampliar los reducidos presupuestos familiares. Cualquier persona sensata de bajos ingresos los evitaría como la plaga.

3. Izquierdistas escuchan lo que esos “reaccionarios” están diciendo ̶ y atacan verbalmente a Lewis por “culpar a la víctima.”

4. Otros izquierdistas lo rechazan, insistiendo en que Lewis era un marxista de buena reputación, lleno de simpatías por los pobres y, por tanto, definitivamente no es responsable de “culpar a la víctima.”

Antes de que usted rechace esto como una caricatura, lea (read) de Harvey y Reed, “The Culture of Poverty: An Ideological Analysis” (Sociological Perspectives, 1996), que ofrece una ventana bien escrita hacia todo el tema de Lewis. He aquí la descripción de Harvey y Reed (en citas), con algunos comentarios de mi parte.

Trasfondo:

“Lewis introdujo por primera vez la idea de una subcultura de la pobreza en julio de 1958, en San José, Costa Rica, en el Congreso Internacional de Americanistas (Rigdon, 1988:69). En la década siguiente, sus estudios acerca de la familia y el concepto de la subcultura de la pobreza, le convirtieron en una figura pública y le dio acceso a personalidades políticas de los niveles más altos. La celebridad de Lewis le trajo el tipo de atención de los medios que pocos académicos alguna vez gozan. No es un secreto que ese reconocimiento súbito exacerbó las ya difíciles relaciones que el cáustico Lewis tenía con muchos de su profesión. A pesar de ello, estos celos profesionales y personales deben permanecer como un comodín en nuestras cuentas, pues, si bien indudablemente jugaron un papel en definir la crítica académica, es difícil valorar el grado en que aquellos, en la realidad, influyeron en las evaluaciones de su trabajo. A pesar de ello, sabemos que esos antagonismos, independientemente de su fuente, se mantuvieron relativamente bajo control hasta fines de la década de 1960. Para ese entonces, Lewis se estaba aproximando al cenit de su carrera.”

Y, entonces:

“En las universidades estadounidenses, estas tensiones se manifestaron en la apertura de un bache generacional entre los liberales del Nuevo Trato [Nota del traductor: liberales en Estados Unidos suelen llamarse a estatistas intervencionistas] y el grupo de jóvenes docentes, estudiantes de posgrado y dotados organizadores comunales quienes componían la ‘Nueva Izquierda.’ Estos vieron a sus viejos antecesores acobardarse cuando el gobierno empezó a incrementar sus actividades contra los radicales en las universidades, mientras que los primeros estaban crecientemente desilusionados por la rigidez ideológica y la intolerancia creciente de su progenie. Fue en esa coyuntura cuando un ‘ultra-bolcheviquismo,’ incipiente entre los radicales sectarios durante más de una década, empezó a barrer en la Nueva Izquierda. Sintiendo que la marea empezaba a cambiar, e incapaces de hacer algo al respecto, muchos Izquierdistas empezaron a involucrarse en una lógica sin frutos acerca de quién era el más radical.”

El antropólogo de Chicago, Charles Valentine, condujo la carga contra Lewis:

“Habiendo establecido su andanada verbal, tanto cultural como políticamente, Valentine luego se voltea hacia el trabajo de Oscar Lewis. Empezando por analizar su tesis sobre la subcultura de la pobreza mediante una serie de críticas técnicas al trabajo de Lewis, rápidamente se dirige hacia su punto principal: Lewis, si es que no por diseño, entonces, por inadvertencia, ha enmarcado un modelo de la subcultura de la pobreza, cuya propia ‘negatividad’ se presta a una interpretación de la pobreza de ‘culpar de ello a la víctima.’ Valentine alega que ese posicionamiento debe eventualmente resultar en un llamado para abolir esas culturas anormales, que son la presunta causa de la pobreza. Como tal, el trabajo de Lewis forma parte de esa ‘tradición peyorativa’ de estudios de familias negras, la cual va desde The Negro Family in the United States (1966[1939]) de Frazier hasta The Negro Family: The Case for National Action (1965) de Moynihan. Se dedica menos a eliminar la pobreza, que a erradicar la subcultura anormal que ofende las sensibilidades burguesas.”

Un pasaje típico de Valentine:

“En última instancia, [Lewis] está diciendo que los presuntos patrones culturales de la clase más baja son más importantes en sus vidas que la condición de ser pobre y, consistentemente, que es más importante para quienes tienen los poderes de la sociedad, abolir esas formas de vidas que acabar con la pobreza ̶ si bien erradicar la pobreza puede hacer más rápida y fácilmente.

¿Cuál puede ser la base para este conjunto de juicios y valoraciones? Es difícil imaginar cuál puede ser, excepto una profunda convicción implícita de que las formas de vida de los pobres inherentemente merecen su destrucción. Es relativamente fácil deshacerse en sí de la pobreza, entonces, ¿por qué no hacerlo y luego dejar que vivan la post pobreza como les plazca? O, si es que creemos que hay una ‘cultura de la pobreza’ que no es buena para aquellos que viven en ella, entonces, ¿por qué primero no enfrentamos los problemas que sean más manejables para aliviar su privación material y, luego, construir con base en sus circunstancias más confortables, para salvarlos de aquellos patrones culturales más profundos y arraigados? No, es la ‘cultura’ la que debe desaparecer primero antes de que al pobre se le dé lo que ya todo mundo tiene y que muchos de nosotros consideramos como dados. En resumen, el pobre debe convertirse en ‘clase media,’ tal vez mediante ‘tratamiento psiquiátrico,’ y, luego, veremos qué se puede hacer acerca de su pobreza.”

Harvey y Reed enfatizan que “Lo que el trabajo de Valentine dijo no es la mitad de importante como lo que era ̶ una jugada de pizarra en una lucha interna en desarrollo entre dos facciones progresistas, en donde ambas estaban en crisis.” No obstante, Harvey y Reed están firmemente en el campo de la facción pro-Lewis:

“Por supuesto, los hay quienes en la izquierda ven a otro Oscar Lewis. Dejando de lado la polémica y la personalidad, la tesis de Lewis de la subcultura de la pobreza es vista en esos sitios como una crítica apasionada a la dialéctica destructiva del capital, tal como es vivida por el pobre.

[…]

Ciertamente, no era México, sino el capitalismo (‘…una economía monetaria, trabajo asalariado y producción para obtener ganancias’) lo que era el foco de las inquietudes de Lewis. El capitalismo usa las máquinas para revolucionar la productividad del trabajo como ningún otro modo histórico de producción lo hace. A pesar de ello, al transformar la mano de obra, se desata una profunda contradicción desde lo interno de su modo de producción. Al producir siempre el capitalismo mayores cantidades de riqueza material, también crea, por necesidad, un ejercito industrial de reserva de los crónicamente desempleados y subempleados, cuyas vidas son constantemente amenazadas por la pobreza.”

Nota: Harvey y Reed claramente están de acuerdo con el punto de vista que ellos le adscriben a Lewis. El comportamiento irresponsable que Lewis describe ha existido en todas las sociedades conocidas, así que, ¿cómo puede ser posible que usted culpe por ello al “capitalismo”? Muchas menos vidas están “constantemente amenazadas por la pobreza” en las sociedades capitalistas, que en la precapitalista o en las sociedades socialistas, así que, de nuevo, ¿cómo es posible que esa sea una falla del capitalismo? Aun si usted cree que el capitalism está diseñado para mantener a los trabajadores laborando obedientemente a cambio de migajas, ¿en dónde está el beneficio de promover una subcultura de sexo impulsivo, pobres hábitos de trabajo, abuso de sustancias, violencia y crueldad con los hijos? Desde el punto de vista del comité ejecutivo de la burguesía, el mundo ideal es uno en donde todos -incluyendo a los pobres- internalizan la ética tradicional de trabajo y los valores tradicionales de la familia, de forma que los trabajadores disciplinados como abejas puedan enfocarse en hacer su trabajo y en criar la siguiente generación de trabajadores disciplinados como abejas:

“Para Lewis, la mecánica de la producción capitalista para obtener ganancias, no las formas de comportamiento de sus víctimas, ocasionaba la pobreza. Fue entre poblaciones económicamente marginales y superfluas, en donde Lewis vivió y trabajó. Cuando él escribió, sabía perfectamente que su tesis de la subcultura de la pobreza estaba exhibiendo al modo capitalista de producción, no al pobre. Si bien Lewis obtuvo sus ejemplos de una cultura de pobreza en países del Tercer Mundo, el pasaje citado arriba enfatiza que, para él, la esencia del problema yacía no con los pobres y su subcultura, sino con el modo capitalista de producción.”

En otras palabras, estos defensores de Oscar Lewis están diciendo (probablemente con exactitud) que su interpretación anticapitalista era una conclusión obvia. Aun cuando sus resultados empíricos concuerdan con el retrato que de los pobres brindan los más severos conservadores sociales, Lewis nunca habría permitido que sus hallazgos le hicieran cuestionar su visión del mundo. Y, aparentemente, en el mundo de Harvey y Reed, ¡eso es una alabanza!

¿Estoy leyendo mucho en esto? Continúe:

“Si bien no tan activo como algunos de su generación, Lewis abrazó al marxismo en su juventud y conservó un compromiso de por vida con esa visión del mundo. Fue introducido al marxismo en edad temprana de su juventud, por un amigo quien era un organizador comunista. Al madurar intelectualmente durante la Gran Depresión, se integró a una cultura radical de la inteligencia de la década de los treintas y de ella asimiló un compromiso con las artes, la excelencia intelectual y la pasión por el socialismo. No hay nada en su biografía que sugiera que Lewis, en vez alguna, abandonó esos compromisos o perdió su larga fe en la causa proletaria. Aun cuando fue humillado durante su estudio de la Revolución Cubana por los funcionarios profesionales a tiempo completo del partido y fue obligado a abandonar el país, él se rehusó a expresar públicamente su desilusión con Castro o con los principios de la revolución cubana ̶ aunque ya para ese entonces había empezado a revalorar el tiempo que se tomaría para que una revolución rectificara los males del pasado.”

De nuevo, estos son Harvey y Reed alabando a Lewis por su devoción no sólo a las ideas del marxismo, sino también a la práctica de los regímenes marxista-leninistas. La Unión Soviética ya tenía cinco años de haber muerto, pero la rectitud todavía se conserva del lado de los adoradores de toda una vida del bloque soviético.

La adulación continúa:

“El marxismo de Lewis permeó tanto su trabajo etnográfico, como su tesis de la subcultura de la pobreza. No obstante, usted no encontrará eso en un chorreo simplista de dialéctica o en una agitación fatua de banderines rojos retóricos. Parece no haber nada en la personalidad de Lewis que le hubieran predispuesto a tal histrionismo. En vez de ello, el marxismo de Lewis, tal como el de muchos de su generación, puede verse en sus simpatías con la clase trabajadora, en su apoyo al sindicalismo y en su defensa de las causas de los oprimidos.”

Por supuesto que, bajo estándares normales, esto subvierte burdamente cualquier cosa favorable que Lewis tenga que decir acerca del pobre. Si usted es un marxista que idolatra a la clase trabajadora, a los sindicatos y a “los oprimidos,” nosotros esperaríamos que usted “encontrara” que los pobres son víctimas inocentes de una sociedad malvada.

La investigación de Lewis es creíble precisamente porque sus hallazgos entran en conflicto con su ideología y sus lealtades. Y esa es la razón por la cual los críticos del ala izquierda son estratégicamente inteligentes en condenarlo. Cuando no izquierdistas dicen que el comportamiento irresponsable es una causa importante de la pobreza, usted puede objetar plausiblemente que “Ciertamente, eso es lo que reaccionarios como usted encuentran.” Pero, cuando es un marxista de toda una vida quien dice lo mismo, la lógica le dice que cambie su mentalidad. O que mate al mensajero.

Este artículo se reimprimió con permiso de Library of Economics and Liberty.

Bryan Caplan es profesor de economía en la Universidad George Mason, compañero investigador del Centro Mercatus, académico adjunto del Instituto Cato y bloguero de EconLog. Es miembro de la red académica de la Fundación para la Educación Económica (FEE).