Una explicación sencilla del concepto de crecimiento económico.

¿QUÉ ES EL CRECIMIENTO ECONÓMICO? (Y ¿QUÉ NO LO ES?)

Por Per Bylund

Fundación para la Educación Económica
Miércoles 19 de diciembre del 2018


Crecimiento económico significa que aumenta la habilidad de la economía para satisfacer las necesidades de la gente, cualesquiera que sean estas ̶ es decir, producir bienestar.

Existe una confusión severa en el concepto de crecimiento económico. Muchos parecen interpretar erradamente que eso tiene que ver con el PIB o con producir las cosas. Crecimiento económico significa que aumenta la habilidad de la economía para satisfacer las necesidades de la gente, cualesquiera que sean estas ̶ es decir, producir bienestar.

El PIB es más bien una manera terrible de capturar eso usando estadísticas [públicas] y es así corrompido por aquellos que se benefician de corromper tales cifras. El PIB no es crecimiento.

EL BIENESTAR ES LA MEJOR MEDIDA DE CRECIMIENTO

Similarmente, que haya más cosas en las tiendas no es crecimiento. Producir cantidades crecientes de cosas que nadie tiene deseos de adquirirlas es lo opuesto del crecimiento económico; es desperdiciar nuestra capacidad productiva limitada. Pero, note la expresión “estar dispuesto.” El bienestar no es acerca de necesidades [objetivas] sino acerca de poder escapar de una inquietud o preocupación sentida. Puede resultar ser algo bueno o malo, pero eso es más allá del punto. El crecimiento es la habilidad incrementada de satisfacer cualquier cosa que la gente quiere, por cualquier razón que sea para tenerlas.

Ejemplos de crecimiento económico no son el más nuevo iPhone o un juguete de plástico hecho en China, tanto como son la disponibilidad de una vivienda de calidad, comida y alimentos y la habilidad para tratar las enfermedades.

Un ejemplo obvio de crecimiento económico desde los días de Malthus es el enorme incremento en nuestra capacidad para producir alimentos. La cantidad y la calidad han aumentado notablemente. Usamos menos recursos para satisfacer más necesidades ̶ ese es el sentido de crecimiento económico. Económico significa simplemente economizar; o sea, encontrar un uso mejor de los recursos escasos (no sólo los naturales). Por tanto, crecimiento económico es economizar mejor, dando a entender que tenemos la habilidad -lo cual significa que podemos pagarlo- de satisfacer más deseos que sólo las necesidades básicas.

Lo lindo del crecimiento económico es que es aplicable a la sociedad como un todo, al igual que a todos los individuos: Una capacidad productiva incrementada significa más formas de satisfacer las necesidades, pero, también, formas más baratas de lograrlo. Por supuesto, eso no implica que la distribución del acceso y habilidad de consumir es igual e instantánea. Se expande de manera gradual y les llegará a todos.

EL CRECIMIENTO NO GARANTIZA LA IGUALDAD


También, en realidad una productividad aumentada incrementa el poder adquisitivo de todo el dinero, incluyendo (y, muy significativamente) los salarios bajos, haciendo que sea más “viable” satisfacer los deseos y necesidades de uno. Pero, note que la distribución de esa prosperidad no puede ser igual o instantánea; cualquier nueva innovación, un nuevo bien, un nuevo servicio, etcétera, será creado en alguna parte, por alguien ̶ no puede ser creado instantáneamente para más de siete miles de millones de personas. Así que, cualquier cosa nueva, incluyendo empleos nuevos y habilidades productivas nuevas, tiene que expandirse -como en ondas- a través de la economía.

Al irse creando cosas nuevas todo el tiempo, eso significa que en la realidad nunca llegaremos al punto en donde todo mundo disfruta exactamente del mismo estándar de vida. No puede ser de otra manera, pues el crecimiento económico y el bienestar que genera por medio de la habilidad para satisfacer necesidades, es un proceso. La igualdad perfecta es posible tan sólo no teniendo crecimiento; aplicando los frenos y no que no aumente el bienestar. En otras palabras, no incrementar la comodidad y los estándares de vida y no resolver cómo tratar enfermedades que, de otra manera, pronto podríamos curar.

Esas son nuestras opciones, no el cuento de hadas de “un acceso igual al resultado del crecimiento.”

Por supuesto, eso no significa que debamos estar satisfechos con desigualdades. Sólo significa que deberíamos reconocer que alguna desigualdad es inevitable, si queremos que todo mundo disfrute de estándares de vida más altos. Pero, también, deberíamos reconocer que, gran parte de la desigualdad que hoy estamos observando, no es de este tipo “natural”: Es una desigualdad de origen político vez de económico. Eso se presenta en dos formas: heredada de privilegios disfrutados por unos pocos en el pasado -reforzado por estructuras políticas y sociales contemporáneas- y de privilegios creados hoy por medio de políticas que dan lugar a ganadores (amiguismo, favoritismo, búsqueda de rentas, etcétera).

LAS RAÍCES POLÍTICAS DE LA DESIGUALDAD

Desde el punto de vista del crecimiento económico, como un fenómeno económico, una desigualdad originada en la política tiene efectos tanto sobre la creación como en la distribución de la prosperidad:

1. La política crea ganadores cuando (a) protege a algunos de la competencia de nuevos entrantes al mercado y de futuros ganadores y (b) restringe (monopoliza) el uso de nuevas tecnologías, apuntalando con esos a los beneficiados actuales.

2. La política crea perdedores, al redistribuir el valor y las posibilidades económicas hacia aquellos favorecidos políticamente.

Esto significa que la política tiene dos efectos primarios sobre el crecimiento económico: limita la creación de valor y distorsiona su distribución. No es necesario subrayarlo, esta igualdad no es beneficiosa para la sociedad como un todo ̶ si no tan sólo para aquellos favorecidos. Es la creación de ganadores, al crearse perdedores.

Eso no es crecimiento económico, el cual se logra mediante una economización mejor: una habilidad incrementada de satisfacer necesidades. En cierto sentido, es el opuesto del crecimiento económico, pues crea ganadores (ricos) a expensas de otros (generalmente diseminados en una población más grande). Es tan solo una redistribución de un valor que ya ha sido creado, al introducirse, al mismo tiempo, ineficiencias en el sistema; una asignación de las capacidades productivas que no está basada en la creación de bienestar, sino en influencia política.

Con el paso del tiempo, la economía empeora a consecuencia de esto y así el crecimiento económico sufre. Es importante tener en mente, al discutir el problema, estos dos “lados” de la moneda de la desigualdad. Simplemente apretar el botón de “alto” para el crecimiento económico, sólo logrará una influencia mayor de la política en cuanto a economizar. Difícilmente eso será beneficioso, al menos no para otros diferentes de la clase política y de “influyentes” en el sistema corporativista.

Más bien, una solución sería deshacerse del privilegio creado y reforzado políticamente y permitir que el proceso económico se reajuste a la realidad ̶ para lograr la producción de bienestar en vez de favores e influencia. Esto nunca eliminará la desigualdad como tal, pero la disminuirá significativamente ̶ y eliminaría la mayoría de sus efectos dañinos. Significaría una economía en donde empresarios y trabajadores, ambos, se beneficiarían con la producción de valor para otros; en otras palabras, crecimiento económico y estándares de vida más altos.

Las alternativas son relativamente fáciles de entender, no obstante, las que con frecuencia aparecen en la agenda de los expertos y comentaristas políticos, son alternativas inventadas -a menudo utopías ignorantes- que distorsionan los significados tanto de privilegio como de crecimiento económico. Las alternativas que tenemos son las indicadas anteriormente, nada más. Escoja. Esforzarse para hacer una realidad de cuentos de hadas es un desperdicio de tiempo, esfuerzo y recursos. No es así como incrementamos el bienestar y elevamos el estándar de vida.

Para mí, la solución es muy obvia. La mayor parte de la gente parece escoger el cuento de hadas.

Este artículo se reproduce del Instituto Mises.

Per Bylund es profesor asistente de empresariado y registros y profesor Johnston de Libre Empresa en la Escuela de Empresariado de Oklahoma State University.