A la hora de aplicar una política, hay que tener presente la posibilidad de consecuencias no deseadas; en especial, cuando se trata de “políticas bien intencionadas.” Para ello la disciplina de la economía es particularmente útil.

CÓMO LA ECONOMÍA NOS AYUDA A FORMULAR MEJORES POLÍTICAS. HE AQUÍ CUATRO EJEMPLOS

Por Art Carden

Fundación para la Educación Económica
Miércoles 24 de octubre del 2018


NOTA DEL TRADUCTOR: Para utilizar los ligámenes de las fuentes del artículo, entre paréntesis, con letra en roja y subrayada, si es de su interés puede verlo en https://fee.org/articles/how-can-eco...four-examples/

La economía: es el estudio de la acción humana y de sus consecuencias no previstas.

La economía es el estudio de la acción humana y de sus consecuencias no previstas, y pienso que nos enseña mucho acerca de una sabia administración cristiana y de una política pública prudente y compasiva. He aquí cuatro ejemplos que compartí recientemente con los estudiantes, en la clase de un colega de la Universidad Samford.

1. LOS SALARIOS MÍNIMOS.

Casi en todo sistema ético, religioso o teológico tienen un lugar especial para los pobres y los oprimidos. No obstante, desear que las cosas sean buenas no es la misma cosa que hacer el bien, y la evidencia de los efectos de los salarios mínimos sugiere que, aquellos que están luchando porque en los Estados Unidos se ponga un salario mínimo de $15 la hora, estarían mejor si se propusieran luchar porque no haya salarios mínimos.

Eso, obviamente, parece y suena como algo duro. ¿En qué forma le gente estaría mejor con un salario mínimo de cero dólares la hora? Esto no significa decir que la gente de alguna forma se ve ennoblecida y mejorada por salarios menores per se; más bien, es decir que, cuando seguimos el consejo del economista Thomas Sowell y pensamos más allá de los efectos más inmediatos y preguntamos “entonces, ¿qué sucede?”, del todo no resulta claro que los salarios mínimos hacen que la gente esté mejor.

En primer lugar, se da un efecto directo que lo aprendemos del análisis básico de oferta y demanda. Un precio mínimo incrementa la cantidad ofrecida y reduce la cantidad demandada, de forma que la gente quiere trabajar más de lo que las firmas desean contratar, al precio exigido más alto.

Igualmente, hay otros efectos importantes, porque los trabajadores no son compensados sólo por salarios. Incluso si el nivel de empleo no cambia, la estructura de la compensación de los trabajadores puede variar. Por ejemplo, los beneficios laborales pueden ser menos generosos. Difícilmente queda claro que la gente pobre estará mejor, en términos netos, con salarios mínimos y restricciones sobre la competitividad de los lugares de trabajo.

2. ARANCELES PARA HACER OTRA VEZ GRANDE A LOS ESTADOS UNIDOS.

La lógica es engañadoramente sencilla: encarezcan los bienes extranjeros y más estadounidenses trabajarán. Pero, eso es lo que Sowell llamaría pensamiento de la Fase Uno. Cuando preguntamos, “¿y luego qué sucede?,” somos conducidos a preguntar cómo esas políticas afectan a todos en el mercado y no sólo a los trabajadores estadounidenses en las plantas de acero y de aluminio.

Los aranceles dan lugar a cuatro efectos básicos. Primero, le proveen al gobierno de algunos ingresos y eso podría (¡podría!) ser que, consideradas todas las cosas, los aranceles sean la mejor forma para que el gobierno obtenga ingresos. Esta es una transferencia de los consumidores hacia el gobierno sin que haya una pérdida de eficiencia. Hasta el momento todo parece estar bien.

El segundo efecto es la transferencia desde los consumidores hacia los productores de acero y aluminio, que ahora es más caro. De nuevo, esta es una transferencia sin que haya una pérdida de eficiencia, pero es importante señalar que los dólares que van a dar a los bolsillos de Sally, la trabajadora del acero, salen directamente de los bolsillos de Sara, la compradora de productos que tienen acero. No hay un aumento en el bienestar, sino tan sólo una transferencia.

Pero, el tercero y el cuarto efectos son los que hacen que ahora miremos como los aranceles Hacen Otra Vez Más Pobre a los Estados Unidos (o, si estuviéramos en el 2009, cómo los aranceles (or, if this were 2009, how tariffs ) son cambios en los que nosotros no deberíamos creer).

En tercer lugar, los aranceles dan lugar a un peso muerto o ineficiencia en la asignación de recursos [Nota del traductor: en economía, esa pérdida neta irrecuperable de eficiencia ocurre cuando el equilibrio de un bien o servicio no puede lograrse], al reducir la cantidad de bienes que ahora más caros. Compramos menos de las cosas que contienen ahora un acero y aluminio que son más caros. Compramos menos carros. Menos cervezas en lata. Etcétera.

En cuarto lugar, los aranceles inducen a que los estadounidenses desperdicien recursos al producir domésticamente lo que podría ser comprado más barato producido en el exterior. Suponga que una tonelada de acero cuesta $300 en el mercado mundial, que costaría producirla en el país costando $350 y que se vende en $400 debido a los aranceles. En este caso, estaríamos desperdiciando $50 de recursos valiosos usado para producir la tonelada de acero, que podríamos haberla obtenido en $300 con libre comercio. Si queremos ayudarle a Sally, la trabajadora del acero, ciertamente hay formas más eficientes de hacerlo, si dañar a otro montón de gente, como Sarah, la compradora de productos que tienen acero, y a los trabajadores en industrias que no existen porque estamos pagando en exceso por el acero.

3. LEYES CONTRA LA “MANIPULACIÓN DE LOS PRECIOS.”

Todo desastre natural se ve acompañado de tambores de guerra ante los males de la “manipulación de precios.” Sin embargo, una vez más, la economía nos muestra cómo los controles de precios es posible que dañen precisamente a la gente que pensamos que les estamos ayudando. Al usar la fuerza del gobierno para mantener los precios del gas, de los focos, del agua embotellada, de generadores, de la madera contrachapada, por debajo del precio que soporta el mercado, en la realidad estamos creando escaseces: en vez de pequeñas cantidades a precios muy elevados, la gente no puede obtener algo a cualquier precio que sea. No es claro que eso hace que la gente esté mejor. Lo que es más malo, hacemos que los consumidores de esos bienes estén peor. al no variar lo que ellos pagan sino cómo lo pagan. En vez de pagarlo con dinero, la gente tiene que hacer filas para obtener los bienes cuyos precios están controlados y terminan pagando con el tiempo que pasan haciendo esas filas. Ellos incurren en un costo -el tiempo es valioso- pero no producen un beneficio a nadie. Desde una perspectiva social es un desperdicio puro, que podría ser evitado si dejamos que los precios aumenten. Precios mayores estimularían a que la gente compita, no sólo mediante la espera, sino con la creación de valor y, en contextos post-desastre, la gente puede ser notoriamente habilidosa. Para usar tan sólo un ejemplo, me imagino el desarrollo de un mercado en efectivo para la limpieza de escombros. En vez de pasar haciendo fila una hora tan sólo para comprar un galón de gasolina en $2, alguien podría trabajar por una hora limpiando escombros y usar el dinero para comprar gasolina fácilmente disponible al precio más alto.

4. LA PROHIBICIÓN DE DROGAS.

Nuestros vecinos del norte, en Canadá, acaban de legalizar la marihuana para fines recreativos. Ahora, para una persona entre los grupos que hoy he sondeado, la gente no piensa que sea buena idea fumar marihuana como entretenimiento. Tan sólo porque algo es una mala idea, no significa que prohibirla sea la respuesta correcta ̶ y Canadá proveerá mucha evidencia útil acerca de los efectos de la legalización. En el caso de las drogas, los consumidores no tienen a reaccionar mucho ante precios cambiantes y, restringir la oferta por la vía de la prohibición, significa que habrá precios mucho más altos ̶ y oportunidades muy rentables para gente que tenga una ventaja comparativa en el crimen. Tal como he escrito con anterioridad, la prohibición de las drogas es literalmente un ejemplo de libro de texto de una política que tiene consecuencias negativas no previstas. En este caso, estoy muy seguro que la cura (la prohibición) es peor que la enfermedad (uso de la droga). El análisis económico de la prohibición de las drogas nos da un ejemplo de cómo la economía nos puede ayudar a ser mejores administradores de nuestras bendiciones y mejores formuladores de políticas ̶ y, específicamente, puede mostrarnos cómo arreglar un problema excluyendo algo que, en última instancia, podría empeorar las cosas.

Una de las cosas bellas acerca de la economía es que no toma partido. Los economistas llueven parejo sobre los picnics de todos, ya sean miembros del Equipo Rojo, del Equipo Azul o del Equipo Intermedio. Tal como muchos académicos lo han dicho durante mucho tiempo, la economía sienta parámetros para las utopías de la gente. Sin poner una atención cercana y cuidadosa a lo que la economía nos puede enseñar, corremos el riesgo muy real de dañar exactamente a la gente que pensamos que les estamos ayudando.

Este artículo de la revista Forbes (This Forbes article) se reimprimió con permiso.

Art Carden es profesor asociado de Economía en la Escuela de Negocios Brock de la Universidad Samford. Además, es un compañero investigador sénior del Institute for Faith, Work and Economics, un compañero sénior del Beacon Center de Tennessee y un compañero investigador del Independent Institute. Es miembro de la red de la Facultad de la Foundation for Economic Education. Visite su website.