No sólo los “socialistas democráticos” deben aprender la realidad del socialismo: también deben hacerlo los “socialistas no democráticos,” algunos de los cuales tenemos por aquí.

LOS “SOCIALISTAS DEMOCRÁTICOS” EN REALIDAD NECESITAN APRENDER MÁS ACERCA DEL SOCIALISMO

Por Benjamin Powell

The Washington Examiner
14 de noviembre del 2018


NOTA DEL TRADUCTOR: Para utilizar los ligámenes de las fuentes del artículo, entre paréntesis, con letra subrayada, si es de su interés puede verlo en https://www.washingtonexaminer.com/o...bout-socialism

Ante un número creciente de políticos que se identifican a sí mismos como socialistas, y con dos -Alexandria Ocasio-Cortez de Nueva York y Rashida Tlaib de Detroit- recientemente electos a la Casa de Representantes, los estadounidenses deben plantearse una pregunta que no apareció en ninguna de las votaciones.

¿Está usted preparado para el socialismo?

Es una pregunta especialmente interesante, debido a que la mayoría de los estadounidenses en la realidad no entienden lo que es el socialismo ̶ o las consecuencias de abrazarlo.

Yo asistí a la reunión socialista más grande de los Estados Unidos, “Socialismo 2018”, este julio pasado, mientras terminaba una investigación para un nuevo libro (book). Las opiniones de quienes asistieron acerca de qué tan profundamente ellos querrían moverse en el espectro hacia un socialismo pleno, variaron ampliamente. Algunos favorecían pequeños movimientos en sectores específicos, como energía o el cuido de la salud. Pero muchos, particularmente miembros de la Organización Socialista Internacional, favoreció ir hasta el fondo para abolir la propiedad privada de los medios de producción.

Técnicamente, la abolición de la propiedad privada en la producción de bienes y servicios y su reemplazo por una propiedad colectiva bajo el control del gobierno, es en sí la definición de socialismo.

Pero, en la práctica, como lo hizo notar un reporte (report) del Consejo de Asesores Económicos del Presidente de los Estados Unidos, “el socialismo no es una alternativa de cero o uno;” esto es, no tiene una denominación de uno o lo otro. En vez de eso, podemos pensar de un capitalismo puro y de un socialismo puro como los extremos opuestos de una continuidad. Todos los países existentes caen en algún lugar entre esos dos polos, basado en qué tanto “los medios de producción, la distribución y el intercambio son propiedad o son regulados por el estado; y el [grado en que] el estado usa su control para distribuir el producto de la economía” sin consideración alguna ante las fuerzas del mercado.

El reporte brinda una mirada aleccionadora sobre los países que están más cerca del extremo socialista del espectro: la antigua Unión Soviética, la China de Mao, la Cuba de Castro y Venezuela. Los resultados de llevar a un país a ese extremo del espectro fueron universalmente espantosos.

El reporte también discute el amplio cuerpo de investigación (research) que muestra que los países más cercanos al otro lado del espectro -los países más capitalistas- superan a los países menos libres en la mayoría de las mediciones del desarrollo económico y del bienestar de los ciudadanos. También hace notar que los países escandinavos no son una excepción a esta relación ̶ ellos son principalmente capitalistas.

Desafortunadamente, eso no es lo que alguna gente quiere oír. Por ejemplo, el columnista del New York Times, Paul Krugman, tuiteó (tweeted) que el reporte es “asombrosamente deshonesto.” El New York Times, el Washington Post y otros medios escribieron editoriales que atacan al reporte como inapropiado. A ellos no les agrada que, autodenominados “socialistas democráticos” como el senador Bernie Sanders y la representante electa Ocasio-Cortez, sean asociados con los fracasos del socialismo real.

Pero, he aquí el problema. La palabra “democrático” no es un polvo de hadas mágico cuando es puesta a la par de “socialismo.” La porción socialista del socialismo democrático todavía significa que el estado -el gobierno- tiene un control indebido sobre la toma de decisiones económicas, que resultarán en el estancamiento.

Y, como lo ha mostrado la historia una y otra vez, usted no puede tener realmente una sociedad libre y gente libre, sin libertad económica. Las libertades democráticas y las libertades económicas van de la mano (hand in hand).

En su libro de 1944, Camino de Servidumbre, el economista ganador del premio Nobel, Friedrich Hayek, afirmó que la democracia es sólo compatible con el capitalismo competitivo y que, una vez que un país “llega ser dominado por un credo colectivista, inevitablemente la democracia se destruye a sí misma.”

La razón es sencilla. Los sistemas económicos centralmente planificados necesariamente concentran el poder económico en manos de funcionarios y planificadores gubernamentales. Sin ese poder, ellos no pueden esperar “manejar las cosas.” A pesar de lo anterior, ese mismo poder limita la habilidad de los ciudadanos de ejercer libremente su poder, cuando ellos llegan a estar descontentos con el gobierno. Esto porque el gobierno puede castigarlos financieramente si ellos escogen oponerse a quienes tienen el poder.

Venezuela empezó como un estado socialista democrático cuando Hugo Chávez fue libremente electo en 1988. Después, con el poder económico centralizado, su sucesor, Nicolás Maduro, apretó las tuercas en la forma predecible del socialismo. Cuidó de aquellos que le apoyaron, ignorando, encarcelando y acosando a los restantes, cuando la economía se derrumbó con precios del petróleo decrecientes. Ahora, la porción democrática del “socialismo democrático” ya no existe más en Venezuela ̶ ahora es tan sólo socialista.

Algunos estadounidenses piensan que el socialismo es la respuesta para problemas en nuestro país. Pero, la realidad es que sólo empeoraría los problemas. Los socialistas democráticos de los Estados Unidos necesitan aprender más acerca del sistema que ellos quieren que nosotros abracemos.

Benjamin Powell es compañero sénior del Independent Institute, de Oakland, California, director del Instituto de Libre Mercado y profesor de economía en la Texas Tech University y autor de The Economics of Immigration: Market-Based Approaches, Social Science, and Public Policy, Housing America: Building out of Crisis, y Making Poor Nations Rich y coautor de un libro próximo titulado Socialism Sucks: Two Economists Drink Their Way Through the Unfree World.