LA TRAMPA DEL COLECTIVISMO

Por Jorge C. Carrasco
Fundación para la Educación Económica
Domingo 4 de noviembre del 2018


Bajo el colectivismo, la responsabilidad se reduce a ponerse uno mismo a las órdenes de quien sea que manda, sacrificando el individualismo a quien sea que esté en el poder.

La aceptación irreflexiva de nociones etéreas vacías de contenido, tales como “el bien común” y otras expresiones análogas, en oposición al bien particular o individual, es lo que causa que la sociedad de hoy se haya inclinado hacia el colectivismo. Esto se hace con base en la convicción de que habría un “conflicto irreconciliable” entre los “intereses colectivos” y los individuales, sin percibir que es imposible la objetivación de tales cosas como intereses colectivos, excepto como la simple suma de los individuos. El presunto conflicto no es nada más que un invento puro, de aquellos quienes explotan tales creencias para su propia ganancia personal. Por ejemplo, los discursos de los políticos se desbordan con llamados a favor del bien público, del interés general del país o de la buena gente sencilla.

SACRIFICANDO AL INDIVIDUO

El psicólogo social y de la personalidad, Donelson R. Forsyth (2006) define al colectivismo como “una tradición, ideología u orientación personal, que enfatiza la primacía de un grupo o comunidad en vez de cada persona individual.” (P. 77). Aquí, él alude al hecho de que el grupo, la nación, la comunidad, la raza, etcétera, es la unidad primaria de la realidad y el patrón de valor último.

La gran justificación de cualquier colectivismo es la igualdad, la cual, en la vida real, es tan sólo una simple ilusión de un ideal que demanda tanto. Su gran trampa consiste en olvidar que es imposible lograr algo usando medios en contrario, y el colectivismo cree, menos inocentemente de lo que parece, que la fuerza puede poner fin a la opresión basada en alguna diferencia. Tal paradoja es posible debido a que, dentro del colectivismo, la primera víctima es la razón en pro de él.

Ayn Rand, escribió de su definición del pensamiento idealista: “El colectivismo significa la subyugación del individuo a un grupo ̶ ya sea a una raza, clase o estado no importa. El colectivismo mantiene que el hombre debe estar encadenado a la acción colectiva y al pensamiento colectivo, en aras de lo que se denomina ‘el bien común.’”

La razón desaparece en el mismo momento en que el principio de unanimidad empieza a prevalecer, que es lo que le da fuerza al colectivo, porque sirve para excluir a aquel que no pertenece a él ̶ el traidor y el culpable. Es una regla que no admite excepciones y cualquier disensión es perniciosa, criminal y, de alguna forma, punible.

RECHAZANDO LA RESPONSABILIDAD

Como consecuencia de la expulsión del sentido crítico, el colectivismo es una herramienta para eximir de responsabilidad, dado que, por definición, es un mecanismo para exteriorizar la culpa y complacer a los supuestamente oprimidos, liberándolos de cualquier deber personal, de cualquier compromiso personal extraño al colectivo: toda la responsabilidad es reducida a ponerse uno a la orden de quien sea el que manda.

A fin de explicar mejor el punto previo, echémosle una mirada a Mancur Olson, un economista estadounidense (1932.1998) y a su libro La Lógica de la Acción Colectiva (1965). Olson definió los dos principales problemas inherentes al colectivismo. El primero es el parasitismo [free-riding]. Este problema es la idea de que la gente puede beneficiarse del esfuerzo de un grupo, aún si ellos no se involucran en el esfuerzo. Olson también cita el ejemplo del sindicalismo: cuando un sindicato de una industria protesta contra una ley, o bien pierde y todo mundo pierde, o bien gana y todo mundo gana, incluyendo a trabajadores que no forman parte del sindicato.

Aún más, el problema del parasitismo se hace más grande al hacerse los grupos más grandes. Y el segundo problema es la duración entre el estímulo y la respuesta, en que, por la misma razón, el colectivismo puede conducir hacia un grupo que está presente pero que necesita condiciones particulares para estar activo, en donde todo mundo espera hasta que, en primer lugar, alguien actúe.

Jorge C. Carrasco es un periodista cubano independiente y coordinador de Estudiantes por la Libertad.