Lo que África requiere es desarrollar y profundizar las instituciones de mercado, para que haya mayores posibilidades de salir de su pobreza. Que ojalá que sus naciones lleguen a ser como Mauricio o Suráfrica y no cómo Venezuela o Cuba o Haití.

EL REPORTE SOBRE COMPETITIVIDAD MUNDIAL: 17 DE LAS 20 ECONOMÍAS MENOS COMPETITIVAS ESTÁN EN ÁFRICA

Por Ibrahim B. Anoba
Fundación para la Educación Económica
Jueves 1 de noviembre del 2018


NOTA DEL TRADUCTOR: Para utilizar los ligámenes de las fuentes del artículo, entre paréntesis, con letra en roja y subrayada, si es de su interés puede verlo en https://fee.org/articles/global-comp...are-in-africa/

El desempeño abismal en uno de reportes claves acerca de la medición del progreso económico reitera el estado deplorable en que se encuentra sumida por la economía de África.

En el último Reporte sobre Competitividad Mundial (Global Competitiveness Report), la revisión que hace el Foro Económico Mundial de indicadores responsables de la productividad y el crecimiento económico de países seleccionados, las naciones africanas fueron las que salieron peor.

De los 140 países estudiados, la economía africana mejor calificada fue Mauricio, con el lugar 49, y la más cercana de ella fue África del Sur, que se ubicó en el lugar 67. La mayoría de los países del continente que fueron calificados languidecen en el peor tercio. Los únicos países no-africanos que estuvieron en esta última categoría son Venezuela, Haití y Yemen.

El desempeño abismal en uno de los reportes claves acerca de la medición del progreso económico reitera el estado deplorable en que se encuentra la economía de África, al menos con respecto al pasado reciente. Abajo se presenta un desglose de los cuatro factores principalmente responsables.

MONOPOLIO EN EL MERCADO Y BAJA INNOVACIÓN

La principal razón por la cual es difícil que los países africanos se logren ubicar en la mitad superior de este índice, tiene que ver con monopolios en los mercados. Las economías correspondientes tienen diferentes grados de relaciones no saludables entre la política y los negocios, lo que hace que el control sobre los medios de producción quede en pocas empresas.

La mejor situación debería ser un espacio abierto para que empresarios o corporaciones interesadas compitan entre sí a un ritmo individualizado. En contraste, en la actualidad encontramos sectores claves -incluyendo el transporte, el petróleo y la energía- que tienen al estado como único oferente de sus servicios.

En los pocos casos en que hay participación privada, los precios y la oferta son dictados por grandes corporaciones, en coordinación con políticos corruptos. Esto, de hecho, elimina la competencia necesaria requerida para mejorar la habilidad del mercado para satisfacer la demanda al menor costo de los consumidores africanos, quienes globalmente tienen los menores ingresos.

También esto se traduce en la ausencia de modificaciones necesarias para aumentar las posibilidades de elegir y de satisfacción de los consumidores. Si el consumidor tiene poca o ninguna opción de rechazar un bien o su fuente, se elimina el canal tradicional de comunicación en el mercado, de ahí la debilidad posible de estas economías en el transcurso del tiempo. Tal vez, lo que se puede considerar como el factor más cercano a la competitividad en el mercado es la innovación ̶ el proceso de generación de ideas dirigidas a maximizar las ganancias de las inversiones.

Mientras que el resto del mundo frecuentemente se está poniendo al día con las últimas invenciones en robótica e inteligencia artificial, ninguno de los países africanos clasificados como bajos ha abrazado exitosamente a la ciencia y la tecnología en sus sistemas educativos. El problema se exacerba por los diversos sectores que componen la economía.

Por ejemplo, la agricultura, que contribuye con la mayor parte de los PIBs en todo el continente, todavía no está mecanizada ̶ probablemente con la excepción de unas pocas empresas propiedad del estado. Los líderes de estos países ya tendrían saber que la modernización de un sector comportante, como la agricultura, debería estar en el primer lugar en su agenda económica, si es que en verdad quieren ser competitivos.

UN AMBIENTE DE NEGOCIOS DESFAVORABLE

El Ambiente Favorable para los Negocios (AFN) en la mayoría de las partes del continente, está muy lejos de lo que es un mínimo aceptable. Esto significa que factores que determinan el AFN de una economía, específicamente políticas regulatorias y leyes de negocios, generalmente no pueden ser vistos como tolerables en África. Esto constituye un gran desafío para la habilidad de prosperar de los negocios.

Por ejemplo, empezar un negocio o registrar una propiedad en la mayoría de los lugares del África Sub-Sahariana, usualmente toma más tiempo que en cualquier otro lado. Si bien es un esfuerzo que no debería de exceder de uno a tres días laborales, en Nigeria, por ejemplo, registrar un negocio típicamente toma seis semanas; lo mismo sucede con Camerún, mientras que, en lugares como la República Democrática del Congo, Níger y Burundi, incluso puede requerir de más tiempo.

Esta es una razón por la cual África Sub-Sahariana es reconocida como el peor lugar para que (the worst place for) los empresarios tengan éxito y, en consecuencia, esos retrasos burocráticos constituyen una señal de alarma cuando se estudia la competitividad de una economía. Incluso uno puede considerar al bajo nivel de competencia entre las empresas propiedad del estado, las empresas más grandes y las micro y pequeñas empresas (MPE), como signos claros de por qué África encuentra que es difícil lograr una alta calificación en el estudio.

Este papeleo, junto con la débil protección de la propiedad privada, complica el proceso de toma de decisiones para actores en la cadena de valor, como agricultores, comerciantes locales y el consumidor. Al final de cuentas, hace que la cantidad de valor que ellos agregan a la economía, como función de la competencia en el mercado, sea sumamente baja.

Estos desafíos podrían evitarse si simplemente los gobiernos africanos dejan de imponer regulaciones innecesarias. No obstante, dado que es poco posible que eso suceda pronto, el ambiente para hacer negocios permanecerá siendo hostil.

UN CAPITAL HUMANO DÉBIL

Esto tiene que ver más con cómo los africanos contribuyen al PIB de sus países, una cuota considerablemente baja debido al estado deplorable de la educación y de la calidad de vida.

La habilidad de un trabajador africano promedio para contribuir significativamente en el proceso de mercado, ha permanecido relativamente estancada durante décadas, en tanto que la población joven continúa creciendo sin que haya aumentos en las disponibilidades de empleo o de destrezas.

Esto ubica entre los más bajos del mundo al valor de mercado del conjunto de habilidades de un trabajador africano promedio, de acuerdo con el reciente Índice de Capital Humano (Human Capital Index) del grupo del Banco Mundial.

Esto ha creado un enorme bache entre la disponibilidad de habilidades requeridas y la demanda industrial moderna de mano de obra. Esta es también la razón de por qué un 70 por ciento (70 percent) de la fuerza de trabajo del continente se encuentra en el sector agrícola.

Entre tanto, la educación es la clave para impulsar la productividad humana. De hecho, en la actualidad, entre más invierten los países en educación, mayor posibilidad hay de que nuestras economías mejoren en las áreas de la ciencia y la tecnología.

Para los países de África interesados, el paso siguiente para mejorar su capital humano es invertir más en educación. Otras necesidades, como salud, seguridad y nutrición, encajarán una vez que se ajusten las mejoras en la educación y la facilidad para hacer negocios.

Ibrahim B. Anoba es un promotor de Voces Jóvenes quien vive en Lagos, Nigeria. Es comentarista acerca de la economía y las relaciones internacionales de África. Usted puede seguirlo en @Ibrahim_Anoba.