Esta es una visión interesante de un tema que suele llamar la atención en nuestro medio: las características esencialmente capitalistas de producción en Suecia.

DEBERÍAN LOS ESTADOS UNIDOS ESTAR HACIENDO LAS COSAS TAL COMO EN SUECIA

Por Luis Pablo de la Horra

Fundación para la Educación Económica
Viernes 5 de octubre del 2018

NOTA DEL TRADUCTOR: Para utilizar los ligámenes de las fuentes del artículo, entre paréntesis, con letra en roja y subrayada, si es de su interés puede verlo en https://fee.org/articles/should-amer...e-swedish-way/

¿Habrá lecciones que los Estados Unidos pueden aprender de Suecia? Ciertamente.

Tradicionalmente, Suecia ha sido presentada (portrayed) en el debate político de los Estados Unidos, como el epítome del socialismo democrático: un país en donde la mano benevolente del gobierno ha logrado crear un estado de bienestar sostenible y generoso, fondeado con un sistema tributario progresivo, en el cual quienes reciben altos ingresos pagan una porción justa; un país en donde el gobierno suple servicios básicos a todos a un costo menor y mayor calidad que el sector privado; un país en el que la ambición de los negocios está subordinada a los intereses de los trabajadores y de la sociedad como un todo.

LA HISTORIA ECONÓMICA DE SUECIA

¿Tiene esta caricatura alguna cosa que ver con la realidad del país nórdico? No, asevera Johan Norberg en su nuevo documental “Sweden: Lessons for America?” [“Suecia; ¿Lecciones para los Estados Unidos?”] En él, el economista sueco y compañero sénior en el Instituto Cato, muestra la evolución de Suecia, de ser una de las naciones más pobres de Europa hasta convertirse en el país rico que es hoy.

Entre 1850 y 1950, Suecia experimentó un crecimiento económico espectacular. El PIB per cápita se elevó siete veces, la esperanza de vida aumentó en 26 años y la mortalidad infantil se redujo en un 85 por ciento. Este incremento dramático en los estándares de vida fue alimentado por la apertura económica, un gobierno limitado y por impuestos bajos.

A pesar de lo anterior, a partir de los años de la década de los sesentas, el tamaño y el alcance del gobierno empezó a crecer. Aumentaron los impuestos a la planilla y la tasa marginal del impuesto sobre la renta se disparó (skyrocketed), llegando a un 85 por ciento a mediados de la década de 1980. En 1970, usted tenía que ganar siete veces el ingreso promedio para pagar la tasa marginal más alta; en 1980 era de tan sólo 1.6 veces. Es más, se establecieron fondos de los asalariados como una estrategia para socializar los medios de producción, usando para ello las propias ganancias de las empresas.

Todas estas políticas tenían un impacto negativo sobre la economía privada y, por tanto, en el crecimiento económico. Afortunadamente, esta tendencia fue revertida en los años de la década de los noventa, cuando se introdujeron reformas para revitalizar la economía y hacer que el estado de bienestar fuera sostenible. ¿A qué se parece hoy la economía de Suecia?

Suecia tiene una de las economías más libres del mundo. De acuerdo con la Fundación Heritage, Suecia califica como la número 15 entre 180 país en relación con la libertad económica. Suecia sobrepasa (surpasses) a los Estados Unidos en libertad para hacer negocios, salud fiscal y vigencia de los derechos de propiedad (nada malo para un país socialista democrático).

TODAVÍA TIENE COSAS EQUIVOCADAS

A pesar de las reformas de los años noventa, la carga tributaria (tax burden) en Suecia es todavía alta. Sus ingresos tributarios equivalen a un 44 por ciento del PIB, en contraste con el 26 por ciento en los Estados Unidos (in the US). Al contrario de la sabiduría convencional, el sistema sueco no es particularmente progresivo. Los ingresos provenientes de impuestos indirectos, que esencialmente tienen mayor peso sobre los pobres, equivalen a un 28 por ciento de la recaudación total de impuestos; en los Estados Unidos es de un 17 por ciento.

Las empresas estadounidenses, el objetivo preferido de los socialistas democráticos, contribuyen más en términos relativos a los ingresos tributarios, que sus contrapartes suecas. Además, quienes tienen ingresos bajos en Suecia soportan una parte mayor de la carga tributaria que los que reciben bajos ingresos en los Estados Unidos.

¿Y qué acerca de los servicios públicos? Tomemos el caso de la educación. El gobierno sueco provee un sistema universal de educación básica a todos los ciudadanos. No obstante, lo hace por medio de un sistema de bonos [Nota del traductor: “vouchers” en inglés] que permite que los padres escojan las escuelas para sus hijos (ya sea pública o privada). Interesantemente, tal sistema ha sido criticado (criticized) por socialistas democráticos, como Bernie Sanders, uno de los mayores proponentes de importar el modelo escandinavo a los Estados Unidos.

¿QUÉ PODEMOS APRENDER?

Regresando a la pregunta de Norberg, ¿habrá lecciones que los Estados Unidos pueden aprender de Suecia? Ciertamente. En términos de libertad económica, bonos escolares o presupuestos balanceados, Suecia tiene mucho que enseñarle a los Estados Unidos. Al mismo tiempo, la mayoría de los estadounidenses no estaría dispuesta a aceptar el sistema de impuestos de Suecia, más oneroso y, en comparación, más regresivo.

Los socialistas democráticos están en lo correcto: los Estados Unidos deberían copiar algunas de las políticas que han hecho de Suecia un país exitoso. Pero, sospecho que ellos no estarían contentos con los resultados.

Este artículo ha sido reproducido con el permiso de Intellectual Takeout.

Luis Pablo De La Horra tiene un Bachillerato en Inglés y una Maestría en Finanzas. Él escribe para la Fundación para la Educación Económica, el Instituto de Asuntos Económicos de Londres y en Speakfreely.today.Final del formulario