SE ESTÁ DESPLOMANDO LA TASA DE MORTALIDAD DE LAS MADRES EN LAS REGIONES MÁS POBRES DEL MUNDO

Por Chelsea Follett y Marian L. Tupy
Fundación para la Educación Económica
Martes 16 de octubre del 2018


NOTA DEL TRADUCTOR: Para utilizar los ligámenes de las fuentes del artículo, entre paréntesis, con letra en roja y subrayada, si es de su interés puede verlo en https://fee.org/articles/maternal-mo...orest-regions/

Los avances médicos, las mejoras tecnológicas y los descubrimientos científicos han salvado vidas de las mujeres ̶ y las de sus hijos.

Cuando Lady Sybil, una rica aristócrata del popular programa de televisión Downton Abbey, murió de eclampsia en un episodio establecido en 1920, fue un recordatorio del progreso que la humanidad ha tenido en la mortalidad de las madres. A pesar de estar en capacidad de pagar por el mejor cuidado médico de esa época, Lady Sybil sufrió la más común de las complicaciones prenatales.

Afectando a un 6 por ciento (6 percent ) de todos los embarazos, la preeclampsia eleva la presión de la sangre de la mujer a niveles peligrosamente elevados y, si se deja sin tratar, a menudo resulta en espasmos violentos (eclampsia). Puede conducir a la muerte de la madre, del niño o de ambos. Históricamente, ninguna cantidad de riqueza o privilegio podía salvar a una mujer de esa horrible condición.

La Organización Mundial de la Salud define la mortalidad maternal como “la muerte de una mujer cuando está embarazada o dentro de 42 días después de la terminación del embarazo.” Tales muertes pueden ocurrir por diversidad de razones, incluyendo el sangrado y la infección después de dar a luz, la presión sanguínea alta durante el embarazo, complicaciones durante el parto y un aborto inseguro.

Es difícil obtener estadísticas tempranas, pero los registros de las parroquias inglesas indican una tasa de mortalidad de las madres de 1.000 por cada 100.000 nacimientos vivos en la primera mitad del siglo XVIII. Dado que las mujeres quedaban embarazadas más a menudo de lo que es en la actualidad, el riesgo real de morir debido a complicaciones durante el embarazo habría sido mucho más elevado.

Se desconoce cuál es la causa exacta de la preeclampsia, aunque parece que comienza (begin) un funcionamiento inapropiado de vasos sanguíneos en la placenta. No hay una forma totalmente segura de prevenir esa condición. Algunos factores de riesgo -como una edad maternal avanzada, obesidad o tener hijos en lapsos inferiores a dos años- pueden evitarse, pero, aun sin tener tales factores, la preeclampsia puede golpear. Los investigadores han encontrado alguna evidencia de que aspirinas en dosis bajas o suplementos de calcio pueden (can ) reducir el riesgo de desarrollar esa condición.

LA NATURALEZA DEL PROGRESO

En la actualidad, el monitoreo de la presión sanguínea es parte de la rutina de todas las visitas médicas prenatales. Se busca identificar la preeclampsia antes de que la presión sanguínea sea demasiado alta. El tratamiento más efectivo (most effective) para la preeclampsia es un parto temprano. Así, los avances en la habilidad de los médicos para inducir labores de parto y en el cuidado de los infantes prematuros, han mejorado dramáticamente las posibilidades de supervivencia de las mujeres con preeclampsia ̶ y de sus hijos.

En los casos en que la preeclampsia se presenta muy temprano en el embarazo, como para que el bebé pueda sobrevivir, varias drogas que reducen la presión sanguínea pueden ser recetadas, a fin de conservar estable la condición de la mujer hasta que el parto sea una opción realista. En los países ricos, ahora la vasta mayoría de mujeres diagnosticadas con preeclampsia puede sobrevivir.

Ese es el progreso, pues no siempre con anterioridad era el caso de que el cuidado médico mejorara los resultados de los embarazos. A mediados del siglo XIX, un médico húngaro llamado Ignaz Semmelweis, notó que las mujeres que daban a luz en los hogares morían a una tasa menor que las mujeres que eran asistidas por médicos.

Él hipotetizó que los médicos, quienes no solían lavarse sus manos, transmitían enfermedades de otros pacientes a las mujeres embarazadas. Lamentablemente, la conjetura de Semmelweis fue ignorada, hasta que el biólogo francés Louis Pasteur estableció un ligamen definitivo entre los gérmenes y la enfermedad en la década de 1860. Después de que los doctores empezaron a desinfectar sus manos, la mortalidad de las madres empezó a reducirse ̶ una tendencia que se vio mucho más expandida cuando los científicos alemanes Fritz Mietzsch, Joseph Klarer y Gerhard Domagk descubrieron los antibióticos, a principios de la década de 1930.

LAS MEJORÍAS EN TODO EL MUNDO

Al irse expandiendo el conocimiento de las mejores prácticas médicas y que las drogas farmacéuticas se hicieron más asequibles, las tasas de mortalidad de las madres se desplomaron en todo el mundo. La tasa de mortalidad maternal global cayó de 385 por cada 100.000 nacimientos vivos en 1990 a 216 en el 2015. Esa es una reducción del 44 por ciento. En el África Sub-Sahariana, la región más pobre del mundo, la tasa de mortalidad de las madres cayó de 987 a 547 en aquel mismo lapso. Esa es una reducción del 45 por ciento.

Disminuciones similares tuvieron su lugar en otras regiones geográficas, excepto América del Norte, en donde, en los Estados Unidos, la tasa de mortalidad materna se elevó de un minúsculo 12 a 14 por cada 100.000 nacimientos vivos. El aumento en la mortalidad maternal en los Estados Unidos parece deberse al aumento en la adicción a opioides, lo que complica el embarazo, así como también porque las mujeres se están embarazando mucho más tarde en sus vidas y están acudiendo a partos más riesgosos, por medio de cesárea.

Globalmente, la tasa de mortalidad de las madres permanece siendo mayor en áreas rurales muy alejadas, que son difíciles de acceder por los equipos médicos profesionales, mujeres en culturas en donde el embarazo adolescente permanece siendo relativamente popular y mujeres que viven en países muy pobres, sin las facilidades médicas adecuadas. Dicho esto, las Naciones Unidas espera que la tasa de mortalidad de las madres continúe declinando y se reduzca, para el 2030, hasta un 70 por cada 100.000 nacimientos vivos.

Este artículo se reimprimió con el permiso de CapX.

Chelsea Follett es la gerente editorial de HumanProgress. org
Marian L. Tupy es editor de HumanProgress.org y es analista sénior de política en el Centro para la Libertad y la Prosperidad Global.