Tenemos que estar muy atentos para no sufrir esto en carne propio, resultado del fracaso, una vez más, del socialismo.

LA PESADILLA DE VENEZUELA ES UNA TRAGEDIA, PERO NO UNA SORPRESA

Por Gerardo Garibay Camarena

Fundación para la Cooperación Económica
Martes 4 de setiembre del 2018


NOTA DEL TRADUCTOR: Para utilizar los ligámenes de las fuentes del artículo, entre paréntesis, con letra en roja y subrayada, si es de su interés puede verlo en https://fee.org/articles/venezuelas-...ot-a-surprise/

Es la misma vieja pesadilla que todo el tiempo se repite a sí misma, cada vez que los socialistas radicales toman al país.

En la actualidad, Venezuela es un infierno en la tierra. Y no es tan sólo el autoritarismo de los gobernantes, la inflación desbocada, la corrupción de las instituciones y la violencia desenfrenada, tanto del crimen organizado del estado como de la delincuencia común, los que han convertido a Venezuela en el país con la tasa de homicidios (highest homicide rate) más alta en el mundo.

EL SUEÑO FEBRIL DEL SOCIALISMO

Venezuela es un infierno principalmente porque la misma lógica de la realidad ha colapsado en alguna forma de sueño febril. Es un delirio en donde los líderes políticos hablan acerca de “la madre tierra” y del “poderío” de un país que está en camino a los niveles de pobreza de Haití, a pesar de tener las mayores reservas de petróleo (largest oil reserves) en el mundo entero, de más de 300 miles de millones de barriles.

La clase política parece estar hipnotizada por una realidad alternativa, en la cual ellos alardean de los viajes oficiales a Argelia (Algeria) “en busca de inversión extranjera.” E, inmediatamente después, proclaman una “revolución económica,” mientras que la moneda, el Bolívar, se hunde en la hiperinflación, sin solución a la vista. En donde ellos se declaran a sí mismos estar en la vanguardia del humanismo, a la vez que también amenazan con censurar la Internet (threatening to censor the Internet) para prevenir un ataque del “Imperio.”

Entre tanto, los viajeros de la libertad de la oposición general -el Movimiento por la Unidad Democrática, conocido por su sigla en español MUD- están igualmente durmiendo, soñando acerca de negociaciones con Nicolás Maduro, imaginando una transición democrática y una Venezuela en donde ellos son quienes administren el socialismo, de forma que, esta vez, pueda funcionar.

SOÑAR IGNORA LA REALIDAD

El caso de Venezuela es una tragedia, pero no una sorpresa. Es la misma vieja pesadilla que se repite a sí misma, cada vez que los socialistas radicales se apoderan de un país. Así que, las preguntas inevitables son: ¿Por qué este sistema, que acumula resultados tan trágicos alrededor del planeta, ha retenido algún brillo intelectual y apreciación cultural? ¿Por qué los socialistas del ala izquierda no son igual de despreciados que sus primos nacional-socialistas?

Bien, la respuesta es un sueño.

En especial, después del colapso de la Cortina de Hierro y de la Unión Soviética, a fines de los ochentas y principios de los noventas, los delincuentes intelectuales y políticos, que se ganaron la vida con el socialismo marxista, chocaron de frente con una realidad que demolió completamente su sueño de mucho tiempo, de una lucha de clases en todo el mundo, al estilo leninista. Se hallaron a sí mismos al final de un pasadizo con dos salidas: ya fuera que reconocieran que estaban equivocados, como algunos de ellos escogieron hacerlo, o que buscaran un refugio en la tierra de la fantasía. Lo segundo fue lo que hizo la mayoría de ellos.

Con posterioridad a su derrota en la Guerra Fría, la intelectualidad izquierdista se enfocó en ponerle un nombre nuevo a su producto, agregándole algunas campanas y sirenas. En el Primer Mundo, ellos lo adaptaron a la agenda progresista. En América del Sur, la agenda fue distinta. Ellos mezclaron la vieja retórica de tipo marxista con un nacionalismo local para crear un “Socialismo del Siglo 21.”

Mientras tanto, cada vez que alguien, ante el fracaso de sus viejos ídolos soviéticos, los exponía, se lanzaban por los valles de la Utopía, demandando aquello que el desaparecido Eduardo Galeano definió como “El Derecho de Soñar” (Right to Dream), usando la belleza onírica como refugio del trauma creado por la caída del comunismo.

Con ese sueño, entraron en la política de Venezuela. Con ese sueño, convencieron a la mayoría de la población, la cual votó entusiastamente por Hugo Chávez. Con ese sueño, prodigaron alabanzas sobre el régimen, empezando por el propio Galeano, quien llamó a la Venezuela Bolivariana, como un triunfo de aquellos que siempre habían sido “invisibles” (invisible) y, por supuesto, Noam Chomsky, quien avaló el clima del régimen de una “democracia plena” (full democracy), a la vez que promovía a Chávez como un constructor de ese otro “mundo posible;” esto es, el sueño.

Ese bello sueño se ha revelado a sí mismo como una pesadilla infernal, en la cual más del 10 por ciento de la población de Venezuela ya se ha ido (4 millones de emigrantes, afuera de una nación de 31 millones de personas). Este éxodo se ha convertido en una crisis humanitaria en la región, sazonada con escenas dantescas de escasez, represión y cinismo en manos de una gavilla gobernante que todavía está soñando con las burbujas de un buen champán.

PERDIDOS EN UN MUNDO DE FANTASÍA

Entre tanto, ¿qué hay de los intelectuales? Bien, algunos están jugando al tonto. Y otros, como Chomsky, hicieron una condena apurada (hurried condemnation) de lo que antes aclamaron, tan sólo para dar un salto, un segundo después, a la siguiente fantasía, porque, después de todo, para ellos la vida es un sueño, y todo se vale en el viaje hacia la Utopía, todo el tiempo disfrazando sus instintos básicos como ideales supuestamente elevados.

“Seamos delirantes por un rato. El mundo, que está patas para arriba, se pondrá sobre sus pies” es la justificación póstuma de la pluma de Don Eduardo. No obstante, esta afirmación será siempre en vano, debido a que el crimen no es soñar o tener delirios, sino empaquetar y vender utopías a los tiranos del mundo, de forma que puedan imponerlas sobre las espaldas y almas de millones de víctimas.

No, el verdadero delirio es lo que la gente de Venezuela sufre todos los días, pagando con inflación, violencia y desesperanza la consecuencia de su credulidad en la fantasía socialista, que, una vez más, demuestra ser un sueño para los maleantes y un infierno para todos los demás.

Gerardo Garibay Camarena es un escritor mexicano y analista político, con experiencia en los sectores privado y público. Es autor de dos libros -Sin Medias Tintas y López, Carter, Reagan- y escribe columnas semanales en muchas organizaciones de noticias en línea.