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EL SOCIALISMO DEMOCRÁTICO NO EXISTE: COMO EL MONSTRUO DE LOCH NESS Y PIE GRANDE, EL SOCIALISMO DEMOCRÁTICO ES SÓLO UN MITO

Por James Davenport
Fundación para la Educación Económica
Martes 21 de agosto del 2018

NOTA DEL TRADUCTOR: Para utilizar los ligámenes de las fuentes del artículo, entre paréntesis, con letra en roja y subrayada, si es de su interés puede verlo en https://fee.org/articles/democratic-...-only-in-myth/

La noción completa de socialismo democrático es simplemente una ficción.

Con la impactante victoria en la elección primaria de la auto-proclamada “socialista democrática,” Alexandria Ocasio-Cortez, sobre el representante del partido demócrata de muchos años, Joe Crowley, el socialismo democrático está recibiendo otro incremento de popularidad en ciertos círculos (quarters) del país. Dada la creciente popularidad del socialismo, en especial entre votantes jóvenes (young voters), es claro que una verdad esencial (que uno incluso uno podría llamarla una “verdad inconveniente”) necesita ser explicada: el socialismo democrático es una criatura mitológica. Es el Monstruo de Loch Ness de la economía política.

DEFINIENDO AL SOCIALISMO

El socialismo, tal como es consistentemente definido por aquellos que lo apoyan, así como por los que se le oponen, se basa en la ausencia de propiedad privada (private property). De hecho, Karl Marx era inflexible en cuanto a que el socialismo lograría el fin de la “propiedad privada de los medios de producción.” Esto significaría el fin de que los individuos y las empresas puedan ser propietarios, que mejoren e intercambien recursos, bienes y servicios. La eliminación de la propiedad privada es una característica central del socialismo. (Para una excelente explicación de las diferencias entre capitalismo y socialismo, recomiendo altamente este libro (this book) de J. Barkley Rosser, Jr. y Marina Rosser). [El libro en inglés se titula Comparative Economics in a Transforming World Economy].

Este énfasis en la eliminación de la propiedad privada es importante porque candidatos, como Ocasio-Cortez o Bernie Sanders, antes que ella, continuamente tergiversan lo que es un sistema socialista. Alabando a ciertos países nórdicos (Nordic countries) como ejemplos exitosos de un socialismo democrático, estos candidatos inducen al error de la gente acerca de la verdadera naturaleza tanto del socialismo como del capitalismo. El hecho es que, los países que Sanders y Ocasio-Cortez alaban, tienen economías de mercado capitalistas (market-capitalist economies).

No sólo son sistemas de mercado capitalistas, sino que algunos de ellos tienen una calificación mejor que los Estados Unidos en comparaciones de libertad económica (economic freedom comparisons). Si bien la mayoría de esos países tienen impuestos más elevados y gastan más en servicios que sociales que los Estados Unidos, esas no son medidas de si o no un sistema es capitalista o socialista. Cada una de las economías de esas naciones funciona por medio de mercados, que permiten la propiedad individual y el intercambio voluntario.

Es más, lo que raramente se menciona por parte de aquellos que alaban el éxito de los beneficios brindados públicamente en esos países, es que varios de ellos actualmente están luchando por conservar esos beneficios. Tal como lo hacen saber en su libro los Rosser arriba mencionados, Suecia ha tenido una tasa de ausentismo laboral cercana al veinticinco por ciento desde 1990, sus altas tasas impositivas se piensan que han contribuido a una pérdida de la oferta de trabajo en el país, de entre seis y diez por ciento, y que ahora se está dirigiendo hacia la privatización de muchas funciones del estado.

EL SOCIALISMO Y LA DEMOCRACIA SON INCOMPATIBLES

Igualmente importante en la refutación del mito del socialismo democrático, es el hecho de que nunca un sistema socialista de verdad ha sido compatible (o incluso tratado de que lo sea) con la democracia. Friedrich Hayek explicó por qué el socialismo era en última instancia incompatible con el proceso democrático, en su famoso libro Camino de Servidumbre. Hayek explicó que la misma naturaleza de la planificación económica -una característica esencial del socialismo- conduciría al abandono gradual del proceso democrático. Hayek escribió:

“Al final, el acuerdo sobre la necesidad de la planificación, junto con la incapacidad de la asamblea democrática para hallar un acuerdo sobre un plan concreto, debe tender a fortalecer la demanda para que se le dé al gobierno, o a cualquier persona individual, el poder de actuar bajo su propia responsabilidad. Cada vez es más aceptada la creencia de que si se desea que las cosas se hagan, el director de los negocios responsable de ello debe quedar liberado de las trabas de los procedimientos democráticos…”

Un simple examen de cualquier país que haya abrazado plenamente el manto del socialismo, demostrará la validez de la afirmación de Hayek. La historia de países, como la Unión Soviética, China, Cuba y Corea del Norte, aparece como ejemplo evidente. Incluso Venezuela, en donde Hugo Chávez, un socialista dedicado, fue electo democráticamente como presidente en 1999, rápidamente empezó a moverse para minar (undermine) las propias instituciones democráticas que le pusieron en el poder.

Cuando la crisis económica devastaba a Venezuela, después de su muerte, el sucesor de Chávez, Nicolás Maduro, acudió crecientemente a medios no democráticos (undemocratic means) para mantener el poder.

La necesidad del socialismo de controlar todos los aspectos de la actividad económica, necesariamente conducirá a que aquellos en el poder restrinjan las elecciones y decisiones disponibles de los individuos. Ese curso de acción requerirá de ellos que reduzcan los poderes políticos de esos individuos, a fin de proteger los planes de quienes están al mando.

De nuevo, la historia demuestra esta verdad. Ningún país que haya intentado la abolición de la propiedad privada y establecer la propiedad estatal de los medios de producción, lo ha hecho por medio de instituciones y procesos democráticos. En cada caso, la transición no fue llevada a cabo por los medios pacíficos del debate, la persuasión, la negociación y los votos, sino a través del poder del arma. Literalmente, mataron millones de personas (millions of people ) (ya sea con intención o sin ella) para lograr su visión socialista.

Las revoluciones socialistas siempre han propugnado por la abolición de los mercados y la propiedad privada. El hecho de que esto haya sido impuesto por la fuerza sobre las poblaciones por medio de la violencia, en vez de los procedimientos democráticos, y, por el hecho de que la gente dentro de esos países se llegó a empobrecer (impoverished), nos debería decir algo acerca de ese sistema.

En última instancia, el socialismo es incompatible con la democracia, porque la democracia, al igual que el capitalismo de mercado, permite que el poder fluya hacia el individuo. La democracia tolera la discrepancia, las diferencias individuales y una multitud de distintas prioridades. El capitalismo de mercado permite que esas diferencias sean administradas pacíficamente por medio del intercambio voluntario. Como lo advirtió Hayek, el socialismo no puede tolerar tales diferencias ni las instituciones democráticas que promueven la coexistencia pacífica.

LA CONFUSIÓN CONDUCE A QUE SE CREA EN UN MITO

Cuando candidatos como Sanders y Ocasio-Cortéz se refieren a países con economías de mercado capitalistas, como “socialistas,” eso crea confusión acerca de lo que es verdaderamente el socialismo y de cómo impacta tanto a los individuos como a las sociedades.

El experimento del socialismo ha devastado las instituciones sociales, políticas y económicas que facilitan, tanto el crecimiento económico, como la democracia en todos los países en donde se ha intentado. A su paso, ha dejado muertes y miseria para la misma gente por la que supuestamente se promulgó.

Al igual que con el Monstruo de Loch Ness, hay muchos que alegan haber visto al socialismo democrático y sus maravillosos beneficios. No obstante, como con las observaciones de “Nessie, el monstruo,” al ser examinadas se desvelan las alegaciones del socialismo democrático. Lo que Sanders, Ocasio-Cortéz y sus partidarios etiquetan de socialismo democrático, en la realidad es capitalismo de mercado, con una red de seguridad robusta (algunos afirman que es insostenible).

De todas formas, es hora de ubicar a las visiones de esa mítica criatura, en la misma categoría que aquellas de Pie Grande, del Monstruo de Loch Ness y del Abominable Hombre de las Nieves. Es allí en donde pertenecen las discusiones acerca del socialismo democrático.

James Davenport es un profesor ganador de premios en ciencias políticas en Rose State College y también ha enseñado economía en la Universidad de Oklahoma Central. Usted lo puede contactar en línea aquí (here).