EJEMPLO DE EFICIENCIA EN EL MOPT

Por Jorge Corrales Quesada

Actualmente hay una fuerte demanda de potenciales conductores para que el MOPT les haga las prácticas requeridas. Según el artículo de La Nación del 1 de agosto, “MOPT ya gastó ¢850 millones sin empezar obras de nuevo plantel,” “cada mes, cuando se liberan entre 9.000 y 12.000 espacios para las pruebas de manejo y estos se agotan en menos de una hora.” Esa insuficiencia de un servicio público presuntamente esencial por motivos de seguridad ciudadana, se ha presentado por muchos años, de forma que la idea concebida en el 2014 de un Proyecto de Ciudad Vial, ya es hora de que sea una realidad.

Pero, como es usual en las cosas gubernamentales, el desorden ha campeado. Resulta que de los ¢2.000 millones que se estimó costaría ese proyecto, ya se han gastado ¢851 millones -esto es, casi un 43%- sin que todavía se hayan hecho las obras físicas requeridas. Lo gastado ha sido usado tan sólo para “cercar la propiedad (ni que fuera el Muro de Berlín o la Muralla China) y acondicionar el terreno.”

Según un informe acerca de este proyecto publicado por la Contraloría General de República el 20 de julio, la auditoría encontró que “no se evidenció el cumplimiento del 71.4% (5) de los 7 requisitos correspondientes a la etapa de pre-inversión del proyecto,” además de que no se ha cumplido con “el 57.9% (11) de los 19 requisitos previos para tomar la decisión administrativa del inicio del proceso de construcción.” En dos palabras, hay un enorme atraso, tanto en la relacionado con la pre-inversión, (“elaboración del perfil del proyecto, estudio de prefactibilidad, estudio de factibilidad y evaluación y uso de evaluación financiera y socioeconómica entre otros”), sino también en la ejecución propiamente, incluyendo que “los mecanismos de control de la obra… no han demostrado ser eficaces,” además de que “aún no hay plazo de finalización.” Me temo que pasarán más de 1.000 años, muchos más… para que se vea la luz al final de túnel.

Por supuesto, todos estos atrasos implican un costo innecesario, resultantes del ineficiente manejo del proyecto, que terminarán siendo sufridos por los contribuyentes, no sólo al no tener en buen tiempo el servicio necesitado, sino por los costos financieros mayores debido al retraso en la inversión. Dicen que, de los ¢2.000 millones presupuestados para la obra, lo todavía restante (después de quitar aquellos ¢851 millones en cercar y acondicionar el terreno), aproximado de ¢1.150 millones, será suficiente. Pero, en la realidad de nuestra obra pública, es muy posible que veremos adición tras adición de nuevos dineros para esa obra, porque la cosa salió más cara que la estimada inicialmente.
Eso suele suceder tan a menudo en la cosa pública, que no debe sorprender a nadie.

Publicado en mis sitios de Facebook jorge corrales q y Jcorralesq Libertad, el 26 de agosto del 2018.