Recomiendo su lectura.

EL CAPITALISMO HA LOGRADO LO QUE EL MARXISMO SIMPLEMENTE PROMETIÓ

Por Marian L. Tupy

Fundación para la Educación Económica
Viernes 20 de julio del 2018


Los discípulos de Marx, desde Cuba y Venezuela a Sur África y Zimbabue, hoy día están cometiendo el mismo error.

Se suponía que el marxismo había dado lugar a un montón de cambios positivos, incluyendo la creación de una sociedad sin clases, en donde todo mundo viviría en paz. A estos objetivos ambiciosos se les puede agregar una reducción sustancial en la cantidad del trabajo requerido del proletariado.

Como lo expuso Rodney G. Peffer, de la Universidad de San Diego, en su libro del 2014, Marxism, Morality, and Social Justice:

“Marx creía que la reducción del tiempo laboral necesario era… una necesidad absoluta. Él [alegó]… que la verdadera riqueza es la fuerza productiva desarrollada de todos los individuos. Ya no es más el tiempo laborado, sino el tiempo disponible, lo que es la medida de la riqueza.”

Poco sabía el economista alemán acerca de que los mercados libres lograrían su objetivo con entereza.

El número de horas trabajadas por día ha fluctuado a través de la historia humana. Basados en sus observaciones de sociedades existentes de cazadores-recolectores, académicos estiman que nuestros ancestros buscadores de comida trabajaban entre 2.8 y 7.6 horas al día.

No obstante, una vez que se aseguraban la comida del día, ellos paraban. El volumen de trabajo de los buscadores de comida era comparativamente bajo, pero también lo era su estándar de vida. La riqueza de nuestros ancestros estaba limitada por el peso de las posesiones que podían transportar en sus espaldas, desde un lado hasta el siguiente.

Hace aproximadamente 12.000 años, la gente empezó a establecerse, cultivar cosechas y domesticar animales. Se elevó el número de horas laboradas, debido a que la gente estaba dispuesta a sacrificar tiempo libre, a cambio de una oferta de alimentos más estable. Debido a que la iluminación artificial era prohibitivamente cara, la luz del día regulaba la cantidad de trabajo que se podía dedicar en un día determinado.

En el verano boreal, la mayor parte de la gente trabajaba entre 6 y 10 horas en los campos y unas 3 horas adicionales en el hogar. En el invierno, los días más cortos limitaban el número total de horas de trabajo a 8. Por razones religiosas, el domingo era un día libre y una plétora de festividades rompía la monotonía de la vida agrícola.

Nuestras expectativas acerca de lo que constituye un buen balance entre trabajar y vivir, obviamente son diferentes de las de aquellos cazadores-recolectores y agricultores. Tiene sentido, por tanto, comparar la jornada laboral de hoy con aquella a inicios de la Revolución Industrial.

La gráfica correspondiente puede encontrarse en https://fee.org/articles/capitalism-...rely-promised/

En 1830, la semana laboral en el Occidente que se estaba industrializando era de alrededor de 70 horas o, si se excluye al domingo, 11.6 horas de trabajo diario. Para 1890, se había reducido a 60 horas por semana o 10 horas al día. Treinta años después, la semana laboral en las sociedades avanzadas fue de 50 horas u 8.3 horas al día.

En la actualidad, la gente en sociedades avanzadas trabaja menos de 40 horas a la semana, en promedio. Eso todavía equivale a aproximadamente 8 horas diarias, porque típicamente no trabajamos los sábados. Había nacido el “fin de semana.”

El número en general de horas trabajadas ha declinado en tándem con una prosperidad creciente. En términos sencillos, entre más rica es una nación, menos trabaja la gente. No es fácil tener los datos de países en desarrollo, pero, ajustadas por el tamaño de la población, el número promedio de horas trabajadas por cada trabajador en los países de altos ingresos declinó de 2.123 en 1950 a 1.732 en el 2017 ̶ esto es, un descenso del 18.4 por ciento.

Con base en los datos disponibles de países desarrollados, los alemanes trabajaron el menor número de horas (1.347) y, los habitantes de Singapur, las mayores horas (2.237). Con 1.763 horas de trabajo per cápita, los Estados Unidos se encuentran justamente en la mitad del grupo en el 2017.

La gráfica correspondiente puede encontrarse en https://fee.org/articles/capitalism-...rely-promised/

Durante el mismo lapso, el producto interno bruto doméstico (PIB) promedio per cápita, ajustado por la inflación y el poder de compra, se elevó en un 483 por ciento en Alemania, un 1.376 por ciento en Singapur y un 290 por ciento en los Estados Unidos. En general, el PIB por persona en los países de altos ingresos se elevó de $9.251 a $47.149 (en términos de dólares del 2016), un incremento no menor a un 410 por ciento.

Así que la gente gana más dinero a cambio de menos trabajo. Pero, ¿disfrutan ellos de un mayor tiempo libre? Las comparaciones internacionales son difíciles de hacer, pero la Encuesta del Uso del Tiempo por los Estadounidenses, hecha por la Oficina de Estadísticas Laborales de los Estados Unidos, encontró que, en el 2017, los estadounidenses, en promedio, disfrutaron de 5.24 horas al día para el ocio y para hacer deportes. Eso fue un 2.5 por ciento más que cuando empezó aquella encuesta en el 2003. No está claro que los Estados Unidos sean representativos de una tendencia más amplia. Aun así, es innegable que la gente tiene más tiempo libre que al que estaban acostumbrados -al menos desde nuestros tiempos de nómadas.

Marx estaba equivocado en muchas cosas. Famosamente, él pensó que la competencia del mercado reduciría las ganancias, por tanto, requiriendo una explotación siempre creciente de la mano de obra. Pero, como señala Johan Norberg del Instituto Cato en su libro del 2017, Progress: Ten Reasons to Look Forward to the Future (Progreso: Diez Razones para Mirar al Futuro con Optimismo), Marx había vivido a través de un período de inmenso enriquecimiento del trabajador de Occidente.

“Cuando Marx murió en 1883,” escribe Norberg, “el inglés promedio era tres veces más rico que como lo era cuando Marx nació en 1818.” Cegado por sus ideas erradas, Marx no podía ver lo que en realidad estaba sucediendo a todo su alrededor.

Los discípulos de Marx, desde Cuba y Venezuela a Sur África y Zimbabue, hoy día están cometiendo el mismo error. Enloquecidos por su odio ideológico hacia el libre mercado, ellos rehúsan ver que el capitalismo ha entregado lo que por mucho tiempo Marx había deseado -menos trabajo y un ingreso más elevado. Plus ça change… [Todo cambia]

Reimpreso de CapX

Marian L. Tupy es editor de HumanProgress.org y es analista sénior de política en el Centro para la Libertad y la Prosperidad Global.