Al observar la masacre de los tiranos nicaragüenses, Daniel Ortega y la Chayo, contra su propio pueblo, me hizo recordar el apoyo que el hoy alcalde de Nueva York, Bill de Blasio, electo por el partido demócrata de los Estados Unidos, siempre les dio a los sandinistas. Un medio indica que “Para 1988, cuando De Blasio viajó a Nicaragua a hacer trabajos sociales en apoyo a la causa revolucionaria marxista, los sandinistas llevaban casi una década en el poder. Su brutalidad estaba ampliamente documentada. De Blasio, que también realizó actividades para recaudar fondos para los promotores del gobierno militar, o desconocía la represión sandinista o no le importaba.” Ahora, di Blasio aún guarda silencio y no rechaza contundentemente a esa barbarie, al igual que como lo hacen muchos socialistas en el mundo.

LOS SUEÑOS DE BILL DE BLASIO ACERCA DE UN FUTURO COMUNISTA

Por Barry Brownstein

Intellectual Takeout
7 de setiembre del 2017


En una entrevista sincera en la revista “New York,” el alcalde de la ciudad de Nueva York, Bill de Blasio, suena como un comunista de verdad.

Si usted es uno de los millones que a diario atraviesa la ciudad de Nueva York, por la ruta de la autopista que cruza el Bronx, usted ha visto de cerca el impacto devastador del control de alquileres en la ciudad de Nueva York. Al agarrarse de su manivela en la pobremente mantenida autopista y mirar las terribles condiciones de los vecindarios a su alrededor, usted ve escenas que, por momentos, le podrían hacer pensar que está mirando una ciudad totalmente bombardeada de Europa, posterior a la Segunda Guerra Mundial, y no a los Estados Unidos del siglo XXI.

Tristemente, las causas radicales de la decadencia urbana no penetran en la consciencia del alcalde de la ciudad de Nueva York, Bill de Blasio. Los neoyorkinos están sufriendo por los controles de los alquileres y, aún así, el alcalde se está preparando para dar batallas aún más grandes, en contra de las leyes de la economía.

En una entrevista sincera en la Revista “New York,” de Blasio quiere que nosotros creamos que ahora los residentes de Nueva York son todos socialistas y comunistas planificadores centrales:

“Pienso que, a la gente de toda esta ciudad, de todos los orígenes, les gustaría tener un gobierno que sea capaz de determinar adónde va todo edificio, qué tan alto sea, quién llega a vivir en él, cuál será el alquiler. Pienso que existe un impulso socialista, el cual escucho todos los días, en todo tipo de comunidad, de que a ellos les gustaría que las cosas fueran planeadas de acuerdo con sus necesidades.”

Note la alusión no tan sutil del alcalde hacia Marx, quien escribió, “a cada cual según sus necesidades.”

También, note la especificidad de la visión distópica de de Blasio. Sus comisarios omnisapientes incluso seleccionarán adónde vivirá usted.

¿Qué impide los sueños totalitarios de de Blasio? En sus palabras, el problema es un sistema legal “estructurado en favor de la propiedad privada.” El alcalde señala los “[C]ientos de años de historia que han elevado los derechos de propiedad, al punto de que esa es la realidad que lleva la voz cantante en gran parte del desarrollo urbano.”

¿Piensa de Blasio realmente que los desarrolladores seguirán los dictados de los comisarios? ¿Se apropiaría él de las herramientas de producción si no fuera limitado por la Constitución y los tribunales?

En el mundo del alcalde, la única libertad económica y libertad personal a la cual usted tiene derecho, es la que él le otorga. A pesar de los fracasos con el colectivismo en la Unión Soviética, Venezuela, Corea del Norte y en otros paraísos comunistas, de Blasio cree que esta vez los resultados del colectivismo totalitario serán diferentes.

En lo referente a las viviendas, de Blasio debería escuchar la advertencia del antiguo ministro de Relaciones Exteriores de Vietnam, Nguyen Co Thach. Reflexionando acerca del impacto de los controles de alquileres sobre su país, Thach hizo notar que, “Los alquileres de las viviendas se habían mantenido bajos… de forma que todas las viviendas en Hanoi habían caído en deterioro. Los estadounidenses no pudieron destruir Hanoi, pero nosotros hemos destruido nuestra ciudad con alquileres muy bajos. Nos dimos cuenta de que eso era una estupidez y que debemos cambiar la política.”

Thach llegó a creer que una “concepción romántica de socialismo… destruyó la economía de Vietnam en los años posteriores a la guerra de Vietnam.” “Quienquiera que luche contra las leyes objetivas de la economía, siempre será derrotado,” concluyó Thach.

Si hoy Thach visitara el Bronx, se preguntaría por qué la ciudad de Nueva York, un centro del capitalismo, estaba siguiente el mismo camino desastroso de un país comunista. Probablemente quedaría desconcertado ante la idea de instituir todavía más controles sobre la vivienda.

Perversamente, de Blasio alega que los controles sobre las viviendas reducirán la desigualdad. No obstante, como lo demostraron Gerard Mildner y Peter Salins, el control de los alquileres favorece a los ricos habitantes de Manhattan y no a los pobres. Ellos explican cómo los controles reducen los prospectos económicos:

“La vitalidad de Nueva York siempre ha dependido muy sustancialmente de los recién llegados, no sólo inmigrantes del exterior, sino gente talentosa de todo el país que es atraída a Nueva York por sus grandes oportunidades profesionales… A pesar de lo anterior, la regulación de los alquileres está casi perfectamente diseñada para penalizar a los recién llegados.”

En su libro, La Fatal Arrogancia, el laureado premio Nobel Friedrich Hayek escribió, “La curiosa tarea de la ciencia económica es demostrar a los hombres lo poco que realmente saben de lo que imaginan que pueden diseñar.”

Mientras que Bill de Blasio se las pasa imaginando lo que él puede diseñar, es poco posible que esté leyendo a Hayek. ¿Son los neoyorkinos tan ignorantes acerca de las leyes de la economía, como lo es de Blasio? Si es así, de hecho, el futuro de los residentes de la ciudad de Nueva York puede ser funesto. Durante la siguiente recesión económica, yo esperaría que las visiones populistas totalitarias, como las de de Blasio, crezcan en popularidad.

Hace apenas poco más de 200 años, en 1816, Thomas Jefferson escribió estas palabras que lo hacen a uno reflexionar, “Si una nación espera ser ignorante y libre en un estado de civilización, espera lo que nunca fue y lo que nunca será.” Podemos esperar que escuchemos la advertencia de Jefferson, antes de que sea demasiado tarde.

Barry Brownstein es profesor emérito de economía y liderazgo en la Universidad de Baltimore. Es autor de The Inner-Work of Leadership [The Inner-Work of Leadership]. Para recibir los ensayos de Barry, suscríbase en Mindset Shifts.