¿Podremos algún día lograr a plenitud un sistema económico que ya ha demostrado, incluso con las imperfecciones de la acción interventora del estado, que produce la mayor riqueza y que ha logrado la mayor salida de la miseria extrema de las personas en la historia de la humanidad? Soy optimista y por ello me complace traducir este artículo para ustedes.

CÓMO EL CAPITALISMO PUEDE SALVAR AL MUNDO

Por Richard M. Ebeling
Fundación para la Educación Económica
Lunes 11 de junio del 2018


Un mundo capitalista es un mundo pacífico, voluntario, de interacciones mutuamente acordadas, en donde ninguna persona o grupo es políticamente privilegiado por encima de otro.

Al seguir las noticias diarias de acontecimientos, tanto en lo Estados Unidos como en el resto del mundo, es fácil extraviarse en el detalle y no echarnos para atrás y recordarnos a nosotros mismos cuáles son los asuntos realmente importantes. Bajo la ansiedad de una posible guerra nuclear en Corea, los ataques terroristas reales en el Oriente Medio y por aparentes “lobos solitarios” en otros países, amenazas de guerras comerciales y tendencias polarizadoras en la política, el tema verdadero subyacente es, y permanece siendo, ¿cómo debería la gente vivir junta?

Claramente la gente no está viviendo tan armoniosa y prósperamente como podría. La pregunta es, ¿por qué? Los sofisticados les dirán que la vida, la política y la sociedad local y global, son complejas. Es lo que es y tan sólo debemos “salir del paso” lo mejor que podamos, día tras día. Los soñadores de diversos matices apuntarán al racismo, al conflicto de clases, a las guerras de género, a la única verdadera religión o al objetivo ideológico trascendente. Si tan sólo se estableciera su marca de salvación, todos los problemas del mundo desaparecerían.

Todas estas concepciones de soluciones a nuestros problemas comparten una cosa en común. Invariablemente involucran a alguien en la sociedad que impone su visión y su voluntad sobre el resto de la humanidad. Haga que el mundo siga mi fe o mi utopía política o mi idea de una sociedad “socialmente justa,” y, entonces, la paz y la felicidad reinarán, con un final de todo conflicto que divide a la humanidad.

ELEMENTOS DE COERCIÓN EN PROPUESTAS PARA CONSTRUIR UN MUNDO MEJOR

A pesar de lo anterior, escuche a esas personas con mayor cuidado y pronto verá el aspecto coercitivo de su mensaje. Ellas le dirán a la gente cómo vivir, cómo trabajar, cómo interactuar el uno con el otro y los que serán los “postres socialmente justos” para ser repartidos entre todos, en términos de su estatus social y económico en sociedad. Tienen una jerarquía de valores basado en sus creencias acerca del mundo, y, si usted los pone a cargo, ellos arreglarán al mundo para que calce con esa visión.

Esto requiere necesariamente que todo el resto de nosotros se conforme y sea confinado dentro de su noción de las relaciones y posiciones apropiadas, que cada uno de nosotros debería tener en su mundo mejor. Dado que es altamente improbable que, súbitamente, todos en el planeta tengamos los mismos valores y creencias, algunos necesariamente tendrán que ser coaccionados, para que vivan sus vidas tal como otros piensan que ellos deberían vivirlas. La voluntad y los deseos de algunos serán impuestos sobre muchos.

Pero, no necesitamos pensar en torno a esto sólo en términos del fanático religioso de, digamos, el Medio Oriente o del género o de los guerreros “anti-racistas” más cercanos a casa, quienes desean obligarnos a vivir, interactuar y pensar como ellos quieren que lo hagamos. También existe en la arena de la corriente principal de la política cotidiana, en donde la “gran visión” no siempre puede ser desplegada, pero toma la forma de una política impositiva, reglas regulatorias y de hablar acerca de “hacer de nuevo grande a los Estados Unidos,” mediante aranceles y otras formas de restricción al comercio.

LA POLÍTICA DEMOCRÁTICA MODERNA Y LAS POLÍTICAS COERCITIVAS

Los políticos se presentan como candidatos a un cargo, diciéndonos que nuestros problemas cotidianos se resolverán sólo si son colocados en un puesto electo. Ellos le darán a alguien un subsidio, a otro una regulación que limita la oportunidad de competir o alguna regulación en cuanto al uso de la tierra, que afecta cómo otra persona puede o no usar su propiedad. Ellos pondrán en práctica alguna redistribución del ingreso por medio del código tributario, que hace que una persona sea un poquito más rica y a otra, menos. La bolsa de trucos del estado de bienestar intervencionista moderno, a menudo parece no tener fondo.

Pero, también estas requieren de medios políticos coercitivos.

Una vez que la política entra en todo esto, el poder político se convierte en el ítem más contencioso e importante para poseerlo. Tener control sobre él le permite a usted influir en los resultados. Si usted y aquellos con quienes forman coaliciones políticas no tienen las riendas del poder, entonces, alguien más las tendrán y las usará de formas que sirvan a sus objetivos ideológicos o materiales, siendo otros los perdedores.

Vemos esto en las guerras comerciales de Trump: algunos sectores de la economía estadounidense van a ganar, a expensas de muchos otros consumidores y productores, tanto de la casa como del exterior. O la ley tributaria se usa para beneficiar a alguna gente, al tiempo que desincentiva y agobia financieramente a otra. Las regulaciones de zonificación y de uso de la tierra permiten que algunos poseedores de propiedad se ganen una fortuna financiera, en tanto que otros son puestos en camisas de fuerza en cuanto a su uso de lo que honestamente poseen y pueden ver cómo los valores de su propiedad se estancan o descienden debido al poder regulatorio del gobierno.
UN GOBIERNO QUE COACCIONA ES LA FUENTE DEL CONFLICTO SOCIAL

La lista puede hacerse más y más extensa. La política se convierte en un campo de batalla para tener el control. Si usted y sus aliados no tienen dicho control, alguien más lo tendrá y su destino está en las manos de ese alguien más. Al mismo tiempo, el gobierno llega a ser no sólo una arena en la cual los grupos de amigotes de todo tipo luchan por usar al gobierno para sus propios fines, sino que, asimismo, las instituciones gubernamentales se convierten en fuentes de poder, privilegio y riqueza, para los políticos y los burócratas que manejan los salones del gobierno. También, aquellos en el gobierno tienen sus propios intereses, que ellos los promueven sirviendo a esos grupos de interés, los cuales desean comer en el abrevadero político.

En todo lado, esta es la naturaleza de la política. Algunas veces es más tiránica y mortal, en donde exponer su opinión o criticar a aquellos en el poder, puede conducir al arresto, la prisión, la tortura y la muerte. La resistencia puede ocasionar guerras civiles destructivas.

En Occidente, en donde en la mayor parte prevalece la “democracia,” todo parece ser tan civilizado. Los representantes son electos al cargo político, y todo se efectúa o presenta como realizado mediante los procedimientos que se han de seguir, bajo una “regla de la ley”. La gente puede, en la mayor parte, expresar lo que siente y escribir casi acerca de cualquier tema bajo el sol (dentro de las restricciones crecientemente estrictas de la omnipresente policía de lo “políticamente correcto”).

Pero, a pesar de las formas institucionales, ya sea una democracia política o un régimen autoritario, en el mundo moderno todo da vueltas alrededor de ganar y usar el poder del gobierno, para, de diversas maneras, tomar ventajas de otros. ¿Acaso es sorprendente que, entre más la vida cotidiana depende de la acción gubernamental, más polarizada aparece siendo la sociedad?

¿Es esta la única forma en que la gente puede y debe vivir? ¿A través de los medios del poder, el saqueo, el privilegio y la posición política? ¿Es el conflicto de grupos el único camino mediante el cual el sistema social y económico, puede ser arreglado para que sirva a la humanidad?

La respuesta es, ¡no! Hay una forma mejor. Pero, requiere pensar acerca del hombre, la sociedad y el gobierno de una manera radicalmente diferente.

UNA ALTERNATIVA HUMANA: LIBERTAD Y EL DERECHO DE ASOCIACIÓN

Una porción creciente de la humanidad, incluyendo en los Estados Unidos, parece haber perdido de vista esta forma alternativa de existencia social. Esta alternativa empieza concibiendo a los seres humanos como individuos, en vez de colectivos sociales, raciales o de género. Es la filosofía del individualismo, que declara que cada ser humano tiene un derecho a su propia vida, a su propia libertad y a su propiedad honestamente adquirida. Declara que cada individuo es dueño de sí mismo. Él no es propiedad de algún colectivo social, al cual le debe su obediencia y su sacrificio si le es requerido o, en efecto, si lo demanda algún alegado bien superior.

También, declara que todas las relaciones humanas deben basarse en acuerdos voluntarios y el consentimiento mutuo. A nadie se le obliga, contra su voluntad, a interactuar con otros. La cooperación individual se construye con base en el consentimiento pacífico y la elección personal. Cada individuo puede tener su propia idea de una buena vida, una jerarquía deseable de valores, que puede acarrearle la felicidad humana. Pero, él no puede imponerlo sobre otros contra su consentimiento y tampoco puede cualquier otra persona, imponerle uno diferente al suyo.

Otra forma de expresar esto es que el individuo es un fin en sí mismo. Él podrá asociarse con otros o tomar ventaja de las cosas que ellos pueden hacer por él, como un medio para sus propios fines deseados, tal como ellos pueden usarlo a él como medio para sus fines. Pero, nadie puede ser convertido en un medio para el fin de otro, sin que haya una libre elección entre ellos, bajo términos acordados.

La posición social y el ingreso relativo poseído y ganado por cada individuo en tal entorno de libertad humana, refleja qué tan bien una persona ha florecido, sirviendo a los fines de otros como medio para hacer que avancen sus propios fines y sueños.

EL CAPITALISMO Y LA LIBERTAD DEL MERCADO

Este sistema político, económico y social se conoce con una diversidad de nombres: liberalismo (clásico), mercado libre o capitalismo. Todos estos connotan esta forma distinta de vivir, en la cual la gente no puede coaccionar u obligar a sus vecinos. Hacer que otros actúen diferentemente de lo en la actualidad hacen, puede intentarse tan sólo mediante la razón, la persuasión y el ejemplo de la propia vida de uno.

Parte de este procedimiento de razonamiento y persuasión son las interacciones de la gente en el mercado. Si usted quiere que alguien le suministre un bien o que le provea con un servicio, como “demandante” de tales cosas usted sólo puede lograr que otros se las suplan, mediante el ofrecimiento de algo a cambio y de regatear acerca de los términos bajo los cuales puede ser efectuado. Como lo explicó el filósofo moral y economista escocés, Adam Smith, hace casi 250 años, una persona libre le dice a la otra, “Si haces esto por mí, yo haré esto por vos.”

Cada intercambio en tal “sistema de libertad natural,” como lo llamó Adam Smith, encauza el interés propio de cada participante al servicio de otros, como medios institucionales para obtener que otros le sirvan a él. El interés propio es dirigido hacia el mejoramiento del “ bien común,” entendido como las condiciones de los miembros individuales de la sociedad, en vez de algún “bien social” colectivo, impuesto forzadamente a todos independientemente de si ellos comparten esa creencia.

Es pobremente entendido y apreciado por mucha gente, que este sistema peculiar de libertad interpersonal haya sido la fuente de la innovación, la industria y el mejoramiento de la condición humana. Nuestros estándares de vida, la calidad de vida, y las oportunidades y disfrutes culturales de nuestro mundo, todos, se deben al grado en que este sistema de libertad natural ha sido puesto en práctica y permitido que funcione libre de la mano coercitiva del gobierno.

LIBERTAD IGUAL PARA TODOS, PRIVILEGIO PARA NADIE

El ideal y la política social del sistema capitalista de libre mercado es libertad igual para todos y privilegios y favores para nadie. El gobierno protege la vida, la libertad y la propiedad honestamente adquirida de cada persona, en vez de violentarlas mediante su uso legitimado de la fuerza.

La igualdad de derechos individuales ante la ley necesariamente significa que los resultados sociales y materiales no serán iguales. Cada persona tiene esa posición financiera honestamente ganada, la cual refleja la extensión en que otros han valorado sus servicios y por los cuales han pagado lo que los servicios de esa persona a ellos les ha parecido que valen.

Las “buenas causas,” tal como son juzgadas por algunos, ciertamente pueden ser -y son- procuradas en esta sociedad libre. Pero, aquellos quienes ven a estas como causas buenas, deben persuadir a otros para que se les unan en sus caritativos y voluntarios esfuerzos de tiempo y dinero para tratar de lograrlas. ¡Qué mucho mejor, tanto ética como pragmáticamente, cuando este aspecto de voluntarismo para resolver los “problemas sociales,” permite el experimento y la competencia para desarrollar formas de manejarlos, en comparación con los medios monopolizados y coercitivos de la redistribución gubernamental!
LA LIBERTAD REDUCE LOS ANTAGONISMOS SOCIALES

Al mismo tiempo, el principio de libre elección y de voluntarismo bajo el liberalismo (clásico) capitalista, disminuye, si no es que elimina, los tipos de antagonismos sociales y la polarización política tan visibles en la sociedad moderna. Nadie está obligado a seguir o financiar los deseos de otros. Cada individuo selecciona sus propios objetivos y propósitos, con su propia jerarquía escogida de cosas importantes, en las que se deben pagar compensaciones y costos razonables, dado lo que cada uno considera que valen para ellos.

Cuando se piensa bien, clara y consistentemente, el capitalismo liberal (clásico) permite un grado de paz, armonía y tolerancia respetuosa, acerca de las elecciones de una vida honesta para todos en sociedad, a la que nada más se le compara, en especial al sustentarse como una alternativa al colectivismo obligado de hoy.

Este es el mundo perdido de libertad, que nunca hemos logrado plenamente en el pasado, incluso en el apogeo del laissez-faire del siglo XIX, cuando, en realidad, las libertades personales y económicas de esa edad temprana, estaban mezcladas con elementos notorios de coerción política, incluyendo la esclavitud humana y fracasos para establecer la plena igualdad ante la ley para todos.

Lo que hoy nuestro mundo necesita es trascender los colectivismos del presente, ya sea bajo los regímenes autoritarios más extremos, hasta la aparentemente más leve telaraña de controles del estado de bienestar intervencionista, de los sistemas democráticos de gobierno existentes.

Mirando más allá de las particularidades cotidianas de las políticas gubernamentales y de la política de todos los días que llenan las noticias y los medios de comunicación social, necesitamos tomar el punto de vista más amplio de cómo vive la gente y de cómo podrían vivir, permitiéndonos no sólo ver lo que es la fuente de muchos de nuestros problemas, sino cómo un sistema verdadero de libertad natural podría y ofrecería una salida para la humanidad.

Reconocer esto y apreciarlo debería actuar como el contexto y el ideal que hace que nosotros queramos y seamos guiados por las imágenes de un cambio social verdadero, que exitosamente creó un mundo mejor. Un mundo de capitalismo de libre mercado, liberal (clásico), pero uno que sea practicado más consistentemente que cualquier otra cosa jamás antes experimentada por la humanidad.

Richard M. Ebeling es el Profesor Distinguido BB&T de Ética y de Liderazgo de Libre Empresa en La Ciudadela en Charleston, Carolina del Sur. Fue presidente de la Fundación para la Educación Económica (FEE) del 2003 al 2008.