Cuando uno escucha al presidente Trump –totalmente equivocado en esto- que su país pierde cuando tiene un déficit, vale la pena leer comentarios básicos como éste.

LAS NACIONES NO GANAN O PIERDEN CON EL COMERCIO, LO HACEN LOS INDIVIDUOS QUE COMERCIAN

Por Robert Higgs
Fundación para la Educación Económica
Domingo 27 de mayo del 2018


Un “desbalance comercial” entre países importa tanto como un “desbalance comercial” entre gente alta y gente pequeña.

Definamos al conjunto de todos los seres humanos cuya altura es superior a 170 centímetros y menor a 180 centímetros. Llamémoslo el conjunto A. Ahora, recolectemos los datos de todas las transacciones entre miembros del conjunto A y los miembros del grupo B, el cual consiste de todos los seres humanos cuya altura es mayor o menor que las de aquellos que están en el conjunto A. ¿Qué significado económico le podemos adscribir al agregado de flujos monetarios entre los miembros del conjunto A y los miembros del conjunto B? La respuesta correcta: ninguno.

Este agregado de personas que comercia con personas del conjunto complementario no tiene sentido económico; los conjuntos son arbitrarios en lo que tiene que ver con el entendimiento económico. La gente -individuos, empresas y otras organizaciones, y gobiernos- intercambian para mejorar sus condiciones económicas. Ya sea que comercien con gente de menor altura o de mayor altura o con gente dentro de cierto rango o fuera de ese rango, nada tienen que ver con la economía ni con el bienestar humano. Hacer un balance de los pagos entre conjuntos para el conjunto A y para el conjunto B, o para cualquier subconjunto de B, no serviría ningún propósito. Sería un ejercicio sin sentido.

OTRO EJERCICIO SIN SENTIDO

Ahora definamos el conjunto de todos los seres humanos que reside dentro de los límites de cierto estado-nación, digamos, los Estados Unidos de América. Llame a esta gente los elementos del conjunto P. Ahora, recolecte datos de todas las transacciones entre los miembros del conjunto P y los miembros del conjunto Q, el cual consiste de todos los seres humanos que residen fuera de los Estados Unidos. ¿Qué significado económico le podemos dar al agregado de flujos monetarios entre los miembros del conjunto P y los miembros del conjunto Q? Respuesta correcta: ninguno.

Este agregado de personas que comercia con personas del conjunto complementario no tiene sentido económico; los conjuntos son arbitrarios en lo que tiene que ver con el entendimiento económico. La gente –individuos, empresas y otras organizaciones, y gobiernos- intercambian para mejorar sus condiciones económicas. Ya sea que comercien con gente dentro o fuera de los Estados Unidos, nada tienen que ver con la economía ni con el bienestar humano. Hacer un balance de los pagos entre conjuntos para el conjunto P y para el conjunto Q, no serviría ningún propósito intelectual. Sería un ejercicio sin sentido.

A pesar de lo anterior, tal sistema contable de una “balanza internacional de pagos” basado en naciones, ha sido construido y “analizado” durante un tiempo muy extenso. En siglos anteriores, cuando los reyes necesitaban acumular oro y plata para pagar a mercenarios para que lucharan sus guerras, ellos tenían una razón para acumular tales datos y promover políticas (tales como aranceles a los bienes importados) que desalentarían a las importaciones, por tanto, haciendo que el oro y la plata no salieran del país debido a pagos por sus importaciones.

Esta especie de “aritmética política” eventualmente creció, hasta convertirse en el sistema moderno de cuentas de la balanza de pagos internacionales (de hecho, al igual que el sistema completo de cuentas del ingreso y producto nacional). No obstante, la vieja lógica monárquica para recolectar tales datos, desde hace mucho que se ha evaporado. Los gobiernos modernos tienen otras formas de organizar y financiar sus guerras.

ESTE PENSAMIENTO MEDIEVAL SÓLO DAÑA A LOS CONSUMIDORES

Entre tanto, otras partes interesadas descubrieron que ellas podían usar ciertas condiciones, tales como un llamado déficit en la balanza comercial (cuando el valor de las importaciones nacionales de bienes y servicios excede al valor de las exportaciones nacionales de bienes y servicios), como un forraje retórico para alimentar su politiquería para que el gobierno ponga aranceles mayores (impuestos a la importación) sobre los bienes y servicios importados al país natal, que compiten con las ventas domésticas de los bienes ofrecidos a la venta por vendedores domésticos.

Esta jugada no es más que un medio para suprimir la competencia, una actividad en la cual los vendedores, desafortunadamente, es común que se involucren, empleando la fuerza del gobierno para su propósito, si es que lo pueden enlistar. El llamado proteccionismo obviamente daña a los consumidores domésticos, al privarlos del acceso a mejores términos de intercambio, alternativamente disponibles con vendedores extranjeros.

A pesar de lo anterior, recuerde lo que ya se ha dicho: cada transacción, ya sea realizada con los miembros del propio conjunto de uno o con miembros de otro, conjunto complementario, se efectúa bajo la expectativa de obtener una ganancia. La idea de que, aun cuando se participó en cada transacción voluntariamente para beneficio mutuo, hay algo malo si el valor agregado de las exportaciones del conjunto propio es menor que las importaciones es, para decirlo francamente, ridícula. Uno no puede agregar una cantidad de intercambios beneficiosos, ya sean compras o ventas, y concluir que, en el agregado, se ha creado una situación funesta. Dar esa impresión no es nada más que un truco, un esquema diabólico, mediante el cual algunos vendedores esperan, de hecho, saquear los bolsillos de los consumidores domésticos.

La raíz de este mal está en la agregación que se usa para tales sistemas contables de las balanzas de pagos. Las naciones, como tales, no ganan o pierden con el comercio; sólo lo hacen los individuos. Si los intercambios en los que esa gente participa voluntariamente, les atraen por el prospecto de una ganancia mutua, simplemente no puede ser el caso que la suma total de sus transacciones equivalga a un mal trato.

Reimpreso del Independent Institute.

Robert Higgs es compañero sénior en Economía Política del Independent Institute y editor de la revista trimestral The Independent Review. Es miembro de la red académica de la Foundation for Economic Education (FEE).