Esta es una buena explicación de cómo es en realidad el sistema económico de los países escandinavos, que deben tenerse presente cuando se nos quiere impresionar con el paraíso en la tierra del socialismo. Los países escandinavos básicamente tienen un sistema económico basado en la propiedad privada de los medios de producción y no de propiedad pública de ellos, como lo pretende el sistema socialista. Pero, más que todo, nos muestra cómo los países nórdicos han venido abriendo espacio más y más hacia la actividad económica en manos privadas, en última instancia.

ESCANDINAVIA NO ES EL PARAÍSO [VALHALLA] SOCIALISTA

Por Madeline Grant
Fundación para la Educación Económica
Viernes 30 de junio del 2017


NOTA DEL TRADUCTOR: Para utilizar los ligámenes de las fuentes del artículo, entre paréntesis, con letra en roja y subrayada, si es de su interés puede verlo en https://fee.org/articles/scandinavia...list-valhalla/

El 20 por ciento del cuido en los hospitales públicos de Escandinavia es suministrado privadamente –comparado con un seis por ciento en Gran Bretaña.

Escandinavia ocupa un lugar muy especial en las mentes de los socialistas alrededor del mundo. La periodista del Guardian, Polly Toynbee, en una ocasión describió (described) a Suecia como “la sociedad más exitosa que el mundo jamás haya conocido.”

Allá en los Estados Unidos, todo tipo de gente, desde candidatos presidenciales (presidential candidates) a economistas ganadores del Premio Nobel (Nobel-prize winning economists), ha aseverado que, quienes formulan políticas, deberían tomar a Escandinavia como modelo para reducir la desigualdad y promover un crecimiento más balanceado.

Pero, ¿es de verdad el Valhalla socialista que se debe de celebrar?

En una conferencia en la Universidad de Harvard, el año pasado (last year), el primer ministro danés, Lars Løkke Rasmussen, trató de dejar las cosas en claro. “Yo sé que algunas personas asocian al modelo nórdico con algún tipo de socialismo,” dijo él. “Me gustaría dejar clara una cosa. Dinamarca está muy lejos de ser una economía socialista planificada. Dinamarca es una economía de mercado.”

En efecto, considerar a los países escandinavos como socialistas -o siquiera del ala izquierda- pasa por alto una verdad esencial acerca de cómo están organizadas sus economías. Si bien, en muchos sentidos, esas naciones tienen altos impuestos y un asistencialismo generoso, sus mercados son inusualmente libres, adoptando exactamente las políticas que la izquierda británica, con su rígida adhesión a la planificación central y a la intervención, pasa todo el tiempo luchando en contra.

EL GOBIERNO ESCANDINAVO VERSUS EL GOBIERNO BRITÁNICO

La semana pasada, el partido laborista prometió un salario mínimo de ₤10 que se aplicaría a todos los trabajadores, incluyendo a aquellos en edades entre 16 y 18. Esta política, si se pusiera en práctica, conlleva efectos colaterales perversos –con los trabajadores jóvenes y sin habilidades casi con seguridad de que perderán sus empleos en el mercado laboral.

En contraste, el mismo concepto de un gobierno central formulando una política “de un tamaño que se ajusta a todo,” que cubra a todos los empleos y sectores, es profundamente extraña en las economías escandinavas. Ninguno, ya sea Suecia, Noruega o Dinamarca, en la realidad, tiene un salario mínimo. En vez de eso, los salarios se definen mediante el acuerdo mutuo entre sindicatos y patronos, y los cuales usualmente varían de acuerdo con la industria u ocupación de referencia. En este sentido, los mercados de trabajo de Escandinavia son mucho más flexibles y descentralizados que el de Gran Bretaña.

Las tasas de impuestos a las empresas en Escandinavia se comparan favorablemente con aquellas de países manifiestamente capitalistas. Suecia y Dinamarca se encuentran entre las más bajas de las 15 naciones de la Unión Europea, mientras que Finlandia, con un 20 por ciento, está a la par de Gran Bretaña. Noruega tiene la tasa más alta de los cinco países, pero, al 27 por ciento, es todavía significativamente menor que la de Estados Unidos (casi del 40 por ciento).

Mientras que la reverencia británica por el Sistema Nacional de Salud (NHS) casi que ha logrado un fervor religioso -y ha hecho que las discusiones para externalizar o adoptar algún tipo de provisión privada de la salud, sean políticamente tóxicas- los suecos no tienen tales dudas.

En una medición reciente (In a recent count), cerca del 20 por ciento del cuidado médico y cerca de un 30 por ciento del cuidado público primario, fueron brindados por empresas privadas –comparado con alrededor del seis por ciento (around six percent) en Gran Bretaña.
Entre tanto, el sistema educativo de Suecia -inspirado en las ideas de ese bien conocido pensador socialista, Milton Friedman (Milton Friedman)- permite que los padres complementen el costo de la educación privada con bonos fondeados por el estado, y ello ha conducido a un surgimiento de la elección y la competencia en las escuelas.

¿Y QUÉ HAY CON NORUEGA?

Noruega, otra nación que, a menudo, ha sido puesta por la izquierda británica como ejemplo de una “mejor forma”, es también una especie de pretexto para desviar la atención.

Es difícil no exagerar acerca de la importancia de las vastas reservas de petróleo de Noruega para su éxito económico; ellas han permitido construir el fondo soberano de riqueza más grande del mundo (se ha predicho que llegará a un trillón de trillones de dólares para el año 2020). Este fondo colosal contiene alrededor del 1 por ciento de todas las acciones del mundo y posee más del 2 por ciento de todas las empresas registradas en bolsas en Europa, así como un vasto portafolio de propiedades.

Así, el “socialismo” noruego, irónicamente, es fondeado por la inversión en proyectos capitalistas de alrededor del mundo. Las inversiones históricamente sólidas realizadas por el fondo son buena parte de la razón por la que Noruega ha probado ser tan resistente a la luz de precios fluctuantes de petróleo en años recientes. El año pasado (Last year), por vez primera alguna, el gobierno de Noruega tomó más dinero del fondo que los que el propio fondo deriva de sus ingresos petroleros, a causa de la caída mundial del precio del producto. Es un colchón crucial que permite que la nación mantenga su elevado gasto y sus programas asistenciales generosos.

Por otra parte, la prosperidad de Escandinavia tan sólo se ha visto amenazada (has only ever been threatened) cuando sus naciones han abrazado políticas genuinamente socialistas.

¿CÓMO FUE QUE SUECIA LLEGÓ HASTA AQUÍ?

En la década de 1970, el tamaño del estado sueco empezó a expandirse en serio bajo gobiernos socialistas sucesivos. La imposición punitiva, incluyendo tasas marginales efectivas que, en algunos casos, sobrepasaban al 100 por ciento, provocó que hubiera un éxodo masivo de ciudadanos y empresarios ricos, incluyendo, famosamente, al director de cine Ingmar Bergman y al fundador de la empresa IKEA, Ingvar Kamprad.

Para 1993, cuando el gasto público había llegado a ser un 67 por ciento del PIB (67 percent of GDP), Suecia había caído, de ser la cuarta nación más rica del mundo, a ser la décima cuarta. Tanto los ciudadanos suecos, como los daneses, desde ese entonces han empezado a rechazar en las elecciones a la propuesta de “tribute y gaste” y años recientes han visto un crecimiento en el apoyo a los partidos de centro-derecha, que prometen la moderación fiscal.

Es fácil ver por qué Escandinavia es tan a menudo mitologizada por los adeptos al socialismo. Sus ciudadanos disfrutan de uno de los mejores sistemas de salud y educación en el mundo, el cual recibe altos niveles de fondeo por parte del gobierno y permanece (esencialmente) siendo gratuito en el punto en que se utiliza.

Pero, que no lo engañen con las altas tasas impositivas. El éxito del modelo nórdico descansa en su abrazo al capitalismo de libre mercado, a la competencia y la defensa de la propiedad privada –bien lejos del sistema de planificación centralizada propugnado por la izquierda socialista.

Reimpreso de CapX.

Madeline Grant es oficial de tecnología en el Institute of Economic Affairs.